Comprensión lectora

Historias de Paco Sanz ✍️

Se quejan los mayores de la poca comprensión lectora de los pequeños. Le echan la culpa a las pantallas. A la prioridad de las imágenes, de lo evidente. En mi caso para intentar comprender necesito alimentar mi curiosidad con lo que compone conmigo. Quiero decir, que si leo acerca de una cosa que no me interesa, como las finanzas, enseguida me doy cuenta de que no entiendo nada; en cambio, si leo de algo que va conmigo, por ejemplo la biología, no sólo me encanta sino que no me cuesta nada entender lo que he leído.

De niño sacaba muy buenas notas en matemáticas. Mi padre fue a hablar con el profesor para ver si había que hacer algo especial conmigo. Lo que dijo el profesor a mi padre no lo he olvidado: Su hijo, muy listo no es, lo que sí es muy pesado Una lección de humildad que no he olvidado; sigo siendo una de esas personas que como se le meta algo en la cabeza no para hasta resolverlo. Para llegar a entender lo que lees, a recordar un texto o a dar con la solución de un problema, es necesario, además de tener un mínimo de curiosidad ser algo insistente… Ser un pesado.

Mi consuegro consiguió que nuestro nieto se hiciera con una buena memoria para las palabras, a base de darle un euro por cada soneto memorizado. El niño había dado con algo que le componía y además, tuvo la suerte de jugar a lo de los sonetos, se ve que justo en los momentos en que sus sinapsis neuronales se estaban reconfigurando a una muy buena velocidad.

Estos días que tengo que hacer de abuelo invito a los niños a que lean un cuento, y luego les pido que me lo cuenten como si fuera un niño pequeño: que como no oiga el cuento no se duerme; como hacía yo con su padre cuando era niño. Así se enterarán de si han comprendido el cuento que han leído… Pero pasan del tema, claro.

Se mueven hacia gratificaciones más inmediatas. Youtubean o se bajan apps de juegos, y juegan. De momento todavía no online pero todo se andará. Tontos no son; veo cómo aprenden juegos de cartas con su abuela a la primera. Pasan de los textos porque no les interesan, no componen con ellos. Las imágenes, las aplicaciones, los juegos, sí.

Antes de que se me presente la imagen tengo que aprender a ver. Después de la imagen tengo que aprender a interpretar. Ella es evidente, pero esa evidencia no implica ni certeza ni comprensión. Mi certeza se ciñe a lo real inmediato que la vista me revela, y a nada más allá… Lo evidente nos encanta. Todo se reduce a lo evidente. Lo real es evidente. La vista cuando me conviene me da una evidencia. Lo verdadero no es nunca evidente. La palabra excluye la evidencia. Lo que viene de la palabra no puede ser evidente. Lo real puede ser evidente, la verdad nunca… Las palabras ya no marcan los límites del mundo.

La capacidad de concentrar la atención en una sola cosa con intensidad y perseverar en ello durante cierto tiempo, es, junto a la capacidad de simular futuros o diferir gratificaciones, clave para desarrollarnos mentalmente… No podemos pedirle peras comprensibles al olmo explicativo, o madera intelectiva a los perales descriptivos. Lo que acertamos a comprender, está compuesto por lo que vemos en lo que miramos, lo que oímos en lo que escuchamos, y lo que recordamos en lo que hemos acabado de escribir… leyendo.

Historias de Paco Sanz ✍️

7 comentarios en “Comprensión lectora

  1. Ay las palabras y lo que encierran, un mundo de conceptos y no todos ellos iguales para todo el mundo. La percepción de la realidad depende en gran medida de lo que ese concepto adopte como significado. Algo tan secillo como «madre» puede querer decir cosas muy distintas, en fución de lo que la imagen evoque.
    Romantizar la palabra es peligroso aunque la nostalgia de otros tiempos obligue a ello. No debemos olvidar que todos hemos contribuido a esa nueva era de la inmediatez. Un abrazo!

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