Las Normas, el Lazarillo, y don Quijote.

Publicado el 13 de marzo de 2021.

la Picaresca y el Valor

Hasta el último maravedí del bolsillo nos quieren sacar… Envueltos, vigilados y pastoreados por este opresivo ambiente social tan políticamente correcto y tan moña, tan lerdo y mariquita, hemos claudicado convirtiéndonos sólo en una especie de masa amorfa: justo en éso que muchos han dado en llamar ciudadanía… Han hecho de nosotros una panda de inanes anónimos; de cobardes.

— ¡Ciudadanía serás tú, gilipollas…!

— Yo, soy español.

La del Lazarillo de Tormes, pese a ser obra anónima, es una de las más grandes de la Literatura Española y Universal. Por algo será… Aquél desconocido, al describir sin piedad ninguna la picaresca necesaria para soportar la dureza de la sociedad en la que sobrevivía, nos tiró la primera piedra a la cara de cómo somos realmente, y luego, muy anónimo él, escondió la mano. Lo cual es algo muy universal, muy humano y por ello muy español. Hoy, ésto de pensar y sobrevivir siéndolo -español- se ha vuelto tan difícil que, además de que quieren arrebatarnos los maravedís y hasta la picaresca para recuperarlos, tampoco se ve que se lleve ya éso de la caballerosidad y la valentía de nuestro Maestro Don Quijote: aquéllo, de mantenerse con la generosidad y la entereza de alguien un poco loco pero libre de miedos y tonterías.

Tampoco, se ve que se lleva ya aquéllo de lazarillear por ahí para buscarse la vida. Cosa un poco rara dado cómo están los tiempos y siendo un hecho, que estamos rodeados de tantos tontos ciegos y tantos cobardes como desde siempre ha habido. Se ve, que ahora llevamos mejor lo de que nos den una paguica… Así, también, nos dejamos de tonterías.

¡Ay, si el Lazarillo de Tormes o Don Quijote levantaran ahora la cabeza…!

Si hubiese cumplido, siempre y a rajatabla, todas y cada una de las normas que a lo largo de la vida muchos han pretendido inculcarme o imponerme, creo que todavía seguiría siendo vírgen: es decir, sin follar e igual de tontolaba y de inocentón que lo era en mi adolescencia… Nunca habría leído aquellos libros ni me hubiese ido voluntario a aquella mili, ni habría ido nunca por tierra a casi trescientos kilómetros por hora… No sabría lo que son experiencias así. No sabría lo que es saltar al mar a ciegas desde las calas de Torrevieja ni me habría emborrachado jamás; y fumar porros, decir palabrotas o no ir a misa, seguramente seguirían siendo pecados mortales.

Casi nunca me ha engañado el primer juanlanas con el que he tropezado cuando iba a una gran ciudad, pese, a que siempre he sido muy de pueblo y siempre se me ha notado mucho… Cuántas gracias le doy a Dios por librarme de no haber sido un abstemio de la vida; de no haber sido un desabrido miedoso que no se bebía todo lo que pillaba por ahí. La vida misma.

Creo, que un moderado impulso genético que de alguna forma nos empujase a saltarnos ciertas normas estúpidas, debería formar parte de todo ADN humano… Por ello, la persona que cumple siempre y sí o sí todas y cada una de las normas que se le dictan, creo, que seguramente es poco astuta, está poco loca para ser un Quijote, y no sé si sería siquiera un buen Lazarillo…

eeen fin. ¡Mejor que te quedes en casa…!

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

8 comentarios en “Las Normas, el Lazarillo, y don Quijote.

  1. Me ha encantado el texto, pero al párrafo final le pongo un pero, y no por lo escrito, sino por lo que me ha venido a la cabeza. Ellos, los malditos que se saltan las normas a la torera con las dos manos, mientras que con sus posaderas nos imponen unas normas que nos hacen agachar la cabeza. ¿Te he dicho que estoy hasta los huevos de ellos? Yo también he tenido una infancia bonita, extraordinaria la definiría… saltando charcos y haciendo pecadillos confesables… Pero estos hacen la ley y el pecado y se quedan tan anchos… Supongo que habrán tenido una infancia muy triste y por eso lo hacen a destiempo. Gracias por despertar la vena crítica que todos llevamos dentro…

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  2. Buenas. Me ha gustado tu texto, está bien escrito y se lee de forma agradable. Justo ahora estoy releyendo el Quijote, una obra maestra sin par. El Lazarillo de Tormes vendrá un poco después.

    Estoy de acuerdo con algunas cosas que dices, pero con otras no, la verdad. El tema de la censura (a veces incluso retroactiva) y la mojigatería actual me toca bastante las narices, como a ti. Es jodido que se quiera esconder la realidad convirtiendo el arte en Disney. Como si al no escribir sobre la cruda realidad ésta no existiera. Vivimos en un mundo muy chungo y los medios de expresión artística tienen la obligación de reflejarlo, de ser un canal de denuncia; so pena de convertirse en un velo que tapa las cosas como verdaderamente son, lo cual es contraproducente y profundamente estúpido.

    En cuanto a las paguitas, no estoy en contra de ellas en esencia, hay quien realmente las necesita por sus circunstancias personales, en las cuales podemos vernos todos. También hay mucho caradura, es cierto. Y mucho listo que usa el dinero público para comprar el silencio o los votos. Es un tema complicado, pero creo que es la responsabilidad del que tiene más suerte o una mejor posición (la mayoría de las veces conseguida con sudor y esfuerzo) echar un cable a quien lo está pasando mal.

    Y sí. Como se dice, una pizca de rebeldía es la sal de la vida. La masa anónima que sigue normas sin planteárselas, la masa cobarde y borrega, no me merece ningún respeto. Uno debe tener su propia tabla de valores y, si puede, sus propias ideas. Renunciar a eso por comodidad o seguridad me parece algo muy triste.

    Un gusto leerte, Antonio.

    Un saludo.

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