Algo espantado sí estoy asistiendo a una de estas teleseries que enaltece el robo, el crimen y la infamia, pero porque parece ser que tienen éxito. De ésto, a embobarnos viendo asesinar y descuartizar a alguien solo hay un paso… Vale, lo sé; sé, que desde siempre ha habido historias de criminales y canallas de todo pelo: mira Putin, Alejandro Magno o Arnaldo Otegui, Julio César, Atila o el Joker, o Pedro Sánchez y Napoleón… Pero es que enaltecer el crimen de los criminales, y hacer si quiera parecer algo atractivos sus actos infames, es profundamente perverso y solo propio del mismísimo Josehp Goebbels. ¿No…? ¡Ah…! ¿Que no sabéis quién fue Josehp Goebbels…? Pues venga, a wikipedia. Corriendo.
¡Es que no hemos aprendido nada con lo de la propaganda, nada; es una mierda; como si no supiéramos hasta dónde podríamos llegar…! «¡A la guerra, idiotas…!»
Me acuerdo de cuando empezamos con lo del true crime: Drácula, Jack el Destripador, el Doctor Jekill y Mr Hide, Bonnie and Clide, Hitler, o Billy el Niño… Todo fue evolucionando hasta un Viernes 13, y luego, fuimos comiéndonos el cerebro de nuestras víctimas tras el Silencio de los Corderos. Más tarde tomaron el relevo las televisiones, y terminamos haciendo negocio hasta con la vida seriada del canalla de Pablo Escobar… ¡Qué tiempos aquéllos…! Ahora, estamos con los concursos éstos de quien la tenga más grande en la isla se folla a la más receptiva… Cosa, que tampoco es que sea muy novedosa, ya que en las cavernas de nuestros antepasados antediluvianos -tan vintage y tan peludos ellos- ya era un espectáculo muy apreciado, y se estilaba mucho, éso de ir copulando de flor en flor por ahí.
El caso, es que es inquietante la avalancha de series y películas en las que de alguna manera se ensalzan la vida, estupideces, obra y paranoias, de criminales y tontolabas varios, más o menos famosos… Crímenes y miserias que pareciera surten en nosotros cierto efecto se ve que muy atractivo, como el de cuando pasas junto a los cadáveres de un accidente mortal: el morbo en forma de un deseo irrefrenable, asqueroso incluso, no nos deja dejar de mirar… Es cosa extraña y algo vergonzosa el gusto éste que tenemos por refocilarnos en historias truculentas. ¿Asombrarse de a cuántos mató fulanito, si se los comió o no, si se los follaba antes de matarlos, o del veneno tan sutil que usaba, es algo creo yo que un poco rarito, no…? Es algo así como gozar, extasiarse, viendo el escaparate de una ortopedia: qué bonitas la cuña orinal o el par de muletas y el braguero, qué lindos los pañales contra la incontinencia, la pierna ortopédica, la pera de los enemas, o el último modelo eléctrico de silla de ruedas… Precioso, todo.
No hay forma alguna de regatear ni de juguetear con la moral; jugarse aunque solo sea uno de sus valores es arriesgarse a perderlos todos. Pero porque en cuanto perdieras siquiera solo uno, todo tu mundo decente, honrado y justo, empezaría a desmoronarse como hacen los castillos de naipes o las teorías científicas con errores matemáticos. ¡Todo se iría a la mierda…! Tu edificio moral se destruiría, y ello, solo te conduciría a dos lugares: a la selva, o a la esclavitud.
¡Tú eliges…!
Repito, que el caso es que nos estamos acostumbrando a ver mierda, a leerla, oírla y comerla, a tocarla y a olerla, constantemente, pegada a nosotros como si fuera una cosa normal… Pero bueno, el mundo deriva siempre hacia donde sopla el viento, y claro, nunca sabe uno bien dónde ponerse para no oler demasiado mal.
…eeen fin.
No sé si se me entiende, pero mil gracias por leerme… 🙏 💕
Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.