Me asombra ser una sombra…

Historias de Paco Sanz ✍️

“Me asombra ser una sombra, pero más me asombraría que tú, que eres otra sombra, te asombraras de la mía”. Voy herido por la vida y por la muerte, por el tú y por el mundo. A la herida de la vida cabe llamarla placer; amor, a la que a ti te debo; a la de la muerte, angustia; a la del mundo, asombro. Dicho de otra manera: abrazo de la vida con el placer; me angustia el roce de la muerte; mi amor, el presente eres tú; y al asombro que me causa el misterio del mundo, nunca me canso de despertar.

El asombro es un estado previo al filosofar, en tanto que surge a partir de la percepción de algún objeto o evento digno de ser cuestionado. Heidegger consideró que el asombro (“erstaunen”) es una experiencia fundamental que nos conecta con una comprensión más profunda de nuestro ser y del mundo en el que hemos sido arrojados. En el caso de Platón, consideró al “thaumazein” (asombrase, admirarse, maravillarse) como el deseo de conocer y comprender más allá de las apariencias sensibles y superficiales.

Los niños pequeños tienden a propasarse con las preguntas de “por qué”. Nacemos con una especie de asombro ontológico (thaumalazeim) que va cayendo en el olvido según nos acostumbramos al terreno. A Gödel, su profundo thaumalazein infantil le duraría toda la vida, de manera que al niño a quien llamaban Herr Warum se convertiría en el descubridor de la incertidumbre, de la incompletud matemática…

Para Wittgenstein “la expresión lingüística correcta del milagro de la existencia del mundo es la existencia del lenguaje mismo”. La existencia del mundo es un milagro, efectivamente, algo inexplicable, asombroso y a la vez luminoso, aunque para que el mundo como milagro luminoso nos aparezca, ha de llevar consigo su sombra. Sin embargo, lo esencial de ese milagro luminoso no es otra cosa que el lenguaje. Y eso lleva a Wittgenstein a afirmar que ética y estética son lo mismo, o, como comenta Trías, “son uno”: el lenguaje no es algo baladí porque todo el mundo lo use, como la comida o el sexo. El lenguaje es lo único capaz de darnos a conocer el milagro de la existencia del mundo de modo sensible. No hay ética sin estética ni mundo sin lenguaje.

Me asombra como cambian las palabras: En algún momento entre la edición del RAE en papel en 1976 y la digital, la primera acepción de “curiosidad” había pasado de “deseo de saber o averiguar una cosa” a “deseo de saber o averiguar alguien algo que no le concierne”, atribuyendo una dimensión moral desconocida al principal impulso del científico. En cuanto a “asombro” la definición como “susto, espanto” es peor que la que aparece en Google: “impresión que en el ánimo que algo o alguien causa a una persona, especialmente por alguna cualidad extraordinaria o por ser inesperado.

Me asombra seguir escribiendo, pienso que escribir es únicamente asumir la sacralidad que llena cada instante, es la humilde anotación, que tiene en el asombro su comienzo, que disfruta viviendo intentando encontrar el logos que alienta en todas partes.

Historias de Paco Sanz ✍️

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