Archivo de la categoría: música

COSAS QUE HARÍAS SIN COBRAR

Publicado el 21 de febrero de 2021.

Volver a criar a tus propios hijos, ser capaz de dibujar cualquier cosa en blanco y negro y leer y follar constantemente, creo que serían lo más de lo más… Escuchar música de jazz y conducir o viajar, me llevan gratis siempre a otros sitios. Pero andar el camino de Santiago y escribir, cocinar y enamorarme a diario es justo lo que hay… ¡Y oye, muy a gusto…!

¡Ah, y el cine…! Ver cine; que no se me olvide el cine.

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

EL TOCADISCOS

Publicado el 31 de enero de 2021

Gracias a mi cuasi hermana María José, recuerdo como si fuese ahora, la primera vez que dispuse de un tocadiscos… Se lo había regalado su padre hacía poco y lo trajo a mi casa. Teníamos quince o dieciséis años, y solo tres cuatro o cinco discos: Kaya de Bob Marley, Luna de Víctor Manuel, otro no sé cuál del Dúo Dinámico, y algunos otros petardos musicales que tampoco recuerdo.

Era un pic-up de aquéllos. Amarillo, flamante, y del tamaño y forma de una maleta; con un altavoz incorporado que lo convertía en aquella época en la leche, lo más, para organizar saraos y montar guateques. Lo enchufabas ponías el disco y listo: sonido en mono, ni siquiera estéreo; pero era una maravilla ya que ellas movían el culo y yo también… El primer disco que puse en un plato de música, tengo el honor, de que fue el Kaya de Bob Marley: una verdadera pasada que diríamos hoy. Empecé bien… Salvo la música de la banda de mi pueblo, la de alguna verbena, o la que se emitía por la radio y la televisión de aquella época, yo no había oído nada igual salvo en el cine. Nunca había oído música con precisión.

Me he criado mirando como un dibujante y escuchando como un melómano. Y he visto en directo a grupos nacionales como Tequila, Leño, Baqueta, Asfalto o Medina Azahara; y un poco a mi pesar hasta a Mecano y a los Héroes del Silencio… Y he asistido a conciertos tan impresionantes como los de los legendarios AC/DC, Queen, Supertramp o Dire Straits. También fui a ver a Police, a la Creedence, a Eric Clapton, o a U2. Aunque también se me han escapado muchos otros: los Rolling, Status Quo, Ramones, Guns and Roses.

He ido a conciertos de Stan Getz y Manhattan Transfer; a escuchar pianos como los de Oscar Peterson y Tete Montoliu; a recitales eclécticos como aquél de Van Morrison en Barcelona, y uno legendario al que asistí de Jorge Drexler en Elche. O a otro directo brutal de Bill Evans que tuve la suerte de ver en Sant Feliu de Gíxols. Tampoco nunca podré olvidar a Sabina ni a BB King en la plaza de toros de Alicante.

La música de hoy así nos va… Entre raperos, perreros, flamenquines, cantautorillos, televitontos y famosetes, los mafiosos de la industria han hecho de nuestro panorama musical un erial aburrido, sólo apto para mañacos musicales. Vale que no se vean por ahí pianistas de jazz ni virtuosos del violín; vale, pero tampoco se ven guitarristas, compositores, bateristas con alma y mérito musical… En mi época nos interesábamos por quién era el bajo, el guitarra y el batería, y de quién eran los arreglos; de si éstos eran realmente buenos musicalmente o si sólo eran marchosos; de si la música que oíamos era fruto sólo de la industria o lo era del mérito musical… Y es que la música tiene mucho mérito: es la carrera con estudios más largos; más que la medicina, las ingenierías o el derecho.

«Es música de maricones…» El jazz. Recuerdo que al principio esa frase retumbó en mi mente, hasta que empezó a sudármela. Cuando había que pagar por la música, a veces, lo alucinante de uno solo de aquellos temas, hacía merecer el gasto del disco entero… Al principio yo tampoco entendía el jazz aunque, extrañamente ya que nunca he tenido formación musical alguna, sí apreciaba el mérito musical de los que interpretaban esa música… Sólo tengo oído. Era una música difícil cuando se ponía profunda; como deben de ser las cosas.

a María José Gascón.

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

LA MÚSICA ESTÁ CAMBIANDO

Publicado el 27 de agosto de 2020.

Historias de Paco Sanz ✍️

Las cosas están cambiando, y ante los cambios si no has podido anticiparte toca adaptarte. Nos adaptamos perfeccionando las madrigueras, las defensas, la ayuda mutua, o cambiando de lugar, de entorno. Pero mejor anticiparse, claro. Y para anticiparse en las cosas de la vida hay que recordar que está es ondulante, que la cronobiología es determinante. Por ejemplo: Tengo la regla.

Hay ritmos circadianos, alrededor del día; mareales, de 14 días; lunares, de 28; anuales de 365; y hasta septanos, de siete años. Las plantas siguen a veces ritmos de luz a luz, de 24 horas, y también de luz a oscuridad, de 10 horas. En cronobiología se usa el término reloj de arena para designar aquellos procesos rítmicos, que no son autosotenidos, y que requieren un acontecimiento periódico que dispara cada ciclo.

En nuestro cuerpo ondulan muchas cosas como la glucemia o la tensión arterial, es bueno que lo hagan. En el organismo sano, el intervalo entre latidos cardíacos es caótico, fluctúa pero no responde a ningún patrón periódico. Unos días antes de una muerte cardíaca súbita el ritmo cardíaco es sospechosamente regular, y trece horas antes del infarto es prácticamente constante.

Eso de adivinar el fluir natural y luego seguirlo, es muy fácil de decir y muy difícil de hacer, porque a veces el que puedes seguir mejor no es el natural. Cuando les fue provisionalmente concedido el derecho del trabajador a seguir su “ritmo natural” llegaron rápidamente a la conclusión de que “nuestro ritmo natural es el de no trabajar” al menos en las condiciones técnicas y sociales existentes.

También es sabido que es más fácil cambiar el tiempo de vigilia a base de retrasar la hora de irse a dormir, que madrugando. Por eso en las fábricas en las que se rotan turnos, se toleran mucho peor los que lo hacen hacia atrás, de noche-tarde-mañana, que los que lo hacen hacia adelante, mañana-tarde-noche. Y cuando nos cambian la hora protestamos más, llevamos peor la que nos hace madrugar, que la que nos deja estar un rato más en la cama por la mañana que de costumbre.

Los mecanismos de acción de las feromonas y la cronobiología son dos de los sentidos que nos quedan por investigar. Y los misteriosos caminos de la simpatía, o la coincidencia de la gente que ha estado en contacto con nosotros, son los otros dos. Pero para misterios, ondas y ritmos, nada como la música recuerda la vida.

En música el ritmo se refiere a la fragmentación temporal de una melodía, la cual se compone, a su vez, de una serie de sonidos y silencios. Se basa en la repetición regular del compás. No todos los compases son iguales. El típico compás 3/4 del vals vienés consiste en una serie de un pulso acentuado y dos sin acentuar. Este patrón conforma la métrica de una pieza musical. Mientras el ritmo y la métrica configuran la sucesión temporal de los sonidos, la armonía corresponde a su combinación simultánea.

Historias de Paco Sanz ✍️

EL JAZZ… 🎶🎵

Publicado el 26 de agosto de 2020.

En primer lugar he de confesar que no sé hacer música ni con un tambor; pero soy muy cantaorico, muy melómano, y lo que sí sé es silbar aunque no como Toots Thielemans.

Compré hace mucho un curso por correspondencia y a un amigo una guitarra vieja, pero no me dio tiempo la paciencia siquiera para empezar a poner los dedos en los trastes como Dios manda. Me cansé muy pronto, pero en cambio, me dio por gastar una pequeña fortuna en discos originales. Hermosa inversión sí, pero mal negocio.

Mis hijas mostraban mucha curiosidad por aquella música desde bien pequeñas, porque sin decirles nada, cuando empezaba a sonar ellas solitas venían y se sentaban frente a aquellos enormes altavoces de mi casa: cerca, despacito y en silencio, y se quedaban quietas, atentas. Y ésa era la clave: la atención y la quietud, para dedicarlo todo a la escucha y a la observación consciente, al embelesamiento…

«¿Papá, por qué te gusta tanto esta música tan rara…? Parece, que cada uno va por su lado…»

Hace tiempo que quiero escribir algo sobre música, sobre jazz. Y como no sé por dónde empezar voy a improvisar, y a ponerme a sonar el tema Paris Blues de una grabación en directo maravillosa que tengo del gran Duke Ellington. Que suene, a ver qué pasa…

Y pasa… Es una grabación sucia, antiquísima, de los cincuenta; pero siempre me pasa lo mismo cuando empiezan a tocar aquellos veinte músicos: que se me mueve el pie, y que me suena como si toda la orquesta en sí misma fuese un único instrumento. «El Duque» hacía las cosas así. No es que fuese un pianista sobresaliente ni genial -era un buen pianista- lo que sí fue es a mi juicio el mejor director de la Historia de una Big Band de jazz… Y lo era, porque sabía destilar de cada uno de sus intérpretes esas gotas de genio individual que formaban la lluvia maravillosa de su música; como si todos aquellos instrumentos, de viento cuerdas y percusión, fuesen su instrumento.

Ese Blues en París, es el relato musicalizado y arrebatador de la historia de un amor imposible. Del encuentro inicial y furtivo con ese amor, del cortejo y del ardor de la pasión, del fuego del sexo… Pero también del abandono, de los finales sin explicación, de las despedidas sin consuelo… Maravilloso Ray Nance llorando al violín. Música viva, casi sin necesidad de partitura.

¿Que qué se necesita para tocar o entender el jazz…? Pues un músico en el alma, creo. Pero un alma de músico que tenga como mínimo tres méritos: el primero es un cierto dominio virtuoso de su instrumento; el segundo y fruto del primero es una buena capacidad de improvisación; y el tercero es experiencias, muchas, cuantas más mejor.

¿Y así, si te gusta y te sabes de sobra la canción, para qué coño cantarla siempre igual…?

Con muy mala leche le preguntaron una vez a la pobre de Billie Holiday, que, siendo ella tan golfa como había sido, si no le daba un poco de vergüenza haber cantado esas letras tan moñas y horteras de los años treinta y cuarenta. Ella, respondió que le importaban una mierda las letras. Que para ella, que no sabía de solfeo y que tan solo tenía el oído la garganta el coño y el whisky, lo único importante era la música: the beat, el pie moviéndose al mismo tiempo que el corazón latiendo.

Yo añadiría: la piel de gallina.

Lo demás, o es clasicismo o se ha convertido en filfa musical, polución sonora, simple karaoke, mera chunda chunda repetitiva… Tuerking, perreo.

…eeen fin.

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

Joaquín Sabina

Sintiéndolo mucho

Él mismo confiesa que sus aspiraciones eran mucho más machadianas, es decir, que pensaba que terminaría de profesor de literatura en un instituto de provincias.

Como desde siempre me gusta tanto el jazz, y por ello me atraen mucho más las músicas que las letras, musicalmente Sabina nunca me pareció cosa de otro mundo pero poéticamente siempre supe que era un gran genio… Su música no fue nunca la que me ponía, pero era imposible ignorar la calidad de sus letras siempre tan sentidas y descarnadas. No olvidaré el concierto que dió en la plaza de toros de Alicante hace ya muuuchos años. ‘Diecinueve días y quinientas noches’ vino después.

Acabo de ver el documental de Fernando León de Aranoa, y he de reconocer que es casi una obra maestra que logra que Don Joaquín, cinematográficamente, se desnude en público casi por completo y además, tiene el mérito de estar filmando siempre pareciera que momentos clave, aunque constantemente creamos que es Don Joaquín quien lleva la batuta artística… Eso, me ha gustado.

Muchas noches sin dormir con drogas y alcohol amén de con diferentes dolores del alma, son el origen de donde parece ser que surgen las obras maestras… Son sublimes un par de improvisaciones, versiones que le cazan, que le roban al bueno de Don Joaquín borracho como una cuba. Emociona y de verdad… Es un kamikaze de las cosas que se arroja sobre ellas precipitándose al estrellarse cantándolas, y que define los sentimientos del alma con una precisión lírica clásica diríase que casi como la de Santa Teresa, aunque con mucha más canalla claro.

Cuando le veo descompuesto después de tanta y tanta, y de tanto, y luego veo que canta así en privado, ciego perdido, se me ponen los pelos de punta. Como con las tripas chorreándole en las manos, como si le acabasen de rajar el vientre; canta Don Joaquín como si estuviese desangrándose vivo por amor, o tal vez por desamor… Creo que no soy nada original cuando afirmo que el canalla de Sabina, el bueno de Serrat o el fino de Drexler, son los mejores letristas en lengua española… Y todos mis respetos a los Rosendo, Perales, José Alfredo, Calamaro, a Fito y tantos otros.

Siempre he pensado que las películas sobre músicos no deberían descuidar la música. Pero como el cine es cine y siempre quiere contar de los músicos algo más que su música: sus amores su pasado y cosas así; por eso mismo me jode… Porque humildemente insisto, creo que el cine sobre música tendría que centrarse en la música: tipo Calle 54 de Fernando Trueba, por ejemplo… Pero bueno, las comparaciones son odiosas y el documental es fantástico y no hay que dejar de verlo, te guste Sabina mucho poco o nada.

Y ahora que lo pienso, ni en España ni en Argentina ni en Méjico, encontraríamos a casi nadie que dijese que no le gusta Joaquín Sabina o este documental.

…eeen fin.

🤜🤛

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras

Música y Matemáticas

Mi Maestro Paco Sanz se asombra de que nulos, impedidos matemáticos y castrados musicales tal cual podríamos ser él y yo, sin embargo, encontremos una dicha tan indecible en actos matemáticos tan simples como el de poner a sonar un disco, escuchar la música, o el de contar cosas… De matemáticas no entendemos casi nada, ni de música, pero cuando asistimos a su espectáculo se nos grifa el pelo de tal forma que no podríamos explicarlo, al menos con total precisión…

Fíjate tú…

🎵🎶 🎶

Dos y dos son cuatro
cuatro y dos son seis,
seis y dos son ocho
y ocho dieciséis,
y ocho veinticuatro
y ocho treinta y dos…

🎶🎵🎶

El mérito principal de cosas tan simples como la fe, las matemáticas o la música, es, que casi no hace falta explicarlas excepto a los muy torpes: como yo. Las sientes, las entiendes; o no… Parece ser que las matemáticas y la física, solo quedándote quieto y sentado debajo de un manzano se ve que pueden llegar a ser evidentes porque Newton las hizo incluso entendibles… Y la música compleja, escuchando a Bach o a Oscar Peterson al piano y solo cerrando los ojos, parece ser que empieza a encajar, a ser comprensible, a tener sentido… Por último está lo de la fe, cosa muy muy difícil de entender y de explicar.

En mi caso, una de mis muchas cosas inexplicables es mi querencia por el jazz. Yo, cada vez lo entiendo menos. De música teórica no me entero -nada- aunque de ritmo, de sensibilidad y de oído, creo que algo dotado sí estoy… Me atraen las improvisaciones del músico que se sabe de memoria la canción, que la ha tocado mil veces, que se aburre tocándola como todo el mundo, y que se atreve a desvariar musicalmente probando a cambiar el tempo sin perder el ritmo y sin descuidar la melodía.

Me parecen ejercicios muy audaces e inteligentes, tanto el escoger obras de maestros consagrados como el atrevimiento de darles una nueva visión, versión; musical, matemática, o del tipo que sea… Es como ésto del escribir: está todo inventado pero hay que seguir improvisando, tocando varios palos, distintos temas, nuevas formas de darle vueltas a lo mismo.

…eeen fin.

Gracias por leerme 💕

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.