LA TOS

Publicado el 22 de mayo de 2020.

Reventada estoy de toser tanto. Puto coronavirus. Una no sabe nunca de qué sería peor morirse. Por eso mismo no iría ahora a un hospital ni harta de vino peleón… ni público ni privado; deja deja. Nunca hizo falta un matasanos para irse al otro barrio. Y de verdad que prefiero morir asfixiada en mi casa, a perder la vida por ahí sola y con todas mis entradas corporales entubadas… Al igual que mi padre cuando le dijo a los médicos aquéllo:

– Han sido Ustedes muy amables pero comprenderán que prefiera morirme en mi casa ¿verdad…? Pues gracias.
Luego se dirigió a mí:
– ¡Nene, sácame del hospital éste, ya…! Aquella fue la única vez que ingresó en uno.

He decidido fiarme del criterio de mi sobrina la enfermera, y por ello sé desde hace mucho que ahora no se debe ir a urgencias a nada. Todavía no. Y si tengo la suerte de mi padre, el valor suficiente, y el apoyo de los míos, cuando me llegue el momento no querría ir nunca… Al menos ahora no; ni se me ocurre.

Llevo ya cuatro días tosiendo como una perra afónica, y cuarenta de encierro. Y al albur de esta situación desgobernada y opresiva. Y resulta que mi marido, todavía no puede comprar ni una puta mascarilla para protegerse de mí. Menos mal que al ducharnos mucho juntos y hacer el amor también mucho y sin precaución, se ve que él se ha inmunizado (y nóteseme la ironía…) Y no digamos nada del simple y barato test de detección del coronavirus que ambos necesitaríamos. Pacientes y galenos dejados de la mano de Dios; todos confinados y engañados.

Y ahora, aterrada, he de reconocerme con esta tos perra, seca, rasposa e hijadeputa. Tengo el pecho como un tambor en viernes santo y no hay manera, ésto va a más… De un carraspeo pegajoso de fumador, he pasado a una tos de lija, tosferínica e insistente; implacable, como también lo es mi necesidad de respirar.

Me ahogo poco a poco. Cada vez que intento respirar toso; y así, aspiro cada vez menos debido a que el agotamiento que crispa mis músculos torácicos va haciéndose cada vez más patente, y haciéndome cada vez más y más mella… Cada golpe de tos va doliéndome más aunque valiéndome de menos, porque ya no arranco nada con estas toses. Y se van agotando y encogiendo más mi resuello, la capacidad de mis pulmones, y aquéllo que los insuflaba… Y va faltándome el aire cada vez más. Me voy ahogando.

Logro poco a poco, y a fuerza de controlar respiración y pánico, conformarme con un hilillo de aire que trabajosamente consigo que entre y salga con cierta fluidez de mis pulmones. Si sólo hablara perdería el hilillo de ése aire vital. La drástica disminución de la cantidad de oxígeno que mis alveolos pueden procesar, ya sólo me da, para parpadear un poco, para poder pensar, y para mover algo las manos esforzándome con la intención, de poner un dedo sobre las teclas de cada una de las letras de esta carta.

Pero dicen que ésto del virus se carga sólo a los viejos… ¿Os parecen poco los viejos? ¿Poca pérdida…?

Si es así iros a la mierda.

…eeen fin.

Que no nos engañen.

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras

¡Qué poco me queda en el convento…!

Un tipo despreciable.

Elecciones Generales un 23 de julio… él se va, y nos jode a todos los españoles. No se puede ser más malo: un verdadero psicópata. 🙄😳

Hijodeputa.

«Para lo poco que me queda en el convento, me cago dentro…»

Dice el refranero.

👇👇👇

…eeen fin.

Duermevela

Historias de Paco Sanz ✍️

“Lo digo sin quejarme,/ pero siento mi cuerpo de manera/ que pienso, y no quisiera equivocarme/ que al cuerpo hay que dejarle que se muera”.

Cuando la necesidad de Dios desaparecía me dije que mi indignación subsistiría aunque estuviera equivocado… Así, he vivido con la vaga prudencia de un caballo de cartón dándose un baño, sabiendo que jamás me he equivocado tanto en nada como en las cosas que yo más quería… Equivocarse en la vida es necesario para la vida. Pienso, que puedo estar equivocado, y eso ayuda a alegrarse por la vida.

Me he pasado la vida leyendo-escribiendo y estudiando-olvidando, pendiente de mi respiración, de la intencionalidad de mi vida… Sometido al yugo de objetivos y costumbres para darle sentido, sometido a su dominio, a su ascendiente, influencia, y sugestión… Para ir tirando ¿de qué? me pregunto. De mi identidad, de mis equivocaciones, supongo.

La teología, la moral, la historia y la experiencia de todos los días, nos enseñan que alcanzar el equilibrio no es una cuestión de infinidad de secretos; que no hay más que uno: someterse. “Aceptad un yugo, nos repiten, y seréis felices; sed alguna cosa y os veréis libres de vuestras penas”.

Se ha creído ver en las categorías de la razón un criterio de la realidad, en lugar de darse cuenta de que aquéllas, deberían servir como maneras de hacerse dueño de la realidad para equivocarse inteligentemente acerca de ella.

Avancemos un poco más, y veremos que todos los legisladores impulsados a romper el yugo de una moral establecida y a proclamar nuevas leyes, cuando no están verdaderamente locos, no tienen más remedio que tornarse tales o fingir ser socialistas… El socialismo, es un régimen social ficticio que posee su propia teoría equivocada y su propia práctica errónea, pero resulta imposible determinar tanto teórica como prácticamente, qué es la teoría y qué es la práctica del socialismo.

Decía Simone Weil que “lo difícil, es observar que una revolución se equivoca y seguir sin perder la fe en su necesidad… Ése, es precisamente nuestro dilema…” Y Mark Twain dijo que “Toda situación difícil tiene una solución sencilla… y equivocada”. Es corriente hacer lo correcto por el motivo equivocado, y para algunos es la mejor de las traiciones. El privilegio, literalmente, es poseer una ley propia, una regla propia, soberanía, autonomía: la gente no se equivoca.

No deseamos profundamente la autonomía sino el privilegio:

Si el político sólo tenía que aparentar que creía en lo que decía, el elector sólo tiene que aparentar que en realidad es él, quien se ha equivocado… Las fantasías no son sólo mentiras, y la frontera entre la realidad social y los sueños políticos, es inestable en la época ésta tonta del duermevela de la tontería.

Historias de Paco Sanz ✍️

¡Ay papá, ay papá…!

Publicado el 19 de febrero de 2020.

Era la mía de infancia, la única habitación con dos camas de nuestra casa, y hacía tiempo que ambos dormían en ella; juntos, pero en camas separadas. Habían renunciado a su alcoba de matrimonio porque se ve, que cuando tienes ya ochenta y muchísimos años tus huesos agradecen la comodidad de un lecho para ti solo. Pero a la vez, seguro que hay momentos en los que esos mismos huesos tuyos, echan de menos la compañía y el calor del cuerpo que toda la vida caldeó tus carnes… Y se ve que por eso mismo mi padre cambió de catre aquella madrugada de enero; quizás, porque le despertó el frío y la ausencia.

Y seguramente empujaría a mi madre un poquito para que le hiciera sitio en medio, de la calidez de su cama de cuerpo y medio. Y hasta es posible que sin saberlo ellos, tal vez, hicieran por última vez el amor como sólo lo saben hacer los viejos que llevan más de sesenta años juntos: palpándose, calentándose y cobijándose, y quién sabe si besándose con…

¿Momentos, convertidos en esencias de amor…? La vida es en esencia, sólo un momento compuesto por miríadas de otros momentos. Y como todo lo esencial sucede, y sucede sólo en un momento, siempre hay un momento para todo… Parece un perogrullo o un galimatías, pero no.

¡Ven, que tu padre está muy mal…!

Seis minutos tardé, quizá ocho o diez, o doce. Seguro que cuando llegué, el éter de su último hálito todavía no se había diluido del todo en el aire de aquélla mi habitación infantil, porque me pareció como respirar su último expirar, oler su último olor, seguir su último rastro… Creí también percibir, diría que algo así como vibraciones; sutiles restos emocionales de la confusión y del miedo que debió sentir, ante lo inexorable de la urgencia mortal de ese sopor que lo arrastró… Me pareció también detectar un leve rastro como de ondas asustadas, cual huellas de su ánimo justo antes, del momento postrero en el que asustado se dejaría caer en los brazos del abrazo inesperado y oscuro del óbito.

Adiós Papá.

Y empecé a llorar como no recordaba que podía hacerlo. Y me abandoné de lleno a ese llanto infantil y desbocado, como si sirviese de algo.

Mientras, mi hermana: ¡Ay papá, ay papá…! Sentada a su lado en la cama acariciaba incrédula y llorosa nerviosa y en shock, aquellos dedos ya inanes a la vez que también se esforzaba, inútil, por sostener erguida la languidez de su mano ya muerta. Parecía mi hermana como esperar una respuesta táctil y viva en aquellos dedos, al intentar agarrar con la vida de los suyos los cinco de él todavía tibios… Tal, y como hacen los enamorados al unir sus manos entrelazando los dedos al caminar juntos.

Fue inútil. ¡Pero qué bonito Nena…!

Y también, en solo un momento llegaron, y se lo llevaron. Entraron en mi casa por las puertas de la cancela abiertas como nunca de par en par; cargados con una enorme y fría plancha metálica a modo de camilla, y dos bolsas: una blanca y una negra. La blanca era un sudario moderno de algodón, suave y con cremallera; la negra era una simple bolsa de transporte de lona basta, con asas, y también con cremallera… El peor momento para mí fue el tener que profanar su lecho mortuorio y lo hermoso del gesto durmiente de su postura, para meterlo como si un fardo pelele muerto en aquellas bolsas.

Y justo antes de que se cerrasen por completo aquellas cremalleras, hice un gesto para que pararan, y lento, me acerqué al máximo a su rostro y lo besé, asomándome al abismo frío de contemplar su muerte… Medio minuto estuve en silencio observando muy muy de cerca y por último, los surcos de ese semblante de mi padre sin gesto ni mueca alguna. Y creo que como mi hermana ¡Ay papá, ay papá…! yo también parece que esperé, unos instantes y aún a sabiendas que en vano, rescatar algún signo de la vida aquélla que lo insuflaba hacía sólo veinte o treinta minutos.

Peeero… todo pasa en un momento.

…eeen fin. 💕

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras

💞

Tonterías

Historias de Paco Sanz ✍️

De vez en cuando hay que pasar lista a las tonterías como el que pasa lista a las mentiras, para ver si están las de siempre, falta alguna, o ha venido alguna más. Porque hacer el tonto, aguantar a los tontos, mentir, o mentirme, es algo de lo que no me canso. Con tanta infointoxicación que padezco, e ininteligencia a la que me presto cada día, no deja de ser normal que las tonterías crezcan, se multipliquen, que haya tantas. Están la tontería a secas, la individual, la intelectual, la emocional, la familiar, la sexual, la artificial y sobre todo la colectiva. Estas dos últimas que parecen entenderse muy bien, han dado a luz a una nueva, la conectiva, la reticular: www para los amigos.

No siempre me miento o hago el tonto de la misma manera, ni llevo con el mismo espíritu deportivo a las mentiras o a los tontos. De algunos, de algunas, me doy cuenta, de otros no tanto… Hay en principio dos clases de tontos: los tontos que repiten las tonterías corrientes y ajenas, o tontos de repetición; y los tontos que inventan tonterías nuevas, o tontos de iniciación.

Es difícil entender el porqué con tanta frecuencia se confunde a los simples con los tontos, siendo los tontos tan complicados. A los tontos no es que no les funcione la cabeza, es que les funciona mal. No son como una lavadora vieja y oxidada que ya no se enciende, sino como una lavadora no tan vieja que pierde agua, te estropea la ropa, y te suelta un calambrazo en cuanto de acercas a ella para intentar controlarla… Hay más tontos que tonterías: hay tontos a medias, medio tontos, tontos a ratos, y tontos para unas cosas sí y para otras no. Pero además existe el tonto de solemnidad, ése que es tonto a tiempo completo y que no abre la boca sino es para soltar una necedad: el tonto que no hay por donde cogerlo, el tonto perdido.

En cuanto a lo de hacerme el tonto, cosa a la que como a mentirme me aplico con mucho gusto, el querer ocuparme en desentrañar tonterías y mentiras no deja de ser una tontería y una mentira más… Pienso que ciertas cualidades ayudan más a soportar los defectos del prójimo que contribuyen a hacerte sufrir por ellos, y por ello, un hombre de cierto talento, en general, prestará menos atención a las tonterías del prójimo de lo que lo haría un tonto.

Un viejo maestro me recomendó que bajara siempre que pudiera, de las frías cumbres de la prudencia a los verdes valles de la tontería. Que allí crecen más hierbas con las que podría el sabio alimentarse. Lo que no me dijo es lo contagiosa que puede ser la tontería, ni lo fácil que es contentarse con las mentiras… Y así me va, personificando siempre nuevas maneras de hacer el tonto o de mentirme. Y es que las tonterías y las mentiras son un hecho, una vocación, mejor aun: un sacerdocio con sus ídolos, sus párrocos, y sus fieles… Todo apunta hacia la diversión que supone la vida escenificada por idiotas.

Por eso me aplico con fruición a la filosofía, entendiendo que la principal función de ésta es acreditar tonterías desacreditándolas. ¿Fruición…? Placer o gozo intenso que siente una persona al hacer algo: eso pensaba, y eso dice el diccionario.

Historias de Paco Sanz ✍️

El papel va a menos

Publicado el 22 de diciembre de 2020.El papel va a menos. Además deprisa. Al cabo de unos meses después de instalarle la impresora a mi cuñada para que pudiera sacarse los billetes de tren desde casa, ya era posible hacerlo con el móvil. La primera vez que se fue de viaje usándolo todavía llevaba el billete impreso por si las moscas.

La chica de la ventanilla del banco me dice que si hace la transferencia ella tengo que pagar una comisión, desde el cajero no hace falta. ¿Miles de cajeros operativos? Miles de personas al paro. Usando la inteligencia de los teléfonos estamos haciendo innecesarios incluso a los cajeros. Pago con el reloj, la persona con la que comparto la cuenta también. Pasado mañana seremos por fin de esos que con la cara pagan. No sólo el papel de los libros va a menos, va a menos incluso el papel moneda.

  Todavía llamamos el escribir a mano el hacerlo sobre el papel, las máquinas de escribir también están desapareciendo, se imprime lo de la pantalla. En mi tableta escribo con un lápiz, quiero decir un smart pencil de no sé qué generación, cuando lo imprimo me pondría ha llorar, pienso entonces que quisiera “Morir cuando la luz triste retira/ sus aúreas redes de la onda verde,/ y ser como ese sol que lento expira/ algo muy luminoso que se pierde”. Como al sacar lo que acabo de escribir de un libro de poesías y de mis recuerdos y ponerlo en esta pantalla, por la que vuelvo a pasear mecánicamente la mirada para ver si lo he hecho bien.

Qué papelón lo de que el papel vaya a menos. Espero que a nuestro nuestro papel en nuestra propia historia no le pase lo mismo. Mi hermana acaba de montarse uno de esos retretes que hacen innecesario incluso el papel higiénico… Bueno también todas las páginas que he escrito a mano han sido como ese papel, y como yo mismo, cosas de un sólo uso. ¡Ay! “Estos días azules y este sol de la infancia”. Éso ponía en un papel arrugado que encontraron en el viejo gabán de Antonio Machado cuando recogían sus cosas para enterrarle.

Sigo dejando papeles por en medio en mi estudio. Es un anacronismo; creo que los papeles y el polvo inherente al paso del tiempo en el que no pasa nada van juntos. Me ha pasado más de una vez que al entrar en el estudio de ése que soy y encontrar sus libros y papeles revueltos por todos los lados, digo sin vacilar: “¡Qué desorden! Debo poner orden en este lío”. Sin embargo, en otras ocasiones entro en una habitación que se parece a la mía; pero después de echar una mirada por toda ella decido que debo dejarla exactamente como está, reconociendo que en este caso incluso el polvo está en su sitio.

Al principio el papel fue llamado bagdatikos, que significa “de Bagdad”, porque fue a través de esta ciudad como llegó a Occidente. El arte de fabricación de papel alcanzó España en el siglo XII y después, a intervalos de cien años, Italia, Alemania e Inglaterra. No obstante, siglos después de que el papel fuera ampliamente accesible en Europa, la vitela y el pergamino siguieron prefiriéndose para los documentos que tenían que perdurar.

Kafka, que quiso al morir que se quemaran todos sus papeles, dijo una vez que “Las cadenas de la humanidad torturada están hechas de papel de oficina”. Mis hijos me han visto inclinado siempre sobre mis papeles. Les gustó aquello que le dijo un noble a un escritor: «¡Qué, el señor poeta garapateó, garapateó y garapateó! ¿No…?»

Historias de Paco Sanz ✍️

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¡A la mieeerda…!

Publicado el 30 de diciembre de 2019.

«¡A la mieeerda…! ¡Aquí, delante de todo el mundo…! ¡Vaya Usted a la mieeerda…!»

Fernando Fernán Gómez

Y espero que os hayáis dado cuenta de que las palabrotas y exabruptos en mis escritos, sólo son el terno del que tanto hablaba Camilo José Cela…

Porque cuando la afrenta es inmensa y hay que utilizar cualquier arma, el insulto merecido es obligatorio, y tan lenguaje como cualquier otro.

…eeen fin.

Es Usted un bastardo, Don Pedro.

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

Aire que va y viene…

Historias de Paco Sanz ✍️

Cuando volvía de la montaña, por fin lloviendo, se sentó a mi lado en el tren un chico de la edad de mi segundo hijo. Como suele suceder en los pueblos, éramos contraparientes. Es decir, su tía se había casado con un primo mío; así que adiós a lo de leer en el viaje de vuelta. Después de contarle mi vida y hacer por saber de la suya, por ese orden, me quedé con la sensación de volver a ser joven. De haber ligado. De hacer las cosas que hacía antes de haberme quedado con los de siempre. El viaje se me hizo más corto que de costumbre, porque en cierto modo había vuelto en autoestop…

“En el amor, las conversaciones desempeñan casi un papel mayor que todo lo otro: el amor es la más conversadora de todas las pasiones y consiste especialmente en la felicidad del hablar… El amar y el hablar están esencialmente ligados” Musil lo dejó así escrito, y estoy de acuerdo con él. Hacía mucho que no ligaba con un desconocido. Bastante tengo cada mañana con volver a ligar mi cuerpo al mundo.

Mi cuerpo es una membrana animada por un aire que va y viene. Es un espacio animado interiormente de una alternancia infatigable de expiraciones e inspiraciones, atravesada de circulaciones que me conectan con las nubes. El aire que respiro, el aire que me rodea, el aire que circula por el cielo, es el mismo aire bajo diferentes estado y en sitios diferentes. Es el aire que vuelve a ligar mi cuerpo al mundo, y que une el interior de mis pulmones, mi diafragma, mi cuenca, al horizonte… Es por el aire que respiro por el que habito en el mundo tanto, como el mundo habita en mí.

Después de haber andado todo el día por los altos, después de haber vuelto entre árboles despeinados por la tormenta, el estar un rato frente a la cara de alguien no deja de ser algo mágico… Todo lo que me rodea, todos los que nos rodean, se vuelven parte de nosotros, se nos infiltran en la sensación de la carne y de la vida. Y todos, como atrapados en los hilos de una gran telaraña, nos vamos liando suavemente los unos con los otros, enredándonos en un lecho suave de muerte lenta, donde finalmente oscilamos al viento…

Las más grandes, las más implacables emociones están ligadas al hecho de que uno, se imagina a su ser más secreto, espiarle, tras los ojos de un otro. Querría, y espero, morir de una sobredosis de placer sea cual sea. Siempre tengo la impresión de no sentir un verdadero placer porque ese placer, para mí, está ligado a la extrañeza, a la muerte… La filosofía es una escuela de separación, en la que la diferenciación de lo consistente frente a lo pasajero, se ejercita constantemente. Puedo pensar, que lo que ha de procurar el pensador es estar ya tan muerto en vida como sea posible… El morir, es la disolución de una unidad, ligada corporalmente con mismidad y otreidad…

No debería ligarme a mis relaciones con tanta fuerza que mi felicidad dependa de ellas, pues tengo una trastienda, en la que se halla mi auténtica agencia, la mía propia… En ella, la conversación habitual conmigo mismo es tan personal que no puedo atender a ninguna otra comunicación con nadie. Como si estuviera -como cuando estoy- al lado de un cadáver.

El mío, en cierto modo.

Historias de Paco Sanz ✍️

Y Garci, sin móvil.

Hoy casi todo el mundo lleva una aplicación en el teléfono móvil para filtrar las llamadas comerciales ésas de mierda, que te tocan los huevos a la hora de la siesta para venderte un seguro maravilloso, una tarifa plana telefónica cojonuda, o vete tú a saber qué otra puñetera cosa. ¡Coño…! ¡Me cagüen sus…! Recuerdo, cuando era impensable no contestar al timbre de un teléfono porque una llamada telefónica era todo un acontecimiento, y nadie lo hacía por un motivo fútil; siempre era por algo importante… Eran otros tiempos, aquéllos, en los que no habían móviles ni mandos a distancia ni tantas tonterías confortables.

Yo de mayor quiero ser como José Luis Garci: una pequeña enciclopedia de andar por casa, que no necesita móvil ni inteligencia artificial alguna para sentirse seguro, porque o bien se sabe las cosas, o bien sabe de las cosas. Así de sencillo: cultura. La otra tarde en la radio le estaban intentando explicar lo que era un like: que si tus followers en Twitter, que si los me gusta en Facebook, los vídeos virales, o éso de los haters… Garci, aunque no tiene teléfono móvil sabe inglés bastante más que bien; pero oye, no hubo manera de que entendiese qué coño era eso de los social media y los likes.

«¿Si algo te gusta o no, para qué quieres enseñarlo y que lo sepa todo el mundo, para qué sirve eso…? ¡Qué tontería…!» Decía.

También intentaron explicarle, que con semejante aparato tecnológico podría tanto escribir una buena historia como crear un buen guión. Que podría también hacer fotos y vídeos de una calidad más que aceptable. Y que además, podría editar todo ese material y retocarlo, añadirle efectos visuales, sonidos, música, voz… Y finalmente, que sólo y con un simple teléfono móvil podría montar y crear por completo una verdadera película…

Tras tanta explicación se hizo un brevísimo silencio en la radio, y diríase que con algo de sorna y una media sonrisita radiofónica en el tono de su voz, Garci, respondió algo así como: «A mí, todo eso me parece muy bien, aunque también me parece demasiada la faena y mucha gente la necesaria, para que todo eso quepa en un aparato tan pequeño y que al final salga la cosa bien…»

¡Genio y figura…!

Como no tiene teléfono móvil y no le gusta estar solo, no lo está casi nunca. Por eso, sus amigos saben, que sólo tienen que llamar al que esté con él en ese momento y decirle aquéllo de: «dile que se ponga…» Y como José Luis Garci es un caballero, siempre responderá a la llamada de un amigo.

…eeen fin.

No me pierdo, casi nunca, la película que pone los viernes a eso de la diez de la noche en su fantástico programa Classics… Os lo recomiendo encarecidamente, si os gusta el cine, claro.

Y gracias por leer mis tonterías. 💕

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras

El 15M. Revolución a la española

Memoria histérica…

Ahora que asistimos a la debacle política de esta caterva revolucionaria, que arrogándose el mérito del 15M pretendió asaltar impunemente y a nuestra costa los cielos del poder en nuestro país, no deberíamos hacer otra cosa que congratularnos, y con verdadero alborozo… Y muchas más gracias a esos mismos cielos deberíamos dar si en nuestra sociedad, por fin, fueran asentándose, posándose, los hermosos mensajes, el justo espíritu, y las patrióticas intenciones que en el 15M fueron casi, motivo de una revolución… Y hago notar que también fue el 15M, origen de otros muchos de los ‘asaltacielos‘ éstos ahora de capa tan caída.

No… No nos gustan las revoluciones a los españoles. Pero aquella enrevesada situación política hinchó los redaños, de una mayoría de españoles que estábamos ya hasta esos mismos sitios de políticos sinvergüenzas.

Y lo recuerdo bien porque en sus inicios, hasta yo reclamé como mío el movimiento del 15M… En ese momento era impensable el hecho de no sumarse al raro espectáculo -maravilloso por otra parte- de ver a la mayoría de los españoles de acuerdo en algo… Hora era, de que asistiésemos a una de esas rotundas manifestaciones del espíritu español, poderoso cuando se manifiesta unido e impulsado por motivos justos, hermosos, o patrióticos…

El 2 de Mayo, Miguel Ángel Blanco, el 15M 🇪🇸

Por desgracia, el «arranque de caballo y ‘pará’ de burra« que tan bien nos caracteriza a los españoles, además de nuestra secular falta de líderes decentes, hizo que poco a poco se fuera diluyendo nuestro común impulso… Y cansados, olvidamos el porqué de todo aquéllo. Consentimos así que algunos, pescando en río revuelto, envolviesen el 15M con el celofán ideológico de su marca, y se erigiesen como faro y timón de ese siniestro rumbo a babor que ellos siempre pregonan.

Un conjunto de arribistas, de adanistas y de sediciosos elevaron sus puños y desempolvaron viejos eslóganes. Y cual indecentes flautistas de Hammelín embobaron a gente buena pero enrabietada; gente, corta de cultura general, carente de Historia propia de la que enorgullecerse, y con valores morales tergiversados.

Gente abducida, lanzada a la carga y a la caza de cualquier prójimo disidente; gente, armada con espadas forjadas con odios atávicos y defendiéndose con escudos de ignorancias supinas… Gente, convertida en carne de cañón ideológico, en simple munición política. Como en la guerra civil…

Por todo ello, yo reclamo la herencia y la memoria del legado del 15M y de aquella ‘revolución a la española’ indignada y exasperada, pero decente y justa… Y la reclamo, para mí y para todo aquél que crea de veras en esta España nuestra y que en verdad, la ame.

¡¡ VIVA ESPAÑA Y VIVAN LOS ESPAÑOLES…!!

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras

Como Corea del Norte

Se ha vuelto loco. La otra tarde tropecé con un vídeo del grupo socialista reunido en pleno a mayor gloria de Sánchez. ¡Qué miedo da…! Parece un vulgar peronista, un Maduro chavista, o un Kim Jong-un cualquiera. ¡Qué vergüenza…! Ésto no había pasado en democracia nunca, nunca de forma tan vergonzosa, se había atrevido nadie a usar La Moncloa con tal desfachatez. Canalla.

Y no se vayan todavía, aún hay más…

¡Qué miedo da…!🙄😳

…eeen fin.

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras

FRATERNIDAD…

Historias de Paco Sanz

Entre los nuestros, compañeros de partido, de pandilla, cualquier gesto escéptico, cualquier manifestación de duda en relación con la sabiduría de las prácticas comunitarias, conlleva un tufillo a la siniestra, corrupta y detestada “quinta columna”. A los ojos de la comunidad, los hermanos que no son lo suficientemente expresivos en sus sentimientos fraternales, que carecen de entusiasmo, demuestran indiferencia o se demoran en actuar, pasan a ser considerados el “enemigo público número uno”. Las batallas más sangrientas no se se inician ni se libran en las murallas externas, sino en el interior de la fortaleza comunitaria. La meta de la fraternidad, santifica el fratricidio como medio aceptado.

Pocos generales odian a sus contrincantes, pero se vuelven ulcerosos y sufren ataques de apoplejía por culpa de sus aliados. La Iglesia trata de convertir a los paganos pero quema a sus herejes. Parece ser una ley política que el odio, aumenta en proporción a la cantidad de convicciones e intereses compartidos con el odiado.

Nada fomenta tanto los sentimientos de extrañeza y hostilidad entre las personas como las diferencias menores. Me tienta abundar en esta idea, pues quizá de ese «narcisismo de las diferencias menores» podría proceder la hostilidad que, en todas las relaciones humanas, lucha contra los sentimientos fraternales y acaba por imponerse al mandamiento de amaros los unos a los otros.

El motto cristiano “todos los hombres son hermanos” puede entenderse también en el sentido, de que los que no acepten la fraternidad no son hombres. Es también bastante difícil que un verdadero revolucionario pueda matar a un hombre, si ha muerto es por que uno de ellos lo ha matado, es una bestia criminal, no un hombre. Del mismo modo que aquél gracioso aseguraba que su novia no llegaba nunca tarde a una cita, porque a partir del momento en que llegaba tarde ya no era su novia. O que no puedo temer a la muerte, porque en el momento en que estoy muerto ya no puedo temer nada. Ya no estaré allí.

En presencia de toda gran fraternización es preciso preguntarse: ¿pero el enemigo, dónde está…? Tales inclusiones son al mismo tiempo exclusiones, exclusiones de un tercero, de un tercero al que se odia; pero del que no es posible prescindir.

Gorbachov les dijo a los estadounidenses y europeos cuando todavía se llevaban bien, que menuda jugada les estaba haciendo al dejarles sin enemigo. Acertaba.

La fraternidad es la más vieja forma de revuelta contra el padre, contra el poderoso. Sin ella, la revolución se cae como una mesa de tres patas al quitarle una. La fraternidad es la emoción que concilia la libertad con la igualdad. Ésa es la definición de fraternidad verdaderamente operativa. Los Estados Nacionales están cediendo su protagonismo a las asociaciones de ciudades y de empresas. Las diferencias de color, de raza, de religión, ceden su lugar a las de clase, de residencia.

La fraternidad se acaba, lo del hijo único es el destino para parar la demografía. La democracia participativa se ha ido al limbo de la historia, elegimos representantes por su atractivo, todos tienen programas muy parecidos, grupos muy poderosos apoyarán un candidato que tendrá exactamente las mismas cualidades y el mismo programa político que el candidato adversario. Fin de la ética. Se dice bien de una persona cuando se dice que es muy normal. Que hace lo que los medias dice que es bueno, lo que consigue atención, fama y dinero. Lo otro son excusas de perdedores.

Cuando criaba, mis hijos llamaban tíos a mis amigos. Los niños saben aún que todos los hombres son hermanos. En el himno a la alegría se habla de un tiempo en el que todos los hombres serán hermanos. Sin embargo no nos engañemos: Babilonios somos; no nos vuelva la tentación de levantar ninguna torre juntos ¡Dejémonos ya de una vez por imposibles los unos a los otros, como buenos hermanos!

Historias de Paco Sanz

¡Qué gran oportunidad…!

Publicado el 15 de marzo de 2020.

Supón que apagas whatsapp, instagram, facebook y netflix; y finalmente hasta el wifi… Y decides que le den por el culo ya de una vez a tu móvil en un lejanísimo cajón cerrado, habiéndolo silenciado antes por completo, claro. ¿Un poco de ansiedad al principio sí sentiríamos, no…? Pues no.

Recuerdo el ir a la huerta en carro, subido encima del lomo caliente de la mula que tiraba de él. Y ahora, resulta, que ya casi no sé escribir a mano de tanto que me gusta escribir en un teclado… Y sin embargo, ésto sigue siendo escribir aunque ya no haya carros porque yo en cierta forma sigo yendo subido en aquél, sentado sobre la mula aquélla, y escribiendo… Dejaros de ostias, porque el hombre siempre ha sabido pensar por sí mismo. Yo escribiría sobre cualquier soporte ya fuese en papel o en un pergamino, en un posit, en un archivo de word en la nube, o en formato PDF. Y seguro, que me las apañaría también para entenderme tanto en lengua de signos como en Braille… Escribiría, aunque fuese con la sangre y la pluma de un pollo sobre cualquier cosa, sobre cualquier tema. Creo que sí…

Tanto rollo de tecnología tanto rollo, y resulta que es solamente una filfa. Una caja más de herramientas. Luz, agua o fuego; basuras, desagües, medicinas; necesidades de comunicación o de compañía; necesidades de amor. Las necesidades del hombre siempre han sido las mismas, y han sido siempre así, desde que lo son… Lo que pasa, es que a día de hoy, ya no sé si somos tan hombres como lo fuimos siempre.

Por whatsapp me dice mi hija mayor que se aburre; y por whatsapp le respondo que si se acuerda de aquél libro que hace años le recomendé: Sinuhé el Egipcio… Se lo dejó a medio leer porque se ve que el libro se le puso algo farragoso, parece ser que como los tiempos que corren. Yo, sólo sé que tal y como está el mundo de voluble voy a seguir fiándome de mis instintos y de lo que mi madre me decía siempre: «nene, intenta amar al prójimo como a tí mismo…» 💕

…eeen fin.

Que no nos engañen.

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

…..

Monasterios

Historias de Paco Sanz ✍️

Más que nunca hoy se deberían construir monasterios, para los que creen y para los que no. ¿A dónde huir…? No existe ya ningún sitio donde se pueda execrar este mundo profesionalmente. Necesitamos una comunidad separada que comience una civilización desde fuera de ésta. Pero… ¿No fue así como comenzó esta civilización…? Con tantas personas centenarias que se ven llegar lo de los conventos volverá. Hace unos treinta años el antiguo convento de los descalzos de mi pueblo se convirtió también en residencial. Cuando vi cómo lo acondicionaban para el nuevo uso pensé, que los putos burgueses estaban haciendo polvo un monumento más.

Y mira por dónde, y por idea de mi santa, no sólo un servidor sino cuñados y primos y más tarde sobrinos e hijos, acabamos residiendo allí. Como si de las piedras emanaran órdenes, existe en aquella comunidad de vecinos una especie de idea acerca de la bondad del recogimiento… Cada vez más jubilados vivimos allí, aunque para algunos sólo sea cuando el calor aprieta.

Tenía un colega que asistiría a la madre de mis hijos al serlo, al que me unía no sólo la clínica en la que trabajábamos sino el hecho de que nuestros padres fueran también amigos y médicos, y que tenía una hija particularmente brillante. Cuando se decidió a entrar en un convento de clausura, con la carrera de medicina recién terminada, su padre lo habló conmigo…

Estaba claramente desconcertado, un poco como Jean-François Revel cuando se enteró de que su hijo, decién doctorado en genética, iba a hacerse monje budista… Por uno de esos rebotes de la vida, un par de veces tuve que visitar a las monjas de clausura entre las que vivía la hija de mi amigo. Nunca olvidaré su alegría, la idea de iluminación, de gracia que había entre aquellas niñas. Me regalaban pan de hostias, ése que queda después de haber recortado esas obleas que no sé si todavía usan los católicos para comulgar.

Además de en ese convento de verano, hace ya mucho tiempo que llevo una vida más de eremita que de cenobita, pero en el mío… Sin clausura no entiendo la humildad, sin ayuda a los que tengo cerca lo de la benevolencia no es más que un cuento chino. A veces me doy cuenta de que me paso un poco, quiero decir, que el representante ése que tengo para lo social de mi vida, exagera… Pero bueno, vivir es exagerar, y a base de no apasionarse por nada uno se vuelve tonto en todo. “Bien vivió quién bien se ocultó” le cité el otro día a mi sobrina cuando hablábamos de lo agitado de la vida de su hermana… Me dio la razón, y no suele hacerlo.

Los monasterios volverán, acabar tus día en un convento es mejor que hacerlo solo en una casa o en una residencia de ancianos. Recuerdo cómo empezaron a desaparecer los monasterios: cuando los viajes empezaron a parecer curas y los viajeros peregrinos los hospitales y los monasterios se separaron de los hostales. Más tarde aparecerían los hospicios, que acogerían a los peregrinos del último viaje… A la reforma de Enrique VIII aboliendo los monasterios seguiría la reforma protestante, que pretendió que la cristiandad entera fuera un monasterio y cada cristiano su propio monje.

Algo parecido, me ha pasado.

Historias de Paco Sanz ✍️

Mi tío Miguel

Publicado el 16 de abril de 2020.

In memoriam. Miguel ‘Hilarión’

Hoy la gente se está muriendo…

Recuerdo, cuando coincidía con mi tío Miguel por ahí y yo iba con alguna chorva. Veintipocos años. Daba igual dónde estuviéramos; se acercaba, posaba paternalmente su mano en mi hombro y me llevaba a un aparte; socarrón… Y mirándola de soslayo, apenas señalándomela con el gesto furtivo de su mirada, me decía como en un susurro chocante y como en un secreto entre picardías nuestras: «no seas tooonto sobriiino…»

Cuando ya con treinta y muchos, le presenté y le gustó la que luego sería madre de mis hijas, también me llevó a un aparte. Pero esa vez, me agarró con suavidad del brazo, y sin dejar de mirarme a los ojos me dijo también sonriendo aunque algo más en serio aquéllo de: «ya es hora de que te recooojas sobriiino…»

Ahora, tengo cincuenta y tres años y espero, que todavía me quedarán unos veinte, de aquella salud como Dios mandaba y que tanto y tan bien pregonaba el ateo de mi tío: «mientras se me siga empinando el ánimo, es vida…» decía entre golpe y golpe.

«Sobrino, cuando ya no se te ponga dura, malo…» El resto, la decrepitud, afirmaba mi tío que no sería ni salud ni vida ni ná... O sea, que había que ir buscando cosas en la vida que te la pusieran dura.

Y no murió muy joven, pero tampoco murió muy viejo: de cáncer de pulmón… Fumó mi tío Miguel hasta casi su último día tabaco negro. Cuanto más negro mejor. Tomó un berrinche de cojones cuando se enteró de la mariconada ésa de que iban a dejar de fabricar los legendarios Celtas Cortos sin boquilla. Como si a partir de ese momento fuera mejor morirse un poco más tarde. ¡Qué tontería…! Pero en seguida, casi al mismo día siguiente, empezó a fumarlos con boquilla. Éso sí, era adaptarse…

Era un cuasi filósofo aunque sociólogo de estudios, agricultor de herencia y de corazón, sabio de palabras. Un lector, bebedor y polemista empedernido. Que igual, podía tirarse una noche durmiendo en el suelo acurrucado junto a la lumbre de la casa del gitano que regaba nuestra finca, que al día siguiente y con solo ducharse, era recibido en el despacho del Presidente de la Diputación Provincial de Alicante porque habían estudiado juntos… Éso, lo vi yo.

Tenía el don, de saberle hablar a cada cual de forma tal, que prácticamente siempre se le entendiese a la perfección. Pero claro, para eso hacía falta tener palabra y no sólo el don de la palabra… Un verdadero genio mi tío. Un tío chulo. Una vez me confesó que su peor experiencia en la vida era el repetir a menudo la pesadilla, de tener que revivir la muerte de una gran amiga, en el accidente de un coche que él conducía… Casi como ahora -pensé- que provocamos muertes sin quererlo.

Y ya no me acuerdo realmente de qué, era de lo que en realidad os quería hablar…

…eeen fin.

Que os quiero mucho. 💕

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras

Mira esta foto, idiota…

Publicado el 10 de agosto de 2020.

La foto que muchos querrían hacer desaparecer.

Publicación de Javier Ruiz Pérez

«Observemos detenidamente esta foto. Es una foto de estudio tomada por el fotógrafo vitoriano Alberto Schommer en el año 1987.

En la fila de pie, de izquierda a derecha: 1) José María Aguirre Gonzalo, empresario y banquero, procurador en Cortes por designación directa de Franco. 2) Ramón Rubial, que llegó a ser presidente del PSOE, condenado a muerte en la Guerra Civil por un tribunal militar (pena luego conmutada), pasó 20 años en la cárcel durante el franquismo. 3) Raimundo Fernández-Cuesta, uno de los fundadores de Falange Española junto con José Antonio, fue ministro con Franco durante 12 años, y tras la muerte de franco fue jefe nacional de Falange; era tan franquista que fue uno de los pocos procuradores en Cortes que votaron en contra de la Ley para la Reforma Política. 4) Ignacio Gallego, dirigente del Partido Comunista de España, fue uno de los que llevaron a cabo la famosa defensa del «No Pasarán» en Madrid durante la Guerra Civil; luego, siendo uno de los dirigentes del sector más prosoviético del PCE, en desacuerdo con la política más moderada de Carrillo, abandonó el partido en los años 80, y luego volvió a la militancia cuando, ya sin Carrillo, el partido volvió a girar a la izquierda.

En la fila sentada, de izquierda a derecha: 1) Ramón Serrano Suñer, cuñado de Franco, pieza clave en los primeros gobiernos franquistas y defensor de la entrada de España en la Segunda Guerra Mundial al lado de Alemania. 2) Enrique Líster, militante del PCE y oficial del ejército republicano y luego general del ejército de la URSS en la Segunda Guerra Mundial; también fue uno de los defensores del «No Pasarán» y luego participó en las batallas de Brunete, Belchite y Teruel. 3) Jesús María Leizaola, dirigente del PNV y «lehendakari» en el exilio. 4) Pilar Primo de Rivera, hermana de José Antonio, máxima dirigente de la Sección Femenina de la Falange desde su fundación hasta su disolución en 1977; siempre leal a Franco y al legado de su hermano José Antonio.

Ahora se ha puesto de moda, sobre todo en la izquierda, decir que la transición fue un «trágala» impuesto por la derecha franquista para pactar una «pseudo-democracia», y que la izquierda la aceptó como medicina amarga porque no tuvo más remedio… Bien, pues esta foto, en la que figuran protagonistas muy importantes de la Guerra Civil (y que se mantuvieron en sus posiciones hasta el final de sus vidas), se la hicieron en 1987, cuando Franco llevaba ya 12 años muerto y la constitución llevaba ya 9 años en vigor.

¿Qué pasa, que les obligaron? ¿Qué clase de «trágala» llevo a los fervientes comunistas Gallego y Líster a hacerse esta foto de grupo con los fascistas (en su significado literal) Fernández-Cuesta y Primo de Rivera? ¿Tenían miedo? ¿Fue un «precio que tuvieron que pagar»? ¿Qué llevó entonces a todos estos personajes históricos a hacerse esta foto de grupo, con la bandera de España, en 1987?

Pues, sencillamente, se la hicieron porque les dio la gana. Aun teniendo cada uno sus ideas, entendieron que la Guerra Civil había acabado hacía ya muchas décadas y que era un episodio que formaba parte de la Historia; cosa que hoy en día muchos, que ni vivieron la guerra ni tienen la menor idea de lo que fue realmente, se niegan a aceptar.»

Publicación de Javier Ruiz Pérez

Lo dicho; hoy en día muchos querrían que esta foto no existiera, porque les rompe totalmente su discurso. De hecho, incluso en google escasean los ejemplares de la misma. Pues aquí la dejo.

Que no os engañen

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

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Mirar, escribir.

Publicado el 1 de marzo de 2020.

Historias de Paco Sanz ✍️

Una persona muy bien intencionada me dice que abra los ojos y que vea lo bellas que son las cosas, los edificios, los paisajes, etc. Ciertamente esas cosas son bellas de ver; pero otra cosa completamente distinta es serlas. ¿Es que acaso el mundo es un caleidoscopio? Se diría que por eso lo tomamos, porque estamos siempre viendo lo que hay al otro lado de las pantallas. MacLuhan veía en las tecnologías modernas “extensiones del hombre”, ahora estamos empezando a verlas como “expulsiones del hombre”.

De la misma manera en la que los escribidores estamos siempre leyendo mal y escribiendo demasiado, los mirones estamos a menudo mirando mal y haciendo demasiadas fotos. Estamos entrando en la era de la postfotografía digital… Uno: Invertimos más tiempo y energía en tomar fotos que en mirarlas. Hacemos tantas fotos que luego no encontramos el momento de verlas y lo vamos postergando ante una acumulación que no cesa. Dos: Existe todavía desajuste entre los métodos digitales de producción de imágenes y los métodos analógicos de lectura de esas imágenes. Estamos necesitando ayuda para ver todo lo que podría interesarnos. Los RIS (Reverse Image Search) motores de búsqueda inversa de imágenes, que inquieran en busca de patrones o elementos indexables y rastreables, no han hecho más que empezar…

Soy un paseante compulsivo, en mis paseos busco auras, es mi manera de mirar, busco ojos, miradas. Me ven, a veces me devuelven la mirada, incluso a veces alegremente. Decía Benjamin que la persona que miramos, o que siente que está siendo mirada, a veces nos devuelve su mirada a su vez. Percibir el aura de un objeto que miramos significa otorgarle la habilidad de mirarnos a su vez. ¿Existe milagro mayor que el mirarnos a los ojos?

Mi santa es capaz de darse cuenta de las tiendas que han cerrado o han abierto, busca lo digno de mirarse en los escaparates. Yo soy el que busca caras, como si estuviera todavía en el pueblo y pudiera encontrar a alguien conocido. Esa facilidad para enamorarme de los desconocidos, de encontrarles maravillosos con tanta facilidad, sí que es para hacérmelo mirar.

Decía Ramón que donde comienza uno a volverse loco es en casa del fotógrafo, mirando fijamente y sonriendo a donde no había por qué mirar ni sonreír. ¿Qué habría dicho de los selfies? Miramos la cámara, para vernos mirar.

Hay un tipo muy peculiar de ceguera que consiste en no prestar atención más que a lo que ha sido fotografiado. Así se sabe lo que en realidad se ha visto, se sostiene en la mano, puede poner el dedo encima y abrir tranquilamente los ojos, en vez de desperdigar miradas por ahí sin ningún sentido…

Historias de Paco Sanz ✍️

mi primer coche

Publicado el 3 de abril de 2020.

Desde finales del verano de aquel año estuve currando hasta de albañil; y convenciendo pacientemente a mis padres de que con mi dinero, iba a hacer lo que me diera la gana.

fotos simca (1)

Compré aquella tartana con urgencia porque acababa de conseguir un buen trabajo en Alicante, a cuarenta y cinco kilómetros de casa; necesitaba sí o sí un coche… Al final tomé la decisión, digamos que precipitada, de elegir un ajado Simca 1200 modelo TI, del año 1974, creo. Una máquina de cincuenta y cinco caballos algo ausentes eso sí, pero que en aquella época colmaban de sobra mis novatas aspiraciones automovilísticas. Lo encontré en un rastro y me costó el equivalente a unos ochocientos euros de hoy. No había ahorrado absolutamente nada de mi magro sueldo, y tuve que comprar aquella joya a plazos; poco a poco, semana a semana, pagué por adelantado y en billetes el equivalente a los quinientos y pico primeros euros.

Era la víspera de la nochevieja de aquel año y quería conducir ese coche ya. Sí, o sí. Por ello, con casi lágrimas fingidas de bisoño veninteañero y al tiempo que depositaba en su mano un muy esforzado fajo de billetes, supliqué al vendedor ¡que por Dios! me dejase disfrutar de mi anhelado vehículo pese a los poco más de trescientos euros que todavía le debía. Argumenté insistente y lastimosamente: que si era la víspera de nochevieja; que si ligaba menos que el chofer del Papa; que si yo era formal ¡y qué coño! éramos del pueblo; que si necesitaba echarme una novia con muchísima urgencia… Le rogué abiertamente que se apiadara y se fiase de mí en definitiva, porque me moría por agarrar aquel volante.

Clavando sus amenazantes ojos azules en los míos, y tras advertirme de la deuda que con él quedaría por saldar, el vendedor cedió a mis súplicas entregandome las llaves con renuencia; refunfuñaba, y mascullaba no sé qué de que iría a mi casa a final de mes si no le pagaba según lo acordado.

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Dioooss qué gusto al clavarle el pie al acelerador de aquél mi primer coche. La mejor nochevieja hasta el momento: por fin tenía vehículo… Y no paró un momento de llevarme de fiesta en fiesta, de un lugar a otro. Pim pam, pim pam, nos repartía sin descanso por doquier hubiera un sarao o una juerga de cualquier tipo, ya fuera nochevieja, año nuevo o día de reyes. Se portó como un campeón… Pero llegó el día ocho de enero, y empezó el primer día laborable de mi primer contrato laboral con mi primer coche. Ahora tocaba probar de veras la solvencia mecánica de aquella joya, ya que tenía que hacerle ciento y pico kilómetros todos los días.

Pantalones de tergal, corbata, chaqueta y frío, mucho frío. Aún recuerdo aquellos primeros viajes de ida, somnoliento, por la carretera de la Úrsula y rumbo a la calle Reyes Católicos en pleno centro de Alicante. Y un enorme plano callejero de papel desplegado sobre mis rodillas…. Toda una aventura a mis veinte años. En aquella época se podía aparcar casi en la puerta del establecimiento al que te dirigías; eran otros tiempos.

Pero en especial, vienen a mi memoria los viajes de vuelta; ya por la tarde, ya sin sueño. Alentaba mi inexperto espíritu de piloto, el hecho de dominar los inquietantes temblores del volante de aquel coche al tomar con cierto arrojo las curvas traicioneras de la carretera. Ignoraba por completo el inminente peligro que aquellos tembleques aseguraban… Llevaba poco más de quince días dándole caña a aquella joya mecánica con mis trajines laborales. El vendedor me dio las llaves el día 30 de Diciembre, por lo que no habrían pasado apenas ni cuatro semanas desde que tenía coche.

Arranqué el motor aquella fría mañana de Enero, y aunque áspero, el ruido de aquel desperezar mecánico no presagiaba el desastre que se me avecinaba. El Simca carraspeaba en frío y se arrastraba tremolante y lento por la vieja carretera de Dolores. Así, hice unos tres kilómetros hasta que llegué a la altura de la sempiterna gasolinera, a partir de la cual, una ligera cuesta de la carretera advertía del cruce con la hoy desaparecida vía del tren.

Fue al cruzar aquel paso a nivel… Algo extraño al frenar, un quejido metálico, como un golpe quebrado hacia abajo. Una breve caída y un arrastre. Los vaivenes y la inercia del coche al cruzar las destartaladas vías terminaron bruscamente, en seco; como cayendo.

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Noté que mi culo quedó sentado casi a ras del suelo. Estupefacto y algo asustado salí del coche; la puerta arrastró en el suelo al abrirla, y al incorporarme por completo -tuve que salir a gatas- vi las ruedas delanteras. Ruedas como abiertas de piernas, desvencijadas. ¿Y el motor…? También en el suelo con los soportes retorcidos y vencidos. El chasis mostraba unas soldaduras infames, que desgarradas ahora, habían ocultado la estafa, la ruina y el riesgo que conducir aquel vehículo mortaja suponía… Mientras, los humores intestinos de aquel motor caído se derramaban lentamente, como una hemorragia negra sobre las traviesas mojadas de la vía.

Tierra, trágame.

Era hora punta, y se formó una cola de más de mil demonios de coches exasperados por la extrañeza y las prisas; bocinazos tensos, nerviosos; gritos, muchos ternos… Qué vergüenza.

Yo, pantalones de tergal, corbata, chaqueta y frío, mucho frío… Con fingido gesto impasible, entré casi a rastras de nuevo en el coche a recoger sólo mi agenda. No paraban los bocinazos. No recogí por dignidad ni la documentación ni el aparato de radio, los casetes, ni ningún otro chisme de los que llevaba en el coche. Ni siquiera quité las llaves ¿para qué…? Resultaba un espectáculo patético; más bocinazos… Cerré el coche con un impotente portazo de rabia, y totalmente abochornado comencé a caminar estoicamente en dirección de vuelta al pueblo, con la poca dignidad que todavía me podía permitir.

Andando enrabietado caminito de mi casa y al pasar frente al taller de Los Albaladejo, vi, y compré en ese mismo momento, un Seat 131 Supermirafiori 1430 de gasolina, azul, bonito; también de segunda mano. Me lo quedé con urgencia, sin regatear, con la sola condición indispensable, de que el taller recogiera sin falta y cuanto antes aquel despojo de chatarra que embotellaba la carretera y de que se deshiciese de él lo antes posible… Nunca, más, quise saber nada de aquel coche.

Por supuesto, no pagué el dinero que me faltaba pese a que el vendedor, aún a sabiendas de mi percance con la joya, tuvo la desfachatez de venir a mi casa en un par de ocasiones a exigirme que terminase de pagarle. Casi, terminamos mal… Me duró creo que veintinueve días el coche.

…eeen fin.

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

El ovni… 😳

Publicado el 12 de marzo de 2020.

A mi amigo Carmelo Martínez.

Apurábamos Carmelo y yo aquella larga noche de farra y playa todavía charrando y bromeando, bebiéndonos a chupitos lo que restaba de la botella de whisky, y haciendo como que pescábamos frente a mi casa. Lucíamos ambos ya, sendos bonitos pedales dadas las horas que eran y todo el whisky que había sido… Nos divertíamos, enredando de aquí para allá con lo de la pesca y nuestra propia joda.

Las cañas de pescar esperaban sin suerte, clavadas en la franja de arena mojada. Nosotros también esperábamos, pero sentados playa arriba en unas banquetas junto a una mesa plegable y a una linterna apagada.

Aquella noche teníamos ante nosotros el inmenso fanal de la luna llena y la estela de su reflejo en el mar, justo frente a nosotros, envolviéndonos e irradiándolo todo con un difuminio de esplendor plateado. Enorme; más cercana de la cuenta, parecía aquella luna, como si se pudiese lanzar contra ella una piedra y alcanzarla.

Y recuerdo que yo en aquel preciso momento, jugueteaba, enterrando mis pies abrigándolos con la tibieza del calor residual que la arena seca aún guardaba tras todo el día siendo abrasada por el sol… Cuando entonces, pasó.

– ¡Ostias, mira…! 🙄😳

Levanté la cabeza justo, para asistir sólo al desaparecer de una silueta de algo volando en completo silencio sobre nuestras cabezas; en dirección norte, y a poco más de cien metros de altura… Carmelo lo vio un instante antes. Yo, tuve apenas un segundo para poder observar aquel objeto, del que solo podría asegurar que era metálico o de algún otro material bruñido oscuro, y de forma lanceolada… Y puedo asegurarlo, porque pude distinguir aquellos reflejos lunares en su casco, que perfilaron sin duda alguna el objeto a mis ojos.

Lo vimos, a la vez; sí, lo vimos. ¡Vaya si lo vimos…! Extrañados y boquiabiertos, transcurrieron dos o tres segundos hasta que reaccionamos cruzando el pasmo de nuestras miradas… ¿Qué coooño había sido eso…?🙄😳

¿Un ovni…? ¿Un avión nocturno…? ¿Un pájaro…? No nos lo podíamos creer pero poco a poco y a fuerza de bromear y hablar de lo visto, fuimos olvidando el hecho mientras acabábamos con la botella de whisky y seguíamos con nuestra joda.

Al día siguiente, entre las brumas del sopor mañanero y de la resaca del whisky, recién levantados y con un café con leche en la mano, nos vino a la memoria el extraño suceso de la noche anterior.

– ¡Ostias…! ¿Te acuerdas…? 😳

Y volvimos a cruzar lo todavía perplejo de nuestras miradas, y le propuse que dibujásemos en un papel cada uno lo que vio, no fuese a ser que el whisky o nuestros sentidos nos hubiesen jugado una extraña pasada… Y entonces, volvió a suceder:

Algo inexplicable…

…🤔

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras…..

MAMÁ, QUIERO SER POLÍTICO

Publicado el 21 de julio de 2020.

Tengo de aquel día un gran recuerdo de Don Antonio Alonso, un Señor Alcalde que lo fue de mi pueblo. Detrás de aquel imponente escritorio que presidía el mobiliario de su despacho, estaba aposentado cómoda aunque solemnemente en un también pomposo sillón giratorio y reclinable, de cuero rojo brillante. Nosotros cinco estábamos sentados en semicírculo frente a él expectantes y atentos; todos, con veintiún años poco más o menos: Paco, María José, Sara, Fernando y yo… Nos había citado él personalmente.

«…Que como éramos de los espabilaos y de los mejores estudiantes de nuestra quinta, necesariamente, tendríamos que ser el futuro del pueblo… Que si ahora, ésa y no otra era nuestra responsabilidad, y que se lo debíamos al pueblo y a la honorable historia del apellido de nuestras familias… Que si dentro de poco, impepinablemente nos tocaría a nosotros conducir el futuro…» Vamos, que nos planteáramos el hecho de entrar en política porque más pronto que tarde, haría falta savia nueva y de calidad para dirigir nuestro pueblo.

Como nací dibujante, siempre he sido en el fondo y sobre todo sólo un mirón, un mero observador tímido e introvertido, hipersensible hasta casi lo llorica; un voyeur furtivo y empedernido. Y no sé en el fondo tampoco porqué, pero siempre intenté disimular todas esas creía yo entonces mariconadas sensibleras, haciéndome el duro y el rebelde tras una apariencia de porrero con buenas notas, de inquieto e insensato juerguista; que gustaba, de saltarse toda norma que creyera inútil y de vivir al límite que le permitieran tanto su bolsillo como sus jovenzuelas entendederas.

¿Cómo voy a ser político, pensé, si no conozco a nadie a fondo con más defectos que yo mismo…? ¿Quién, conociendo mi pereza y lo perdulario de mi carácter, me iba a votar…? Siempre me podrían decir aquello del «y tú más…» Siempre, he sido un idealista y seguramente algo tontolaba. Pero a diferencia de ahora, al menos entonces tenía la excusa de que era rabiosamente joven.

No sé a vosotros, pero cuando al mirar mi pasado y escarbar en las entrañas de alguno de aquellos secretos errores de juventud que cometí -ahora vergüenzas inconfesables por tanto tiempo inconfesadas- se me quitan las ganas de tirarle la primera piedra a nadie… Y encima, el tonto de mí siempre ha creído que a todo el mundo le ocurre lo mismo, que absolutamente todos tenemos algún gran pecado, fallo o error secreto, escondido en nuestro debe. ¿Ooo no…?

Yo, no me votaría nunca a mí mismo porque siempre he creído que había que votar a los mejores… Aunque si en aquella época hubiera sabido lo golfos y rastreros, lo lerdos, incultos y desleales que serían la mayoría de nuestros políticos actuales, quizá le hubiera dicho que sí a Don Antonio Alonso… Quizás, no me hubiera sentido inferior: con menos virtudes que algunos…

Pero no quiero elucubrar más porque la verdadera intención de este escrito es, cómo no, dar caña a estos políticos vacíos y desmayaos de hoy. Y como conclusión quiero resaltar, que la pérdida de nivel tan dramática que sufre la calidad democrática de nuestro país y la deriva sin rumbo que padecemos son sin duda, debidas a que en éste nuestro país de ciegos, cualquier tuerto cree que podría ser Rey…

Y como nos descuidemos, lo consigue. ¡Ay de nosotros…!

Democracia y ley es lo que necesitamos. Cultura de verdad y verdadera Historia. Auténtico Arte y Ciencia de altura. Humanidades, Periodismo. Y verdades, y compromisos, y lealtades y amores… Y que os metáis la ideología toda, por el culo… O, como se diga eso.

…eeen fin.

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras

de derechas o de izquierdas

Historias de Paco Sanz ✍️

Lo de ser de derechas o de izquierdas es una cuestión de dirección. Como cuando sales a la calle: hay momentos para ver las cosas de una manera y otros para verlas de otra… Si crees que a partir de un desarrollo sostenible se llegará a una sustentabilidad ecológica, y que gracias a ella se conseguirá una justicia social que derivará en una eficiencia económica, entonces eres una persona bien intencionada de izquierdas… Pero si crees que las cosas van al revés, que sólo desde una eficiencia económica, puede esperarse una cierta justicia social capaz de propiciar una sustentabilidad ecológica que pueda mantener un desarrollo sostenible, entonces eres una persona realista de derechas…

Cuando todo está ligado unas cosas llevan a otras y no hace falta desear un solo estado; y como dice el poeta: «que lo que ofrezcáis vuelva, como vuelven las estaciones y que sean como ellas…» O por otro lado, como la guía que guía al imbécil diciéndole: “Ves ese agujero que tengo entre las piernas, pues métela sácala, métela sácala, métela sácala…” y enseguida el tonto para y dice: “Pero bueno, ¿en qué quedamos…?”

Dicen los historiadores que la paz engendra ingresos, los ingresos riqueza, la riqueza orgullo, el orgullo discordia, la discordia guerra, la guerra pobreza, y la pobreza paz… Y que al hartazgo le sigue la conducta desaforada y que ésta lleva al desastre… Y como hemos visto que para distribuir justamente algo primero hay que tener algún producto; y como se supone que el Estado debe evitar lo salvaje del capitalismo; aquél, se pone a producir pasando del librecomercio y de la democracia llegando inevitablemente, a las paradojas propias de la colectivización comunista.

La URRS de Breznev se convirtió de pronto, y según una anécdota popular, en el país de las cinco paradojas. La primera: todo el mundo tiene trabajo pero nadie trabaja realmente. La segunda: nadie se mata trabajando y sin embargo el plan es ejecutado e incluso superado. La tercera: se alcanzan los objetivos de producción pero los resultados no se ven en los estantes de las tiendas. La cuarta: la miseria persiste pero todo el mundo tiene al menos para comer e incluso para vestir. Y finalmente, la quinta: cada quién se las arregla para trabajar poco pero nadie parece estar contento con ello.

Nos metemos con los dictadores por simplificar; pero el pueblo los aupó, no nos engañemos… La naturaleza de Stalin se prestaba mucho peor a las bromas de lo que más tarde se prestarían sus sucesores. Éstos, desvelaron su verdadero rostro desenmascarando al monstruo del camarada Stalin, en lugar de atacar lo monstruoso de la naturaleza misma del stalinismo… Actuaron así de una manera deshonesta y vil a su respecto, sí, pero con perfecta conformidad a su propia naturaleza.

Después del alzamiento del 17 de Junio, el secretario de la sociedad de escritores mandó distribuir unas octavillas en las que se decía que «el pueblo había juzgado la confianza del Gobierno, y que ahora sólo podría reconquistarla redoblando su trabajo…» B. Brech se burlaba de la arrogancia de la nomenclatura stalinista diciendo: «…que habiendo perdido el gobierno la confianza en el pueblo, y teniendo éste por delante una tarea tan grande para recobrarla habiendo de redoblar sus esfuerzos constantemente… ¿Si no sería más fácil para el gobierno disolver al pueblo y elegir otro…?»

🙄😳

Historias de Paco Sanz ✍️

Ferreras-La Sexta

Ésto, no te lo enseñan por ahí. 🙄😳

El mismo Ferreras admitió torpemente en una entrevista que le perpetró un follonero apellidado Évole, que lo suyo no era el periodismo sino el negocio, el rojerío, la propaganda «para aprovechar cualquier oportunidad…»

«¡Nos conviene la tensión…» dijo en su día el canalla de Zapatitos.

Ved cómo son realmente los que reparten las noticias, y la verdad, de las cosas zurdas en este país.

¡Cómo se relame…! 🙄😳

…y aquí, tienes el fragmento del vídeo original:

🙄😳

Ésto, no te lo enseñan por ahí…

Y no hay trampa ni cartón, os lo aseguro… Porque yo mismo he hecho esa ampliación con una sencilla aplicación de edición de vídeo gratuita, tras capturar con mi grabadora de pantalla un antiguo archivo escondido y casi perdido en el éter progre de Youtube.

…eeen fin.

Pincha aquí 👇👇👇

PASTOR-FERRERAS

Y gracias por leerme…🙏

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

Pastor-Ferreras

Tal y como está de moña el mundo y con tantos años que ya tengo, seguramente parezco un machista patriarcal, además de facha y misógino, homófobo, retrógrado y carcamal. Un verdadero ogro… Peeero, como la culpa de todo la tuvo Franco, yo digo y hago lo que me da la gana. ¿No…?

Es mujer, la Pastor, de piernas imposibles. ¡Cóoomo las cruza ante las cámaras y tu mirada…! Yo, creo que es imposible -entre comillas- que esas piernas, puedan encontrar acomodo entre las hechuras de un tipo al que la barriga no le permite cruzar las suyas, siquiera sentado en un confortable sillón ante las cámaras de su Sexta.

Un tipo que parece su padre y que seguramente no se la ve al mear a no ser que meta pa’dentro la barriga esa, o se incline un poco de lado…

«Mucha maceta, para tan poca flor…» que decía el clásico. O «Poderoso caballero Don Dinero…»

…eeen fin.

Estoy escuchando a Ferreras y a Pastor, y estoy pensando que tanto ellos como su relación son una mentira más. Una gran mentira cornuda, televisiva y roja… Son La Sexta y todo Atresmedia, sin duda, un cúmulo de productos ideológicos no periodísticos. No son un servicio público. No son un cuarto poder. Son algo, que está pensado para que consumamos por hartazgo… Ideología hasta en la sopa para que la sociedad se la embaule tramposamente.

Ideología.

Y esta pareja de gañanes morales y su Sexta, son una vía trilera para comunicar mentiras, para sembrar sequía mental, sedición y quiebra moral… Peeero, para comunicar al fin y al cabo. Eso lo hacen bien.

Ferreras y Pastor. Eva y Perón. Pablo Iglesias y la casi trillizos. La Viejita y Errejón. Franco y Doña Carmen. Rivera y Arrimadas. Begoña y Pedro. Y ahora, Pedro y Pablo… Es como si hoy para ser político tuvieras que mostrar tus calzoncillos recién quitados…

¿Ésto qué coño es: peronismo, hipocresía…? ¿Estamos tontos o qué…?

Este vídeo no lo verás por ahí… Pincha aquí 👁️

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.
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La bicicleta

Publicado el 26 de febrero de 2020.

Era genial. Con seis años, veía a mi padre cual superhéroe llevándome en volandas de aventura en aventura por ahí… Era capaz de meterse por la estrechez de casi cualquier recoveco conmigo, sentado en el macho de su bicicleta. Yo, absorto, miraba hacia abajo mis pies colgando del lado izquierdo del marco; y a los suyos pedaleando; y al camino, que parecía hacerme guiños arrugándose bajo nuestro paso… Todos, nos hemos quedado mirando alguna vez a la carretera cuando pasa bajo nuestro.

El contraviento del aire a su pedalear cadencioso, y la sombra protectora que a mediodía proyectaba su cuerpo al agarrar el manillar inclinándose sobre mí, refrescaban mi ánimo ante el sopor de aquellas tardes de faena y huerta, con mi padre.

¡Qué maravilla a mis ojos aquellos viajes de no sé cuántos kilómetros…! No había cosa mejor que me pudieran proponer, que subir por las tardes con mi padre en su bici. Sentía algo así como la sensación que evoca esa mítica escena cinematográfica, de unos enamorados con los brazos abiertos y en la proa de un barco. El viento en tu rostro y en el suyo; al frente la aventura y un paisaje maravilloso; y tu amor detrás, cuidando de ti… Mi padre.

Los cañaverales a los lados de las veredas por las que pasábamos, recuerdo que parecían, desde mi perspectiva, correr en nuestra contra. Y a veces se estrechaban tanto las sendas a nuestro paso, que las hojas volcadas de aquellas cañas golpeaban como pequeños látigos en los brazos fuertes de mi padre.

Y sus fuertes brazos a cada uno de mis lados, eran mi mejor refugio; pero no le gustaba que me agarrara a ellos mientras montábamos, porque así peligraría nuestro sutil equilibrio… Y por ello, debía asirme fuertemente al manillar, aunque fuera peligroso. Aquel manillar con frenos de varillas de hierro, podía darte un buen y pellizco en los dedos si te descuidabas. Cosa que yo, ya sabía por experiencia.

Y no podía descuidarme, porque ir en bicicleta así con él era realmente cosa de dos, por pocos años que yo tuviera. Me acuerdo bien. Hoy, los niños, van siempre en bicicleta creemos que protegidos por una especie especial de cesta o de jaula; y casi siempre en la parte de atrás de la bici… Con casco, cinturón, coderas y rodilleras. Yo, los he visto con un teléfono móvil fijado a la parte de atrás del tubo del sillín de su papá, y ellos solitos conectados a unos auriculares viendo Bob Esponja. Y hasta con un protector bucal.

Convendréis conmigo, que para un niño no es lo mismo ir delante o detrás en una bici. Y se va mucho mejor delante, sin auriculares y sin protector bucal; os lo aseguro.

Tenía mi padre una relación especial con la tierra que lo había sido del suyo. Y como le gustaba volver a casa razonablemente limpio, se quitaba en la intimidad de su huerto casi toda su ropa de calle.. Lo primero que hacía si era verano era quedarse en cueros, solo a calzón puesto. Y en calzoncillos, tranquilamente, dejaba que el polvo de su propia tierra, el sol, y las ramas de su propio huerto, mancharan, doraran y arañaran su piel… Y empezaba la faena. Cuarenta y tantos años y con una agilidad felina, se movía entre la maraña de arañazos de las ramas de nuestro huerto.

Y ahora, voy a por una mascarilla y a ponerme un supositorio, pero no por miedo al contagio sino por asco… ¡Qué asco, cuánto miedo…!

…eeen fin. Que no os engañen…

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

LA AMISTAD

Historias de Paco Sanz ✍️

La risa no es un mal inicio de una amistad y es, por supuesto, su mejor final. Echo de menos a mis amigos, el poder ser amigo de alguien como en el érase una vez de mis años mozos. Qué misterio la amistad. El código fuente de la amistad es la ignorancia tácita sobre la razón última de su misma existencia. ¿Cómo pude ser tan amigo de mi amigo? ”Porque era él; porque era yo». Decía Montaigne de su gran amigo. Que le tomaba por el que creía ser.

Durante mucho tiempo se ha creído imposible la amistad del hombre con la mujer, parecía que la amistad fuera una invención de los hombres para dominar su antiguo miedo a la mujer, la relación amistosa parece entonces un medio de neutralizar la magia femenina, efecto del poder de la mujer sobre la vida y su connivencia con la naturaleza, entonces se entendía la manía de someter a la mujer como la manera de dominar el carácter peligroso que se atribuía a su impureza fundamental y a su fuerza misteriosa.

¡Que buena amiga sigue siendo para mí mi compañera! Cuando vuelvo a verla por la mañana se enciende la luz. Nietzsche nos dijo que cuando los hombres se hayan convertido en esplendores y sistemas autónomos, estarán especialmente solos. Entonces buscarán un amigo, alguien al que poder dar su felicidad, su voluntad de poder será la de poder amar. El mejor amigo tendrá probablemente la mejor esposa, puesto que un buen matrimonio se funda en el talento de la amistad. Y entre todas la amistades ninguna se proyecta tanto hacia adelante y se tiene que proyectar tanto hacia arriba como el matrimonio.

Él no se casó. Lo que tengo de “casado” no me gusta. Se aprueba el matrimonio, primero porque no se conoce todavía, segundo porque uno está acostumbrado, y en tercer lugar porque uno lo ha concluido, es decir, en casi todos los casos. Sin embargo con todo eso no hay nada probado sobre la bondad del matrimonio. Prefiero la amistad. Puede hallarse incluso en él. Parece menos raro pasar de la antipatía al amor que a la amistad. Por muy delicado que se sea en amor, se perdonan más faltas que en amistad.

Cuando todavía hablaba con mis amigos, hablábamos de lo que pensábamos que sería bueno para todos. Era como compartir el vino o el tabaco en la reunión junto al fuego. Nos unía nuestra común preocupación por el bien y nuestra discrepancia acerca de eso demostraba lo que nos necesitábamos el uno al otro para comprenderlo. Según Platón la amistad es el único bien común. “Las sillas de recia anea./ El vino de mano en mano./ La amistad como beberse/ la tarde de un solo trago”. ¡Ay, la copa transparente de la amistad!

Supongo que para seguir pudiendo ser amigo hay que poder seguir siendo niño. Lo fácil que es quererles me lo recuerda. Y recuerdo también a Fourier, el de los falanasterios, ahora que soy viejo. Era un especialista en pasiones, para él había cinco pasiones sensuales: Vista, oído, olfato, gusto y tacto. Cuatro afectivas: Amistad, ambición, amor y familismo. Tres distributivas: Cabalista, mariposeante y componedora. (Osea la de la intriga y el contar, la de andar cambiándolo todo, y la de componer para armonizar con varias) Cabaliste, papillonne y composite.

Pensaba que los niños se sienten atraídos por la amistad, los jóvenes por el amor, los hombres maduros por la ambición y los viejos por el familismo. En la medida en que los viejos tuvieran más poder que los demás impondrían el familismo a todo el mundo.

Autor: Paco Sanz

¿y el amor…?

Publicado el 8 de octubre de 2019.

¿Y si os amo con locura…?

Soy pese a ser vuestro padre, quizás una mala influencia; eso podría admitirlo… Pero «ha de saber Vuesa Merced que los malos ejemplos son para el correr de esta vida, tan importantes si no más que los buenos…»

Por eso, escuchadme con atención:

No necesito saber siempre dónde estáis porque no sois objeto de mi propiedad; aunque sabed que sí, lo sois de mis anhelos… Solo necesitaría saber cómo vais, cómo os conducís. Cuál, es vuestra actitud frente a lo que os acontece en la vida.

Ahora, que asisto al despertar de vuestra madurez tenéis que perdonarme el que quiera entrometerme un poco, pero sabe más el que os habla por padre viejo que por padre sabio… Señoritas sois: no lo olvidéis nunca.

Es sin duda cierto que, aunque no para siempre pero, es un hecho que nos alejamos… Y por ello, sólo anhelo el que nunca os distancieis del todo de vuestro pasado, de quién sois… Que no reneguéis nunca de la madera de la que estáis hechas porque si logramos mantener encendida la llama de nuestro amor, esa madera os mantendrá siempre cálidas, envueltas y abrigadas al calor del fuego de vuestro íntimo pasado… Y no habrá ni frío ni distancia que nos separe, nunca.

Y siempre, siempre, podréis volver.

¡Pero dudad, dudad de cada cosa que yo afirme hoy aquí, porque ya os tengo dicho que no soy el mejor espejo donde miraros…!

¿Debemos fiar al amor la vida…? Yo creo que sí.

…eeen fin.

A Paula y a Rosa; y a Nati y a Inma…

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

…fe 💕

Hace ya bastante tiempo que perdí la fe aunque no así el sentido religioso, la necesidad, el anhelo de Dios, el miedo ante el vacío. Supongo, que fue debido seguramente a la educación tan católica y cariñosa que mis padres me dieron, al ejemplo tan cristiano de sus vidas, a la rebeldía, y a tanta tontería que he leído luego… «La religión sirve para hacer mejores a las personas…» repetía la cándida de mi madre una y otra vez, cuando comprobó que yo perdía la fe a medida que empezaba a usar la razón para intentar entender a Dios.

Siento una especie especial de envidia de la buena de las personas que sin renunciar a su intelecto, tienen fe religiosa o sobrenatural, creen en alguna clase de Dios, o esperan algo después. A mí no me pasa pero a mi Señora sí… Ella, tiene una fascinante visión espiritual y trascendente de la existencia y cuando hablamos de fe, me dice siempre, y como si me lo dijera una niña y con toda la naturalidad del mundo, que sí la tiene… ¡No sabe exactamente a qué le tiene fe pero qué envidia…! De la buena, claro.

Yo en cambio no tengo tanta paz interior: fumo y bebo casi como un cosaco, dudo y olvido muchas cosas, eructo, trasnocho, y ahora me ha dado por escribir; muy de vez en cuando me da por tirarme peos, y finalmente, tengo un vocabulario de más de mil demonios…

Al cielo no sé si iré, pero al infierno directamente tampoco sería justo que fuese ya que en el fondo no diría yo que soy un mal tipo; bruto sí… Por ello, creo que en justicia, lo que sí debería esperarme tras la muerte sería una especie de purgatorio para la redención de tontos incorregibles, de crápulas como yo sin malicia ninguna ni remedio alguno.

…eeen fin. 🙏

«El buen gusto, es la única excusa que tengo por haber llevado siempre tan mala vida…» Oscar Wilde.

Aunque, cuando en verdad me ocurrió el peor suceso de mi vida, el más trascendente y espeluznante, he de confesar, que mientras mi hija menor recién nacida se moría o se murió -no estoy seguro- en mis brazos asfixiada por un atragantamiento, aterrado, yo sólo acertaba a levantar la mirada al cielo y balbucear aquéllo, llorando.

¡Ay Dios mío…! ¡Ay Dios mío…!

Y oye, funcionó. 🙏💕

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras

…..

pedazos rotos

Publicado el 4 de noviembre de 2019.

Hoy lo he mandado todo a la mierda; y después de treinta y tres días me he saltado por fin, esta rutina cutre en la que casi he caído… Malas costumbres; desidia y cerveza, autocompasión y escondite, soledad y pan de molde… Pequeñas perezas y vicios veniales tras los que me he refugiado, escondiéndome todo este tiempo.

Tiempo sin salir de casa; sólo para trabajar. Oyendo cómo, el soliloquio eterno del mar diluye hasta que engulle a su alrededor todo sonido música o pensamiento; toda palabra, vibración o intención. Y yo buscando el silencio que se esconde tras ese ruido náutico… Atento, para anular cualquier interferencia. Abstraido y por completo concentrado, sólo, en aquello que produce ese ruido inmenso del mar. Dejándome inundar por semejante bramido marino omnímodo, incansable…

Ese sonido como mágico, líquido y hasta maternal, parece lavar penas y curar heridas… Meditar envuelto en ese mantra marino quizá obre un milagro curativo, echando algún tipo de sal pura y beatífica justo en los escozores de la conciencia, en las llagas de las soledades y silencios, o en las heridas abiertas de la pérdida.

Como bálsamo de Fierabrás sonoro el mar aplaca revanchas y calma iras, propicia olvidos necesarios, y es posible que también consiga el alivio y hasta el perdón de algunos de mis pecados.

Esta mañana, ya a mediodía, y sin venir a cuento, me he arrancado a correr durante casi media hora; y claro, como no podía ser de otra manera casi tiro la hiel por la boca dado el penoso estado de mi forma física. Pero una vez repuesto de la asfixia y recuperado el resuello, hasta me he atrevido a darme en cueros un rapidísimo chapuzón helado y vivificante en el mar… Más tarde, y luego de ducharme y afeitarme, he ido a un restaurante chino que conozco a comer algo decente después de éste más de un mes: rollito de primavera y un pato laqueado al estilo Peking ambos sublimes.

¿Difícil de superar, eh…?

Ahora ya, sólo me falta ordenar algunas pequeñas cosas: detalles no menores como poner orden al caos horario en el que estoy vegetando; terminar de aprender a poner la lavadora sin que ésta eche a correr cuando centrifuge; decidirme de una vez a hacer la cama como dios manda; y también he de ponerme a limpiar y ordenar la casa antes, de que venga alguien de improviso y crea que principio un síndrome de Diógenes.

Tampoco se me puede olvidar durante más tiempo el regar las plantas, pobrecillas; y también tengo pendiente el aprender a planchar…

Y sobre todo, y desde ahora mismo, me propongo abandonar este inútil abandono tan abandonado en el que tan olvidado me tengo… Hora, es de clausurar éste mi refugio donde he podido lamerme con recato las heridas de la decepción, reflexionar, y recomponer algunos -no todos- de mis pedazos rotos y esparcidos por ahí.

…eeen fin.

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

¿Qué, dialogando…?

Publicado el 11 de diciembre de 2019.

«Es difícil conseguir que alguien entienda algo, cuando su salario depende de que no lo entienda…»

Vergüenza tendría que daros, hijosdeputa.

Toda esta mierda progresista; toda esta filfa ideológica, roja e independentista, ha sido creada, apoyada y amplificada por una legión de ratas políticas y pseudoperiodísticas, al frente de boletines oficiales, televisiones, y medios de intoxicación de intención oscura; muy oscura.

Unos medios de comunicación y unos políticos, rateros, rastreros, corruptos, rendidos y genuflexos ante el sueldo que los compra… Televisiones sanguijuela y políticos vampiro, dopados ambos, con inyecciones constantes de sangre roja oscura, sucia de dineros negros… Dineros siempre robados, hurtados con guante blanco al bien común del resto de los españoles.

Una pléyade canalla de opinadores mercenarios, tanto nacionales como autonómicos, que han convertido los diferentes canales informativos en sediciosos púlpitos multimedia desde los que sólo, se escupe veneno ideológico en el erial periodístico y moral, en el albañal, en el que pretenden convertir la realidad, la actualidad, la Historia y la cultura de éste nuestro país, la pobre España…

¿Estamos locos, o qué…? ¿Tontos acaso?

¡Qué vergüenza colectiva…!

Y yo me pregunto: ¿ésto pasaría también en cualquier otro país que como tal se estime…?

Iros a la mierda.

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

🤔

La confianza y el amor

Publicado el 15 de octubre de 2019.

Y fue condenado eternamente por los dioses a subir una y otra vez la misma enorme roca hasta lo alto del pico de la misma colina; pero sólo para sufrir el castigo de ver caer esa misma piedra una vez tras otra, rodando cuesta abajo…

El mito de Sísifo, describe así la paradoja de someternos constantemente a esfuerzos inútiles. De nuestro celo compulsivo, inconsciente y subconsciente, de cometer siempre los mismos errores repitiendo nuestros miedos… De engañarnos creyéndonos salvados seguros y guarnecidos de todo peligro, en esas trincheras cavadas con nuestros propios temores y costumbres; parapetados tras nuestras estupideces, creencias, y vicios adquiridos. Una, y otra vez. Y todo, pese a que sin duda todos conocemos lo sutil y evanescence de la vida ésta: se va, en un momento. Y perdemos el tiempo, pendientes, sólo de nosotros mismos…

Siempre he creído que la confianza, al igual que el verdadero amor bien entendido, son sentimientos endógenos. Ambos, al ser dones a entregar, tienen que ser engendrados primero en nosotros; han de nacer en nuestro interior, en ese lugar difuso a medio camino entre nuestro corazón y nuestra psique… Y desde ahí, tienen que fluir y ser otorgados sinceramente y sin condiciones al otro, si es que en verdad tenemos confianza en que lo amamos.

Y si no es así, si sólo esperamos que sea el otro el que se gane esa confianza o conquiste ese amor, esperaremos en vano… Pero precisamente porque al esperar crearemos expectativas; nos formaremos una idea onanista y estereotipada de eso que esperamos y de cómo deseamos que suceda; y la otra persona ciertamente nos defraudará, siempre… Pero porque seguro, tendrá conceptos diferentes a los nuestros al respecto de los matices en la expresión del verdadero sentimiento amoroso, o de cómo coño demuestra o se gana uno la auténtica confianza del otro… Cosas, muy muy complejas por cierto. ¿No…?

Cuando tenemos hijos, tenemos la obligación de confiar en ellos por amor. Confiar, en que surtan efecto nuestros consejos y la educación que les hemos dado, y que hagan su trabajo, tanto lo mucho que los amamos como el tiempo necesario para que maduren… Del mismo modo, habríamos de obrar con el amor y la confianza en nuestra pareja. De lo contrario, tristemente, nos habríamos acostumbrado a entender el amor o la confianza sólo como nos gusta; justo como esperamos que sea… Y nos perderíamos así otras formas de amor o de confianza; formas, que quizá al principio no entendiésemos pero que podrían apasionarnos y hacernos gozar, sólo, si nos entregásemos.

Y si tu amor quiere cobrarse porque se vuelve celoso, exigente o avaro; o si tu confianza duda constantemente de cada paso que ignoras en el otro; sin remisión ambos sentimientos tan hermosos se convertirán en algo así como en un patrimonio, en una cuenta a llevar, en una simple propiedad que como tal tendremos que defender frente al robo o la traición…

Entonces, esos sentimientos tan hermosos tornarán en dominio en vez de amor y en control en vez de confianza. Y se convertirán por ello, esclavizándonos, en meras sensaciones u objetos de simple posesión; perdiendo, la hermosa cualidad vivificante que ambas virtudes tienen para hacernos la vida todavía más libre, más feliz, y más fácil junto a otro…

…eeen fin. Perorata. 🙏

Gracias por leerme 💕

💕❤️

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras

(fake news)

Publicado el 16 de febrero de 2020.

Hay gente, que por mor de su ideología se traga y hace suyas estupideces tales como ésta:

Se puede ser razonablemente de izquierdas sin muchos conflictos con el intelecto, pero sólo un rojo ciego y redomado haría suya semejante afirmación como la expresada en la foto… Un imbécil es una rémora, siempre, un peso muerto, y lo peor que te puede pasar en una fiesta es que se te siente un tonto al lado.

¿Cuáles son tus seguridades me preguntó aquella chica así a bocajarro…? Seguramente detectó mi miedo, y digo yo que se referiría a la salud al dinero o al amor; a lo mejor a la fuerza o al poder; o tal vez al tamaño de mi… No, no sé. ¡Qué cosas…! Menos mal que soy de otra época, y sí, es verdad que todas las épocas han atontado al pueblo pero no tanto… No recuerdo, de verdad, qué le respondí a la joven aquélla.

Si en el ligar no hay cierto compromiso todo es fake; si el político no jura no me fío; si ella no lo parece no lo es; si hay colillas han fumao; y no vale si no cuesta… Sólo confío en lo que sé y en cosas así.

¿Que cómo lo hago…? Escucho, busco, leo, pregunto, me equivoco mucho y escudriño a todo el mundo; dudo mucho y de todo y no le hago caso ni a Dios… ¿Que desde cuándo lo hago…? Ya se burlaban de mí cuando a los diecisiete me dio por escuchar música de jazz. Música de maricones decían, y era verdad… Y de golfos virtuosos y de putas divinas, y de drogadictos geniales y de crápulas ejemplares, sin los cuales los latidos musicales de mi mundo no serían los mismos.

Un mundo donde la precisión del detalle y del ritmo, del arte en la ejecución, de la belleza de la melodía y de la letra, cantan a plena voz la verdad de las cosas simples… Cuando sigues un ritmo genial tu pie lo dice; cuando la melodía que suena es buena se te eriza el pelo; y cuando terminas de entender la letra ya no se te olvida, nunca, una buena canción.

…eeen fin. 🙏

Que no nos engañen.

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

Lector, léeme y dime.

Publicado el 17 de enero de 2020

Cuando escribo, lector, en forma ninguna puedo imaginar cómo crecerán las semillas que anhelo plantar con mis escritos, en los fértiles bancales de las imaginaciones que me leen… Sé lo que quiero escribir; pero lo que no puedo saber con precisión, es qué es lo que entederás en tu íntimo al leerme; ni cuál, es el efecto que te causará mi forma de contar; ni cómo, es la imagen mental que se te creará al leerme.

No puedo saber si te emociona el motivo que me empujó a escribir; ni si sientes acaso el asco, la excitación o el miedo míos; ni si tal vez nos enternece lo mismo… No sé nada de lo que pasa en ti tras leerme. No sé si te quedas igual, si te indignas, si lloras, o qué o cuál coño te recuerda lo que me lees.

Y como yo escribo gratis, me debo por entero a la dignidad de lo que escribo; y como tu opinión para saber eso es imprescindible, me encantaría que de alguna forma y de vez en cuando, me hicieses saber cuánto o cuán poco, te gusta lo que me lees.

…eeen fin.

Que sepas que te quiero… Gracias lector.

💞

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras

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LA RADIO Y LA ETA

Publicado el 14 de febrero de 2020.

Hace no sé cuánto fue el día de la radio… En un programa de gran audiencia pedían la participación de gente contando sus historias de radio…

Yo he crecido y vivo, oyendo la radio… Además de que por siempre me ha recordado a mi padre, porque siempre he pensado que cambiar con frecuencia el dial de la radio era y es, el mejor medio, el más inmediato y fiable de proveerme de información veraz, actual y fresca… Pero os confieso que sobre todo me gusta la radio porque si os fijáis, es una especie de sucedáneo para magantos a los que nos gustaba la lectura…

Escuchar con atención y en vivo a gente inteligente hablar de cosas interesantes, es algo parecido a leerles… Además, la gente puede mentir en una rueda de prensa o en una comparecencia ante los medios, pero no, en una entrevista radiofónica ante un periodista que como tal se precie… La radio es en verdad, y sucede en ese preciso momento; es en directo; y precisamente por eso la gente se cuida más de quedar en directo, como cagancho en Almagro…

Yo, he vivido siempre en mi pueblo o cerca de él, gracias a Dios. Pero no siempre vivíamos tan lejos de donde explotaban aquellas bombas infames… Y recuerdo que despertaba de pequeño, muchas veces, percibiendo el luto en el ánimo de mis padres y sin entender nada… ¿Otro día más? ¿Hoy también? Otro día igual… Ellos procuraban no encender la televisión para que no lo viésemos. Pero la radio siempre encendida era, y decía, la verdad. No sé cuántos muertos más en otro atentado de la puta eta ésa… Todavía me acuerdo de el de Alicante, en un hotel justo frente a la playa de El Postiguet, en la boca misma del puerto deportivo, en pleno centro de la ciudad… Hijosdeperra.

Pero a diferencia de hoy, como en aquella época todos éramos españoles menos aquellos asesinos, los atentados nos dolían como si hubieran reventado la bomba en tu mismo pueblo, justo en tu calle… Así nos dolía; y dolía siempre…

Compatriotas asesinados con vileza por meros terroristas, en unos tiempos aquellos de profundo y auténtico deseo colectivo de paz en el alma de la inmensa mayoría de los españoles… Y ellos, hijosdeputa, matándonos como a perros, no por ser franquistas sino solo por ser españoles… Lo recuerdo bien.

Y hoy, de aquella infamia parece que ya no se acuerda nadie. Por eso, iros a la mierda hoy…

Os quiero lectores, lo sabéis 💞

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras

redes sociales

Publicado el 15 de enero de 2020

Nos da la sensación de que ahí, al menos, somos alguien en la pantalla; de que tenemos eso que llamamos seguidores; y de que quién sabe si quizás también tenemos algún que otro amigo.

Algo tan bonito, como la idea de una red social en la que pudieras ver sólo lo que te saliera del capullo o de la seta, vienen a jodértela un puñado de inversores e ingenieros informáticos para lo que se llama monetizar la idea… Hacerla negocio vamos.

Espero haber respetado el lenguaje inclusivo éste de ahora.

No nos engañemos; ésto del feisbuc, tuiter, istagrán y tal, se ha convertido en algo así como una especie de vertederos de tiempo, de tiempo muerto… Un desperdicio de tiempo humano; tiempo embobado de pantalla en pantalla y por ello mandado casi por entero a la mierda. Un tiempo-basura, del que algunos se aprovechan escarbando en busca de nuestros datos.

¡Qué cosas los datos!

Qué te gusta; qué haces con tu tiempo; dónde vas y a qué hora vuelves; cuántas pulsaciones tienes en este momento; si se te pone o no dura. Y por supuesto tu dinero, todo… Recuerda que hoy tener metálico en el bolsillo es cosa solo de delincuentes. Hemos consentido ya no que nos lo controlen sino hasta que nos lo prohíban… La posesión libre de dineros en metálico legal, siempre ha sido uno de los más simples ejercicios de nuestro derecho a la propiedad privada; pero claro, eso era cuando vivíamos en libertad.

Hemos convertido el móvil, y sobre todo las redes sociales, en un refugio egocéntrico donde camuflar cosas. Es hoy el teléfono un escondite, un parapeto tras el que nos refugiamos y aparentamos inmunes frente esta rotunda soledad tecnológica que nuestros tiempos propician: como disimulándola.

Por ejemplo: ese tiempo en el que entras en la sala de espera de la consulta de tu dentista, y refugias la mirada amable que le debes a los que esperan como tú escondiéndola tras la atención a tu istagrán. No mirándoles… Es la excusa perfecta para no atender a nadie, para aislarte. Les dices apenas buenos días pero te la sudan.

O como cuando estás algo cohibido en esa entrevista de trabajo con otros seis candidatos, sentados en silencio, esperando en la misma estancia. Y para hacer frente al incómodo silencio abres tu feisbuc sin otro motivo que el de eludir en lo posible la interacción con ellos. Así, escondes o disimulas tus ganas competitivas de que ojalá se esfumaran… Pero también escondes tras la pantalla tu nerviosismo, tu timidez, y la ansiedad.

Otro ejemplo: terminas de cenar en casa un día cualquiera con tu pareja; y como no te hace ni caso porque está absorta en el sofá chateando por guasap con la hija menor de su anterior matrimonio, te plantas el móvil delante tuyo para matar ese tiempo muerto viendo en el feisbuc qué coño pasa por ahí… Y lo que pasa es una hora y media, o dos… Y cada uno a lo suyo.

Paradójico; mucho medio de comunicación tecnológica y multimedia, pero poca comunicación humana medianamente auténtica.

Por otro lado, las redes sociales éstas se han convertido en una forma más de dominación social, de control del pensamiento; una manera más de las muchas que tenemos, de dejar que nos metan el dedo por el culo con los algoritmos ésos, a cambio de que nos dejen hocicar en el barro de vidas de otros.

Y nos entretenemos embobados con la pantalla dándole hacia abajo al dedito nuestro, sin darnos cuenta de que formamos parte -estamos dentro- de una especie de gran valla publicitaria de egos… Un enorme escaparate planetario y falsario; una ventana gigantesca y estrafalaria, dentro de la que creemos que se nos ve y oye, pero en la que somos mero público para que solo algunos se hagan ver y oír.

He encontrado lo que parece ser un remanso, para los que ya estamos cansados de tener esa sensación de censura, control y reprimenda; para los que tenemos la certeza de que manipulan, escarban y retuercen nuestra información e intimidad cada vez que entramos en el feisbuc; o para los que nos la trae al pairo la vida y naderías de famosos sin mérito, políticos lerdos, empresarios negros, deportistas mercenarios, o frikis de todo pelaje y condición.

Parece ser que es otro portal, otra red social que no sé yo si se convertirá también en vertedero, pero que de momento no te clavan todavía ni publicidad, ni esos algoritmos de mierda para que te conformes, te informes, y finalmente te intoxiques, sin saberlo, solo con las cosas que Gran Hermano sabe que te convienen.

Y no nos engañemos, repito, porque en último término siempre somos nosotros los que encendemos o apagamos el jodido aparatito; ya sea el teléfono, la televisión, el ordenador; o si fuera preciso hasta la bombilla, la lavadora, la radio o el frigorífico… Yo recuerdo cuando se vivía igual de intensamente sin ninguno de esos aparatos. A la sola luz de una vela en las noches.

Que no nos la metan doblada…🤔

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras

Chimo y los Milagros… 💕

Gracias 💕

En un mundo como el actual se duda por defecto de la eficacia de la oración; del milagro, que podría producirse en el caso de que muchos de nosotros concentrásemos nuestros deseos sincera y fervorosamente, con la única intención compasiva de lograr el bien de alguien, o el de algo… Si todos decidiésemos empujar en una misma dirección podríamos mover hasta el destino. ¿No…? Pues eso.

El amor hace milagros. «Que se cure…» Santa Teresa.

Lo de la moto es evidente que no fue una buena idea. Poco a poco, la luz empezó… Más de ocho meses parece ser que estuve como durmiendo después del accidente, hasta que no sé quién, trajo un día unos bichos sin cara de los que sólo recuerdo que eran como marrones e inquietos, tenían orejas largas, olían a perro, y no pararon de agobiarme chupándome las manos y la cara todo el tiempo. Me dolía un poco la cabeza… Pointer. ¡Ostia, no me acordaba del nombre, qué extraño…!

Otras veces, son unos ojos muy muy azules… Me miran mucho esos mismos ojos unas veces desde una cara angelical y otras desde una avejentada, pero ambas lo hacen dulce y fijamente. Es, como si me miraran cariñosamente desde una especie de fortaleza azul… ¿Papá, Ana, Mamá…?

¿Cómooo…? 🙄😳

¡Vaaamos…! 💕

Otra vez, como que de repente, me sacaron de una sombra agitándome rodando, empujado. Algunos sin cara sonaban delante de mí… Creo que me hablaban queriendo decir algo pero como con ritmo; diríase hasta que me gritaban. Me sonó, pero no sé a qué… La luz me cegaba y estaba algo cansado.

Guitarra…

No sé de dónde sale tanta gente.

Hoy estoy mejor, y parece ser que disfruto de una luz lechosa que a raudales entra en mi habitación por una ventana a mi derecha. Poco a poco, decido girar mi cabeza a la izquierda, y veo una maraña de imágenes que no logro enfocar ni siquiera hasta pasado un buen rato. ¿No sé por qué no termino de ver caras en esas imágenes pequeñas amontonadas y clavadas con chinchetas en la pared…? Hay muchas. ¿Familia…? ¿Amigos…?

El otro día le oí decir a una de esas personas benditas que se pasean por ahí vestidas de blanco, que en sus treinta y dos años de carrera, jamás, había visto tanta gente visitando a un paciente así…

Se ve, que otra de esas personas que no paran de venir y que parece ser que es mi hermana la de los ojos tan tan azules, ha tenido la ocurrencia de hacer un horario y lo ha compartido en no sé qué grupo de gente piadosa, para que todo aquél que quiera y pueda se apunte a venir a verme…

¡Qué cosas…!

¡Y oye, parece ser que está bastante ocupado el horario ése porque aquí, la verdad, es que no para de venir gente tooodos los días…! Cuando no es uno es otro, y pasan ante mí caras que me ponen muy muy contento pero de las que por desgracia, todavía, no estoy muy muy seguro del todo… Aunque, creo, que cada vez estoy mejor.

…eeen fin.

¡Vaya un ejemplo más bonito de Familia y Amigos que le estáis dando al Mundo…! 💕

Os quiero 💕

Y gracias por el milagro. 🙏

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras

El hambre…

Publicado el 6 de enero de 2020.

Para cada dos, un puñado de aproximadamente ciento cincuenta gramos de harina diarios; y tres kilos de sal y uno de manteca de cerdo, fue lo único que nos dieron ese primer día… Eso, era todo lo que tendríamos para comer en los siguientes veinticinco o treinta días; no sabíamos.

Nos habían vaciado las fuerzas haciéndonos caminar unos setenta kilómetros casi sin comer. Y una vez que exhaustos llegamos al punto, nos vaciaron también las mochilas de cualquier cosa que se pudiera por supuesto comer, beber, masticar o fumar. Nos lo quitaron todo: encendedores, cosas de aseo, tijeras, bolsas de plástico, navajas, brújula, y hasta la munición. Nos dejaron sólo el peso muerto de las armas inservibles, las botas, la ropa de abrigo, y el machete como única herramienta, defensa, o arma. Yo solo pude colar un librito de papel de fumar y algo de hachís, escondidos en mis calzones, entre los huevos y el ojal del culo.

Constantemente escabulléndonos, escondidos, superviviendo en refugios camuflados en el bosque construidos con nuestras propias manos. Frío… Teníamos terminantemente prohibido contactar con civiles en forma alguna, fabricarnos cualquier tipo de arma, y matar para comer cualquier cosa más grande que un conejo.

El primer día, para hacer pan con aquellos ciento cincuenta gramos de harina tuvimos que utilizar orina para fermentar la masa. Podríamos haber hecho pan ácimo pero los cabrones no nos lo dijeron… Y claro, como militares hicimos lo que se nos ordenó y tal y como se nos había ordenado: meando en la masa del pan… Bueno, solo utilizamos un poco al amasarlo por vez primera.

Los días siguientes, utilizamos un pequeño pellizco de aquel mejunje que guardábamos como masa madre, para fermentar nuestro siguiente pan de cada día… Y oye, funcionó, porque que a la tercera o cuarta jornada ya nos zampábamos entre los dos un bollo de pan decente.

El resto de lo que comíamos consistía sobre todo en helechos. Con suerte unas borrajas, quizá unos dientes de león, o alguna que otra seta que te encontrabas por ahí en las salidas de recolecta que hacíamos por turnos. Aquellos helechos, que nos advirtieron tóxicos consumidos en exceso pero que constituían nuestro único placebo para el hambre, tenían al menos fibra vegetal digerible, y una vez hervidos en agua y sal, no había otra cosa en cantidad suficiente con la que saciar y engañar nuestros estómagos huecos y al punto de la atrofia.

Diecisiete días, y sin comer nada decente.

Poníamos trampas, lazos, cebos de pesca. Esperábamos siempre un conejo o algo con carne pero solo capturábamos alguna rata, pájaro, pececillo, rana, o bicho así.

Más hambre.

Yo estaba potabilizando agua de deshielo del riachuelo cercano hirviéndola en una lata grande y añadiéndole un pellizco de tierra para aportarle sales minerales. Luego, la dejábamos enfriar, y cuando se posaban del todo los restos de tierra ya estaba lista para que no te entrara una cagalera. Y recuerdo, el ver venir a mi binomio desde lejos, al contraluz del último sol de la tarde, y con algo parecido a una bufanda fina colgándole del cuello.

Al ir acercándose caminando y permitirme el velo del contraluz definir la visión nítida de su figura, me di cuenta, de que era una culebra de gorda como un brazo de niño y de más de metro y medio de larga lo que colgaba de su cuello… Estaba decapitada; aún goteaba sangre, y bamboleaba lánguida acompañando el ritmo del paso cansino -agotado por la inanición- de mi binomio.

Recuerdo bien que no sentí nada parecido al asco, repulsión o reticencia alguna ante la idea de llevarme aquel ofidio muerto a la boca; es más, comérmelo fue lo primero en que pensé. Lo que no sabía, y sí me preocupaba, era cómo comérmelo… Cosas del hambre.

Mi binomio, en cuanto llegó y descansó lo justo para coger el resuello, extendió sobre un poncho en el suelo aquella bicha todo lo larga que era, y con pericia y su cuchillo, la rajó entera solo un poquito con la intención de arrancarle del tirón, la totalidad de aquella piel que se desprendió como una funda con cremallera… Miramos con gula hambrienta aquel trozo de carne cruda, con el aspecto de un largo cuello de pavo sin piel… Mi binomio, sin parpadear y casi babeando, terminó de rajar de alto en bajo un poco más el reptil, para extraer esta vez una especie de columna vertebral como cartilaginosa, y alguna que otra tripa y víscera rara. Así, nos quedó un cilindro de más de un metro de carne pareciera que de ave, sin hueso alguno, rosada, fresca… limpia.

¡Qué hambre…!

En el silencio de aquella noche y al freír los trozos de carne sólo con sal en la manteca de cerdo, poco a poco, se fueron acercando cual zombis famélicos algunos de nuestros compañeros; en silencio. El sonido del crepitar y el olor del ofidio friéndose, los habían atraído cual hambrientos ratoncitos de Hammelín al calor de nuestro fuego… Al final, tocamos a casi nada de tanto repartir ¿pero cómo íbamos a dejar sin cenar a los camaradas que iban viniendo?

Diecisiete días, y sin comer nada decente.

Os aseguro que sufrir hambre cruda; padecer hambre de verdad; ésa que no puedes saciar en forma alguna, te cambia, vaya si te cambia… Las sensaciones de vacío, de debilidad y de mala ostia, te van quitando la tranquilidad y el sueño profundo. Te vuelves más susceptible y sutil; como más salvaje y más protector de lo tuyo y de los tuyos; y se te afilan los sentidos y los instintos al mismo ritmo que se te debilita el cuerpo… Porque el hambre te va matando, sí, pero precisamente por eso se te afilan esos sentidos e instintos, para proporcionarte las armas con las que combatirla.

Terminamos el banquete aquella noche, charlando y distrutando hasta las tantas de unos porritos de manzanilla seca y silvestre, mezclada con el hachís que pude escamotear en aquel registro inicial.

El hambre, no es mala…

…eeen fin. Gracias por leerme 🙏

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

…..

El algoritmo

Publicado el 2 de enero de 2020.

Hoy con un algoritmo -y vete tú a saber qué coño es un algoritmo- parece ser que hay gente que cree que se puede saber casi cualquier cosa…. De verdad que hay gente, que o pierde el culo o se hace rica con el algoritmo. ¡Qué cosas…!

Desde predecir o pretenderlo, cuánto tiempo aproximadamente va a durar tu matrimonio dados tus datos y los de tu mujer; hasta saber si tienes posibilidades o no de follar en los próximos dos días en vista de esos mismos datos… Y todo ello así y de paso, para recomendarte un restaurante donde cenar y pelar la pava, o un buen hotelito donde por si acaso echar el polvo.

Alguien que sabe dónde estuviste anoche y a qué hora llegaste a casa, cree saber dado el jodido algoritmo, si hoy te va a apetecer comida china a mediodía, o tal vez, quizás, una pizza a deshoras… Alguien, pega la oreja espiándote en tu propia casa y te va indicando hasta que terminas creyendo, que realmente has elegido solo tú la película en Netflix.

Los atresmedia de turno parece como si te enchufaran, metiendo cada uno su dedo índice en tu culo multimedia para decidir tus noticias, condicionar tus conocimientos y tergiversar tus decisiones… Como violadores, te estarán esperando en todos los centros comerciales con la intención de que en cuanto entres, te detecte el güifi y uses cualquiera de esas aplicaciones tan alucinantes que te dan el oro y el moro, te dejes violar una y otra vez con las requetechulas ofertas personalizadas que ahí te ofrecen.

Y todo ello gratis, claro. Solo se paga en especie, entregándoles tu intimidad.

¡Vaya, con el algoritmo!

…🤓

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

SE PEGÓ UN TIRO…

Publicado el 29 de diciembre de 2019.

Una edad los treinta y seis años, en aquella época, que hoy equivaldrían a tener más de cincuenta. A principios del siglo XX la esperanza de vida en España era de poco más de treinta y cinco. Él nació justo con el siglo, hace ciento veinte años. Y a la edad aquella, ya talludo, tuvo que elegir entre dejarse matar por ideas ajenas, o disparar defendiendo a su familia.

Y eligió, vaya si eligió.

Yo me enteré de aquéllo ya tarde, acordándonos un día hablando con mi madre de él… Se había muerto hacía algo más de quince de años, y ya entonces me pareció una historia valiosa. Pero hasta hoy, no me había decidido a contar sobre ella. Tengo un borroso e infantil recuerdo de él; y por ello -por lo infantil especialmente- una casi completa ignorancia de quién fue realmente… Llegué tarde.

Tenía treinta y seis años, dos hijos y uno en camino, un carro, una mula, y un precario trapicheo de venta de harinas. Estraperlo en tiempos de guerra. Y si debido a ésta, hasta los panaderos estaban famélicos por el hambre puta, y eran envidiosos, ladrones, chivatos y peligrosos; imaginaos al resto de la gente acuciados por la misma guerra, pero sin ni siquiera pan para comer… Harina. Hambre. Guerra. Odio.

Cuando lo sacaron, lo metieron en la checa de Catral, y como era costumbre le leyeron la cartilla. O se alistaba y era listo, o a Albatera al campamento. Y como era de los listos se alistó, vaya si se alistó; como no podía ser de otra manera. Tres meses en un Centro de Instrucción de Reclutas en Alicante; sin poder acarrear para alimentar a su familia, y ni siquiera por carta poder tampoco saber de ellos.

Pudo volver tres días de permiso a su casa antes de que lo enviaran, seguro, a alguno de los frentes de guerra. Su mujer, a punto de parir… Al día siguiente de su regreso, y vestido a propósito con su traje impoluto de Sargento Primero de Abastos del Ejército Republicano, se pegó un tiro en el pie. A primera hora de la mañana, lo levantó, y plantándolo con la bota puesta sobre la mesa de su despacho, disparó. Apuntó, sin acercar mucho la Orbea N7 reglamentaria que le habían entregado. Intentaba alejar la pistola al máximo, con la intención de que la bala hiciera sólo el destrozo, justo, de penetrar girando y atravesando el cuero de la bota, la carne y los huesos del pie, pero sin reventar por impacto cercano contra nada… Si te pegas un tiro en el pie, de pie; éste te revienta en mil pedazos, pero por la onda expansiva que se genera por el impacto inmediato de la bala estrellándose contra el suelo.

¿Os imagináis el miedo; os imagináis el valor…? ¿Habéis disparado alguna vez un arma…? Ya quisiera yo, parecerme a él.

Mierda de ideologías, y mierda de memoria histórica. Andad a tomar por el culo, y dejad de escarbar para juzgar si el pasado sí, o si el pasado no. Lo que se hizo, hizo está, y ya lo purgaron con reconciliación y perdón nuestros padres, abuelos y bisabuelos.

Imbéciles.

Iros a la mierda los rencorosos.

¡¡VIVA ESPAÑA…!!

🤔

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

Mujeres desnudas

Publicado el 25 de diciembre de 2019.

Me preguntó mi madre entre inquisidora y picarona: ¿Nene porqué te ha dado ahora por dibujar mujeres desnudas…? Hacía poco me había pillado una de aquellas revistas calentonas; casi la única fuente de pornografía en aquella época. Recuerdo que respondí explicándole que después de estar hasta ahora dibujando amaneceres y atardeceres, bodegones, paisajes, naturalezas vivas y muertas, marinas, puertos, barcos y oleajes, escorzos, perspectivas cruzadas y picados; de verdad lo que me pedía el cuerpo, el lápiz y la mirada, casi compulsivamente, era dibujar desnudos; mujeres desnudas.

Dibujarles de cerca y con el máximo detalle tanto las suaves curvaturas de las tetas como lo erizado o no de sus pezones. Perfilar con precisión lo anguloso de sus nudillos y atrapar así, el gesto en sus manos… Entramar con carboncillo el triangulo casi negro de sus entrepiernas, y captar con lápiz de trazo algo más fino lo pillo de sus miradas, y el cuenco, que se forma en sus vientres si acostadas boca arriba. Plasmar un parecido con ellas mismas. Dibujar sus espaldas, el desnivel de sus caderas; dibujarlas durmiendo, sonriendo, atusándose el pelo o lavándose. Dibujarlas. Dibujar no es pecado, es mirar con todo detalle ¿no…?

Pues eso.

¿Que cuándo me dio por escribir…? Pues cuando me dí cuenta de que cuando muera, aquí no quedará una mierda; nada. Que mi Paula y mi Rosa no tendrán dónde agarrarme. Que dibujar, pintar o esculpir, fotografiar o cantar, no son medios suficientes para contar con precisión… Que ninguna pintura, canción o artefacto tecnológico alguno, podrá sustituir nunca a lo sentido en un solo rato de lectura atenta, entregada, intensa.

…eeen fin.

Gracias por leerme. 💞

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

Silvino, y el pescado roquero

Publicado el 21 de noviembre de 2019.

Estoy escribiendo desde la sala de espera de la consulta de mi dentista. Como bien sabréis, no me gustan nada los dentistas, y voy a viajar y a evadirme recordando y escribiendo acerca de la cena de la otra noche.

……….

Entré en ese restaurante casi, como entro en mi propia casa… Era su cumpleaños, y con el comedor casi vacío, elegimos sentarnos en una mesa como arrinconada y coqueta en una de las esquinas. Yo, buscaba un entrecot de vaca que como siempre, magnífico, más que cumplió con la recomendación de mi amigo el dueño. Manuela, fiel a sus costumbres eligió pescado; un sublime pargo al horno… Una vez hecha la comanda, encarantoñados ella y yo, esperamos las entradas, que fueron aterrizando poco a poco y a tiempo sobre el blanco de nuestro mantel.

La ensaladilla de bogavante no podía estar más ni mejor provista; sincera, jugosa; sabrosísima es poco superlativo para su acierto… Después, casi lloramos, al echarnos a la boca unas alcachofas confitadas y salteadas con esmero, acompañadas de un foie a la plancha fresco y sin par.

Pero fueron unas croquetas… Me supieron en verdad a aquel pescado roquero: a rata y araña, a gallina y ñora.

Unas sencillas croquetas de pescado, pequeñas, humildes y que nos resultaron del todo escasas dado su éxito, fueron las que más sorprendieron a mis papilas, y me llevaron a uno de esos viajes de ida o de vuelta que uno espera hacer cuando va a un buen restaurante… Y yo, cada vez que voy a éste, viajo. En este caso, fue un viaje de vuelta.

Volví directo a mis recuerdos veraniegos frente al mar, cuando de críos, bien temprano, ayudábamos a los pescadores a varar sus enormes chalupas de madera arrastrándolas playa arriba hasta dejarlas fuera del alcance de las olas… Y como pago en especie a nuestra ayuda, aquellos exhaustos pescadores nos regalaban parte de la morralla humilde que nadie compraba: gatos, arañas, ratas y gallinas; rayas, pequeños cangrejos, caracolas y alguna que otra almeja huérfana. La otra parte, se la guardaban para ellos.

Pues con aquel rechazo para pobres, armaban entre mi abuela y mi madre un caldero, al borde justo del mar, difícil de describir… Aceite de oliva y ñora frita lo justo para el majado; ajo, tomate y pimentón; caldo, sal y tiempo; arroz, azafrán, y saber hacer.

Todo aquello en unas croquetas.

Pues si quieres viajar, ya sabes, no se puede fallar donde Silvino y Encarna.

Es una marca de la casa.

……….

También viajé hacia atrás en el tiempo, al acordarme de cuando nos llevaban de marcha… Ellos eran los mayores: Silvino y el Patolas; el Yoni y el Moreno; Luis el de Baqueta, Miguel Ángel Cárceles, el Teodoro, el Pichas. Y nosotros éramos los pipiolos, acabándonos la edad del pavo: el Silvinico, Iván Cárceles, Rincón, Paco el Gordo, Santi Soto, yo.

Con ellos, estábamos seguros porque eran buenos chicos y estaban bien amueblaos. Éramos todos algo golfos, eso sí, pero también estábamos educados como ya no se educa hoy… Era, como ir con unos primos mayores que tú… Solo corríamos los riesgos propios de la juventud desbocada.

Pero de todo ésto que os cuento, hace ya muuuchos años.

Me toca entrar ya… Os dejo.

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

💕

Monasterios…

Historias de Paco Sanz ✍️

Más que nunca hoy se deberían construir monasterios, para los que creen y para los que no. ¿A dónde huir…? No existe ya ningún sitio donde se pueda execrar este mundo profesionalmente. Necesitamos una comunidad separada que comience una civilización desde fuera de ésta. Pero… ¿no fue así como comenzó esta civilización? Con tantas personas centenarias que se ven llegar lo de los conventos volverá. Hace unos treinta años el antiguo convento de los descalzos de mi pueblo se convirtió en residencial. Cuando vi cómo lo acondicionaban para el nuevo uso pensé, que los p. burgueses estaban haciendo polvo un monumento más.

Pero mira por donde, y por idea de mi santa, no sólo un servidor sino cuñados y primos y más tarde sobrinos e hijos, acabamos residiendo allí. Como si de las piedras emanaran órdenes, existe en aquella comunidad de vecinos una especie de idea acerca de la bondad del recogimiento. Cada vez más jubilados vivimos allí, aunque para algunos sólo sea cuando el calor aprieta.

Tenía un colega que asistiría a la madre de mis hijos en serlo, al que me unía no sólo la clínica en la que trabajábamos sino el hecho de que nuestros padres fueran también amigos y médicos, y que tenía una hija particularmente brillante… Cuando se decidió a entrar en un convento de clausura, con la carrera de medicina terminada, su padre lo habló conmigo…

Estaba claramente desconcertado, un poco como Jean-François Revel cuando se enteró de que su hijo, decién doctorado en genética, iba a hacerse monje budista… Por uno de esos rebotes de la vida, un par de veces tuve que visitar a las monjas de clausura entre las que vivía la hija de mi amigo. Nunca olvidaré su alegría, la idea de iluminación, de gracia que había entre aquellas niñas. Me regalaban pan de hostias, ése que queda después de haber recortado esas obleas que no sé si todavía usan los católicos para comulgar.

Además de en ese convento de verano, hace ya mucho tiempo que llevo una vida más de eremita que de cenobita, pero en el mío… Sin clausura no entiendo la humildad, sin ayuda a los que tengo cerca lo de la benevolencia no es más que un cuento chino. A veces me doy cuenta de que me paso un poco, quiero decir, que el representante ése que tengo para lo social de mi vida, exagera… Pero bueno, vivir es exagerar, y a base de no apasionarse por nada uno se vuelve tonto en todo. “Bien vivió quién bien se ocultó” le cité el otro día a mi sobrina cuando hablábamos de lo agitado de la vida de su hermana… Me dio la razón, y no suele hacerlo.

Los monasterios volverán, acabar tus día en un convento es mejor que hacerlo solo en casa o en una residencia de ancianos. Recuerdo cómo empezaron a desaparecer los monasterios: cuando los viajes empezaron a parecer curas y los viajeros peregrinos, los hospitales y los monasterios se separaron de los hostales. Más tarde aparecerían los hospicios, que acogerían a los peregrinos del último viaje… A la reforma de Enrique VIII aboliendo los monasterios seguiría la reforma protestante, que pretendió que la cristiandad entera fuera un monasterio y cada cristiano su propio monje.

Algo parecido, me ha pasado.

Historias de Paco Sanz ✍️

La nada

Microrrelato.

Ésto del escribir en verdad es curioso y voy a intentar explicarme rápidamente. Como ahora, que no se me ocurre nada pero como tengo ganas de escribir aquí lo dejo, por escrito. Es mágico pero sólo porque me surge solo y porque ahí estás, leyéndome. ¿Por qué la nada ésta de la que te hablo nos mantiene aquí, unidos…? ¿A santo de qué…?

No hay forma de conexión más precisa entre personas que la epistolar: escribirse cartas; cortas, eso sí.

Y como no me llegan para mucho las entendederas, espero que nunca esperéis de mí verdades ni secretos ni fórmulas, porque en lo que escribo, de todo aquéllo no hallaréis absolutamente nada: ni certezas ni razones ni respuestas; preguntas sí… Abomino de los coachers, esos entrenadores de todo y tan listos ellos, que están pensados para que pienses en cómo hay que pensar mientras lees libros de autoayuda en vez de literatura… Yo, sin embargo, aquí, lo único que quiero es confundirme contigo fundiénfome escribiendo y confundiéndote al leer. Y luego ya, si eso, te ayudas tú… 🙄😳

Son finales de abril, es de noche, hace más calor de la cuenta, y acaba de romper a llover frente a mi ventana.

…eeen fin.

«La noche me confunde…» 😎

Gracias por leerme 🙏

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras

EL EFECTO MARIPOSA

Publicado el 28 de noviembre de 2019.

«La insoportable levedad del ser…»

Es inquietante, la frecuencia con la que podemos descubrir que el famoso efecto mariposa, es un fenómeno del todo cierto y comprobable, empírico; además de inevitable. En cuanto cambias cualquier pieza de tu puzzle vital, puedes quizás desencadenar acontecimientos que no podrías haber tenido previstos en forma alguna. De la misma manera que un pequeño gesto confiado, que te despiste sólo un poco al conducir, puede desembocar en algo inesperado por una autovía a ciento treinta kilómetros por hora. Prender un cigarrillo, girar un poco la cara para fijarte en ese hermoso atardecer del que te alejas; una llamada en el móvil o un inesperado vahído de sueño. Tragedia, susto o quizás nada. Un ligero cambio, un leve despiste, un tenue movimiento bastaría para cambiar el sino de los acontecimientos que te sucederán.

Como cuando te alejas de algo queriendo evitar un mal que supones cierto, y como de la sarten a la lumbre, te sorprendes saltando al fuego de otro de tus peores errores garrafales.

Formamos de nosotros mismos algo así, como una de esas complejas figuras compuestas por fichas de dominó puestas de pie; pero creyéndonos que las colocamos nosotros mismos y por propia voluntad. Esa figura, la nuestra, la vemos perfecta desde nuestro punto de vista pero siempre y cuando no la toquemos mucho o no nos la toquen. Se compone de miles de piezas colocadas a propósito y con cuidado por lo que creemos es nuestra personalidad. Pero si solo se nos volcara una de esas pequeñas piezas vitales comprobaríamos, cómo se derrumba irremisiblemente esa imagen que de nosotros mismos tenemos; cómo se destrozaría envuelta en el caos del caos que desencadenan las cosas cuando se caen. Pero gracias a no se quién ni somos fichas ni somos cosas, y la imagen, para nosotros seguiría ahí.

O como cuando eres joven y crees que tienes que tomar esa decisión que supones crucial, y la tomas por huevos, porque en el fondo ignoras si en verdad va a cambiar o no en algo tu destino. No sabes que simplemente esa decisión va a formar parte de otras muchas, que como ladrillos de los que estamos construidos nunca terminarán, hasta nuestra muerte, de formar del todo el edificio de nuestra persona.

Pero de todas formas continuamos con la carambola de nuestro viaje. Porque tanto el peligro como el hambre, la curiosidad y la ignorancia; el acierto, el error, y la muerte o el amor, son motores que nos mueven.

No nos engañemos.

Antonio Rodríguez Miravete…

Juntaletras.

NO TE CREAS NADA

Publicado el 13 de noviembre de 2019.

Lejos de mí está, te lo juro lector, el pretender expresar aquí verdades o certezas. Aunque sí es mi deseo el conseguir acercarme siquiera a describir con palabras, esos sutiles y secretos filamentos que forman la trama y la urdimbre donde se tejen nuestras emociones. Porque son de éstas en verdad de lo que os quiero hablar en mis relatos… Pero hay dos cosas que procuro nunca hacer al escribir: una es contar verdades, realidades; y la otra es mentir.

Solo pretendo, lector, que te quedes conmigo cuatro cinco o seis minutos. Que me permitas tocarte con letras y si es posible, que vibres o se te erize el vello cuando junto esas letras. Y si no, que al menos te sirva para algo el leer mi intento de expresar; de escribir.

Tras tomar aquella decisión juntos, encanados a llorar, decidimos que iríamos también juntos a la clínica con tal de solucionarlo de una vez. Una decisión muy muy difícil. Recuerdo que cada vez que siquiera pensábamos en ello, rompíamos a llorar de puta culpa y de vergüenza. Éramos tan jóvenes; tan ignorantes…

Y no, no dijimos nada; a nadie.

Entramos creo que temblando, cruzando unas puertas automáticas translúcidas de esas de apertura lenta y sensación aséptica, típicas de clínicas privadas y caras. Una impoluta enfermera al vernos titubear agarrados de la mano nos atendió solícita, se ve que pretendiendo calmarnos con una de esas fingidas y frías sonrisas de buzón abierto de par en par. Una sonrisa como automática, maquinal, corporativa… Comprobó, lo primero, la tarjeta de crédito al rellenar la ficha con nuestros datos.

Como en todas las salas de espera de este tipo de clínicas caras, olía a un exceso de ambientador de notas sofisticadas y como pretenciosas; se ve que para disimular ese otro tufo mezcla de miasmas secreciones y ansiedades, propio de toda clínica ya fuere de ricos o pobres. Antros éstos, que desinfectan y adormecen el olvido y la culpa, y en los que por igual te operaban para abortar que para implantarte una polla artificial o enderezarte la nariz; siempre y cuando claro, la tarjeta estuviera a la altura.

Nos llamaron a la vez y nos despedimos con un beso fuerte. Él a la habitación dieciséis y yo a la catorce. Llegó el momento de que abriésemos las piernas… Casi tres horas después nos volvimos a encontrar, temblando, de nuevo en aquella sala de espera de lujo. Ambos lucíamos un rictus espantado y un evidente y extraño bulto doloroso en la entrepierna.

Lo que sí confieso que hago, lector, es darme algo así como una especie de capricho. Quiero contar algo y tengo un hecho real que lo ilustra. Pero sobre todo lo que tengo es la potestad de poder cambiar el relato a mi antojo, siempre y cuando claro, sea fiel a la historia y a eso que te quiero contar. Ansío hablar de pequeñas verdades en las que creo, y es cierto que disfruto al contarlas jugando a mezclar la verdad y la mentira, la realidad y lo imaginario, el presente y lo pasado; hablando de risas entre lágrimas, o al contrario.

Menos mal que la tarjeta de papá no tenía límite de disposición porque, en aquella casquería de lujo, nos clavaron más de tres mil quinientos pavos por un par de cortes en los bajos… Su fimosis curó en unos cuantos días; pero costó semanas que el corte en mi vulva cicatrizara y dejara expedita ya de una vez la estrechez de mi coño. Vulvitis adhesiva congénita, me dijeron… Menos mal que ya podríamos follar sin que nos doliera.

Lo que sí nos dolió y mucho fueron los tres mil quinientos sesenta y cinco pavos con que nos estafaron, porque en aquella clínica nos tangaron con nuestra propia prisa. Adolescentes queriendo colmar, aplacar, sus urgencias carnales… Un oscuro negocio de matarifes frustrados.

…eeen fin.

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras

Cumpleaños feliz…

Publicado el 18 de septiembre de 2019.

Comenzamos nuestras vidas, querámoslo o no, unidos siempre a otras personas; siendo el hijo de alguien, y con suerte, tal vez siendo también el hermano de alguien…. Más tarde, quizá igualmente por suerte nos convertimos, o no, en padres y hasta en abuelos de alguien; y aún más tarde todavía, nos convertimos en nada, en nadie.

Por eso hay que ocuparse siempre y sobre todo de alguien: cuidar de alguien. Y de vez en cuando preocuparse de ser feliz… Recuérdese.

Quiero felicitarte a ti Papá o a ti lector, porque seguro seguro, que también tenéis a alguien… Llevo tiempo deseando escribirte algo como ésto: una felicitación de cumpleaños de verdad, agradecida, y que te sirva para siempre.

Dan igual los años que cumplas; cuántos cumplas; pero si los cumples ¡felicidades…! Conozco a muchos a los que eso ya no les pasa; ya no cuentan años, al menos entre nosotros. Sí que cuentan en nuestro recuerdo pero solo ahí, en la remembranza de nuestro pasado.

Así, que ese es tu mayor regalo a los ochenta y ocho: seguir, sufrir y aprender, perseverar, reír y envejecer; cumplir, o no, tanto con lo que se espera de uno como con lo que la ruleta de la vida nos tenía reservado… Pero si es posible, todo ello con cierta valentía.

¿Hay mayor presente que el presente…?

Felicidades. Y un abrazo.

Te quiero Papá, luego te daré la botella de whisky.

…eeen fin. 💕❤️

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

……….

¿Cómo se hacen los niños…? 😳

Publicado el 26 de octubre de 2019.

Todavía recuerdo aquella mañana de domingo en la que se ve que me desperté algo más temprano de la cuenta, y como siempre hacía, fui a retozar un rato en la cama de mis padres. Tendría yo siete u ocho años… Al ir acercándome al dormitorio sin duda noté algo raro. La puerta estaba entornada al máximo; y tanta oscuridad en la habitación se debía a que también las persianas estaban casi completamente cerradas. Me paré, indeciso y furtivo ante el umbral de la puerta. En completo silencio la empujé, poco a poco, lo justo para colarme. Y la vista se me fue acomodando a la oscuridad.

Nada se percató de mí, y no sé porqué me agaché y volví a entornar la puerta.

¡Qué extraño! En vez de encontrarme dos personas durmiendo bajo las sábanas como sería de esperar, apenas distinguí entre la penumbra una especie de bulto semoviente, blanquecino; algo grande e informe. Algo, envuelto bajo los pliegues de la inmensa sábana de aquella cama. Y como que palpitaba el bulto ése; pero con impulsos lentos diríase acompasados y muy sigilosos. Se movía aquéllo en una especie de caótico y suave vaivén, un subibaja repetitivo, piiim pam, piiim pam… Y sólo se oían lo que me parecieron como cuchicheos guturales, o gruñidos suspirados, o reprimidos; y una especie de bisbiseos ininteligibles.

No, no lo tenía claro… Viendo lo visto y muy extrañado no me atreví a interrumpir aquéllo. Así que con un silencio ofídico y volviendo lentamente sobre mis pasos, regresé a mi cama pensativo y atribulado.

Dejé transcurrir la mañana hasta que los oí removerse, y noté, que lo hicieron tarde y de muy buen humor. Desayunábamos ya a eso las diez de la mañana cuando me preguntaron extrañados el por qué, de no haber ido esa mañana a jugar con ellos en su cama…

– Me había quedadooo, durmiendo.

El recuerdo de lo acontecido no me dejaba parar de mirar constantemente a mi padre. Estuve toda la mañana creyendo detectar en él algo extraño entre sus gestos, o quizá en sus facciones; le observaba con detalle sin que él se apercibiese… Me parecía verlo como más chulo y hasta más guapo: diferente. Creo, que hasta noté un extraño brillo que parecía aureolar su figura… No sé, serían cosas mías.

Y mi madre, si te fijabas también lucía enigmática, distinta… contenta, muy contenta.

¿Cómo se hacen los niños…?

Si habéis tenido hijos sabéis que cuando llega el momento, es ésta una pregunta que a no ser que llevéis mucho cuidado, te enreda en un nudo dialéctico y didáctico del cual es difícil salir airoso ante a tu crianza… Que si París y el amor; que si el papá y la mamá porque duermen juntos; que si aquellos monos del zoo; que si el huevo y el pollito; que si las chicas porque los chicos; o que si la manida cigūeña.

Un problema.

Pues imaginaos a los niños en mi infancia. Hace ya cuarenta y muchos años cuando preguntabas por asuntos de cintura para abajo todo eran silencios; sapos y culebras… Es decir: o no te decían nada o como mucho te contaban alguna filfa para salir del paso y que te callaras. Un sí, pero no… Y como fueses descarado incluso te llevabas un buen cuesco o un pellizco, dependiendo si le preguntabas a papá o a mamá.

Estábamos solos ante un tupido velo de puritanismo cándido. Te enfrentabas a un páramo sexual, ignoto. Las chicas con las chicas; los chicos con los chicos; aquéllas, eran siempre un completo misterio. Descapullar era un verbo imposible; y si tú mismo te la tocabas mucho se te reblandecían las rodillas y los nudillos, o te salían unos granos en la cara de una pus muy sospechosa… Casi todo era pecado, malo, o estaba prohibido.

Peeero, a diferencia de hoy había tanta libertad entonces, que nos saltábamos a la torera todas aquellas normas y prohibiciones veniales con suma facilidad. O bien haciéndonos a hurtadillas con las páginas más picantes de las revistas. O bien colándonos escondidos en los retretes del cine para después ver una película porno. O mezclándonos con los mayores para ver si nos enterábamos ya de una vez de qué coño era aquéllo de hacerse pajas, lo de comerse un torrao, o lo de darse un magreo.

No sabíamos nada y no había Internet… Subíamos sin miedo a los árboles a robar fruta; jugábamos juegos sin juguetes; salíamos en bicicleta sin cuidado sin límites ni permiso; y aprendíamos a estudiar con libros de verdad, o también a fumar tabaco negro sin toser… Cosas que aprendíamos.

Yo ya tendría mis doce o trece años aquella tarde de verano en la pinada. Éramos amigos de ésos temporales; desconocidos conocidos en un par de meses de vacaciones: un madrileño, un vasco, un murciano y hasta un alemán… Competíamos, en una de esas típicas exhibiciones de pichas inexpertas propias de adolescentes salidos… Que si yo la más grande, que si la tuya la más dura, o que si la de aquél la más gorda.

– ¿Y qué se hace con ésto…?

– ¿Y los niños qué, no eran cuestión de amor…?

– ¡Pero qué amor ni qué amooor…!

Picha en breva. 🙄😳

Sé que quedé como un tontaina pero aquella tarde aunque me lo explicaron riéndose, sentí, que en ese preciso momento me convertí en un hombre… Y luego, muuucho más tarde, claro, me convertí en padre.

…eeen fin. 💕 🤣😂

Gracias por leerme 🙏

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

Nuestro niño interior

Publicado el 14 de octubre de 2019.

Ahora tenemos interné, istagrán, el feisbu y el güasap.

Menos mal…

A nuestras órdenes siempre estarán los secadores de pelo, el mando a distancia del aire acondicionado o los dos botoncitos de los elevalunas eléctricos… Para hacernos la vida aún más ociosa e inane, disponemos de alivios como la moda, la inteligencia artificial, o una multitud de fármacos multiusos que hasta nos la ponen dura… Y una de las cosas creo yo, más inquietantes: coches que dentro de poco van, ni más ni menos que a conducirnos.

Os acordáis del anuncio aquél de BMW… ¿Te gusta conducir…? Un BMV con las ventanillas abiertas y la carretera fluyendo frente ti. Tu mano izquierda abierta fuera del coche, abanicada libremente por el placer de conducir a contraviento de la velocidad. La otra de tus manos agarraba el volante; conducías tú.

Pues hasta eso nos quieren quitar… Porque es el coche al igual que lo fue el caballo una de las grandes conquistas humanas: la de la libertad de movimientos a nuestro albur. Y no dudéis de que es éso justo, después del dinero en metálico, lo segundo que nos quieren arrebatar: el libre albedrío.

O bicicletas y transporte público barato, o coches para pobres. Cochecitos capados y obedientes, que tengan como mucho tres o cuatrocientos kilómetros de autonomía, y que chiven a cada paso cualquiera de los que tú des… Que siempre sepa George Orwell por dónde vas, y cuándo y porqué usas tu tarjeta de crédito.

Tooonto…

El cabrón de George Orwell ha empezado a tener razón mucho más aprisa de lo que cualquiera hubiéramos podido imaginar.

Dejamos una especie de rastro, como de baba rastrera, a cada paso digital que damos en Internet. Nuestros datos son muestra y carnaza para oscuros sabuesos; perros de olfatos prestos a interpretar nuestra realidad presente y a decidir, lo mejor para todos y cada uno de nosotros. Y así, alguien siempre nos usa… Usan constantemente nuestro horario y nuestros gustos para invadir con impunidad, hasta la intimidad de esos minutos en los que vas a cagar tranquilo en casa y te llevas el móvil. O hasta cuando estás yendo al trabajo en el autobús y repasas en el jodido aparatito tus menesteres varios.

Tooonto…

Hemos creado una sociedad mullida de tantas perezas, que la gente se ha creido que puede salvar el mundo y comprar barato.

Soplar y sorber a la vez. Ansiamos bóbamente gustar a todo el mundo y volver a recuperar aquél nuestro niño interior. La niñez -lo infantil- es un estadío que está mariconamente sobrevalorado, porque los niños al igual que las flores son muy monos pero dan fruto sólo cuando dejan de serlo… Pretendemos recuperar una felicidad mañaca y cutre, como turistas que repiten todos las mismas aventuras ya sin riesgos y en sitios ya trillados.

Yo en cambio, querría olvidar toda esta nadería vital que nos domestica y recuperar mi animal salvaje interior… Ansiaría volver a lo de carnívoro y lo de nómada, lo de animal prístino que aún quede en mí. Regresar a mi ser homínido perdido y primigenio, omnívoro y depredador. Sentir de nuevo dentro de mí a aquel bruto lleno de pelos y miedo; bestia dejada al albedrío del frío, del torbellino, y de la completa intemperie de esta puta naturaleza nuestra.

Con lo que ahora sé, quiero dejar de ser insensible ante este presente de mierda, esta estupidez y esta ñoñería flagrantes. Es más, quiero que se me revuelvan las tripas y vomitar de vergüenza ajena frente a tanta hipocresía… Quiero atacar para defenderme si me atacan. No quiero permanecer impasible ante este suicidio vital en el que nos estamos embutiendo lentamente. Una trituradora moral, una confusión, en la que olvidamos nuestro deber de ser humanos; de ser gente amigable, receptiva, ignorante, y por ello curiosa.

Quiero luchar todos los días para ganar mi comida mientras me sea posible y duren mis fuerzas. Continuar porfiando para follar mientras esa pulsión animal así me empuje. Y proteger hasta la muerte mi cueva y a los míos… Me gustaría que se me volviesen a afilar los colmillos para volver a devorar carne cruda si fuera preciso, arrancándola a estirones de los huesos de mis presas.

Quiero matarme en una curva cualquiera o en el intento de colmar cualquier pequeña cumbre. Peleando, malfollando, o persiguiendo un sueño cualquiera… ¿Qué más da…?

Y cuando no sea así, piedras sobre mí.

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras

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Si levantas la mano, y no das

Publicado el 1 de octubre de 2019.

Cuando en mi niñez te castigaban, el escarmiento lo era, y de veras… Y nunca, jamás, se perdonaba el correctivo porque dejaba entonces de de tener sentido, de ser efectivo, de servir para algo.

«El que la hace la paga… Porque si de verdad tienes que levantar la mano, y no das; luego, no tienes fuerza pa’ná…»

Sólo se levantaba la pena en caso de que el penado, primero, hubiera cumplido una buena parte de aquélla, y segundo, diera verdaderas muestras tanto de contrición, como de un firme deseo de no volver a cometer aquellos actos causa de su penitencia.

El propósito así de los castigos, no era el del resarcimiento de una afrenta o de un delito, como lo es la pena para un reo… Su finalidad en cambio era la imposición, aunque fuere a la fuerza, de algún concepto importante, muy importante; generalmente relacionado con aspectos troncales de nuestra educación, comportamientos, o formas de actuar en determinadas situaciones vitales, trascendentes, o morales.

Por ello, la motivación de quien nos imponía un castigo ejemplar era, casi siempre, fruto de alguna forma de aprecio o de cariño, de sincera amistad, o hasta de amor…. Nadie, se toma el trabajo de castigarte si no espera inculcar algo positivo en ti, o si no desea pulir alguna mejora en tu persona… Así, el castigo es también y en cierta forma un acto de estima y de fe en el castigado, ya que con esa expiación forzosa de sus faltas, se pretende la redención de sus errores, una evidente mejora personal, o el aprendizaje de alguna lección muy muy importante.

Es un hecho demostrado, que aquella educación clásica basada en el mérito y la valía personal, en la disciplina, en el respeto a los mayores y en el esfuerzo constante, era la forma más efectiva de formar personas completas, responsables, curiosas y cultas… Y modernas.

Y, de verdad, estoy ya hasta los cojones de los independentistas… ¿Porqué no les hemos levantado una gran mano nacional, para darles una buena y ejemplar ostia, también nacional…? 🤔

Cataluña es mía también. Y de mis hijas.

….eeen fin.

Los cobardes son más, pero ésta es una lucha de valientes.

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

Ángel de la guarda…

Publicado el 22 de septiembre de 2019.

Ahora que soy más que talludo, todavía siento que cada vez que la veo, es como si mi ángel de la guarda al verme él, deseoso, corriese a darme un abrazo y un beso en verdad cariñoso; y en ese abrazo y con sincera ternura me dijese aunque con suavidad: «hasta los mismísimos huevos me tienes ya, lleva cuidaiiíco…»

Es chocante mi ángel de la guarda. Se ve que tiene buen humor y yo le adoro por éso y por cuánto me dice lo mucho que la cago. Si sólo me diera mimitos tiernos y consejos cuidadosos desconfiaría… Sólo me fío de quien me dice sin ambages lo mucho que me equivoco.

Y también se ve que sí, es verdad: todavía cuida de mí; por cómo me riñe así lo parece… Cuando no le importas a alguien ese alguien simplemente te ignora, no te regaña, no se toma el trabajo.

Tengo la suerte de disfrutar y de querer mucho más que mucho, a una hermana de ésas de las de verdad; rotunda, concienzuda y cumplidora; muy lista; pilar y sostén de mi familia, y muy muy cariñosa aunque regañona cuando la situación así lo requiera.

Como cuando antes… como cuando éramos pequeños.

Sólo somos ella y yo.

A mis dos hijas, siempre les he dicho que una de las cosas más valiosas que tienen en esta vida, es la una a la otra. Tus padres, se mueren; tus hijos, se van; tus amigos, van y vienen; tu trabajo, suele ser un asco y de ilusiones no se vive. Tu pareja es tu presente más inmediato pero puede que sí o puede que no por lo que cuídala y gánatela… Pero tu hermano, si de verdad se cultiva la hermandad, casi siempre está o estará justo ahí. Seguramente tu hermano será una de las últimas personas que abandonen tu velatorio cuando hayas muerto, y tu tumba, cuando te hayan enterrado.

La relación de hermandad si en verdad hermana, suele ser la que más tiempo dura en la vida si llegamos a viejos, ya que dura justo si te fijas más o menos lo mismo que durará tu propia vida. Es un hecho estadístico que los hermanos si llegamos a viejos, nos solemos morir todos en un breve lapso de tiempo de apenas diez o doce años. Por lo tanto, si vivimos una media de noventa años, significa que compartiremos casi ochenta de esos años en relación con nuestros hermanos… Más tiempo que con nadie.

Ésas son el tipo de cosas que hacen tan importante a tu hermano. Porque guardará toda su vida el tiempo de aquellos remotos secretos infantiles, y algunas de tus más tímidas intimidades; y conservará, lugares de tu personalidad que no conoce nadie.

Tu hermana sabe en realidad, cómo eran papá y mamá y por ello todo de vuestro pasado común y original. Sabe, si te meabas o no en la cama; lo que te hacía sólo rabiar y lo que te aterraba hasta meterte bajo la almohada; cuáles eran tus asignaturas nefastas; y cuánto lloraste por aquel amor primerizo.

Y por supuesto que se acuerda de cuántas veces le escarbaste la hucha; o de aquella vez que te apropiaste en secreto y saliste a la calle con su vestido favorito. Sabe, en realidad lo que te gusta y cuando mientes; o si lo escondes o si simplemente no lo cuentas. Nota si sufres, si disfrutas o si has llorado hace un rato… También sabe, y recuerda, esos detalles que te hacían realmente feliz.

Por eso la relación entre hermanos que han compartido niñez, tiene la cualidad de devolvernos a lo infantil que aún quede entre los vericuetos de esos adultos en los que nos hemos convertido.

Como cuando antes… como cuando éramos pequeños.

Te quiero Nena. 💕

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras

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ALEGATO DEL TERNO

Publicado el 12 de septiembre de 2019.

Vivimos tiempos moñas, faltan redaños. Tiempos èstos en los que hay que pesar y medir las palabras para o bien redundarlas, o bien esconderlas; pero ante todo hay que filtrarlas con cuidado, para adaptarlas al tamiz de un melífluo y pegajoso lenguaje políticamente correcto. Lenguaje, impecablemente acorde con esta ideología inane y de arreones que nos rodea, que nos comprime, y que sibilinamente nos reprime.

No podemos llamar a las cosas por su nombre… No.

Tenemos que buscarnos -y cavar- trincheras léxicas, para expresar no sólo a la defensiva sino cobardemente, conceptos que necesitarían ser expresados de viva voz además de con palabras presumidas y rotundas, prístinas y refulgentes.

Una verdadera mierda estos tiempos en los que hay que esconder con cuidado lo español, y sin embargo hay que enarbolar nuestras diferencias con inquina, para parecer modernos y progres, siniestros de ideas e implicados en lo político.

En realidad con esta actitud, lo que como sociedad evidenciamos es una evidente y vergonzosa cualidad ovina. Defecto éste, que cualquier sátrapa con habilidad suficiente para obnubilar rebaños, usará en su espurio favor para manejarnos a su antojo, y casi, sin que nos demos cuenta.

Hasta los huevos estamos de jovenzuelos arrogantes aunque bisoños, medianamente preparados, y que quieren matar al padre con su lerda ideología adanista, mesiánica, y zurda.

Y con ellos, vendrá el reino de los cielos… Y la iniquidad la corrupción y la injusticia, a partir de ellos, no habitarán ya más entre nosotros.

Amén. ¡Queee les den…!

Quieren enseñar al padre a tener hijos. ¡Los tontos del capullo…!

Han olvidado que sus padres y sus abuelos hicieron un trabajo excelente. Cambiaron su mundo para mejor sin duda, y escucharon a su Historia para legarnos un ejemplo y un pasado decente del que estar orgullosos. Aceptando y perdonando; asumiendo y trabajando.

Estos políticos somierdas, ahora solo buscan lo inmediato: el voto de mañana mismo. Les importa una higa nuestro común beneficio para pasado mañana.

Por eso… ¡Coooñooo 😳 a por ellos…!

…eeen fin.

¡¡VIVA EL LENGUAJE…!!

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

Júbilo. Jubilarse

Historias de Paco Sanz ✍️

Muchos al jubilarse acaban de pagar su casa, y algunos trabajadores sólo consiguen “entrar” en casa en el momento de su jubilación. No todos, claro. Hay gente que eso de jubilarse no se lo toma a bien. Muchos jubilados alemanes que residen en Mallorca acuden al médico porque les ataca “la depresión del paraíso”.

En el bar los jubilados juegan a las cartas, los que se quedan en la barra se quedan quietos ante su vaso de vino. Miran en el diario los avisos de las defunciones, hablan de la humedad, del reumatismo, y luego quedan en silencio. No hay reloj frente a la barra y el calendario ya no sirve para nada.

Dos tendencias configuran el mercado laboral: la reducción de la vida media de los conocimientos, y la mayor esperanza de vida. Te tienes que estar actualizando constantemente y te vas a tener que jubilar mucho más tarde. Si muchos profesionales liberales no se retiran nunca ¿por qué no convertir a los antiguos trabajadores en nuevos profesionales libres en vez de jubilarlos cuando todavía se hallan en la flor de su cada vez más larga vida y además, el fondo de pensiones se ha acabado?

La precarización de los jubilados es la última etapa del proceso de desaparición de la clase media occidental, su canto de cisne. La degradación de sus niveles de vida, pero también de la responsabilidad con los más dependientes así como la relegación cultural de la que éstos son víctimas, anuncia una pronta desconexión… En este sentido, el apoyo masivo de los jubilados británicos al Breixit fue un precursor.

A los jóvenes de hoy les van a cuidar los descendientes de los móviles. Para los niños nipones educados en la religión sintoísta hay espíritus vivos en todas partes. Aprecian a los robots como si fueran perros. Hay otra razón para que les quieran: para los japoneses son sus futuros cuidadores, los encargados de los cuidados en un país envejecido. El 31% de la población tiene más de sesenta y cinco años y es el país en el que el número de viejos está creciendo porcentualmente más que en ningún otro. Es como un tren que descarrilara a cámara lenta, empujado por tres constantes y parsimoniosos factores: tienen la mayor esperanza de vida, tienen una de las tasas de nacimientos más pequeña, y una de las más estrictas políticas de inmigración; el 90% de su población son japoneses puros… ¿Quién o qué va a cuidar de tanto viejo…?

Es un país de “últimos hombres”. En la sociedad de consumo y adquisición, los individuos se convierten en real y pragmáticamente últimos, desde el instante en que consienten en el modo de ser autoconsumidores débiles de ascendencia y carentes de descendencia. La alta coyuntura de la “familia monoparental”, los hogares sin hijos y las formas de vida autoerótica, llevan a lo que se ha llamado “envejecimiento retractivo”.

Envejecer iluminado en el pequeño estanque de los hábitos ha sido la mejor época de mi vida, tener la suerte de envejecer bien ha sido lo mejor que me ha pasado. ¿Lo mejor de esta edad? pues como la de todas: la alegría. La alegría de los últimos días es especial. Es un don de Dios. El júbilo de una mañana de Reyes.

Historias de Paco Sanz ✍️

¡Viene el coronavirus 😱!

Publicado el 31 de agosto de 2019.

Miedo a vivir…

El café sin cafeína, el lenguaje políticamente correcto, el creer que se puede comer sin engordar, la cerveza sin alcohol y la leche sin lactosa, también las hamburguesas vegetales, los teléfonos inteligentes o el sexo seguro, y por supuesto el querer soplar y sorber a la vez, están cambiando el mundo.

El otro día cerraron una playa, no sé dónde, porque alguien encontró una medusa; una… Eso sí, francamente peligrosa; una carabela portuguesa según dijeron algunos listos. Una especie de medusa aquélla, casi imposible por nuestros mares porque es oriunda de nuestras antípodas; peeero, el miedo es como el culo y cada uno tiene el suyo… Dos días tardaron, en volver a permitir el baño al rebaño. Menos mal.

¿Y las olas de calor…? Hasta hace algunos años yo no había asistido a ninguna; de niño nunca; se ve que en que en aquella época el sol estaría más lejos; o se sudaba menos; no sé… ¿Pero ahora…? Toma, tres tazas; una ola de calor cada quince días durante tres meses. Pues eso.

¿Y la gente…? Que oye no sé qué coño del glúten y ¡Ostiaaas! ¡Cuidado con el glúten! ¡Medio mundo celíaco…!

Coño, que vemos un celíaco y parece como que mola; como que está de moda o bien el serlo o el quedar como un histérico alimentario. Voy a quitarme eso del glúten, no sea qué…. Igual adelgazo o se me pone la piel fina; o el éso duro. O a lo mejor me transformo en hermosa alevilla ligera, o quizás en bella candelilla luminosa… Y es casi seguro que hasta logro ¿porqué no? alargar mi senilidad seis u ocho años más.

¡Cuaaanto tonto…!

¿Y la carne…? ¡Ni se te ocurra porque morirás…! O bien de pena por el bicho muerto, o bien de exceso de colesterol, o bien cuando te revienten las venas de tanto llevar cuidado con las arterias… La solución: el forraje.

Oootra vez el rebaño.

¿Y la listeria…? ¡Que se han muerto tres o cuatro de eso joder…! ¿Y el coronavirus…? ¡Que la gente se muere coño…!

Siempre siempre, y desde siempre, teníamos la obligación de de lavarnos las manos después de cagar. No sé a qué tanta alarma y semejante histeria.

¿Y ahora, qué hacemos con el rebaño…?

¿Qué hacemos ahora que hemos sembrado tanto miedo a vivir, eh… qué hacemos?

Y recordad:

POLÍTICOS NO, EXPERTOS SI…

Que no nos engañen 🤔Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras

enfermo, eterno…

Historias de Paco Sanz ✍️

Hombre enfermo, hombre eterno. El asunto se repite; he atendido a muchas parejas en las que el que mejor estaba de los dos ha sido el primero en largarse, en morirse. Seguramente, porque pasa mucho, llama la atención. Por usar las palabras como se hacía en tiempos menos discretos que los de ahora, pero de hombres más sabios:

“Para vivir mucho es arbitrio valer poco; la vasija quebrantada es la que nunca se acaba de romper, que enfada con su durar. Parece que tiene envidia la fortuna a las personas más importantes, pues iguala la duración con la inutilidad de unas y la importancia con la brevedad de otras: faltarán cuantos importaren y permanecerá eterno lo que no es de ningún provecho, ya porque lo parezca, ya porque realmente es así. Al desdichado parece que se concierten en olvidarle la mala suerte y la muerte”.

Cuando uno llega a una edad en la que un capricho es una urgencia, huye de las dificultades porque ha visto a qué conducen; cómo la enfermedad nace del mismo remedio y cómo no es lo peor para la vida el dejar de estar… Soy demasiado viejo y demasiado pobre, estoy demasiado enfermo para arrastrarme por los caminos y navegar por los mares ¿No ha dicho el Profeta: haced lo que os resulte fácil y no busquéis inútilmente la dificultad…?

Nunca me he atrevido a decirle a un enfermo que estaba muy enfermo. Espero que nunca me lo digan, será porque se quedó conmigo aquella poesía inolvidable: “Como una herramienta gastada, carecía de todo sentido mi cuerpo. Me habían dicho lentamente las palabras terribles: Estás muy enfermo. Ya me sentía separado de los demás por un muro de sufrimiento. Como las rejas de una cárcel mi cama tenía los barrotes de hierro. Trompetas finales sonaban en la noche sin luz y sin sueño. Los ángeles blancos partían y venían volando los ángeles negros”.

No hemos encontrado una mejor manera para no morir joven que la de envejecer, y ningún medicamento es mejor, para evitar que la senectud se convierta en senilidad, que la curiosidad. Y para alejar el momento de la muerte no hay nada mejor que la alegría. Y que el valor no falte, claro. Ser valiente es ser bueno.

La alegría influye en el organismo mejor de lo que lo haría el médico más hábil. Dispersa ese miedo a estar enfermo que todo lo agrava. Sí es cierto que existieron solitarios que aguardaban la muerte como una gracia divina, pero no me extrañaría que hubiesen muerto centenarios. Esta longevidad que admiramos en los ancianos, cuando ya han dejado de interesarse por todo, procede sin duda de que ya no sienten miedo a morir… Comprender cosas como éstas siempre es bueno, del mismo modo que entender que la rigidez provocada por el miedo hace caer al jinete, o que el borracho al caer no se hace daño. Hay un tipo de despreocupación que supone una gran y poderosa forma de astucia.

¿Cómo ha llegado nuestra cultura a dar a la enfermedad el sentido de una desviación, y al enfermo un trato que lo excluye de la sociedad?

Historias de Paco Sanz ✍️

Mi primera vez…

Publicado el 25 de agosto de 2019.

Ella no se acordará, pero yo sí.

Continuó con su cortejo en aquella pinada donde nos apartamos. Era ya de noche y me llevó al abrigo ciego de una pendiente; tumbados en la ligera cuesta de una duna a cubierto de cualquier mirada voyeur… Oíamos la música cercana de los coches de choque. Éstos, eran la atracción estrella de la feria en aquel puebluco y el sitio donde por casualidad nos habíamos tropezado ella y yo. Lo recuerdo como si hubiera sido ayer justo; justo ayer.

Era imposible no fijarse en el palmito de aquel cuerpón paseándose delante mío, pese a su vestido. Ella no es que me gustara ni mucho ni poco, pero a mis quince o dieciséis años confieso que la veía como a una irresistible oportunidad; mi oportunidad; mi primera oportunidad.

Olía maravillosamente y me daba igual que fuese un poco ampulosa en carnes, que luciera aquel pelo negro ensortijado y tan corto, o que mirara un poco extraño con uno de sus ojos desde aquella cara tan pálida. Ni siquiera recuerdo cuál era el vizco, si el derecho o el izquierdo. Tampoco me importó su reputación picante y famosa en el pueblo; no era el mío.

No podría recordar su cara con precisión pero lo que sí recuerdo es lo excitante para mí de su nombre: Mari… Y asombrosamente, diríase que todavía hoy me excito imaginándome oyendo su hermosa, su hipnótica voz. Es curioso que recuerde aún vívidamente aquel tono de voz grave de chica mayor, jugoso y sugerente. Y su delicioso deje valenciá.

Y es chocante porque el extraño atractivo de su voz no le hacía juego para nada, ni con ese cuerpo como que difícil, ni con su cara de mirada digamos que compleja.

Pero con esa voz embaucadora y sus casi diez años de ventaja, consiguió cual flautista de Hammelín hacerme seguir el rastro de sus feromonas hambrientas, carnívoras. Me eligió ella a mí como no podía ser de otra manera. Aunque supongo que también el rastro de mis feromonas así mismo necesitadas, desbocadas y receptivas a cualquier estímulo, ayudaron a la cosa. Pero juro que me eligió ella a mí.

Desarmado, me rendí ante aquel paseillo de exuberancias. Jamás había visto un escote así ni así de cerca; y nunca, se me había permitido deleitarme en la observación detenida de las voluptuosas hechuras de tetas ni culo semejantes.

Y no digamos nada de mi rendición cuando ya palpando, bajé las manos de su cintura.

No estaba buena como entenderíamos hoy pero era fragante, rotunda y excitante, limpia y mullida, sobrada de recovecos cálidos y húmedos donde incitar mis manos vírgenes e inexpertas.

He de reconocer que recuerdo todo de aquella chica con una especie de agradecimiento y de verdadero cariño; seguramente provocado por esa cercanía entrañable de mantener cómplice un muy antiguo y trascendental secreto… Algo en mi vida que debo a ‘aquella chica’ y al arrebato del delicioso recuerdo de su olor.

Y claro, cuando ella empezó a exigir yo me asusté un poco lo reconozco; pero no así mi excitación, que siguió encabritada pese al susto… Y recuerdo la arena de aquella duna y aquellas urgencias caldosas, ¡cómo restregaron a contrapelo mis carnes ansiosas…!

…eeen fin.

¡Qué daño! ¡Pero qué gusto…!

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

La patria de las personas

Es chocante que después de más de dos siglos de decadencia los hispanos todavía seamos la segunda o tercera potencia cultural del mundo. Por algo será… Acordémonos de nuestro Maestro Don Quijote y de su creador Don Miguel. El genio creó el mito, pero nosotros parece que ahora somos imbéciles manejando la mitología.

Imaginemos como hicieron los vascos matándonos y ahora hacen los catalanes cagándonos, que la patria de las personas fuera su lengua; las formas del entramado mental con el que las personas resuelven sus problemas; su sonido y su idiosincrasia al comunicarse y al pensar, es decir: la pureza de su lenguaje.

¿Qué fascista, no…? 🙄😳

Imaginémoslo…

Pues dicho ésto, en ese ámbito imaginario de la lengua, España -el español, lo hispano- estaría en el tercer puesto en cantidad de hablantes en el mundo después del inglés y del chino, y el segundo en uso y cantidad de contenidos en Internet… Más que el ruso, el francés, el alemán, el portugués, el árabe, el mandarín o el japonés, el tagalo, la escritura jeroglífica, o la cuneiforme. Casi el diez por ciento de todo aquél que se conecta a Internet en el mundo lo hace en español. Unos seiscientos millones de personas…

¡Qué cosas lo del español…!

Ahora somos una mierda internacionalmente, pero culturalmente hemos sido siempre medalla de plata o de bronce y sólo nos aventajaban nuestros sempiternos adversarios anglosajones; pareciera que siempre, como colectivo, los hispanos nos hemos conformado con disputar los octavos de final cuando deberíamos haber jugado la final siempre.

La forma en la que hablamos nos une más que cualquier otra cosa. Yo, por ejemplo -y que la progresía me perdone- siento mucho más cercano a un boliviano que me habla en español y vivía a siete mil kilómetros de mi casa, que a un norteafricano o a un francés que viviesen a trescientos y me hablasen en un español trastabillado… Es paradójico, pero es así. El idioma hermana, acerca, iguala. Durante nuestra guerra civil, uno de los episodios más dolorosos que ambos bandos relataban fue el de tener que asistir a la muerte del enemigo rezando en tu misma lengua, acordándose de tus muertos y de su madre en español, y «muriéndose con palabras en la misma lengua que uno…»

Atendiendo a los códigos penales y las leyes vigentes en el mundo actual, sólo hay dos tipos de personas: físicas o jurídicas, o seres o empresas, ciudadanos o naciones. No hay más… Si primero hacéis del lenguaje frontera y luego hacéis del lenguaje trinchera, sois unos hijosdeputa.

…eeen fin. Que no pase más.

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

…….

Del sofá, al Camino de Santiago

Publicado el 11 de agosto de 2019.

Cuarto día.

Llevo los gemelos, amén de otros músculos, como si me los hubiera masticado un perro de presa… Para colmo esta mañana, a los setenta pasos justos de empezar a andar me ensartó, por la espalda, una contractura que me traspasa las costillas del pecho como si llevara clavado un destornillador. Si en vez de en el lado derecho, sufriera semejante dolor en el izquierdo, pensaría en los síntomas de un infarto… También me duelen y se me duermen los brazos, algo hinchados por la presión sanguínea debido a la compresión del peso de la mochila en mis hombros.

Los primeros días se convierten en una especie de fase de endurecimiento. Los pies a partir de los quince primeros kilómetros, arden bajo el peso y los golpes continuos de los pasos trabajosos. La sensación es de que caminas en carne viva, tal que si andaras con muñones, clavándote pese a tus suelas todas y cada una de las piedras y arrugas del Camino.

Es curioso cómo el Camino mismo, si te atreves y te comprometes con él, te pone en forma por fofo, maganto, temeroso, o desentrenado que estés… Te va endureciendo desafiándote, despacio; pero empieza destrozándote primero, consumiéndote poco a poco, paso a paso. Vas sudando, exprimiendo, purgando de tu organismo hasta la última gota de las toxinas que has acumulado, debido a la mierda inevitable de convivir con muchas de tus monotonías cotidianas.

Como pentenciando pecados, o defectos, que no reconocemos en aquélla nuestra otra vida fuera de ésta.

El caminar va así demoliendo, triturando tu voluntad y tu anquilosada musculatura, con cansancio y puñaladas de cristales de ácido láctico; tentándote constantemente a la rendición, al abandono, y a veces hasta a el llanto… ¿Qué cojones estás haciendo al límite de la derrota, de la lipotimia o del esguince, a más de mil kilómetros de tus cosas…?

¿Es un reto físico, una huída interior, un viaje iniciático quizás…? ¿O tal vez, sólo, eres tonto del culo castigándote así…?

¿Acaso, penitencia?

Y llueve; no deja de llover coño. Cuatro días ya. Y no es que llueva mucho pero llueve jodiendo… Llueve como de lado, llueve de frente y también de abajo arriba. Llueve, y la ventisca incesante enloquece jugueteando con el orvallo, mezclándolo a ráfagas con mi sudor, y metiéndomelo por los vanos del chubasquero de tal manera que, a mares, me chorrean hasta las ingles.

Nubes, todo nubes, siempre nubes. No se puede ubicar el sol en el cielo, tampoco el oeste en la tierra… No te lo permite esta luz difuminada, nubosa y lechosa. Luz que es siempre la misma ya sean las nueve de la mañana o las cinco de la tarde. Luz fría, pareciera de un gigantesco tubo de neón, grisácea, y sin sombras.

Cada día que pasa estás más fuerte; eres más duro, necesitas menos. Y quedan atrás el trabajo, la familia, tu cama, los amigos, tu ropa seca del todo, y tú…

Y continuará, porque todo continúa.

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras