Publicado el 8 de agosto de 2021.
Acordándome de mi padre, y como a cada tonto le da por algo, me ha dado por hacerle fotos a su viejo reloj, el mismo que ahora llevo yo… Cuanto más lo miro de cerca y más palpo ese artefacto, más me da por pensar cómo no en mi padre y cómo no en el tiempo: ¡cómo nos gasta el cabrón…!
Me lo ceñí solemnemente a la muñeca izquierda diez o doce minutos después de que se muriera; tanto su cuerpo como el metal de su reloj estaban todavía calientes, y claro, no quise dar tiempo a que ese preciado calor se enfriara y se perdiera. «Ponte el reloj de tu padre» dijo mi madre «más de cuarenta años tiene…» Los relojes son máquinas cuyo único fin es durar y funcionar, marcar el tiempo sin fallo, cuánto más tiempo mejor.
Pero hoy en día la gente no entiende mucho éso de llevar en la muñeca un reloj clásico porque cualquier cachivache te da la hora: tu nevera o el microondas, una radio encendida por ahí, el salvapantallas de tu portátil, y cómo no, tu móvil. ¿De qué sirve portar un chisme que sólo te da la hora…? Cualquier dispositivo inteligente en tu muñeca te dice cuántas veces has respirado, parpadeado, cuántos pasos has dado y a qué horas y por qué calles, cuántas calorías has quemado… Recopila el artefacto absolutamente todas tus constantes vitales y pulsaciones por minuto, para así deducir cosas como hasta lo que comerías mañana a mediodía.
¡Menuda es la inteligencia artificial…!
Como lo llevo siempre conmigo, cuando lo recogí tras llevarlo a restaurar me advirtió mi relojera tajantemente que no lo trasteara para nada. Que lo cuidara… Y por ello, ni siquiera le cambio la hora cuando toca: no lo toco, para nada; ya me adapto yo… Solo lo llevo, y lo dejo a él que marque el tiempo y la hora que le dé la gana, pero éso sí, sin pararse… Tic tac, tic tac.
Por otro lado, el metal de ese reloj estuvo más de cuarenta años en contacto directo con su piel, como sintiéndolo; metal vibrando con cada latido de las venas de su muñeca izquierda… Energía. Latidos de alegría, de miedos, de orgullos o de lo que sea, pero latidos de los que quiero creer que este reloj se fue como impregnando, conservándolos en cierta forma, y de los cuales ahora quiero hacerme a la idea también de que soy algo así como el guardián, el portador.
Latidos, tic tac, tic tac.
…eeen fin. Gracias por leerme 🙏
Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.
……
También tengo el reloj de mi padre, mejor dicho, sus relojes. Tenía más de uno, unos cuantos, y sus últimas palabras antes del accidente de coche que lo mató fue: «tengo tiempo, soy el dueño del tiempo.»
Quizás por ese motivo no consigo usarlos.
Y, Justo ahora cuando necesito de un reloj para controlar un trabajo que estoy haciendo, pensé en comprar uno de estos cachivaches digitales, cuando tengo unos q con poner batería y limpiarlos me funcionarán de maravilla, y que además me vienen con recuerdos…
Gracias por tu publicación, me hice pensar y valorar la situación.
Saludos!!
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Gracias a tí Roseana por tan bonito comentario 🙏
Un abrazo 🤗
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Una buena historia, ójala la vida te regale un heredero tan digno como tú, con la sensibilidad de apreciar lo que vió y no contó ese guardián del tiempo..
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Hermano Rabanaque, muchísimas gracias por tu comentario. 🙏
Y gracias por leerme 🤜🤛
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Me sentí muy orgullosa de tener un amigo (puedo decir eso??) que mantenga los principios de cultura y mucho más , el más importante : conservar con amor el legado que su padre le dejó al partir.. Antonio: me has conmovido..Raquel
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Me sentí orgullosa de tener un amigo (puedo decir eso??) que mantenga los principios de cultura y mucho más importante: conservar con amor el legado que que su padre le dejó al partir..Antonio: me has conmovido..Raquel
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Vaya un comentario más cariñoso que me has hecho Raquel… El hecho de que me leas y me entiendas es mágico.
Gracias por tus comentarios 🙏😘 💕
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