Publicado el 7 de septiembre de 2022.
Era seguramente el tipo más feo del pueblo o uno de los más feos; pero era también mi vecino, y uno de los mejores amigos que tenía durante los casi tres meses de verano que pasaba en mi casa frente al mar. El caso es que yo le tenía un especial cariño al ya muy viejo de Don Javier… Estaba jubilado muchos años ha, y había sido maestro de escuela en el pueblo durante toda su vida.
Un exceso de verrugas, que en aquella época ningún médico pudo aliviar, poblaba su semblante y en gran medida el resto de su cuerpo. Tengo en la memoria sus manos sarmentosas llenas de lunares y bultos. Un tipo alto, tan enjuto de carnes que parecía un hombre palo; canoso, peinado hacia atrás con pulcritud, y con un color de piel extraño detrás de tanta verruga… Era moreno, pero ya no recuerdo si por lo abrupto de su piel o por el grado de melanina en la misma; de un color diría que marrón pero ceniciento, como tirando a un gris cálido, marengo.
Madrugaba como un gallo, y se sentaba en una mecedora para ver amanecer desde su terraza frente al mar y su mesa, con las gafas a la mano, un café con leche, y siempre algo para leer. Yo no madrugaba tanto porque desde siempre si puedo evitarlo nunca lo hago… Pero recuerdo salir cada mañana a mi terraza y verlo a mi derecha sentado en la suya, saludándome con cariño y algo ceremoniosamente, y con el cuento de Los Ositos Marineros sobre el mármol blanco de su mesa, listo, esperándome para ser leído una vez más…
Se ve que yo flipaba a mis cuatro años con el cuento aquél.
Olía a café de olla y a nata de leche de aquélla de verdad de vaca, de ésa, que tenía que subir tres veces al hervirla para poder beberla sin que te diera dolor de barriga. Todavía recuerdo aquel sabor y aquel olor.
Y empezaba:
«Érase una vez, unos ositos que se embarcaron en un laaargo viaje por mar…»
Como ya habréis supuesto esta historia es en gran medida inventada, fruto de uno de esos recuerdos inducidos que todos tenemos cuando nos cuentan una y otra vez una historia chocante de cuando niños, pero de la que es imposible que nos acordemos con detalle de tan pequeños como éramos.
Pero las imágenes vienen, cuando cierro los ojos, vuelven… Y al escribir ésto, parece que como en una regresión hipnótica todavía puedo ver los grandísimos ojos del buenazo de Don Javier contándome el cuento de memoria… Me cuentan, que sentado en su regazo, yo, pasaba lentamente las hojas como sincronizándome con él a medida que recitaba, hasta que de tanto repetirlo claro: también me aprendí el cuento. Mi primer cuento. 💕
…eeen fin.
En memoria de Don Javier Martínez Hurtado… Mi primer Maestro.
Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.
Qué bonito!! Seguro que Don Javier te recuerda con el mismo cariño, tal vez fuiste su último alumno, el más entusiasmado.
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Pues quizá sí fui su último alumno… No lo había pensado 🤔😍
Gracias siempre por tus comentarios Hanna 🙏
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Eso es lo bonito de compartir, que siempre podemos ver nuevas perspectiva, y los comentarios me parecen enriquecedores porque podemos aportar siempre un detalle. Gracias a tí! 😊
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🤗 Gracias, gracias…
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Fue mi maestro en «El auxilio», donde el Canales y Martínez, enseñando lo que ahora es la primaria, en la época en que los sábados también íbamos a la escuela y dibujábamos la imágen del evangelio de la semana, copiando aquel recuadro de una de las páginas del grueso libro. Fue con el que sufrí el peso de un libro en cada mano, con los brazos extendidos, en cruz como decía él, de rodillas y de cara a la pared… También el golpecillo de su «regla» sobre las palmas de mi mano… Vamos, cosas que ni soñando se admitirían ahora, pero que te hacían ser responsable y, sobre todo respetuoso. Sí había respeto, esa «cosa» que parece haberse perdido en los últimos tiempos.
Don javier, el maestro de los granos, el que odiabas o querías pero nunca te era indiferente, también fue mi maestro y vivía en mi calle.
Un saludo, Antonio.
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Vaya un comentario más bonito que me has hecho recordando a mi amigo Don Javier.
Yo era muy pequeño para tenerlo de profesor, pero no para tenerlo como amigo y como Maestro.
Muchísimas gracias por tu comentario 🙏
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Que bonito relato y que gratificante es recordar. ❤️
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¡Cuánta razón tienes, y cómo me gusta que te haya gustado Bertha 🤗…!
Gracias por tus comentarios 🙏😘
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Bonito relato, lleno de sentimiento. Siempre me ha fascinado la capacidad del ser humano de recordar, de mezclar imágenes, olores, sensaciones, texturas que se quedan grabadas en un recuerdo que permanece durante muchos años. Como tú dices, unas son de aquellos momentos y otras se han ido añadiendo a él por lo que nos contaron, las fotos que vimos después o algún objeto de entonces, hasta que todo se funde en lo que llamamos ‘recuerdo’. Me ha gustado mucho esta entrada tan breve y tan bien escrita. Saludos.
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Muchísimas gracias por tu tan cercano comentario Carlos. Es un honor que te haya gustado mi escrito porque tú tampoco lo haces nada más.
Un saludo amigo 🤜🤛
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