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Pollo al tajín

Un árabe.
Un pollo entero, limpio.
Un tajín.
Aceite de oliva.
Sal de ajo.
Pimentón.
Sal.
Mostaza.
Especias de cocido español: mezcla de pimienta, clavo, canela y nuez moscada.
Hierbas provenzales: mezcla de tomillo, romero, orégano, perejil, u otras…
Un vaso de agua, o de vino tinto.

Recuerdo cuando paseábamos mi Señora y yo de la mano frente al escaparate, en una de las calles aledañas al hotelito donde nos habíamos alojado en Jumilla. La tienda era de un moro y en el letrero ponía Frutas El Ouizi, y fue chocante porque a mí me dio por leer Frutas El Luisi… Si te fijas, no me dirás que no se parecen. Pero bueno, el caso es que a mí me hizo gracia lo del nombre y al ver el artefacto tras el cristal -el tajín- me llamó también la atención y claro, entramos.

Hay que hacer un engrudo con todos los ingredientes menos el vino; untar con él el pollo por dentro y por fuera y macerarlo durante al menos un par de horas.

Era una de esas modestas y típicas tiendas árabes que gracias a Dios no se parecen para nada a las nuestras, porque siempre saldrían ganando con la comparación… Y estaba llena de sacos de graneles de arroces, garbanzos, habichuelas y harinas varias, colocados sobre palets y desordenados en uno de los dos únicos pasillos de la tienda. El otro pasillo terminaba en el expositor de la carne, y a su largo estaban expuestas también en un pequeño caos las frutas y las verduras, la leche junto a los jabones, lo mismo los aceites que los dulces, la sal, y todas esas cosas sencillas que en verdad hacen falta en cualquier casa.

Y se ve, que El Luisi se extrañó al ver que entraba una mujer en su tienda porque como con algo de prisa y muy solícito, salió de detrás del expositor de la carne para atendernos también muy amablemente: «tengan buen día, ¿qué disean…?»

Colocar el pollo macerado en el tajín, echar el vaso de agua o de vino, tapar, y cocinar al fuego mínimo posible durante tres horas y media… Posteriormente, calentar el horno a 180 grados como máximo porque de lo contrario se quebraría el barro del tajín, e introducirlo destapado hasta rustir el pollo a nuestro gusto.

La hospitalidad árabe… No sólo me gustan sino que en el amplio sentido de la palabra me encantan, las pequeñas tiendas árabes de comestibles. El olor a almizcle, a anís y cardamomo, a curry en general; a pan del día, a carne fresca muerta con respeto y cercanía (jalal) y a frutas y verduras sin mentiras; me recuerdan a las tiendas de barrio de mi niñez con gran exactitud, con la única diferencia de que me falta en ellas el perfume de las mujeres comprando… Pero bueno, eso son tonterías de las religiones y ahí mejor que no me meta hoy porque no es el caso…. Otro día.

El caso, es que me sentí muy a gusto entrando en la tienda de El Luisi y más, cuando con su gracioso acento árabe me dijo eso de que «Merrrcadona, quiere que vayas todos días a su tienda y por eso vende cosas poco poco, con plástico y más caras… Yo, sólo pido vengas una vez por semana y por eso te vendo todo barato…»

Una verdad como un templo.

Escurrir el caldo del asado, colarlo para ponerlo en un cazo, dejarlo reducir, y añadir mantequilla y harina de maíz diluida para espesar y afinar la salsa al gusto; corregir de sal y listo: a la mesa…

Me explicó, que el artefacto en cuestión era en esencia un pequeño horno de barro cocido que a su vez cocía, sí, pero a muy muy baja temperatura, o se rompe. Así de sencillo: «cuídalo y te durará…» Al final le compré el tajín y encima me vendió el más grande. ¡Qué grande El Luisi…! 🤗 Tenemos mucho que volver a aprender de los árabes y ellos de nosotros más.

eeen fin. Como siempre.

Os quiero a todos, mucho… 🙏💕

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.