DOS COSAS ME GUSTARON

Ya nos conocíamos tiempo ha, pero salíamos juntos solo desde hacía dos o tres meses. Él estaba deseando que sus dos hijas me conocieran, pero como hacía poco de su separación, con mucho tacto y para presentármelas, me pidió si no me importaba que hiciéramos como que un día, yo, aparecía paseando cerca de su casa, digamos que por casualidad… Para que no pareciese que había habido algo que él no les había contado, hizo creer a sus hijas que ellas formaban parte del inicio de nuestra relación. Quiso que fuese algo bonito, compartido con ellas, cosa de los cuatro… El que me pidiera tan sinceramente tener aquella especial precaución para con sus hijas, en el fondo, creo que fue una de las cosas que más me gustó.

Más tarde, me escribió:

«…Entraste en sus vidas con el revuelo de tu larga falda ondeada por el viento de lebeche, paseando por la playa… Estábamos sentados en el porche, los tres; ellas dos jugaban y a mí me mordían los nervios. Serían las doce del mediodía cuando, como teníamos pactado, te nos apareciste digamos que por casualidad, caminando… Vimos una especie de hermosa hippie con el pelo largo y revuelto también por el lebeche, que se nos acercaba, esgrimiendo una irresistible sonrisa de boca grande y una mirada gris verdosa indefinida, que nos provocaron una muy atractiva sensación… Llegaste, nos miramos, me cucaste un ojo, y nos saludaste cómplice y fingidamente extrañada por el muchísimo tiempo que llevábamos sin vernos, y tal… Al ver mis hijas lo muy amigos que parecíamos y lo tristón que estaba yo, y como se ve que les gustaste, cual pequeñas pícaras celestinas y entre miradas y risitas, de inmediato, te invitaron a comer con nosotros una pizza que, casualmente, teníamos ya preparada

Reconozco que aquel día me gustaron especialmente dos cosas y la primera fue aquella precaución inicial suya… La segunda, ahora os la cuento.

Al menos él sí había dormido la siesta, cuando nos propuso lo de ir a dar una vuelta por ahí. De repente, tuvo el valor de disponerse a salir a la calle con el bañador aquél chillón rojinegro de hojas y frutas, a juego con una camiseta marinera blanca con rayas horizontales algo ajustada; además de con unas zapatillas deportivas, que creía él, combinaban a la perfección con calcetines de media caña blancos de los de franjas azules y rojas… Tal, que parecía un alemán viudo de ésos que viven en Torrevieja y van todo el año con sandalias marrones y calcetines azul marino de entretiempo, puestos además de bermudas caquis combinadas con camisas tropicales; así, pero como más atrevido.

Lo primero que vi fue el gesto de resignación en la cara de su hija la mayor; su padre iba hecho un sayón, un hortera… Menos mal que luego cuando él me miró, y luego se miró él, me preguntó levantando las cejas aquéllo de:

– ¿No…? 😳

No le dije ni media, solo bajé la mirada meneando la cabeza casi imperceptiblemente, y conteniéndome de decirle aquello de ‘alma de cántaro…’

Y hubo, en ese momento un instante de silencio y de extraña sintonía entre nosotros. Se dió la vuelta, volvió a entrar en casa, y al rato salió, digamos que bastante menos rocambolesco en su vestir… Y justo en ese instante, me enamoré.

…eeen fin. 😂🤣

Gracias por leerme 🙏 💕

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras

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2 comentarios en “DOS COSAS ME GUSTARON

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