enfermo, eterno…

Publicado el 25 de abril de 2022.

Historias de Paco Sanz ✍️

Hombre enfermo, hombre eterno. El asunto se repite; he atendido a muchas parejas en las que el que mejor estaba de los dos ha sido el primero en largarse, en morirse. Seguramente, porque pasa mucho, llama la atención. Por usar las palabras como se hacía en tiempos menos discretos que los de ahora, pero de hombres más sabios:

“Para vivir mucho es arbitrio valer poco; la vasija quebrantada es la que nunca se acaba de romper, que enfada con su durar. Parece que tiene envidia la fortuna a las personas más importantes, pues iguala la duración con la inutilidad de unas y la importancia con la brevedad de otras: faltarán cuantos importaren y permanecerá eterno lo que no es de ningún provecho, ya porque lo parezca, ya porque realmente es así. Al desdichado parece que se concierten en olvidarle la mala suerte y la muerte”.

Cuando uno llega a una edad en la que un capricho es una urgencia, huye de las dificultades porque ha visto a qué conducen; cómo la enfermedad nace del mismo remedio y cómo no es lo peor para la vida el dejar de estar… Soy demasiado viejo y demasiado pobre, estoy demasiado enfermo para arrastrarme por los caminos y navegar por los mares ¿No ha dicho el Profeta: haced lo que os resulte fácil y no busquéis inútilmente la dificultad…?

Nunca me he atrevido a decirle a un enfermo que estaba muy enfermo. Espero que nunca me lo digan, será porque se quedó conmigo aquella poesía inolvidable: “Como una herramienta gastada, carecía de todo sentido mi cuerpo. Me habían dicho lentamente las palabras terribles: Estás muy enfermo. Ya me sentía separado de los demás por un muro de sufrimiento. Como las rejas de una cárcel mi cama tenía los barrotes de hierro. Trompetas finales sonaban en la noche sin luz y sin sueño. Los ángeles blancos partían y venían volando los ángeles negros”.

No hemos encontrado una mejor manera para no morir joven que la de envejecer, y ningún medicamento es mejor para evitar que la senectud se convierta en senilidad, que la curiosidad. Y para alejar el momento de la muerte no hay nada mejor que la alegría. Y que el valor no falte, claro. Ser valiente es ser bueno.

La alegría influye en el organismo mejor de lo que lo haría el médico más hábil. Dispersa ese miedo a estar enfermo que todo lo agrava. Sí es cierto que existieron solitarios que aguardaban la muerte como una gracia divina, pero no me extrañaría que hubiesen muerto centenarios. Esta longevidad que admiramos en los ancianos, cuando ya han dejado de interesarse por todo, procede sin duda de que ya no sienten miedo a morir… Comprender cosas como éstas siempre es bueno, del mismo modo que entender que la rigidez provocada por el miedo hace caer al jinete, o que el borracho al caer no se hace daño. Hay un tipo de despreocupación que supone una gran y poderosa forma de astucia.

¿Cómo ha llegado nuestra cultura a dar a la enfermedad el sentido de una desviación, y al enfermo un trato que lo excluye de la sociedad?

Historias de Paco Sanz ✍️

1 comentario en “enfermo, eterno…

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