Sinsonte y Pelafustán

Historias de Paco Sanz ✍️

Hay cada vez más autores de artículos y menos lectores. El saber se fragmenta y esterotipa: para triunfar como investigador lo mejor es saber no mucho sobre casi nada y no salirse de los cauces metodológicos establecidos. El impulso renovador que resulta del mestizaje entre disciplinas sólo se produce muy raramente. Un investigador de prestigio puede ser un personaje profundamente inculto, que ni siquiera haya reflexionado sobre las conexiones entre la parcela que cultiva y el conjunto de su área, y no digamos entre ésta y las demás, ni en la relación de lo que hace con las necesidades de la sociedad. Estos peligros no son sólo de ahora ni de aquí; ya advertía Ortega, y eran muy otros los tiempos, sobre el riesgo de que cualquier sinsonte e incluso cualquier pelafustán pudiera alcanzar fácilmente posiciones de influencia en la universidad.

Se publican tantos artículos científicos que necesitamos algoritmos artificiales para saber de algo que te interesa, que es original, y que ha pasado la revisión de los pares (peer review). Y cuando hay tanto publicado sobre un tema, es como cuando le preguntas algo a un filósofo: enseguida te olvidas de qué has preguntado.

En la historia de los descubrimientos, lo primero que se averigua no parece que vaya a servir para nada. Como cuando Volta le presentó la primera pila a Napoleón. El emperador preguntó: “¿Para qué sirve?” Para nada, claro. Luego alguien encuentra en aquel primer descubrimiento, algo que enlaza con otros parecidos o responde a otras preguntas, que se pueden aplicar a algo… luego llegan los ingenieros, los artesanos, los inversores, los vendedores… Y es posible que eso lleve a nuevas maneras de considerar la realidad, porque sin el microscopio o el telescopio sería una muy otra. El trabajo de los científicos ahora, es cada vez más, acompañar y explicar los hallazgos empíricos de quienes juguetean con la tecnología y terminan por descubrir algo.

Suelo encender una vela para que me haga compañía, y para dar a mi presencia en el estudio y ante las pantallas un aire real. Y me acuerdo de Edison, el inventor, que cuando por fin encontró la manera de conseguir que la electricidad fuera de de un lado a otro, con pocas pérdidas y pudiera encender bombillas a mucha distancia, dijo: “pronto, en las casas, sólo encenderán velas los ricos”. Me siento rico cuando pienso en ello.

Las mejores fantasías e historias sobre la humanidad no han sido cantadas por los bardos ni escritas por novelistas o guionistas, sino contadas por los científicos. Me siento como Proust agradeciéndoselo, porque con sus descubrimientos han contribuido “a levantar parcialmente en nuestro honor el velo de miseria e insignificancia que nos deja indiferentes ante el universo”.

«The stories of science are far more magnificent, grand, involved, profound, thrilling, strange, terrifying, mysterious, and even emotional, compared to the stories told by literature…» Las mejores metáforas, no son cosa de poetas sino de científicos. Poéticamente habitan el mundo. Son especialistas en ideas de las que Pauli hubiera dicho eso de: “Ni siquiera son falsas”.

Historias de Paco Sanz ✍️

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3 comentarios en “Sinsonte y Pelafustán

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