Mariola…

¡Qué bien lo hemos pasado una vez más Mi Señora y yo en el Camping…! Es un lugar de ésos cuasi paradisíaco, perdido entre unas de las montañas más bonitas que tiene nuestra región. Y resulta que además está cerca de un montón más de sitios naturales maravillosos, por sencillos, por cercanos, cordiales y amistosos. Y todo ello auténtico, lejos, del tremebundo barullo turístico de la costa.

El sitio tiene dos ventajas para mí importantísimas, fundamentales para ser un verdadero paraíso en medio de la naturaleza: la primera es que andando cueste mucho encontrar civilización, y la segunda, es que a sólo veinticinco minutos en coche tengas todo lo que la civilización pueda ofrecerte… No te esperas un paisaje así en la mediterránea Valencia peeero, así somos los valencianos: tenemos de todo. Tiene, la piscina creo que más grande y situada a mayor altura de toda la provincia. ¡Qué frío…! Me resultó chocante mientras nos asfixiábamos de calor a más de cuarenta grados, que el agua de aquella piscina estuviera tan tan fría… ¡Qué alivio…!

Y claro, cuando me fui metiendo en la piscina y el agua me empezó a llegar hasta casi las ingles, la cosa, ya era como para pensármelo un poco… Algo tan tan frío era todo un reto a la vez que una tortura para mis pobres huevos, aunque también todo un alivio para el calor de mis calenturas.

¡¡Ahhh, queeé friiío, coooño…!!

El agua estaba tan tan fría, que la piel de gallina no se te quitaba ni el pajarito se te asomaba mientras estuvieses en esa piscina tan alta ella, situada a tanta altura… ¡Pero qué calor hacia fuera, coooño…!

Estaríamos a unos mil metros de altura, a más de cuarenta grados -repito- y a diez de agosto; y el sol, picaba de lo lindo en aquella piscina mientras nos apretujábamos casi asfixiados por el calor bajo las sombras de los árboles plantados alrededor… Y no sé por qué, recordé entonces aquéllo de ésa extraña propiedad física del agua: su calor específico; éso de que cuesta mucho calentarla pero también cuesta mucho enfriarla y tal.

Como la amistad. Pensé…

Y el caso, es que lo mío con Juan Mestre y con su Camping es una de esas relaciones inolvidables que costaría mucho enfriar, y que encima se ve que tampoco hace falta calentar. Parece ser que mi amigo Juan es uno de ésos que no hace falta que el tiempo pase, o que aunque el tiempo pase nunca es una falta, es decir: que siempre parece estar ahí mi viejo amigo Juan sin aspavientos, sin necesidad siquiera de frecuencia.

Estoy en una edad en la que ya no debería presumir de nada, ni siquiera de amigos ya que los que me quedan sólo ellos lo saben… Pero cuando notas el cariño, y luego sientes el deseo de corresponder al mismo, notas la amistad.

…eeen fin. 😍

Que te quiero Juanito…💕 Y ponme a los pies de Doña Isabel.

Hasta el año que viene… 🤗

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

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