Publicado el 28 de febrero de 2018.
ADMIRAD LA «OBRA DE ARTE»
Una ‘feria’ de arte en España, retira una serie de copias de retratos pixelados firmados por un ‘artista’ al que su arte empuja, parece ser que irremisiblemente, a tocar los huevos del resto de españoles que no piensan como él.
La ‘obra de arte’ consistía en una serie de cuadros burdos, con las fotos de una caterva de delincuentes confesos -alguno de ellos fugados de la justicia española- clavados en una pared. Y cada uno de ellos con una leyenda al pie en la que se detallan las andanzas y los méritos, los mitos, leyendas e injusticias, perpetradas por o en contra de, los ínclitos retratados. Algunos -todos los conocemos- no han tardado en calificar este acto como falta de libertad de expresión…
Lo sucedido, simplemente, es que la nula calidad artística de la obra y el insulto flagrante a la realidad española, han provocado que la dirección de la ‘feria’ haya decidido retirar la obra tal y como semejante basura merecía… Por otro lado, al día siguiente de montar un revuelo así, la misma dirección de la ‘feria’ se retracta y permite que la ínclita obra se exponga de nuevo…
Este insólito hecho ha producido el consecuente revuelo mediático, que a su vez ha contribuido a que la obra se vendiese al poco de su retirada, por una suma de nada menos que ochenta mil euros. Ochenta mil pavos por un verdadero bodrio -artístico eso sí- que algún independentista no sé si muy avispado y al que parece que le sobra el dinero, ha aflojado por el polémico lote de basura expuesto en esa ínclita ‘feria’
El problema está, en que llamamos arte a cualquier cosa que algún amanerado con algo de gracia nos presenta de forma golosa; siempre y cuando claro, pertenezca al exclusivo y endogámico lobby artístico.
Y me pregunto yo: ¿dónde está el arte?
Hay que aceptar la necesaria condición de que el arte tiene, y tendrá, un carácter provocativo, incomprendido, rompedor e impertinente para con la época en la que se ha manifestado. Es más, esta condición transgresora está en la esencia misma del acto artístico, de la creación artística.
El artista así, en su búsqueda de nuevos caminos, de nuevas vías donde canalizar su arte, quiebra los convencionalismos establecidos para abrir nuevas rutas inéditas a la expresión. Pero dicho ésto, otra de las condiciones indispensables para calificar como arte una obra humana es, sin duda alguna, el mérito artístico.
Entendido este mérito como el dominio de una técnica artística y de la calidad en su ejercicio; o de la habilidad de aportar una perspectiva original; o quizás, la cualidad de expresar de forma hermosa una sensibilidad, capaz de hacer temblar nuestra concepción del mundo.
El arte tiene que revolverte con un torbellino de ideas nuevas, sensaciones y experiencias ¿cómo no…? Pero también tiene que poseer un toque divino, genial, mágico, que despierte ‘eso’ que la materia expuesta por si misma, no puede hacer aflorar si no va acompañada de una sensibilidad especial que haga surgir un ‘enamoramiento’ por ‘esa obra’ de arte… Es por ello que las obras de arte no pueden ser falsas, no deben ser tramposas, tampoco expresiones de lerdas cuitas políticas; simplemente, por la razón de que dejarían de ser arte.
Es clave el hecho de que si nos dejamos idiotizar por amanerados miembros de lobbys guays, y tontamente aceptamos como arte cualquier tipo de expresión, ¿cómo no vamos a dar por buenas también otras expresiones ya sean insultantes, arbitrarias, injustas, indignas, o insoportables…? Si somos capaces de mentirnos con algo tan importante, trascendente y educativo como el arte, ¿cómo no vamos a dejar que nos hurten torticeramente otros temas más nimios…?
Por eso digo, que el problema está, en que LLAMAMOS ARTE A CUALQUIER COSA.
No os perdáis este vídeo en el que se desenmascara la gilipollez propia de estos ‘enteraos’ del arte, no dejéis de verlo.
Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras