Morir atado a un muerto

El otro día en su programa de radio matutino, el gran Federico Jiménez Losantos usó en una de sus tremendas imágenes (radiofónicas), una metáfora, una comparación que me heló la sangre, para ilustrar la situación actual de España.

Contaba el erudito y no solo periodista, que, en un tiempo en el que como arma hasta se lanzaban cadáveres infectados de peste y viruela por encima de las murallas para sitiar y ganar una ciudad, los romanos idearon el peor castigo posible que se le podía poner a nadie. Peor que el desmembramiento en vivo, la hoguera, o peor que la crucifixión: atarlo a un cadáver sin posibilidad alguna de separarse de él… Terrible. ¡Qué tiempos aquellos…!

Así como hacían los egipcios con sus momias, los romanos ataban a esos pobres condenados formando un todo con el fiambre. Y así, inmovilizados y en contacto con semejante compañía pudriéndose, los desdichados atados a ese castigo y abandonados a su suerte, indefectiblemente morían lentamente o de hambre, o devorados por alimañas, o debido a las terribles infecciones provocadas por la podredumbre del fardo muerto al que estaban atados. No había fallo.

Creo que el bueno de Federico quería decir que España hoy está atada no a uno sino a dos muertos: Cataluña y Las Vascongadas. Que la podredumbre fruto del odio comunista, nacionalista y religioso, rancio y amasado durante tantos y tantos años en estos eriales morales subvencionados y llenos de cobardes, nos ha infectado ya a todos los españoles… Hasta el momento el miedo y la cadaverina solo apestaban en aquellos territorios pero ahora se han extendido, desbocado, desbordado, porque ya hiede en todas partes y por ello terminaremos todos muertos si no hacemos nada… Seguro.

La comparación sé que es terrible, peeero:

Desenterramos a los muertos.
Soltamos a los asesinos de ETA.
Pablo Iglesias es hijo de un terrorista.
Siempre hablamos de la guerra.
Soltamos a los violadores.
La Veneno y Bárbara Rey son un ejemplo.
Plácido Domingo no.
Castramos a los adolescentes.
Casi justificamos a los pederastas.
Se tiran los pájaros a las escopetas.
Los empresarios son ladrones.
Los perros se humanizan.
Los hombres se aperrean.
El aborto es simplemente un derecho.
La eutanasia es solo un avance.
Se equivocan con las leyes.
Nos gobiernan los más lerdos.
Se equivocan con los trenes.
Nos okupan los okupas.
En Valencia está pasando lo mismo.
Nos okupan los catalanes.
En Galicia, casi igual.
Todo el mundo roba y miente.
Gobiernan con el odio, lo fomentan.
¡Que muera fuera el Rey…!
Comunismo.

El nacionalismo del nacionalsocialismo nos ha atado nuevamente al cadáver del socialcomunismo, ofreciéndonos de nuevo solo la guerra civil como solución: es decir, la muerte de todos por podredumbre.

Y resulta, que la cosa es muuucho más sencilla y da igual si eres hombre o mujer, de Huelva o de Gerona, obrero o empresario, maricón, transexual, bisexual o heterogéneo, multigénero, ambiguo, quizá solo tímido, cura, o simplemente sensible, o enamoradizo:

¡No se pega, no se roba y no se miente, y por supuesto no se mata…! Nunca. ¡Faltaría más…! ¡Y búscate la vida o te mueres de hambre…! ¡Trabaja, y ten vergüenza al menos si alguna vez te portas como un canalla, te pillen o no…! Se llama remordimientos, conciencia, dignidad…

Todo lo demás son tonterías.

…eeen fin.

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

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