Archivo de la categoría: lenguaje

Se me olvidó el miedo…

El calambre en los gemelos y en el bíceps femoral me hizo parar de golpe, y empecé a intentar estirármelos de alguna manera; era difícil… Cuando me giré, y vi la distancia que había recorrido me asustó un poco la idea de tener que volver, la verdad… Mi pierna acalambrada me lo pondría difícil, pero el verdadero problema es que ya estaba muy lejos de la playa y no podía parar de moverme si quería permanecer a flote… Y me estaba agotando.

Es chocante que por la noche, al recordar el suceso, me entrase tanto o más pánico que mientras me sucedía. No pude dormir de ansiedad pensando en el miedo que había pasado. Era evidente, que había cometido una imprudencia además de una torpeza y una tontería, porque olvidé algo tan sencillo como que el mar es bastante más peligroso que la montaña, ya que uno se muere si no respira. ¡Qué cosas…!

Así, que no podía dejar de bracear si quería seguir vivo, y claro, se me amontonó la faena: el calambre, el cansancio y mis cincuenta y siete años; la obligación de no parar de moverme a la vez que la imposibilidad tan dolorosa de usar mi pierna derecha; el tabaco, la necesidad de seguir nadando para escapar del mar; y por último, el miedo tan grande que me estaba entrando…

¡¡Ahhh… Ufff, Ahhh…!!

Estaba hiperventilando y agotándome a unos doscientos metros de donde haría pie, y casi, diría, que me faltó bien poco para entrar en pánico: inspiraciones largas, expiraciones cortas; control de la respiración.

¡Tranquiiilo…! 😳

Mira, que he sacado gente a medio ahogarse de esta playa, pero la verdad que en ese momento no caí, para nada, en aquel detalle tan importante: se me olvidó el miedo… Estaba claro, que me había hecho el chulico de más con mi sobrino cuando me retó y me dijo aquéllo: ¿queeé, tío, vamos…?

Después de azuzarnos mirándonos arrancamos a nadar como locos hacia las boyas situadas a unos trescientos metros de la playa… Y se ve, que sobrestimé a éste mi cuerpo serrano, y olvidé -parece ser- que el motor ya no es el mismo que el de hace algunos años aunque todavía funcione más que bien… Que la carrocería es verdad que está como está, y el chasis, tampoco es que esté mal pero bueno: la verdad es que casi la cago por tonto…

Haciendo la ranita, llegué, y necesité al menos quince minutos para recobrar el aliento donde ya hacía pie; esperaba reponerme, casi ahogado, sudando, asustado… No era cosa de salir del agua resollando como un fuelle y que me confundieran por ahí con un madrileño en apuros, de ésos, que les da un jamacuco en la playa en cuanto se mueven un poco… 🙄😳

La cosa, es que cuando me vi tan mal me vi muy mal, muy muy mal: de verdad. Jamás, había estado tan al punto de ahogarme y menos de esa manera tan tonta… Y sí, pasa el carrusel de tu vida en un instante, sí.

No sé, si tenéis suerte o no de poder leerme hoy… 🙄😳

…eeen fin. 💕

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

MI HISTORIA CON PACO SANZ

Publicado el 17 de noviembre de 2020.

Sabes que has encontrado algo gordo, importante, sólo echando un primer vistazo a sus párrafos. Nunca has visto nada igual: tan radical y tan directo, tan corto ni tan bien escrito. Ni tan filosófico… Cada uno de sus relatos, textos o disertaciones -no sé cómo llamarlos- son un viaje por la Historia o por la medicina; un recorrido poético; una búsqueda de ciencia envuelta en filosofía; nada más, y nada menos.

Recuerdo que fue gracias a uno de mis berrinches en feisbuc al ser censurado descaradamente, cuando le encontré… Os explico. Buscaba otra red social que no me hiciera trampas y encontré una llamada MeWe. Esta aplicación hace gala de que no interfiere para nada en la viralidad de tus publicaciones. Tanto tienes, tanto vales. Cuanto mejor y más contenido creas y publicas, y cuantos más contactos tengas y respondan, más éxito tiene lo que publicas. Así de simple debería ser… Y lo típico: que si hazte un perfil y pon tu foto, que si ponte a buscar gente por ahí con la que conectar porque para eso es una red social… eeen fin, más o menos como el rollo del feisbuc.

Es solo fruto de una curiosidad, de una coincidencia temporal, pero creo que empecé a leerle diría que precisamente la primera noche que comenzó nuestro confinamiento; allá en aquel infame marzo. No tenía ni idea de quién era, ni siquiera de si era o no álguien; de si no fuera a ser acaso un bot de inteligencia artificial, de ésos que juegan a dar por culo por ahí confundiéndonos… Pero por la hondura y por los detalles de cómo escribe deduje que no, que era un humano. Creo que es un catalán oriundo de Sort, aunque se ve que ya no vive allí.

Leerle todos los días, diría que es como lo que se siente cuando llegas agotado, sucio, tarde a tu casa, y lo primero que haces es ducharte con un buen jabón y abundante agua caliente… Empiezo a leerle, y experimento una especie de alivio, de placer beatífico, en esa forma digamos que de limpiarme al restregarme con sus palabras. El aseo personal es algo muy importante dado cómo está el mundo, y lo de que lavarse es algo imprescindible y muy placentero no me lo negaréis.

Pues el mero hecho de leerle, es, como que eliminara la roña que se me pega al cuerpo; como que me limpiara a fondo agujeros y recovecos. Leerle es aclarar con dialéctica y retórica, ciertos espacios nuestros, espirituales o no sé si intelectuales, que lo cotidiano nos anega con la mierda de la prisa.

Leyéndole sé, que seguramente es un octogenario, de ésos que lejos de creerse relegados saben que están de sobra en plenas facultades… Se ríe del mundo, y piensa y escribe de él de una manera, que se nota que lleva muchísimo tiempo pensando y riéndose… Uno de tantos superdotados anónimos que seguro hay por ahí, rodeándonos, pero que entre tanto ruido mediático nos pasan desapercibidos. Sin darnos ni cuenta.

Tiene Paco Sanz un perfil en MeWe, en el que no se puede interactuar en modo alguno con él salvo comentando sus publicaciones. Otra cosa es que te conteste, ya que hace gala de su cierta mala educación a ese respecto: se ve que no le gusta meterse en berenjenales… La única vez que me ha contestado fue cuando le pedí permiso para compartir en mi blog algunos de sus artículos. Su respuesta fue lacónica, afirmativa pero como a la defensiva; como cuando crees que estás hablándole a una máquina o a algo que te pueda hacer trampas… Es chocante, pero le pasó igual que a mí: que desconfió.

Un genio de las historias en un folio.

Un Maestro.

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

DEBERES Y DERECHOS

Publicado el 29 de septiembre de 2020.

Historias de Paco Sanz ✍️

Algo falla cuando veo a los niños pasando tanto tiempo haciendo los deberes en casa. Me pasa con los deberes en casa como con los exámenes, no se me ocurren alternativas. De examinarme a mí mismo estoy harto y eso de examinar a los demás me parece un asunto de mal gusto. En cuanto a los deberes, quiero decir de los deberes hacia mí mismo, que paso tanto de ellos como hubiera querido pasar de los deberes del colegio.

Cuando a Jaime Gil de Biedma le invitaban a seguir escribiendo, a escribir más poesía… con una inolvidable mirada al personal, en la que la fatiga, el odio al tópico y una nerviosa insolencia, trataba sin embargo de mantener el decoro, comentó más allá del bien y del mal: “Es que, sabes, para mí es ya como si hiciera los deberes del colegio”. Poco después se suicidaría.

La noción de obligación es anterior a la de derecho, que le es subordinada y relativa… Un hombre considerado en sí mismo sólo tiene deberes, entre los cuales se encuentran algunos deberes hacia sí mismo. Los demás hombres, consideraros desde su punto de vista, tienen sólo derechos.

En 1795, durante la Revolución Francesa no sólo se redactó la Declaración de los Derechos del Hombre, sino que simultáneamente se hizo también la Declaración de los Deberes de los Ciudadanos, algo que es por lo visto demasiado de derechas como para celebrarlo. La segunda no se recuerda nunca cuando se habla de revolución, el victimismo sigue vendiendo mejor, los moralistas nunca descansan. Hay que hacer lo posible para no ser uno de ellos. Uno protesta en nombre de los demás porque pisotean sus derechos, no porque no le dejen ejercer sus poderes. En cuanto a los deberes, ¿que es eso? ¡Ah, sí! Lo que hacen los niños en casa. ¿Tienen los niños derecho a que no les manden deberes que hacer en casa? Quién sabe.

La forma de exclusión más importante, al menos en el sentido de su extensión y de las dificultades que comporta, es la que viene asegurada por la distinción entre hombre y ciudadano… Esto significa que si no hay derechos más que donde aparecen deberes correlativos por parte de otros, y si no hay un «deber de solidaridad universal» y tampoco existe un sujeto al que pueda atribuirse la competencia -ergo la carga- de satisfacer ese deber, difícilmente cabe seguir hablando de derechos universales, pues al no existir deberes correlativos a escala universal, no hay a quién dirigiese de forma segura para exigir respeto en ese ámbito.

Los deberes, según Kant, se compendian en dos: buscar la propia perfección y promover la felicidad de los demás. Gandhi por su parte decía que si dejando los deberes sin cumplir corremos detrás de los derechos, éstos se escaparán de nosotros como fuegos fatuos. Lo fundamental no son los derechos humanos ni las necesidades humanas, sino qué tipo de personas queremos ser; éste ha sido siempre el problema fundamental, hasta que la riqueza nos transformó en idiotas.

Historias de Paco Sanz ✍️

La costumbre de mi abuelo…

Publicado el 13 de noviembre de 2020

Historias de Paco Sanz ✍️

“Señor, me sedujiste, y yo me dejé seducir”. Eso se repite el cartujo en el recogimiento de su celda. Está a veces encantado, y a veces espantado por eso. A mí me pasa también con ella; ella, a veces ella, esa persona, y a veces la vida entera. A ella no me une sólo el amor, sino el espanto, será por eso que la quiero tanto.

Por seguir con la costumbre de mi abuelo, y su manía de hacer pareados, o de hablar siempre de un modo poético, proverbial: El «Ser» que puede ser comprendido, es lenguaje. El lenguaje que se ha quedado sin “Ser” se convierte en charlatanería. Hace falta mucho silencio para que la frase se haga proverbial. Para que llegue a su “altura”.

Recordaré siempre a un niño que una vez, le dijo a su abuelo cuando yo estaba hablando con él: “Abuelo, este señor habla como si estuviera leyendo un libro”. Y su manera de decirlo… Ya me gustaría a mí escribir como si estuviera hablando con ése niño, que por todo lo vivido, nunca he dejado de ser. Pero lo que hago es escribir como si estuviera prestando por fin atención a la música, como si estuviera andando, un poco como el que sale a darse una vuelta, para despejarse.

Pienso que la buena escritura, la buena música, invitan a levantarse, a ponerse en marcha, a ponerse a bailar. Se escribe con la mano, pero se da testimonio de lo bien que se lee con el pie. Leyendo o escuchando música hay que darse cuenta de que el pie levanta la oreja. Los dedos del pie se levantan no sólo para andar sino para leer, para escuchar.

En uno de los paseos que me di este verano, vi a un viejo leyendo un libro en un banco del parque. Lo hacía sin gafas, por deformación profesional pensé, a ése ya le han operado de cataratas, y bachiller que es uno me fijé en el título del libro: “Ética”. No me costó mucho identificarlo porque es un libro de esos que adornan mi biblioteca y de los que nunca he conseguido deshacerme. Una persona leyendo a Spinoza, en el parque, con mascarilla y todo, ¡qué nivel!

Un motivo plausible para que los mayores sigamos leyendo, es la creencia de que no somos verdaderamente viejos hasta que no empezamos a sentir que ya no tenemos nada que aprender. De hecho, la disminución del volumen prefrontal que aparece junto a las dificultades de aprender y ejecutar nuevas tareas a los viejos, sobre todo con retardos de larga duración y con distracciones invalidantes durante ellos, se debe más a la pérdida de sinapsis y reducción de espinas dendríticas, que a tener menos número neuronas porque se hayan muerto.

La filosofía o la poesía no se estudian, se leen. Lo del estudio tiene un tono muy solemne. Estoy estudiando a Dante suena a mucho más, que estoy leyendo a Dante; en realidad es mucho menos. Nuestra actividad de lectura está dirigida por los objetivos que mediante ella pretendemos; no es lo mismo leer para ver si interesa seguir leyendo, que leer cuando buscamos una información muy determinada, o cuando necesitamos formarnos una idea global del contenido, para transmitirlo a otra persona. No nos perturbará del mismo modo percibir lagunas en nuestra información, en un caso que en otro.

Nos seduce, nos espanta, el Señor o ella, mi vida, del mismo modo… La amo.

Historias de Paco Sanz ✍️

Mariola…

¡Qué bien lo hemos pasado una vez más Mi Señora y yo en el Camping…! Es un lugar de ésos cuasi paradisíaco, perdido entre unas de las montañas más bonitas que tiene nuestra región. Y resulta que además está cerca de un montón más de sitios naturales maravillosos, por sencillos, por cercanos, cordiales y amistosos. Y todo ello auténtico, lejos, del tremebundo barullo turístico de la costa.

El sitio tiene dos ventajas para mí importantísimas, fundamentales para ser un verdadero paraíso en medio de la naturaleza: la primera es que andando cueste mucho encontrar civilización, y la segunda, es que a sólo veinticinco minutos en coche tengas todo lo que la civilización pueda ofrecerte… No te esperas un paisaje así en la mediterránea Valencia peeero, así somos los valencianos: tenemos de todo. Tiene, la piscina creo que más grande y situada a mayor altura de toda la provincia. ¡Qué frío…! Me resultó chocante mientras nos asfixiábamos de calor a más de cuarenta grados, que el agua de aquella piscina estuviera tan tan fría… ¡Qué alivio…!

Y claro, cuando me fui metiendo en la piscina y el agua me empezó a llegar hasta casi las ingles, la cosa, ya era como para pensármelo un poco… Algo tan tan frío era todo un reto a la vez que una tortura para mis pobres huevos, aunque también todo un alivio para el calor de mis calenturas.

¡¡Ahhh, queeé friiío, coooño…!!

El agua estaba tan tan fría, que la piel de gallina no se te quitaba ni el pajarito se te asomaba mientras estuvieses en esa piscina tan alta ella, situada a tanta altura… ¡Pero qué calor hacia fuera, coooño…!

Estaríamos a unos mil metros de altura, a más de cuarenta grados -repito- y a diez de agosto; y el sol, picaba de lo lindo en aquella piscina mientras nos apretujábamos casi asfixiados por el calor bajo las sombras de los árboles plantados alrededor… Y no sé por qué, recordé entonces aquéllo de ésa extraña propiedad física del agua: su calor específico; éso de que cuesta mucho calentarla pero también cuesta mucho enfriarla y tal.

Como la amistad. Pensé…

Y el caso, es que lo mío con Juan Mestre y con su Camping es una de esas relaciones inolvidables que costaría mucho enfriar, y que encima se ve que tampoco hace falta calentar. Parece ser que mi amigo Juan es uno de ésos que no hace falta que el tiempo pase, o que aunque el tiempo pase nunca es una falta, es decir: que siempre parece estar ahí mi viejo amigo Juan sin aspavientos, sin necesidad siquiera de frecuencia.

Estoy en una edad en la que ya no debería presumir de nada, ni siquiera de amigos ya que los que me quedan sólo ellos lo saben… Pero cuando notas el cariño, y luego sientes el deseo de corresponder al mismo, notas la amistad.

…eeen fin. 😍

Que te quiero Juanito…💕 Y ponme a los pies de Doña Isabel.

Hasta el año que viene… 🤗

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

tan poco en serio…

Historias de Paco Sanz ✍️

Ayer le pregunté al cura que me enseñaba el monasterio, que qué diferencia había entre un fraile y un monje. Me dijo que el monje vivía, se “quedaba” en el monasterio; pero que el fraile vivía a veces en el convento y que además “salía”, se ocupaba de la realidad, la parroquia, la educación, los enfermos… Que unos trabajaban con los de dentro para mantenerse, y que los otros lo hacían con los de fuera. Pero que monjes ya no quedaban, y frailes había cada vez menos.

Pensé en mi propia vida, de cómo había defendido de joven mi derecho a la pereza y de mayor había elogiado la inactividad, y había hecho de ellas una especie de oportunidad de contemplar. De cómo, me había tomado siempre lo de estar haciendo y viendo cosas, tan poco en serio…

Una buena persona me dice la de cosas que puedo hacer todavía, que abra los ojos, y que vea lo muy bello que es el mundo en sus montes, plantas, animales, etc… Ciertamente puedo hacer algo aún “fuera”, algunas cosas son bellas para verlas hacerlas, pero otra cosa completamente distinta es serlas. ¿Es que acaso el mundo no es algo que hacer, o es un caleidoscopio…?

De joven corría, de mayor anduve, ahora paseo, en cierto modo me arrastro, recuerdo aquellas criaturas que habiendo aprendido a andar sólo debieran arrastrarse, como en los cuentos de Lovecraft… Pienso que no es bueno quedarse en la orilla, como el malecón o como el molusco que quieren imitar a la roca, sino que es bueno arrastrarse en la dicha de fluir y perderse en las olas, encontrándose en el movimiento con que el gran corazón de los hombres palpita extendido… Como ése que vive ahí, ignoro en qué piso, y que lo he visto bajar por unas escaleras y adentrarse valientemente en la multitud, y perderse…

En el siglo V a.C. Tucídices decía a los atenienses: “Recordad que el secreto de la felicidad está en la libertad, pero el secreto de la libertad en el coraje…” Es lo que debemos tener: coraje para ser libres y para no dejarnos arrastrar por las estrategias de los que «quieren que salgamos”, que sepamos, que hagamos, que veamos…

El hombre moderno arrastra una cantidad enorme de saber no digerido, que a veces traquetea de lo lindo en su cuerpo, como narra el cuento aquél… A través de dicho traqueteo, se delata la más peculiar propiedad de ese hombre moderno: la sorprendente oposición de un interior al que no corresponde ningún exterior, y un exterior al que no corresponde interior alguno… Una oposición, que los antiguos pueblos no conocían.

Me doy cuenta de que he dejado de entrar y salir del convento como los frailes, y de que vivo como si fuera un monje en un monasterio del que no pretendo salir ya, para nada… Que di ya con mi respiración natural y con mi fluir también natural… Que he vuelto a considerar el «no salir» como digno de determinar mi destino.

En la medida en que puedas -me digo- si no es posible hacer la vida que deseas intenta al menos ésto: no la envilezcas en asiduos ajetreos y chácharas; no la envilezcas arrastrándola por ahí dándole vueltas constantes y exponiéndola a la idiotez diaria del trato y las relaciones, hasta que se convierta en una extraña, cargante… Me lo digo, pero como siempre, no me hago ni p. caso.

Historias de Paco Sanz ✍️

LA VOCACIÓN

Publicado el 14 de diciembre de 2020.

OXALIS

«Mamá mira, mira que flores tan bonitas…» ¡Qué graciosa…!

Casi todos damos por hecho aquéllo de que hay carreras vocacionales como la medicina, las matemáticas, la música o el sacerdocio. Pero si nos fijamos bien, en realidad lo que hay son personas con vocación, o con vocaciones, o sin ellas… Por ello, sin médico no hay medicina, sin plantear el problema no surge el número, sin músico no hay melodía, o sin fe no hay Dios.

Y mira si es así, que ya desde bien pequeña mi hermana volvía tooodos los días del colegio portando el tesoro a sus ojos de uno de aquellos primorosos ramilletes, que ella, sola, iba componiéndose con las distintas floretas que se iba encontrándose por ahí, por las calles… En aquellas calles, cada uno de los árboles plantados en los alcorques se adornaban con arbustos ornamentales o con plantones de flores; haciéndolas lucir de bonitas -las calles- de una forma que ya quisiéramos hoy.

En aquellos años, el simple primor de las mujeres era lo que las empujaba a plantar flores frente a sus casas: margaritas o cornetas, don pedros o geranios; algunas hasta se atrevían con las rosas. Otras, cultivaban hierbabuena, hierbaluisa o arbustos de laurel, alhábegas, galanes de noche o jazmines. Pasear por mi pueblo engalanado de esas flores y con esas fragancias, tan humildes pero tan evocadoras, era una experiencia tan deliciosa que incluso mi memoria olfativa puede recordarla hoy si cierro los ojos y vago rememorando aquellas calles.

Y claro, yo creo, que ella heredó ese instinto digamos que materno-estético-vegetal que la empujaba con primor, a disfrutar contemplando todas y cada una de las plantas con las que se tropezaba cual si de verdaderas maravillas únicas se trataran… Aprendía, por puro gusto, sus nombres latinos o cosas como qué tipo de abonos necesitaban; se interesaba por su época de floración, por sus zonas de cultivo, por la duración y el grado de la belleza de sus flores; por la clasificación de sus fragancias…

Y no te digo’ná, cuando descubrió casi sin darse cuenta eso del arte floral, o sea, su propia forma de expresar con detalle la profundidad de algunos sentimientos para los que casi siempre y si os fijáis usamos flores… Para las declaraciones de amor o para pedir perdón; para premios, recuerdos, honores; en los nacimientos y en los entierros; en las alegrías y en las melancolías.

Hoy, se ve que todo el mundo sabe lo que es una pérgola pero recuerdo, la cara que le puse a mi hermana cuando me dijo que ése iba a ser el nombre de su floristería: 😳😳 «¿Nena, qué coño es una pérgola…?»

Y resulta que, encima, te casaste con el jardinero fiel… Dale un abrazo. 🤗

Te quiero Nena. 💕

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

PRANAYANA

Publicado el 2 de octubre de 2020.

Historias de Paco Sanz ✍️

Parece que el virus ese se contagia por la respiración. Pensar en ella ayuda a concentrarse. Pranayana, se le ha llamado al control de la respiración a fin de descubrir lo que es voluntario y lo que es involuntario al mismo tiempo. Lo que haces y lo que te sucede, en un mismo proceso. Parece que la mayoría de los que mueren por esta pandemia lo hacen por no poder respirar; al nacer, la primera cosa que hacemos “fuera” es intentarlo. Hasta las plantas lo hacen. Los vegetales de noche respiran con sus mitocondrias, y de día fotosintetizan con sus cloroplastos.

Nos tapamos los ojos y dejamos de ver, nos tapamos las orejas y dejamos de oír, pero si nos tapamos la boca y la nariz y tratamos de dejar de respirar, nos morimos. Etimológicamente hablando, el aliento no es neutral y transparente: es aire de cocina; vivimos en constante hervor a fuego lento. Hay un horno en nuestras células, cuando respiramos pasamos el mundo a través de nuestros cuerpos, lo cocinamos ligeramente y volvemos a soltarlo, levemente alterado por habernos conocido.

Aparte del ritmo, hay también cambios únicos en la proporción de tiempo, dedicada a la inhalación y a la expiración en un movimiento respiratorio dado. Como mejor se mide esto es en el porcentaje que recibe la inhalación en el ciclo respiratorio. Este porcentaje es de cerca del 16% al hablar, 23 al reír, 30 en trabajo mental activo, 43 en descanso, 60 o más en estado de emoción, 70 en individuos que se imaginan en una situación maravillosa o sorprendente y 75% ante un terror súbito. De cómo altera ese ritmo el respirar a través de la mascarilla, ni idea.

Lo primero que me dice el filósofo cuando viene a hablar conmigo es: “Tómate tu tiempo”. Quizá el espíritu deba su origen a un excedente de tiempo, a una respiración pausada. Quien se queda sin aliento se queda sin ánimo, sin espíritu. Ser hombre, es no poder permanecer y a la vez no poder moverse del lugar. Y sólo donde se da la peligrosidad del estremecimiento, se da también la felicidad de la admiración, aquel arrebato despierto que constituye el aliento de todo filosofar.

Los charlatanes estudiamos la respiración de nuestros contertulios para meter baza, también estudiamos las comas, los puntos y coma, los puntos y seguido y los puntos y aparte, para no parecer tan maleducados al empezar a hablar, como esos viejos tipos que debatían el otro día…

Nadie pone más en evidencia su torpeza y mala crianza, que el que empieza a hablar antes de que su interlocutor haya terminado. Hay tanta gente así, que uno no sabe qué hacer para dejar de oír tonterías propias de gente de mala crianza, que interrumpir de una vez dando pruebas de la suya, y solidarizarse así con el que no parece dispuesto a callarse así como así.

Historias de Paco Sanz ✍️

Facebook

Publicado el 27 de septiembre de 2020.

Eres muuu tonto, mucho… Te lo dijeron muchas veces y tú: que nunca, que no. Y mira: ¿lo ves…? Que sí. Eres tonto.

Lo malo del caralibro éste de mierda, no es que te inunde con publicidades sino que a la vez tiene la desfachatez de decirte lo que no tienes que comprar. ¿No te has dado cuenta…? 🙄😳 Pues sí. Son dos cosas distintas: puedo a regañadientes adaptarme a la primera pero la segunda me toca profundamente los huevos. ¿Quién es caralibro para decidir qué publicaciones puedo ver y cuáles no, de mi prima Paula, por ejemplo…?

Me encantaría poder seguir libremente a la buena de mi prima Paula, sin que me pusieran como un filtro en la cara que decidiera qué cosas sí y cuáles no, son las que más me convienen saber de las que mi parienta cuenta… También, tengo un gran amigo en Perú -Iván Figueroa- que sé que es un fiera y del que caralibro también ha decidido que yo no sepa nada. Y mira que lo sigo con el dedito ok, y él sabe, que tengo muchas ganas de saber de él y que lo quiero mucho pero nada, no hay manera: caralibro no nos deja… Inexplicablemente, caralibro no quiere que él sepa -aunque yo sé que en el fondo él sí lo sabe- que a mí me gustaría mucho saber de él…

¡Qué extraño y qué siniestro…! ¿No…? ¡Pues vaya mierda de red social…!

¿Y la política…? ¿Por qué nos encierra caralibro a cada uno en un corralito ideológico? ¿Por qué, sólo vemos una y otra vez las publicaciones de los mismos cansinos repitiendo lo mismo…? Y sabéis, que todos sois mis cansinos favoritos: mis queridos cansinos.

Caralibro pareciera ser que sí, que sí te informa de cuánta mierda hay en tu mundo, pero lo que no te deja es pasar la fregona de la verdad; ni siquiera la de tu verdad porque gritas y no se te oye; ni siquiera los tuyos te oyen. Caralibro te asfixia si le conviene y te deja sumergido y solo ahogándote en sus algoritmos siniestros… Y te pierdes, en el éter del silencio en tu línea de tiempo sin que nadie oiga el grito en tu muro… Y como si detrás de un muro y aunque te estuvieras muriendo a gritos, esos algoritmos lerdos son capaces de bloquearte digamos que por facha o por suicida; y claro, te morirías como un sordomudo: solo, y como que detrás de un muro.

Inteligencia artificial, lo llaman. ¡Vaya mieeerda de red social…!

…eeen fin. Me voy.

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

GOTAS DE AGUA

Publicado el 31 de octubre de 2020.

Historias de Paco Sanz ✍️

Ya sé que mi familia no es la leche, que no soy yo el centro del mundo, ya sé que no es lo consciente lo determinante en mi mente, que no es mi cultura la mejor para todos, que no es mi especie la primera que se creó ni la que sobrevivirá a las demás, que no podemos seguir manteniendo que la inteligencia es anterior a la vida; ya está claro que nuestra sociedad es incapaz de gestionar la vida en este planeta, ya no apunta hacia nosotros el fin de la evolución, no está la tierra en el centro del Universo.

No tenemos razones para creer que éste es el único Universo posible, aunque solo sea porque la mayor parte de la materia de este Universo parece ser materia oscura, no-bariónica, materia de un tipo distinto a aquél del que nosotros estamos hechos.

Hay que desandar este camino y volver hasta los míos, hasta el logos y el yo, hacia mí, hacia el que todos los objetos del Universo perpetuamente confluyen, para el que todos los enunciados han sido creados, para así dar fe de su sentido. Para cambiar esta sociedad, para llegar a ser la especie que nos sucederá.

Si hoy tenemos el genoma, un disco duro que almacena más de veinticinco mil genes y que sirve como plano guía, como modelo para formar nuestro cuerpo, ¿tendremos en el futuro, otro disco, al que podemos llamar conectoma? ¿Lograríamos así sacar la mente del cuerpo? ¿Habrá en el futuro bibliotecas de “almas”, con nuestra memoria y nuestra personalidad almacenadas en un disco?¿Podrá tener conciencia mi conectoma tras mi muerte? ¿Podría yo perpetuarme en él?

El individuo humano puede ser comparado a una gota de agua, que al final de su existencia temporal se une al mar de la Divinidad. El temor a la pérdida de la individualidad, puede conducir a la pretensión de perpetuarla como única forma de realizarla. Pero, ¿qué somos?, ¿la gota de agua o el agua de la gota?

Ahora que se muere más gente que nunca en anteriores tiempos de paz, no nos dejan ir a los cementerios. El 1 de noviembre celebrábamos el día de todos los santos y el 2 el de todos los fieles difuntos. También para celebrar hay clases. Ya puestos el 3 podríamos celebrar el del resto de los difuntos, que no son ni santos ni fieles. Pero bien pensado a esos mejor dejarles en paz. Perpetuamente también.

La idea escéptica de que el mito es falso es tan tonta, como la idea religiosa de que es verdadero. El escepticismo es el heredero de la religión, y como todo heredero, está demasiado interesado en la perpetuación del material que hereda, como para no ser secretamente respetuoso con él.

Me he parado a pensar en la fidelidad de los difuntos. Mis únicos difuntos fieles, a los que guardo fidelidad, con los que siempre estoy hablando están para mí en los libros, en las viejas poesías. Sigo, ahora más viejo y confinado que nunca, con ellos: “Retirado en la paz de estos desiertos/ con pocos, pero doctos libros juntos,/ vivo en conversación con los difuntos/ y escucho con mis ojos a los muertos”.

Sigo en el desierto, con Burton, allí: “El frío del pesar entumece mi pensamiento/ creo oír el toque de difuntos/ al apagarse por aquella fina línea azul/ el tintineo de la campana del camello”. Y en fin, y por seguir agavillando: “Ayer se fue: mañana no ha llegado/ y hoy se está yendo sin parar un punto:/ soy un fue, un será y un es causado./ En el hoy y mañana y ayer junto/ pañales y mortaja, y he quedado/ presente en sucesiones de difunto”.

Historias de Paco Sanz ✍️

¡VENGA, VAMOS, ARRANCA…!

Publicado el 14 de diciembre de 2020

Se había comprado una moto: una Vespa 200. Y se le ocurrió, para estrenarla, que hiciésemos los ciento veinte kilómetros hasta la Sierra de Aitana, y que participásemos en mi primera concentración de motos.

¡Venga, vamos, arranca…!

Los primeros cincuenta kilómetros sin problemas; pero fue entrar en la ciudad de Alicante y negociar una de aquellas rotondas nuevas que estaban proliferado por todas las carreteras, cuando, con la Vespa algo escorada a babor va y me dice: ¡Ostiaaas, agárrate Primo…! Y Pam… Una mancha de aceite en nuestro carril hizo que pagáramos cara la novatada de entrar algo más fuerte de la cuenta en la rotonda, y termináramos nosotros y la moto arrastrando por el suelo. ¡Coooño…!

Nos sacudimos el polvo y evaluamos daños comprobando, que sólo se había partido por la mitad la maneta del embrague y lijado un poco la parte izquierda de la moto. ¡Naaada…! Su diagnóstico fue que podíamos proseguir adelante porque, aunque con sólo dos dedos de su mano izquierda, podría apretar esa maneta rota y cambiar de marcha sin problemas durante el resto del viaje.

¡Venga, vamos, arranca…!

Sesenta kilómetros después, y ya de noche y helados, comenzamos a subir aquellas cuestas llenas de curvas que se empinaban y se cerraban cada vez más. Tercera marcha, segunda; arreón; tercera, y vuelta a la segunda marcha para entrar en la curva siguiente; y otra vez, y otra… Nosotros dos y el equipaje aupados por aquella bendita y heroica Vespa. Llegó un momento que para negociar aquellas curvas y cuestas, y debido a que los dos dedos y la muñeca de mi primo ya no daban más de sí, tenía que bajarme en marcha para que pudiéramos seguir subiendo, casi escalando, avanzando… y que no se nos calase la moto.

¡Venga, vamos, arranca…!

No sé ni cuánto tiempo tardamos en plantarnos tan trabajosamente en lo alto de aquella Sierra de Aitana. Noche cerrada era ya… Y claro, veníamos con tantas ganas de fiesta que del tirón nos metimos en el chiringuito que tenían montado los moteros. Y tantas ganas de juerga traíamos, que, en vez de cenar dado que era tan tarde, empezamos con lo de las bebidas bárbaras los porritos y el rollo y el cachondeo con los moteros… Ya cenaríamos mañana.

¡Vaya nochecita que pasamos allí riéndonos helados de frío…! ¡Qué juerga nos pegamos prácticamente solos…! ¡Qué pedal más chocante pillamos…! El caso, es que ya de madrugada, andamos no más de veinte pasos desde la puerta del chiringuito, hasta encontrar un pino bajo el que dormir metidos en nuestros sacos la mona tan bonita que lucíamos…

Y os juro, de verdá, que nos pareció que transcurrió sólo un momento cuando al fin nos despertó el escándalo de las motos y el olor a Castrol, el rumor del ir y venir de la gente pasando casi por encima nuestro debido al trasiego del chiringuito… Desperezándonos y a medio salir del saco de dormir, comprobamos, que eran más de la una del mediodía y que la gente lo que estaba era yéndose… 🙄😳 Todo, había terminado.

…eeen fin. ¡Qué cosas…!

Jájajajaja… 🤣😂

¡Venga, vamos, arranca…!

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras

MONSTRUOS

Publicado el 27 de octubre de 2020

Historias de Paco Sanz ✍️

Leo en una revista de ecología política lo malos que son los de la extrema derecha en ecología, ecofascistas les llaman. Veo un documental sobre lo cándidos que son los activistas en estas cosas. Buenistas les vienen a llamar. La derecha acusa a la izquierda en ecología de falta de cálculo, la izquierda a la derecha de mala voluntad.

La gente que no cuenta no cuenta. Unos por demasiado gusto por los cuentos y otros por demasiado gusto por las cuentas, la verdad es que los de ciencias y los de letras tienen que estar a la greña incluso en biología. Hasta con la gestión, con las palabras y los números de la pandemia, siguen jugando “sucio”.

Para producir un vatio eléctrico se necesitan tres térmicos. Para producir una caloría de alimento son necesarias diez en combustibles fósiles. Cada día como, cada día cargo mis dispositivos. Estoy empezando a mirar los enchufes de mi casa con ojos golositos. Nuestros descendientes algo cyborgs ya cargan cada noche baterías de patinetes, bicis y coches. Supongo que pronto se cargarán ellos durante la noche. Que habrá, un día que se podrá hacer algo parecido a la comida directamente de la electricidad.

Con la energía “limpia”, “renovable”, que viene del sol, me pasa como con el pecado de Adán y Eva. ¿Quién tentó a Adán?: Eva. ¿Quién tentó a Eva?: la serpiente. ¿Quién tentó a la serpiente?: No blafemes, por favor. ¿De donde sale la electricidad que mueve los coches eléctricos?: Del sol, de la lluvia, del viento, gracias a las placas solares, las centrales hidroeléctricas y los molinos. ¿Y la energía necesaria para construirlos?: Calla, no seas aguafiestas.

Seguro que encima me vendrás con el cuento que a veces no hace viento, no llueve y encima es de noche.

La verdad es que desde el punto de vista biológico somos un desastre. Un animal del tamaño del hombre necesita de dos a tres mil kilocalorías al día. Pero usamos alrededor de cuarenta mil, el equivalente a un animal de cinco a siete toneladas. Y encima si viene el covid y tenemos que parar un poco nos deprimimos.

De los conceptos marxistas, el más aplicable a la economía ecológica es el del fetichismo de la mercancía o, en nuestro vocabulario, la ficción de la capacidad de medirlo todo: o sea, el hecho de que no podemos comparar kilogramos de carbón con horas de trabajo humano en las mismas unidades, aunque a primera vista, una medida en dinero o una medida energética los haga conmensurables.

El uso de los combustibles fósiles supuso un salto exponencial en la disposición de energía. Se estima que un barril de petróleo (159 litros) contiene una energía equivalente a 25.000 horas de trabajo humano. La energía que ellos proporcionaron en 1995 equivalía a la de 280.000 millones de trabajadores, lo cual suponía 55 esclavos por persona. No es de extrañar que las guerras del siglo XX hayan sido motivadas en gran medida por el control del petróleo, y que las perdieran aquellos países que no pudieron asegurarse un flujo suficiente del mismo, como fue el caso de Alemania en las dos guerras mundiales y de Japón en la segunda.

En los últimos cincuenta años nuestra demanda de energía ha sido mayor que toda la energía consumida durante la historia humana precedente. Con toda seguridad la historia de la vida en nuestro planeta nunca había hospedado a parejas criaturas. Hay motivos para preguntarse si, por ser plenamente conscientes de ello, no nos hemos convertido en una generación de monstruos.

Historias de Paco Sanz ✍️

.

Adivina adivinanza… 🙄😳

Vale, voy a escribir de que desde hace algún tiempo casi no escribo; y de que digamos que se me han agotado un poco tanto la inspiración como las ideas, y ya no me vienen las historias así como me venían; de fácil. Bien es verdad, que en estos siete años llevo escritos ya bastantes más de quinientos folios y claro: de todo se cansa uno… Y lo peor, es que si ya me he cansado un poco de escribir mis historias en un folio no te digo’ná, de la pereza que me daría escribir un libro entero, del tirón.

¡Chico calla…! 🙄🙄

¡Veeenga, vaaamos…! 😂🤣

Hay que encontrar un tema…

Lo primero, es conseguir cuatro o cinco contramuslos de pollo hermosos enteros y con su piel, bien limpios; y dos puerros medianos, dos tomates maduros gordos y dos zanahorias grandes. Todo ello, hay que cubrirlo de agua y ponerlo a cocer solo con sal en una olla grande, pero sólo el tiempo justo para dejar el pollo cocinado lo suficiente para poder deshuesarlo: quince o veinte minutos hirviendo, como mucho… No es conveniente que el pollo cueza demasiado pero porque luego hay que volver a cocinarlo todo en el horno un poco más, y claro, no queremos que la carne se convierta en una pasta sino encontrarle la textura adecuada en boca… Un detalle importantísimo. 🙄😳

¿Qué fino, no…? 😎

Después, hay que dejar que todo se enfríe pero sin sacar nada de la olla, para que conserve sus jugos. Más tarde, ya una vez tibia, hay que deshuesar y desmigar la carne del pollo llevando mucho cuidado de no dejar absolutamente ningún tendón, piel o huesecillo alguno que nos estorbe luego el disfrute en el plato… También hay que tener preparados no menos de ocho huevos duros y no más de cien gramos de un buen chorizo; y luego picarlo todo con cuidado y con criterio, es decir: el huevo en trozos más gruesos para que se noten en boca; pero el chorizo, en daditos lo más pequeños posible para no abusar.

Al final, hay que mezclarlo todo también con mucho cuidado…

Y ahora, viene lo bueno: la bechamel. ¡Qué difícil es hacer una buena bechamel…! Peeero, como dice el refrán «cada maestrillo tiene su librillo…» Y claro está que yo tengo el mío pero no lo puedo contar todo hoy aquí, así como así… Pero sí puedo confesaros que el secreto del éxito de esta receta de mi madre tiene mucho que ver con el cuidado de los pequeños detalles: la proporción justa de pimienta y clavo, pero sobre todo, el de la mezcla siempre mágica de los sabores de la nuez moscada y el de la leche… También son importantísimas muchas otras pequeñas cosas tales como el instinto culinario, el tipo de caldo que usemos, cuánta mantequilla, cómo cocinamos la harina sin grumos y con cuidado de la sal, o aquéllo tan importante y tan extraño de darle el punto justo a la comida.

La cosa es, que necesariamente hay que preparar dos tipos de bechamel para coronar como dios manda este plato: una, espesa y sabrosa para mezclar con la carne los huevos y el chorizo; y la otra, bastante más ligera y suave para cubrirlo todo una vez montado en la bandeja del horno listo para gratinar.

Por último, está la tantísima faena que lleva la jodida receta ésta de los cojones: que si el queso y que si el coñac, que si la temperatura justa del horno o que si las más de seis horas de tantísimo trabajo, sólo para terminar dándole vueltas y vueltas a lo mismo.

…eeen fin.

Adivina adivinanza… 🙄😳 ¿Qué comemos hoy…? 🤔

Invito a los que acierten…

Sabéis que os quiero. 💕 😂🤣

Y gracias por leer mis… cosas.

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

¡Nos extinguimos 🙄😳…!

Publicado el 23 de diciembre de 2019

Acabo de ver por televisión que gracias a Dios, ya te pueden regalar por ahí un cepillo de dientes de esos que se sincronizan por blutuz con tu smartphone, para -sin necesidad ninguna de conexión güifi pero mediante unos complejísimos algoritmos- indicarte en tiempo real si la presión que aplicas sobre la dentina de tu dentadura es, o no, excesiva para que afecte, o no, a la totalidad de toda tu estructura dental, personal, estética, intelectual, e incluso anímica… 🙄😳 Y todo ello está pensado, claro, para evitar que te quedes gilipollas no sea que se te caliente la cabeza en exceso al cepillarte los dientes. Me parece genial.

¡Y no se vayan todavía que aún hay más…! Porque dentro de muy muy poco van a poner también en el mercado otra aplicación ni más ni menos que para masticar chicle y andar derecho. 🙄😳

¿¿…🙄😳?? ¿No me diréis que no os parece también una idea increíble? ¿No…? Pues eso: menos mal.

Ya era hora.

¿No sé… de verdá, cómo hemos podido pasar éstos bastantes más de setenta y cinco mil años sin semejantes y tan importantes artefactos tecnológico-dentales…? De verdá que no me lo explico…… 🙄😳

…eeen fin.

Nos vamos a la mierda.

🤣😂

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

ESTAR PENSANDO…

Publicado el 1 de septiembre de 2020

Historias de Paco Sanz ✍️

Mi hijo ha compartido conmigo la tara de la precocidad. No sólo cuando se tarda en saber, en comprender, puede uno convertirse en un “retrasado”, también haciéndolo antes de hora. Tuvo la suerte de tener una maestra que le puso en su sitio a tiempo. A mí no me pasó lo mismo, de haber sido puesto tanto como ejemplo por los maristas en clase, no me he recuperado nunca.

Su maestra, con la que compartí el gusto por ciertos libros y a la que ayudé cuanto pude en los “conciábulos y conventículos” con los padres de alumnos, me dijo que una vez encontró a mi hijo solo en el patio “encantado”, es decir con cara de no estar haciendo nada. Se acercó y le dijo “ Hola, ¿qué estás haciendo?». El niño la miró de arriba abajo y contestó: “No me moleste, señorita, no ve que estoy pensando”. La pobre mujer se retiró de lo más cortada. En Oriente se considera una impertinencia interrumpir a alguien cuando está en contacto con su ángel bueno, y ella era un poco budista, como yo.

Hoy día eso de pensar por pensar ha ido a menos. No me extraña, y es que el pensar no conduce a un saber como las ciencias. El pensar no produce ninguna sabiduría aprovechable para la vida. El pensar no descifra enigmas del mundo. El pensar no infunde inmediatamente fuerzas para la acción.

Y es que no estamos para eso, con tanta necesidad por tener algo que hacer, no hay quien piense. Si el pensar actualiza la diferencia dentro de nuestra identidad dada en la conciencia, y ello produce la conciencia como subproducto; entonces el juzgar -el subproducto del efecto liberador del pensar- realiza el pensamiento, lo hace manifiesto en el mundo de las apariencias, donde nunca estoy solo y siempre demasiado ocupado para pensar… La manifestación del viento del pensar no es el conocimiento; es la capacidad para distinguir lo bueno de lo malo, lo bello de lo feo.

Supongo que el niño estaba encantado porque todavía podía pensar sin palabras. Lo que es todo un lujo, todo un nivel. Luego las necesitamos -a las palabras- tanto para pensar que no sólo dejamos de poder hacerlo sin ellas, sino que a veces, da la sensación de que sólo podemos pensar con las palabras que tenemos en la mente.

Más tarde cuando nos da por escribir esto se acentúa, no sabes lo que piensas hasta no darte cuenta de lo que estás escribiendo. Y es que la pluma es al pensar lo que el bastón al caminar. El caminar más ligero se realiza sin bastón, el pensar más perfecto sin pluma. Pero cuando uno empieza a hacerse viejo usa de buena gana tanto el bastón como la pluma. Y los imbéciles (palabra que deriva de in-baculus: uno que lleva un bastón por compañía) ya no saben salir a pasear sin bastón o a pensar sin pluma o teclado. La imbecilidad no es mala, lo malo es ejercerla.

Historias de Paco Sanz ✍️

BESTIAS

Publicado el 4 de diciembre de 2020.

Empezó a anochecer y buscábamos desesperados un lugar seguro donde protegernos de aquellos bichos. El estado de la rodilla, y sobre todo del tobillo de mi compañero, no nos permitirían regresar a tiempo al campamento y sabíamos que era de locos quedarnos por ahí a la intemperie y completamente expuestos… Toda la tarde llevábamos cagados de miedo en medio de esos páramos, huyendo, y esquivando como fuese el peligro de cualquier tipo de contacto con aquellas bestias oscuras, grandes y tan agresivas. Nos habíamos equivocado de ruta de vuelta, y lo teníamos francamente muy mal cruzando aquel secarral donde sólo habían olivos, matorrales y encinas… No había cueva, refugio, cobertizo o abrigo alguno donde poder pasar una noche a salvo de los ataques de esas alimañas.

Pese a que sólo nos quedaban seis u ocho kilómetros era imposible completarlos sin que nos los cruzásemos; y eso, y a oscuras, resultaría mortal… Con el último arrebol de la tarde llegamos -menos mal- junto a un olivo enorme al que me encaramé encontrando por suerte y a una altura suficiente como para mantenernos a salvo, dos fuertes ramas casi paralelas y sobre las que podríamos acoplarnos de alguna manera, y apañarnos, para pasar esa noche como fuese…

Llevábamos una mochila cada uno: él con la comida, sacos y abrigos, y yo con el botiquín y los aperos de montaña. Pude aprovechar aquellas últimas luces para inmovilizar y vendar el tobillo de mi compañero. Luego, no sin mucho dolor, logró subir y acomodarse penosamente en aquellas ramas, apoyando en ángulo recto su cuerpo contra el tronco principal hasta quedar en una posición lo razonablemente cómoda como para pasar las horas que nos esperaban bien agarrado -o atado si hiciese falta- a las ramas de más arriba… Una vez aupadas las mochilas a aquellas ramas también subí yo, y no sé si fue debido al canguelo pero me pareció que justo en ese momento, nos invadió engulléndonos por completo la oscuridad espesa de aquella noche zahína y sin luna.

Fue al encender estúpidamente la linterna mientras nos abrigábamos cuando empezó todo. Como bobos, habíamos delatado nuestra posición y comenzamos a oírlos acercarse, despacio. Completamente a oscuras sentíamos sus resuellos, el golpe de sus pisadas, pesadas, acercándose, cercándonos… Y empezaron aquellas embestidas contra el tronco de nuestro árbol. Cada cierto tiempo, como si pareciese que se turnaran, se acercaba uno de ellos para arremeter contra nosotros y nuestro ánimo, una y otra vez; oyéndolos durante horas bufar al recular para volvernos a embestir…

Y así, estuvieron durante casi cuatro horas hasta que se ve que decidieron sin más que mañana más, que ya estaba bien… Y cejaron en su empeño yéndose todos también así, sin más.

¿Alguna vez habéis dormido como los monos o como los pájaros sobre una rama, agarrados…? ¡Jájajaja…! nosotros sí: maldormimos, pero sí. Recuerdo, que una vez asegurado al tronco con una cuerda por debajo de mis sobacos y totalmente vencido por el cansancio y el sopor del sueño, más de una vez, me desperté alarmado creyéndome al punto de caer, pero abrazado por instinto no sé si de pájaro o de mono a una de aquellas ramas.

Y como hubiera sido insensato bajar antes de que amaneciese, lo más chocante del caso es que yo volvía a dormirme como un lirón careto cada vez que me despertaba: una y otra vez me dormía… Como intentando aprovechar al menos esas breves cabezadas aunque estuviéramos encaramados a las ramas de un árbol. 🙄😳

¡Hay que ver, cómo somos los dormilones…! 😂🤣

¡Vaya nochecita nos dieron jodidos los toros bravos aquéllos…!

…eeen fin.

Gracias por leerme 🙏🤗💕

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

Peces de pecera

Publicado el 23 de enero de 2020.

Historias de Paco Sanz ✍️

Tengo dos peces en una pecera, me han dicho que si quiero que vivan mucho en ella les tengo que dar de comer muy poco y que de vez en cuando hay que cambiarles el agua. Lo estoy haciendo, y de momento no se han muerto. Pues bien, como demasiado y no cambio de costumbres: ¿Qué tengo contra mí…? “El camello es el animal que vive más tiempo sin beber, beba usted y no sea camello…” decía en el cartel de una taberna de las de cuando yo era niño… No soy un pez en una pecera, digo yo.

¿Es buena una vida puramente defensiva en la que no se está sino avizorando todos los recovecos por donde puede venir la muerte, calafateando todas las rendijas por donde puede escapársenos y escurrírsenos…? ¿Va a ser la organización del planeta como un inmenso hospital y una inmensa clínica…? ¿Por qué ha de triunfar la moral de una vida larga sobre la moral de una vida corta…?

Somos demasiados, y hay que luchar contra el cambio climático.

Decía Wilde que su buen gusto era la única excusa que siempre había dado por llevar tan mala vida. Puede, que no se trate de una vida corta o larga sino de una buena o mala vida. Pero lo primero se puede medir, lo segundo se puede discutir, y una cosa es una cuenta y otra un cuento.

Para poder vivir una vida larga en años creemos que mejor estar sano, aunque como médico os aseguro que la salud no es un estado que prometa nada bueno… Pero estar sano no es fácil. Para ello hay que diferenciar entre sanos a secas: sanos a salvo de las enfermedades y del sistema sanitario; sanos preocupados: por haberse creído la propaganda sanitaria; sanos estigmatizados: por haberle caído encima a uno el estigma de algún factor de riesgo o fuera de la normalidad; y sanos medicalizados: que están tomando medicación innecesariamente.

También entre los enfermos hay al menos dos clases: los reales y los imaginarios. Los reales: de enfermedades que matan o no, de enfermedades que hacen llevar mala vida o no. Los imaginarios: de enfermedades anatómicas, derivadas de medicamentos, derivadas de pruebas de laboratorio y de continuadas malas praxis médicas y psiquiátricas… los más.

Me sigo dando de comer más de lo que debiera porque sin querérmelo confesar, estoy hasta los hipotálamos de esta pecera… Sólo me queda decir como la mística: “Ven muerte tan escondida/ que no te sienta conmigo,/ que el gozo de ir contigo/ no me vuelva a dar la vida”.

En fin, por la boca muere el pez…

El pez fue el primer vertebrado; antes de que hubiera tetrápodo alguno había peces. Están como yo en este momento, no al otro lado del espejo como Alicia sino al otro lado del cristal; y me recuerdan que lo esencial es volverse completamente inútil, diluirse en la corriente común, volver a ser pez y no jugar a los monstruos. El único provecho -me repito a mí mismo- que puedo sacar del acto de escribir es ver desaparecer las cristaleras que me separan del mundo.

En un cuento de Borges, a la gente del otro lado de los cristales una vez les dio por invadir la tierra. Su fuerza era grande, pero después de sangrientas batallas las artes mágicas del Emperador Amarillo prevalecieron. Y rechazó a los invasores, los aprisionó en los espejos y les impuso la tarea de repetir, como en una especie de sueño, todas las acciones de los hombres…

Los primeros que despertarán serán los peces. Romperán las barreras del vidrio, y esta vez no serán vencidos. Junto a las criaturas de los espejos, combatirán a las criaturas del agua…

🙄😳

Historias de Paco Sanz ✍️

PALABRA PENSAMIENTO

Publicado el 29 de noviembre de 2020

Ningún escritor puede plasmar en palabras, ni absolutamente toda la profundidad de sus pensamientos ni por completo todos los recovecos de sus sentimientos. Ninguno, por genial que sea el escritor… Es imposible.

Se puede pensar y sentir tanto agarrando el volante de un camión como atando las cordoneras de unos zapatos; también escalando una montaña, rezando afligido o follando apasionadamente… Toda tu vida se te puede pasar por la mente en un instante al experimentar una grave experiencia: justo antes de chocar con violencia en aquel accidente con tu coche; en aquellos momentos antes de saltar por vez primera en paracaídas; o cuando te enteras de la muerte de tu padre…

Mi Maestro Paco Sanz siempre lo dice: que los humanos creemos que pensamos y sentimos mediante palabras; que pensamiento y sentimiento son en esencia vocabulario… Pero él afirma que no es así, que no es tan fácil; que los pensamientos y sentimientos no se componen, no están hechos de palabras. Que para ser en verdad pensamientos éstos necesitan tomar otra forma diferente, más sutil aún que la del simple verbo… Que el pensamiento para expresarse de verdad precisa otros soportes, digamos que más holísticos, más complejos y subconscientes, más universales y comprensibles. Más, que la sencilla palabra articulada o escrita en cualquier idioma…

Uno de los ejemplos más palmarios que demuestran esta teoría es que muchas veces, sabiendo nuestro pensamiento perfectamente lo que quiere decir nos quedamos sin palabras… Otro de los argumentos a favor de esta idea es el hecho, comprobado, de que nuestros ancestros homínidos pese a que carecían de un lenguaje estructurado eran de sobra capaces de pensar con hondura, de transmitir con precisión sus habilidades, y de compartir con los suyos tanto los matices de sus sentimientos como los detalles de sus pensamientos. Y todo ello, casi, sin lenguaje.

En este mundo, en el que un inquietante por elevadísimo número de gente sobrevive toda su vida con poco más o menos ochocientas palabras en su vocabulario, no se pueden pedir milagros… De quién es la culpa es otra historia. Y claro, nadie puede dar lo que no tiene ni enseñar a otros aquéllo que ignora.

El caso es que por todo ésto, y como siempre he tenido la sensación y el temor de no estar siendo del todo un buen padre, me reconcilia conmigo mismo el hecho de al menos haber influido de forma determinante para que mi hija empiece a leer a Juan Manuel de Prada… Ha comenzado leyendo mi regalo de cumpleaños: «Cartas del sobrino a su diablo».

Según me dice «está flipando» con un diccionario en la mano. ¡Cómo me alegro….!

Tiene diecinueve años recién cumplidos, y claro, Juan Manuel de Prada muy bien podría parecerle un carca cincuentón, un beato caducado; un escritor barroco, trasnochado, que no habla como se debería hablar hoy de sexos y violencias moñas. Pero el caso es que escribe con tal dureza que es como si, dándole todo igual, con su escritura vomitara sobre el mantel en blanco de una mesa de lujo llena de comensales ricos y borrachos como él… Ahí queda éso: si hemos bebido éste es el resultado.

🎶🎵¡Es cán da lo… es un escándalo…! 🎶🎵 🤣😂 Como decía Raphael…

No sé muy bien, exactamente, qué cosas ni cuántas voy a poder legar a mis hijas, pero el que se interesasen por la lectura, por la literatura y por conocer a sus prójimos en profundidad, serían de esas cosas que sí me gustaría dejarles, inculcarles. Y que luego, sólo de vez en cuando, recordaran algo de mí…

«Tal vez el mal, después de todo, no tenga la última palabra…»

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

MI SOCIO

Publicado el 26 de noviembre de 2020.

No siempre puedes decir que le has cambiado los pañales a uno de tus colegas. Es extraño, lo reconozco. Pero por eso le conozco tan bien y encima lo quiero casi como a un hijo; pero insisto, casi: no es mi hijo, aunque quizá sí el mejor si no uno de mis mejores amigos. Una especie de socio especial.

— Eres un cascarrabias, siempre me estás riñendo.
— Muy bien, a partir de ahora me vas a dar igual del todo, completamente igual; no me importarás nada, como si fueras un crío cualquiera de los muchos que me cruzo cuando voy por ahí, por la calle…
— Vaaale. Ríñeme…

El socio, es una figura que se ha ido perdiendo pero que yo reivindico. Ya no confiamos lo suficiente los unos en los otros para tal grado de relación; para, como dice el castizo «jugarte los cuartos» con él o por él. ¡Ay la confianza…! Como mucho, tenemos amigos, pero con los que llevamos el cuidado suficiente de no jugarnos nada verdaderamente importante y que podamos perder además de a ellos mismos. O conocidos sin más, tal vez colegas de infancias, de ciertos gustos o profesiones; pero ya, casi nadie tiene un socio… Yo, sí.

Como sus padres estaban separados casi desde antes de que él naciese, recuerdo con qué ternura me preguntó ya con cuatro o cinco añitos que qué era yo de él… Si algo así como un tío suyo, tal vez como una especie de padre postizo o quizás un abuelo extra; no lo tenía claro el pobre… «Nada de eso, yo soy tu socio…» Se lo dije tal y como me salió, y ahí se quedó la cosa. Yo, salí del brete dialéctico de explicarle al crío que amo a su abuela y vivimos juntos pero no soy su abuelo; que lo he criado y le riño a diario pero no soy su padre; y que lo quiero muchísimo pero que él no es nada mío… Él, era ni más ni menos que mi socio.

Me deshago de cariño cada vez que recuerdo la inocente expresión en su carita, al hacer como que entendía aquéllo que yo le intentaba decir con lo de socio… Luego, me abrazó con mucha fuerza.

…eeen fin.

Qué bonito, qué gracioso y qué entrañable. ¡Quiero a ese chico…!💕

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

Dulce enemistad… 💕

Historias de Paco Sanz ✍️

Me descubrí ayer diciéndole a mi amiga, a mi amor, que seguramente por lo alejados que estamos de todos, incluso de los que más queremos, estamos tan locos el uno por el otro. Me dijo que algo de eso habría, sin duda… Es posible, que pensara como yo que también por lo alejados que estamos cada uno por el otro, estemos además tan locos cada uno por sí mismo. Al menos yo sí lo pensé… Y estamos tan unidos, que a veces no tenemos los mismos sueños sino incluso los mismos pensamientos.

La mujer que ama ofrece al hombre amado una enemistad dulce; la que no, una amistad amarga. A mí me pasa conmigo mismo. «No os extrañéis mis dulces amigos, que esté mi frente arrugada, pues vivo en paz con los hombres y en guerra con mis entrañas…» En mi lucha contra el mundo, defiendo al mundo.

Lo de la schadenfreude, lo de que en las pequeñas desgracias de algunos de nuestros mejores amigos haya algo que no nos disguste, lo llevo a la práctica casi siempre limitándome a mi mismo, a mi cuerpomente de cada día… Por ejemplo: estoy en guerra con mis costumbres, no me aguanto cuando veo que me conformo, que me someto a esas gratificaciones de mierda que nos dan por ahí cada dos por tres…

Me siento tontamente vanidoso cuando entiendo que creo que la inteligencia es una exigencia; que soy tan tonto porque no me fijo más, vaya… Me siento lejos de todos, de ella, de mí mismo. Es posible que lo de Dios, sea un intento de buscar en el fondo de los abismos de uno mismo la compañía. Cuando por la noche dejo de abrazarla para abrazarme a la almohada, pienso, en que muchas veces, cuando cambiamos ella y yo de postura pero sin perder el contacto, es para intentar sentir cuál de esos contactos, tocándonos, es más compañía… Quedamos entonces ambos así en los brazos de Madre. Dormidos.

Mi enemistad dulce conmigo mismo me mantiene en mi amor con ella, y con los que sigo queriendo, con los que me descubro soñando… Sólo algunas veces me doy cuenta de que no los aguanto por ser quién me da por ser y por decir, cuando estoy con ellos. ¡Vaya…! Que es muy posible que el capullo sea yo.

¡Qué pena…!

Mi abuelo catalán, que a pesar de ser un excelente músico era también una gran persona, me dijo una vez: “Tingues per cert que si ets massa tancat et guanyaràs enemistats, però si ets excessivament obert captaràs mals amics, i t’asseguro que la vilesa d’un mal amic és més nociva que l’odi de un enemic”.

O, me dijo algo parecido… Pero así en su día lo transcribí en mi diario y si ahora lo evoco así, en catalán, es porque del catalán de mi infancia siempre me ha parecido que estoy excesivamente alejado.

El que escribe «sobre sí» es aquél a quien la distinción entre «yo» y «el sí mismo» le da siempre algo que pensar… Y tiene que estar en juego la curiosidad y el pensamiento exuberante, el enamoramiento de sí mismo y la enemistad consigo mismo. «Queremos ser poetas de nuestra vida…”

Pero también tengo bien claro que acepto el hecho del enemistamiento y acepto en secreto el hecho de pensar de una manera lógicobélica. Creo que hay que saber llevar el saber de uno mismo como un arma, y si es posible, como un arma secreta… Que no hago más que huir de mí mismo lo tengo claro: creo que hay que huir, que sólo el que huye escapa… Pero reconozco, que a lo largo de todas mis huídas siempre busco un arma.

Historias de Paco Sanz ✍️

DESDE EL OSTRACISMO…

Publicado el 21 de noviembre de 2020

¿Realmente nos comportamos como seres humanos en las redes sociales, o como simples muros en los que rebotan porque nos la sudan, las cosas que pasan ante nosotros…? Así, sin más, deslizamos hacia arriba nuestro dedito índice… ¿Es culpa nuestra, de nuestro nivel cultural, moral, o lo es de ésas mismas redes sociales…? ¿Éramos así ya antes, así de fríos y de lejanos…?

Entonces, a la solidaridad se la llamaba piedad, a la ayuda compasión, y a la necesidad socorro… España, sola, y en unos tiempos en los que no había ni democracia ni autonomías ni subvenciones ni bancos; en los que de tan pobres no habían ya no lujos sino siquiera caprichos; y en los que sólo había un político que encima decía aquéllo de «…haga como yo, y no se meta en política…»

Tiempos durísimos, en los que a la desigualdad se la llamaba pobreza; simplemente pobreza… Aquella pobreza desoladora que campaba a sus anchas; pobreza vital, mental, terrible, total.

Pero por otro lado, cuentan mis padres y contaban mis abuelos, que en sus tiempos de niñez o de postguerra y de verdaderas necesidades -finales de los pasados años cuarenta- ningún vecino que se lo podía permitir consentía que se pasase hambre ni necesidades cerca de él, en su red social diríamos hoy.

Nunca, esperaban ayuda externa ni por supuesto subvención alguna, ni a que vinieran del ayuntamiento o de tal o cual ONG para apiadarse y ocuparse de sus prójimos; se apiadaban y ocupaban ellos mismos; solos… Todos, tenían a algún paisano menesteroso al que dar de comer, de vestir, o al que dar trabajo; gente, con hijos ajenos a los que ayudar o bien pagando sus estudios o procurándoles cobijo e incluso buscándoles futuro.

Y sí, vale. Las redes sociales han venido para quedarse.

¡Vaaale…! 🙄🙄

Los seres humanos siempre hemos buscado algo, o hemos pretendido intercambiar algo; nos ha pasado desde siempre… Pero ahora, con tanta inteligencia artificial rondándonos, tanta publicidad agresiva tanto algoritmo tramposo y tanto bot espía, la verdad es que yo ya no sé, si considerar como humano a todo aquello que interacciona usa o comenta, controla, censura o infecta, el feisbuc éste y por ende, casi todas las demás redes dizque sociales.

Y yo, como soy perro viejo y ya en el 2008 estaba en el rollito éste del feisbuc, recuerdo, cuando no era así ni mucho menos. Nos han tangado… Nos están dando gato por liebre encerrándonos en un corralito ideológico en vez de disponer de una verdadera red social libre. Sufrimos una censura descarada, en vez de disfrutar de una verdadera forma de comunicación. No sé porqué, nos estamos conformando con una dictadura de pensamiento y por ello de palabra y obra, en vez de luchar por conservar una democracia libre de opinión y expresión.

Cómo el hámster que histérico al no concebirse fuera de su jaula, cree que quizá es libre porque corre moviendo la rueda de la noria. Y lo que no sabe el pobre hámster es que lo único que hace en realidad, sólo es servir de entretenimiento a los dueños de la jaula.

Ahora que me he liberado yéndome de feisbuc, y he comprobado que muchos de vosotros todavía me buscáis y me leéis, he de daros la gracias y de confesaros que para mí, cada uno de vosotros sois un verdadero lujo… 💕

Las estadísticas de mi blog dicen que si bien por negarme a pasar por el aro censor del feisbuc, he perdido a más de la mitad de mis lectores; también es un hecho que sois todavía muchos los que sin pasar por ese aro, parece que seguís queriendo más…

Estando en feisbuc, cada día, me leíais más o menos unos doscientos de vosotros. Y parece ser, que ahora desde éste mi ostracismo voluntario todavía me buscáis todos los días, compartís mis escritos, y me leéis, unos ochenta o noventa… Es asombroso; me parece algo maravilloso: más o menos unas veinticinco mil lecturas al año… 😳😳

Lo que yo digo: Sois un premio… 💕

Gracias, gracias, gracias…

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

«Caminante, no hay camino…»

Publicado el 30 de octubre de 2020.

Cosas con un TLP… 🙄😳

Yo no sabía, hasta hoy, lo que era un TLP… En serio. Pero que sepas, que no tienes pinta ninguna de estar trastornada en forma alguna. De veras… Ojalá, pudiese yo ayudarte. Consuélate, sabiendo que la solución que tanto buscas la llevas dentro, la tienes ya.

La primera vez que vi una foto tuya, enseguida, como en un flash, me vino a la mente el semblante de tu padre. Y no sé porqué pero tengo la impresión de que aparte del enorme parecido físico y de su misma mirada -y por lo poco que yo sé- tienes también algo de aquéllos legendarios cojones y de la misma impulsividad garra y mala leche que tenía él… Vas bien.

Con el paso del tiempo y cuando ya nos conocíamos un poco, muchas veces le dije a tu padre medio en broma medio en serio que si en vez de conocerle así de peladito y de militar, le hubiera conocido con las greñas que se gastaba de civil, seguramente ambos hubiéramos terminado mal… Él era un chulo heavy con cadenas, melenudo, macarrón y del Foro; y yo, era como un poco más moña, más formalito, y de pueblo… Muy diferentes sí, pero teníamos en común el que éramos casi igual de altos y de bragados, de golfos porreros y bebedores, de cabras locas; pero también de buenas gentes, nobles cabezones, duros aunque sensibles y cumplidores.

Ambos éramos de los bajitos de La Compañía pero en nuestro caso se debía a lo mucho que nos pesaban los huevos. Y claro, a mala ostia no nos ganaba nadie… Recuerdo lo mucho que nos extrañamos primero y nos cabreamos después, cuando sin venir a cuento nos ascendieron a los dos una mañana, ni más ni menos que a «Cabos de Cuartel…»

— ¿A santo de qué ostias ascenso de Cabo ni a qué Cuartel…? ¡Me caaago’n el Cáli…!

Ninguno de los dos queríamos serlo -lo de Cabo- y fuimos a protestar y pedir explicaciones a los oficiales quienes nos dijeron aquéllo: «Chitón, ajo, y agua…» Que la decisión estaba tomada y era irrevocable. Nos habían estado observando con todo detalle durante las semanas que llevábamos allí y confiaban en nosotros: en cómo reaccionaríamos… Que nos fuéramos haciendo a la idea.

Y lo pasamos muy mal y en muchas ocasiones, pero porque siempre teníamos la obligación de llegar a la marca fijada en el mapa; conseguir el objetivo no era una opción… Al precio que fuese había que sortear los obstáculos; daba igual el tiempo que se tardase; daba igual lo mucho que costase llegar.

«No hay a su pie risco vedado,
sueño no ha de menester,
quejas, no quiere.
Donde le llevan va jamás cansado,
sumiso, valeroso, resignado…
Obedece, pelea, triunfa,
y si es menester muere…»

Jamás, he tenido soluciones ni para mí mismo. Pero como tú pareces ser casi calcada a cómo era tu padre no te preocupes mucho porque sólo tienes que seguir siendo justo así, justo como eres… Estás hecha de buena madera seguro, y seguro, que ya sacarás cuando llegue el momento y sea necesario los arrestos suficientes para sortear el obstáculo que sea…

Y mientras, cuídate siempre mucho, cultívate y lee mucho, viaja mucho y ama mucho, enamórate intensamente… Disfruta, goza dejándote penetrar por el mundo y penetra tú en sus caminos. Y pregúntale a tu padre, o a tu madre… que seguro es una santa queriéndoos tanto como os quiere a pesar de los berrinches que tú y tu padre seguro que le dais, día sí, y día no… 😂 🤣

Dales, un beso muy muy fuerte de mi parte.

Abrazoooss… 💕

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

putrescina y cadaverina

Historias de Paco Sanz ✍️

Hay olores orto y retronasales. El factor crujiente de algunos alimentos propicia, que el olor de lo que esté en la boca aflore y se perciba con la parte de la pituitaria que percibe a retro, es decir, dentro… Una cosa es oler lo que está delante de la nariz y otra lo que está en la boca, dentro. Cuando estoy pendiente de a lo que sabe el vino, intento diferenciar esos olores a base de no tragármelo enseguida.

A veces para saber a qué huele verdaderamente una cosa hay que metérsela dentro. Lo que uno no puede oler tendrá que mirarlo de cerca. “What a man cannot smell out, a man may spy into…” Si no puedes distinguir el olor, puedes fisgar dentro, y andar con cuidado para no caerte, porque hay olores que tumban de asco. El de la putrescina y el de la cadaverina por ejemplo.

Una vez, disecando un cadáver entré con el bisturí en una parte del cuerpo del muerto a la que no había llegado el formol. El olor que salió hizo que uno de los asistentes a las prácticas de anatomía se cayera al suelo sin poderlo remediar. Hace años, todos nosotros habíamos olido algo de algún muerto, ahora no. Recuerdo a mi abuelo, el médico, decirle a algún paciente: “a ver, écheme el aliento…” Ahora hacemos análisis, radiografías, tomografías, y nos damos prisa en quemar a los muertos.

La indiferencia olfativa universal llegó a su fin, cuando un pequeño grupo de ciudadanos perdió su tolerancia al olor de los cadáveres. Desde la Edad Media los cuerpos de clérigos y benefactores habían sido sepultados cerca del altar de las iglesias, y los procedimientos para abrir y cerrar aquellos sarcófagos dentro de la Iglesia no había cambiado a lo largo de los siglos. Sin embargo, a principios del siglo XVIII su miasma se volvió muy desagradable, y aunque la presencia de los muertos fue considerada igualmente desagradable por los ricos y los pobres, costó más de dos siglos educar a las clases bajas para sentir náuseas ante el olor de la podredumbre y de la mierda.

Las impresiones olorosas, hedonísticamente, podrían clasificarse en éstas cinco: aromáticas, olorosas y perfumadas; fuertes, como el olor a ajo, ambrosía o almizcle; pestilentes, con olor a cabra o a sudor; las repugnantes, nauseabundas; y las que tumban…

Anatómica y evolutivamente el sentido que está más cerca de nosotros, más que el cerebro mismo, es el olfato. Desde un punto de vista social también. La xenofobia empieza así. Hace muchos años fueron escritos libros en Japón, sobre el olor repugnante de los europeos y europeas «ante cuyas transpiraciones uno se abochornaba…» Mientras, en Alemania, aparecían implacablemente exactas disertaciones sobre los olores de los judíos y negroides.

En estos ejercicios oloroso-xenófobos se ignoró regularmente, que para todos, vengan de donde vengan, en ninguna parte puede oler tan penetrantemente como en la casa de cada uno… El dilema olfativo de la existencia sedentaria, no se hace ostensible tanto a través de lo extraño como a través de lo propio, a lo que uno contribuye, recuerda y reabsorbe constantemente… Lo que se llama patria, es el lugar al que uno atribuye su hedor o su olor como si se tratara de un privilegio. Cuando vuelvo a mi casa intento saber a qué huele: la moral del pedo, la schadenfreude. Tanto en el olor de nuestros propios pedos como en las pequeñas desgracias de algunos de nuestros amigos, hay algo, que no nos disgusta tanto… Un misterio.

Historias de Paco Sanz ✍️

LA REBELIÓN

Publicado el 15 de agosto de 2020.

Historias de Paco Sanz

¿Hasta qué punto puedes aguantar según qué? Es un misterio. Recuerdo una propia de nazis: dejaban a un sujeto en una habitación con un niño que lloraba constantemente, con un llanto especialmente angustiante, y que no dejaba de hacerlo hasta que le daban de comer. Era una habitación pequeña, mal iluminada. El niño estaba en una cuna. Era vigilado por una cámara.

Cuando el pobre tipo se había cansado de sostener al llorón, cuando se había cansado de acariciarle, de intentar calmarle, de pasar de él a base de acurrucarse al otro lado de la habitación tapándose los oídos… llegaba un momento que iba a por el niño con malas intenciones, entonces se abría la puerta y se acababa el experimento… Se intentaba relacionar la formación, el sexo, la raza, la edad de los sujetos, con el momento de no poder aguantar más. El intento de maltrato era en todos los casos una cuestión de tiempo… No sé si creérmelo.

Nos han obligado a quedarnos en casa, a no salir de la ciudad, del territorio. A guardar la distancia de seguridad, a llevar la mascarilla, a usar guantes, a untarnos de gel, nos han recomendado no tocarnos tanto la cara, ahora incluso no nos dejan fumar en la calle. Lo han hecho tan mal en tantas cosas que dan ganas de llorar. ¿Hasta qué punto aguantaremos? Es un misterio. Estos bichos de dentro y de fuera nos están convirtiendo en bichos a nosotros mismos. El heroísmo de quedarse aguantándolo todo, es el heroísmo de la cucaracha.

Vuelvo a Cumbres Abismales, aquella novela de Zinoviev de cuando en la Unión Soviética estaban a punto de no poder aguantar más, y viene alguien de fuera a ayudar: “¿Qué siente usted ahora? preguntó el Visitante. Confusión, dijo el Charlatán. ¿Qué desea? preguntó el Visitante. Tranquilidad, dijo el Charlatán. Tenga fé, dijo el Visitante. La fé no da seguridad, dijo el Charlatán, resígnese. Nos imponen un estado de angustia e ira, luche, dijo el Visitante. No puedo, dijo el Charlatán. Hay que luchar pero no por eso. Y bien, dijo el Visitante, aguante. Falta poco…”

Nos están obligando a desobedecer ya. Antes de embarcarse en un acto de desobediencia civil deberíamos: Informarnos de los hechos, la injusticia de los hechos que nos llevan a esta acción, contrastarlos adecuadamente, considerar cómo pueden cambiar por lo que vamos a hacer. Negociar a muerte apurando todas les medidas legales a nuestro alcance. Examinarnos para precisar si somos lo bastante fuertes para aguantar lo que se nos viene encima, por ejemplo una enfermedad. Y finalmente: hacerlo, y mantenernos firmes en ello sin dar marcha atrás.

Entiendo a esos que hartos ya van a por el bebé… En los términos de hoy, que hacen por contagiarse. Una vez en la vida el hombre tiene que hacer experiencia de su pobreza, de su soledad y desarraigo frente al mundo. A lo largo de una noche tiene que aguantar a pie firme, mirando a los ojos de la muerte.

Historias de Paco Sanz

Susto o Muerte, y autostop

En los doce meses que estuve en el ejército, creo que ni una sola vez volví a mi casa desde Madrid de otra forma que no fuese haciendo autostop. Cuatrocientos cincuenta y pico kilómetros… Había que ahorrar. En aquella época aunque ni soñábamos con teléfonos móviles, se podía viajar así sin problema alguno; y más, si tenías veinte años e ibas impecablemente uniformado con el traje «de bonito» de Cabo de Operaciones Especiales del Ejército de Tierra… Eso del uniforme, daba digamos que confianza al que te paraba en la carretera y te ayudaba a volver o a irte de tu casa; y a veces, hasta ligabas y todo por ahí con él puesto… Eran, otros tiempos.

Esa noche se me había hecho bastante más tarde de la cuenta, y después de más de diez horas dando tumbos por la carretera estaba ya en Orihuela pero todavía a catorce kilómetros de casa. Salía caminando de la ciudad; eran ya bastante más de las once de la noche y hacía frío; quería llegar cuanto antes… Llegué a La Corredera, y andé buscando alejarme de la ciudad lo bastante hasta que me situé bajo la luz solitaria de una farola. Dejé el petate en el suelo y cansado, me senté en cuclillas al borde de la acera esperando el paso de un vehículo que me terminara de llevar al pueblo.

En ese momento, allí tirado, me acordé de mi padre cuando decía aquéllo cada vez que me veía llegar los viernes por la noche: «¡Nene, coño, vienes el viernes por la noche para irte de nuevo el domingo por la tarde…! ¿Me puedes decir qué coño tienes que hacer aquí tan importante…?»

Y tenía toda la razón del mundo: era cosa de un coño aquéllo tan importante que me traía de vuelta al pueblo cada vez que me daban la suelta los militares, pues claro que sí. ¡Coño si era importante…! Ya te digo… A mis veinte años aquella Señora me traía loco y se ve que yo a ella también, porque cuando mis colegas andaban de discoteca en discoteca por ahí todo el fin de semana, yo me lo tiraba entero en su casa como un sultán… «Algo tiene el agua cuando la bendicen…» o «Tiran más dos tetas que dos carreras…» o cosas así; cosas aquéllas las de la juventud…

Salí de mis pensamientos, y girè la cabeza un poco a mi izquierda cuando vi por el rabillo del ojo unos faros acercarse; me levanté, estiré un poco mi uniforme y saqué el dedo. Recuerdo, cómo deslumbrado por las luces blancas distinguía el amarillo del intermitente derecho parpadeando, señal inequívoca de que el coche aquél iba a parar. Cogí el petate con mi mano izquierda sin dejar de hacer autostop, cuando el vehículo llegó a mi altura y se paró unos metros más allá de donde yo estaba… Era un impresionante Mercedes negro azabache silencioso e inquietante, con embellecedores cromados, impoluto, brillante, pulido; esperándome… Recuerdo el sonido del intermitente amarillo y mis dudas antes de subir: tactac, tactac, tactac… y las intensas luces rojas de los frenos, y que me recorrió un pequeño escalofrío…

El problema, era que tan imponente Mercedes era ni más ni menos que un coche fúnebre, y claro, era ya muy muy de noche, muy tarde, hacía mucho frío, y estaba solo y muy cansado…

¡Uuufff…! 🙄

No digo que me quedé muerto pero un poco parado sí; y no voy a decir que de miedo me cagué encima pero un poco sí me acojonó, me impresionó, sí… Y sí, ahí estaba, delante mío, un jodido coche de muertos parado y esperándome para subir en él: tactac, tactac, tactac... ¿Habéis subido alguna vez en un coche de muertos…? Pues eso… ¿Todo un poco lúgubre no…?

Me acerqué poco a poco, despacito, desde atrás, y me situé con cuidado junto a la puerta derecha asomándome como que precavido por la ventanilla, cuando de repente el conductor la bajó y con una sonrisa que me pareció de enterrador, al ver mi cara dijo:

— ¡Jáaajajaja…! No te preocupes chaval, es sólo un coche; yo llevo a mis hijos todos los días a la escuela en él. ¡Venga, sube que te llevo…! ¿Dónde vas…?

No puedo más que darle las gracias al tipo aquél, ya que no paró de hablar en todo el trayecto y me contó casi entera su vida: era, lo que hoy llamaríamos un autónomo del negocio funerario, se ve que un freelance de «la cosa…» Cuando llegamos al pueblo también di las gracias por lo tarde que era, no fuese a ser, que álguien conocido me viese bajar de un coche de muertos a las puertas mismas de mi propia casa y a semejantes horas… Y claro, le pedí al conductor que parase un poquito antes. 😂🤣

…eeen fin.

Gracias por leerme 🙏💕

¡Qué cosa la memoria…!

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

PRESENCIA DE DIOS

Publicado el 29 de marzo de 2020.

Historias de Paco Sanz ✍️

Siempre he pensado que la mejor prueba de la presencia de Dios es la necesidad de agradecer; que el no poder dar las gracias a nadie ni a nada por nuestra alegría, por las buenas cosas de la vida, o al menos por nuestra no tan mala suerte, es una pena. Usar la idea de Dios para otras cosas, como por ejemplo para encontrar sentido a la vida me parece conformarse con un Dios de rebajas, es algo así como creer en su existencia.

En cuanto a la idea de Dios como artífice de castigos y condenas me parece tan repugnante como el rebrote del nacionalismo en Europa ahora que vienen mal dadas. Mis antepasados por la línea paterna en las tierras altas de Soria, que cinco generaciones arriba eran pastores, solían dirigirse a sus hijos llamándoles cariñosamente: “¡Hijo de un condenao!” Y a mi querida compañera de vida y actual amante le ha sonado siempre algo blasfemo decir: “¡Dios te ha castigao!”

En fin, condena o castigo, de Dios o del Azar, que así algunos a Dios le llaman, la peste ha venido; y un poco como la primavera, nadie sabe como ha sido; se ha presentado porque sí.

La manera de morir de estos apestados parece hacer innecesaria la presencia de Dios. Eso de poder agradecer va bien para poder despedirse, para poder morir bien, como Dios manda. El ver cómo se están muriendo estos días nuestros mayores es como para ponerse a llorar. Como diría Campoamor “se ha muerto porque sí otro canario viejo”.

Cuando España era un imperio, Felipe II ordenó que se construyera cerca del Escorial un hospital cuyo reglamento preveía entre otras cosas: “Para dar la extremaunción a los moribundos, que se disponga una habitación aparte, a fin de que ese espectáculo no afecte a los otros enfermos… Cuando uno de ellos está agonizando, que se haga sonar una campana, para que en el monasterio y en el pueblo se rece por él y no muera como una bestia”. Ahora no se puede. Ya no nos preguntamos por quién doblan las campanas; las iglesias, esos monumentos funerarios a Dios, están cerradas, abandonadas, calladas.

Ahora sí que está quedando claro que en esas ciudades vacías, silenciosas como en una película de ciencia ficción, estamos de funeral. Celebrando el funeral del mundo de antes de lo del maldito virus y la madre que lo parió. El ocaso de ciertas teorías se produce por muerte lenta, y si procede tan despacio es porque, como apuntó en su día Max Planck, los investigadores más veteranos suelen aferrarse a las viejas maneras de hacer ciencia. “La ciencia progresa de funeral en funeral”. La física que aun desconocemos tiene mucho margen para ponerse en contra de nosotros. La biología, por lo visto, más todavía.

Vuelvo a mis cosas esenciales, al despertar de las viejas poesías que permanecían dormidas en los recovecos de la mente, al ver lo que veo desde mi ventana: “Estos, Fabio, ¡ay dolor! que ves ahora,/ campos de soledad, mustio collado,/ fueron un tiempo Itálica famosa./ De su invencible gente,/ sólo quedan memorias funerales/ donde erraron ya sombras de alto ejemplo./ Este llano fue plaza, allí fue templo,/ de todo apenas quedan las señales”.

“Yo he dicho que el alma no vale más que el cuerpo,/ y he dicho que el cuerpo no vale más que el alma/ … y aquel que camina una sola legua sin simpatía camina amortajado hacia su propio funeral./ Yo digo a todos los hombres y mujeres: Serenad y componed vuestra alma ante un millón de universos”. Walt Whitman cantándose a sí mismo.

Historias de Paco Sanz ✍️

SEÑORITAS DE SALÓN

Publicado el 19 de octubre de 2020.

En serio: íbamos allí casi casi por amor; y él era mi mejor amigo. Ligaba el pobre menos que el chófer del Pápa, aparte de por que era algo feíco porque también entonces era algo inexperto, inocente; buena gente pero muy cortaíco. Yo, tenía novia ya… Y vaya, digamos, que le había cogido mi amigo mucho cariño a una de las Señoritas de un salón de ésos que había en la carretera nacional… Pues resulta, que aquella noche cuando fuimos, las otras Señoritas nos dijeron que habían trasladado de garito a su chorba: a otra zona…

¿Cómo iba a dejar yo entonces a mi amigo, con el peligro que corre uno un viernes por la noche solo, subiendo por la sierra de esa garganta oscura en busca de un lupanar barato y perdido en medio de ninguna parte…? Por algo éramos amigos. Al fin, en un collado de aquellos montes, envueltas por la oscuridad y donde la carretera se retorcía en una doble curva, languidecían las luces tristonas y encarnadas del rótulo aquél del puticlub:

«La Garganta» 🙄😳

Aparcamos…

Sólo fue entrar, y aquella Señorita chisporroteante apareció y se abalanzó al cuello de mi amigo dándole un beso breve pero con un toque de lengua. Me fijé… Fue un beso de esos calentones pero como corto, discreto y meloso. Me gustó ella, pero porque estuvo en ese beso el tiempo justo para que no pareciese por su parte algo obsceno ni interesado. Diríase que fue hasta sincero; pareció sincero.

Una vez dentro y en cuanto pude reaccionar, me di cuenta de que mi amigo se esfumaba desapareciendo tras unas cortinillas, bamboleándose al ritmo de la música y del culo de aquella Señorita que tan efusivamente nos (le) había recibido cuando entramos, en…

No sé, cómo describir aquel tugurio

Pedí una copa. Girando por ahí recuerdo los reflejos cutres de aquella bola de cristal colgada del techo, iluminada tan solo por un par de focos uno verde y otro rojo; en el centro de una pista como oscura, cuadrada, y de un color como lúgubre. Y es que me mareaba un poco con esa oscuridad y esos tonos verdirojos mezclándose, girando… El medio porrito que nos habíamos fumado también contribuía a esa especie de mareo, o de sugestión, debido a semejante momento. Era la primera vez, lo juro, que yo siquiera entraba en un antro así…

A solas, una vez bien acodado en una punta de la barra, y cuando ya me había embaulado bastante más de media copa noté, que me hizo la muestra una Señora desde la otra punta de la barra. Guiñándome el ojo derecho se levantó, lenta, dirigiéndose sinuosa caminando hacia mí… De repente, un parroquiano oculto tras la sombra de una de las columnas del local se le cruzó bamboleante, y mirándola beodo, amenazante y como despechado, va y le dice:

— ¡Eres una puuuta…! ¿Dóoonde vas…?

— ¡Eh, eh, eh…! ¡Deje Usted en paz a esta Señora pero ya…! Tercié.

— ¿Queeé mierda…? ¡Si te pego una ostia te esclafo, maaañaco…! Me respondió.

Y entonces, recordé a mi abuelo cuando decía aquéllo de que «si no había oportunidad de librase de un problema, pégale tú primero…» Pero oye, en aquel momento justo, se cruzó entre nosotros un negro enorme con unas manos y un olor agrio también enormes, para advertirnos aquéllo de que «si no nos estábamos quietecicos lloverían guantás…» Y no, yo no conocía al negro ése de nada pero parece ser que aquél parroquiano borrachín sí. Y oye: mano de santo, le hicimos caso y de inmediato se acabó la discusión.

Entonces, al girarme, se me plantaron enfrente la Señora y su escotazo; hermosísima; y clavándome con sus ojazos verdes y vidriosos me agradeció el haber terciado como un caballero; como un Quijote me dijo luego… Me fijé, por su voz en que era una hembra andaluza de belleza ya algo marchita; una todavía hermosura lejana, de ojos verdes muy maduros, y que seguro tuvo que estar muy muy buena en su día, pero que seguramente había exprimido un poco en exceso los jugos de sus deleites.

— «Guapo, estoy a farta de cariño de caricias y de amor…» Me lo dijo taladrándome lentamente con la coquetería de aquellos ojos verdes, y después de haberse relamido despacio y golosa el labio superior.

En aquel momento justo reapareció el cachondo y ruidoso de mi amigo, saliendo medio enredado de nuevo entre aquellas cortinillas. Se ve, que ya había acabado de festear… Le brillaba la cara, y como en trance y satisfecho él, va y me dice el cabrón:

— «¿Queeé, nos vamos ya…?»

Reconozco que a esas alturas yo, ya estaba tan encabritado por las hechuras caídas del escotazo de semejante Señora tan atractiva, que hubiera estado dispuesto a todo peeero

…eeen fin.

🤣 😂 💞

Sabéis que os quiero… 🙏 💕

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

LA MÚSICA ESTÁ CAMBIANDO

Publicado el 27 de agosto de 2020.

Historias de Paco Sanz ✍️

Las cosas están cambiando, y ante los cambios si no has podido anticiparte toca adaptarte. Nos adaptamos perfeccionando las madrigueras, las defensas, la ayuda mutua, o cambiando de lugar, de entorno. Pero mejor anticiparse, claro. Y para anticiparse en las cosas de la vida hay que recordar que está es ondulante, que la cronobiología es determinante. Por ejemplo: Tengo la regla.

Hay ritmos circadianos, alrededor del día; mareales, de 14 días; lunares, de 28; anuales de 365; y hasta septanos, de siete años. Las plantas siguen a veces ritmos de luz a luz, de 24 horas, y también de luz a oscuridad, de 10 horas. En cronobiología se usa el término reloj de arena para designar aquellos procesos rítmicos, que no son autosotenidos, y que requieren un acontecimiento periódico que dispara cada ciclo.

En nuestro cuerpo ondulan muchas cosas como la glucemia o la tensión arterial, es bueno que lo hagan. En el organismo sano, el intervalo entre latidos cardíacos es caótico, fluctúa pero no responde a ningún patrón periódico. Unos días antes de una muerte cardíaca súbita el ritmo cardíaco es sospechosamente regular, y trece horas antes del infarto es prácticamente constante.

Eso de adivinar el fluir natural y luego seguirlo, es muy fácil de decir y muy difícil de hacer, porque a veces el que puedes seguir mejor no es el natural. Cuando les fue provisionalmente concedido el derecho del trabajador a seguir su “ritmo natural” llegaron rápidamente a la conclusión de que “nuestro ritmo natural es el de no trabajar” al menos en las condiciones técnicas y sociales existentes.

También es sabido que es más fácil cambiar el tiempo de vigilia a base de retrasar la hora de irse a dormir, que madrugando. Por eso en las fábricas en las que se rotan turnos, se toleran mucho peor los que lo hacen hacia atrás, de noche-tarde-mañana, que los que lo hacen hacia adelante, mañana-tarde-noche. Y cuando nos cambian la hora protestamos más, llevamos peor la que nos hace madrugar, que la que nos deja estar un rato más en la cama por la mañana que de costumbre.

Los mecanismos de acción de las feromonas y la cronobiología son dos de los sentidos que nos quedan por investigar. Y los misteriosos caminos de la simpatía, o la coincidencia de la gente que ha estado en contacto con nosotros, son los otros dos. Pero para misterios, ondas y ritmos, nada como la música recuerda la vida.

En música el ritmo se refiere a la fragmentación temporal de una melodía, la cual se compone, a su vez, de una serie de sonidos y silencios. Se basa en la repetición regular del compás. No todos los compases son iguales. El típico compás 3/4 del vals vienés consiste en una serie de un pulso acentuado y dos sin acentuar. Este patrón conforma la métrica de una pieza musical. Mientras el ritmo y la métrica configuran la sucesión temporal de los sonidos, la armonía corresponde a su combinación simultánea.

Historias de Paco Sanz ✍️

MENTE REBAÑO

Publicado el 2 de octubre de 2020.

En un rebaño la paternidad no sabes bien lo que es. La seguridad no te la das ni tú ni los tuyos sino los otros haciéndote de escudo; y por eso te importa una mierda lo que les pase, porque sólo tienes miedo y encima ni tienes garras ni llevas arma alguna… No sabes nunca dónde vas realmente ni dónde está el lobo; sólo te preocupa comer; duermes cuando te dejan; cagas donde te pilla…

En un rebaño no te alimenta sólo tu madre porque mamas de múltiples tetas y claro, cuando te haces mayor no tienes recuerdos entrañables: está todo mezclado, borroso, difuso… No te educan en un rebaño: te crían. Cada individuo va no donde le dice su padre y su madre sino donde dice el jefe; nunca hay jefas.

En el rebaño normalmente, sólo hay un macho alfa padre de casi todo el rebaño, por eso es un rebaño. Los otros machos se convierten en carne de cañón que alimenta el sistema. Las hembras también alimentan el sistema, y extrañamente, y por instinto, todas, dejan de follar cuándo ni con quién quieren para hacerlo sólo cuando les toca el celo y curiosamente, eligen siempre machos con grandes cornamentas.

Siendo el rebaño concepto desde el que todos venimos-provenimos, paradójicamente, todos, pretendemos individualizarnos, destacarnos, ser distintos, originales dentro de ese mismo rebaño del que por otra parte no nos podemos desprender, alejar del todo… Un contrasentido.

El ser humano no sería nada sin un rebaño matriz que lo críe. Hasta los ocho o nueve años somos tan frágiles que seríamos devorados sin remisión, si solos se nos dejase abandonados y al albur de la naturaleza sin los cuidados de un rebaño maternal, familiar, vecinal… Sin la protección rebañuda, sólida y acogedora de nuestros recuerdos paternales y sin nuestro rebaño de amigos de la infancia, no seríamos nada. Presas.

Pues os aseguro que casi todo lo dicho anteriormente es mentira; es falso, a menos que cambiemos la palabra rebaño por la de familia.

El problema de las familias asociadas en rebaños, en sectas o bajo las ideologías, es que pierden precisamente el vínculo familiar que las une, y dejan de serlo: se vuelven como comunistas… Entonces el nosotros se vuelve más valioso que el tú; la salud de grupo se vuelve más importante que la conciencia; y el fin colectivo se vuelve justificante de cualquier medio que lo logre… La moral individual deja así de existir puesto que todo se hace común: y no hay moral común ni colectiva si no la hay primero individual.

En una familia todos los miembros atacarían para defenderla… En un rebaño todo son presas; en una secta todo son víctimas; y bajo las ideologías todos somos peones.

…eeen fin. Sabéis que os quiero 💕

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

Y las bibliotecas, ¿volverán? 🙄

Publicado el 23 de agosto de 2020

Historias de Paco Sanz ✍️

En la casa que va a ser de mi nieto hay veinte o treinta mil libros. Mi consuegro y yo hemos heredado libros de nuestros mayores, nuestros amigos nos los han dado, otros los hemos comprado. En el casoplón del pueblo, antigua mansión de algún noble, han ido quedándose los libros. He ramoneado en bibliotecas y librerías desde niño. En una ciudad nueva mientras los demás van de tiendas y museos yo me pierdo en ellas. Sigo haciéndolo en la casa que va a ser de mi nieto, me maravillan. Como Borges, siempre imaginé que el paraíso sería algún tipo de biblioteca. Decía Ramón que cuando sacamos unos libros de la estantería, los otros se atraviesan en su hueco como para no volverlos a dejar entrar.

Cuando a mi primo el loco de la montaña le dije que nadie iba a leerlos, que me sabía mal tirarlos pero que estaban empezando a ocupar demasiado sitio, a acumular demasiado polvo, incluso en la gran casa que nadie vive; me dijo que no se me ocurriera tirarlos, que volverá a hacer frío en invierno, que si se queman despacio arden bien, dan calor, que hay otras formas más caras de devolver el carbono a la atmósfera. Me he acordado de Farenheit 451. Ahora no hace falta quemarlos, basta dejarlos en sus estanterías para que mueran solos. Cada vez hay menos gente que lee libros… viejos. La curiosidad sigue otros caminos. Y como dice la primera frase del libro ese: “It was a pleasure to burn”.

Pedir a los niños que dejen la tableta es como pedir a la gente que vive sola que no vea tanta televisión, es inútil. Si encontraran algo mejor que hacer lo harían. Además, las virtudes de la lectura están sobrevaloradas. Cuando los godos devastaron Grecia, uno de ellos salvó las bibliotecas de ser quemadas diciendo que convenía dejarlas a los enemigos, como cosa idónea para apartarlos de los ejercicios militares y entregarlos a ocupaciones sedentarias y ociosas. Mega biblion, mega kakón.

Creo que en los libros veo a las personas que los escribieron, tradujeron, editaron, compraron, regalaron, almacenaron, e incluso a los que los leyeron. A veces recuerdo al que era cuando leí alguno de ellos. Siempre me han gustado los cuentos de los abuelitos, tirarles de la lengua a los que vivieron cuando yo era niño. Siempre he pensado que cuando un anciano muere, aunque sea en una remota aldea de la selva, es como si ardiera una biblioteca entera. Los mayores eran las bibliotecas de las sociedades sin libros. Cuidar a los ancianos podría ser una cuestión de vida o muerte, similar al cuidado que un marino debe tener por sus cartas náuticas.

Incluso cuando los androides replicantes se mueren, y desaparecen como lágrimas en la lluvia, pasa algo parecido: “I’ve seen things you people wouldn’t believe. Attack ships on fire off the shoulder of Orion. I watched C-beams glitter in the dark near Tanhauser Gate. All those moments will be lost in time, like tears in rain. Time to die”.

En los monasterios, y estoy viviendo la pandemia ahora en lo que fue uno de ellos, al lado de la biblioteca había otro recinto más íntimo aun: el scriptolorium. El nombre procede del pequeño espacio en el que en la Edad Media los cistercienses copiaban los códices. Era un scriptorium de menores dimensiones: un simple rincón donde escribir, de paredes desnudas y con sólo una mesa, una silla y un atril. Los copistas, muchas veces tenían que memorizar el texto antes de escribirlo.

Las bicicletas han vuelto a las ciudades, y las bibliotecas, ¿volverán?

Historias de Paco Sanz ✍️

ETA, Vox, ERC

Poner al mismo nivel humano a los asesinos hijosdeloba de la ETA y los racistas de ERC descendientes del también asesino Companys, comparándolos moralmente con Vox, es crear un falso dilema, es cometer una injusticia moral y política que clama al cielo, perpetrar una infamia, ceder, ante una verdadera vergüenza roja.

Y me explico: poner a los asesinos a la misma altura moral que sus víctimas con la intención de igualarlos pasado el tiempo y la memoria, es cosa que sólo se les ocurre a los asesinos mismos, a los cobardes, o a los comunistas… A mí no se me olvida que Otegui («el Gordo») no es más que un etarra comunista convicto aunque no confeso; un verdadero criminal rojo acusado de tres secuestros, un intento de asesinato, y de la participación necesaria en al menos dos atentados con resultado de muerte, entre ellos el de Hipercor, y como chivato… ¡Y sí lector, ya puedes estar yendo como un loco a wikipedia a ver qué coño fue aquéllo: lo de Hipercor…!

Más de mil cuatrocientos muertos, asesinados por la ETA. Españoles…

Diáspora de doscientos y pico mil vascos amenazados expulsados de su propia tierra.

Abascal, pobrecillo, por el contrario fue un joven vasco normal y corriente nacido en Bilbao y criado en Amurrio, al que la ETA señaló desde niño como objetivo a eliminar -se ve que por cosas tan de fascistas como su apellido y la ideas de su familia- y que además de tener que exiliarse en Madrid y vivir toda su vida con escolta, ha tenido que soportar al señor Otegui cumplir los designios de ETA señalándole siempre a muerte… Como veis, siempre fueron muy demócratas los asesinos de ETA, y ahora, es evidente que no lo son menos sus palmeros de Bildu; no me lo negaréis…

Pues resulta que el se ve que tan fascista de Abascal, ha fundado un partido político de derechas tan legal y decente como cualquier otro, que defiende lo español, constitucional y monárquico, y que además denuncia sin ambages los crímenes cometidos por aquellos rojos asesinos hijosdeloba de la ETA que ahora son equiparados con sus víctimas… Y oye, encima, van y le votan cuatro millones y pico de españoles, fascistas todos, claro.

Como Ortega Lara…

Otro fascista parece, al que la ETA secuestró se ve que incluso amablemente, dándole su merecido durante más de quinientos días y quinientas noches. Es decir, que durante más de un año y medio la tan democrática ETA, tuvo al pobre hombre ése enterrado en vida casi muerto y metido en un zulo. Sí señor, por fascista… con dos cojones. «Algo habría hecho…» decían algunos.

¡Qué suerte tuvo…! ¿No…? 🙄😳

Un héroe. ¿No…? 🙄😳

Esta comparación viciada entre dos cosas que no pueden ni deben ser comparables, es un claro ejemplo de mentira ideológica roja. De esas que los rojos nos meten constantemente mezcladas, en la sopa meme multimedia de su propaganda asquerosa, repitiéndonosla todas las veces que haga falta hasta que al fin nos la creamos aunque sea por hartazgo…

¡Qué cosas…! 🙄😳

O sea: se tiran los pájaros a las escopetas.

Hienas himplando, alimañas ideológicas rojas riéndose de la Verdad y de la Historia de las cosas, en pos de imponer la verdad y la mentira de sus cosas, rojas, claro. Es decir: comunismo, silencio, terrorismo…

Y sí, ciertas comparaciones son odiosas.

…eeen fin. ¡Qué asco…!

Que no os engañen. 🙄😳

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

EL SABIO Y LA MUERTE

Historias de Paco Sanz ✍️

Una vez un sabio me recomendó no cansarme de volver a sentir los efectos de fenómenos, sobre todo cuando eran agradables. Parecía algo de sentido común. Pero lo que no me dijo es que ciertas cosas dejaban de funcionar solas, perdían solas su gracia. Será por eso porque buscamos cosas nuevas, por ver si nos podemos sentir como nos sentíamos con un nuevo amante, con una nueva música, en otro sitio. Sin embargo cuando uno envejece, hay que saber quedarse en un peldaño determinado.

He ido diciendo adiós a unas cosas, a unas relaciones, sin saber muy bien por qué, y otras se han quedado y siguen conmigo y tampoco tengo mucha idea de por qué. Supongo que todos envejecemos como podemos, y aun peor, a veces. Panero, Don Leopoldo María, dedicaba un libro de poesías: “A mi desoladora madre, con esa extraña mezcla de compasión y náusea que puede sólo experimentar quien conoce la causa, banal y sórdida, quizá, de tanto desastre”. Otro poeta, Gil de Biedma, habla de aquel momento en el que envejecer, morir, es el único argumento de la obra.

Un viejo de mi pueblo que acaba de volver del entierro de un pariente de 98 años me dice que “a viejo se llega, pero no se pasa”. Ya me gustaría poder alcanzar, como en la Edad de Oro que describe Hesíodo, ese estadío en el que los seres humanos vivían sin envejecer y, llegada su hora, quedaban dulcemente vencidos por el sueño. Sería bueno tomar de los griegos su juicio de la vejez: Detestaban el envejecimiento más que la muerte, y preferían morir cuando sentían que empezaban a devenir razonables, y se volvían tan viejos como para haber perdido toda esperanza y toda paciencia.

Esta mañana en la piscina hablaba con mi tía levantado un poco la voz ambos, pues somos de esos hipoacúsicos resignados, acerca de como han llevado nuestros parientes eso de irse quedando sordos. Me he acordado de aquel cuento de uno, que le echa una mano a la Muerte; que no sé en qué lío se había metido, ni siquiera cómo pudo haberse metido en un lío; pero bueno, un cuento es un cuento… La Muerte agradecida, le dice que quisiera devolverle el favor.

“Ya sé que me tengo que morir, pero si no te importa unos meses antes de que vengas a por mí házmelo saber”. Pasan los años y ella viene a buscarle. El hombre protesta, ¿pero no quedamos que me avisarías? Pero si no he dejado de hacerlo, contesta ella. A qué crees que ha venido el que hayas necesitado, un año gafas para ver, otro audífonos para oír, y ayuda hasta para las cosas más elementales. Pues menos mal que no se lo ha dejado más claro, pensé cuando me contaron el cuento.

Al envejecer pasan cosas muy raras. Por ejemplo envejeciendo aprendemos a convertir nuestros terrores en sarcasmos. Envejecer es retirarse gradualmente de la apariencia. Hay que desaparecer a tiempo, vaya. Siempre es otro el que se muere.

Historias de Paco Sanz ✍️

censurado-bloqueado-tocadoloshuevos

Publicado el 15 de septiembre de 2020.

Llevo muy a gala el que estos enanos anónimos que controlan el rollo éste del Facebook, me hayan censurado-bloqueado-tocadoloshuevos muchas veces ya… Debe de ser porque parece que tengo el honor de que, o bien a Ana Pastor o a vaya Usted a saber quién, o le gustan mucho mis huevos o me tiene algo de ojeriza.

Escribo mal según dicen, porque cuando utilizo palabras simples como mierda o coño, subnormal, rojo, negro o maricón, parece ser que saltan las alarmas del mecanismo imbécil éste de la red social: no sé qué coño del odio, dicen… Mierda de tela de araña ésta que no es red social, sino mecanismo que hace de la mera palabra trampa ideológica, siniestra, y comercial…

¡Aaanda y que le den por culo al Facebook éste…! ¡Qué cambien de algoritmos…!

…eeen fin. Como veis soy un ingenuo. Mi único consuelo es que de vez en cuando me leéis.

Os quiero… 💕

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

Ándate con poco…

Historias de Paco Sanz ✍️

Han estado con nosotros unos días hijos y nietos. Hemos brindado por los hijos políticos… ausentes. Siguen con las mismas parejas que cuando se casaron. Así que hemos podido brindar de veras en broma, que es como hay que hacerlo. Me maravillo hasta qué punto han aprendido a vivir con poco. La ligereza de equipaje, es como la desenvoltura, un don. Lo tienen.

Yo estudio filosofía y ellos la ejercen. Una larga tradición filosófica anima a limitar de alguna manera las necesidades para encontrar la felicidad. Según Epicuro: “el hombre que no se contenta con poco no se contenta con nada”. Y añadía: “… que se contenta con poco, si es necesario”. Su discípulo Lucrecio continua su pensamiento diciendo que: “si siempre deseas lo que no tienes acabas por despreciar lo que tienes, entonces tu vida discurre sin plenitud ni encanto, y cuando llega la muerte te encuentra ansioso sin que puedas despedirte de esta vida ni contento, ni agradecido…»

En la era de la hipermodermidad numérica y nómada, el polo pesado no es el polo opuesto al ligero, es la condición de su posibilidad. No es lo ligero contra lo pesado, es lo pesado como condición de lo ligero. Lo inmaterial hipermoderno debe su ser a los materiales naturales pillados de las entrañas de la tierra. En la existencia, la ligereza se ve como lo contrario de la pesadez.

Vivo en un convento en verano, en un pueblo con catedral, diócesis, y que en su día tuvo un gran seminario. Encuentro a muchos conocidos entre los que salen de misa. Voy de budista por la vida. Mis nietos son vírgenes en religión; con ellos voy de misionero. Los budistas no tenemos dioses ni santos. Les cuento que los que van a misa, los que viven en monasterios, pretenden intensificar sus relaciones con la totalidad, con lo que les sobrepasa, con lo que les sobrecoge; pero que nadie hace ésto en la practica tan bien como los budistas. Sonríen…

Que los budistas pretendemos librarnos de los actos que no tienen que ver con la totalidad, y que eso tiene tres aspectos: cuerpo, palabras y mente. En lo que se refiere al cuerpo: no matar, ni matarse; no robar, vivir con poco; no abusar, relacionarse con los demás de buen modo. En el aspecto de las palabras: no mentir, ni mentirse; no calumniar; no chismorrear; no interrumpir o hablar de malas maneras. Y en cuanto a la mente: no codiciar lo que no es de uno; no angustiarse; no engañar, ni engañarse.

Batallitas del abuelo. Los míos también me las contaban. De momento, cada vez hablo y ando más despacio… ¿Cuál será el andar del futuro…? La época del peregrino o del misionero han quedado atrás para siempre. ¿Volverá el hombre a predicar, a marchar sobre los senderos…? ¿O abandonará definitivamente el peso de la Tierra y del Trabajo, y descubrirá la ligereza del deambular, del vagabundear en el ocio, es decir, en el aroma vacío del tiempo flotante…?

“Ándate con poco…» Ése es el ritmo de un espíritu apasionado y lento. “La vida no es más que una sombra andante, el eco de un pobre actor que se agita y jacta durante su tiempo en escena, y después no se oye nada más… Es un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y furia, significando nada…”

aaala… 🙄😳

Historias de Paco Sanz ✍️

LA TRAMPA

Publicado el 25 de septiembre de 2020.

Historias de ésta gente…😠

Gora ETA. GC jota bertan hil

«Viva ETA. Guardia Civil muere aquí…»

No pude evitar parar mi coche y telefonear desde una cabina al cuartel, para denunciar de una vez la mierda de pancarta ésa que colgaba ya dos días del puente sobre la carretera nacional. Nadie se atrevía entonces ni se atrevería ahora a quitar una pancarta de ETA; nadie. No quise dar mi nombre porque estaba de permiso, y porque sabía de sobra que traía problemas.

Gora ETA. GC jota bertan hil

«Viva ETA. Guardia Civil muere aquí…»

También lucía aquella pancarta el dibujo de una diana en rojo, con la silueta negra y como sangrante de un tricornio en su centro. Tomaron nota del aviso, y esa misma tarde enviaron un operativo a quitar la infamia aquélla.

Fue al día siguiente en el cuartel, al volver de permiso, cuando me enteré de que habían reventado a mi compañero Juan Carlos con al menos quince kilos de amonal y otros quince de tuercas y tornillos. Lo peor, fue cuando me informaron de que el atentado sucedió, justo, cuando se personaron para quitar un asco de pancarta sobre el puente de la nacional que un desconocido denunció por teléfono… El equipo forense necesitó muchas horas para recoger concienzudamente, todos y cada uno de sus pedazos esparcidos en un radio de al menos cuarenta metros.

No encontraron mecanismo alguno asociado a la pancarta, nada, por lo que una vez comprobado ese detalle procedieron el sargento y el cabo a retirar la leyenda infame:

Gora ETA. GC jota bertan hil

«Viva ETA. Guardia Civil muere aquí…»

La bomba, enterrada de forma que orientara bien su onda expansiva, explotó a solo un par o dos de metros de la pancarta y del cabo. Uno de aquellos hijosdeloba tuvo que estar al menos tres días agazapado a medio kilómetro del lugar, pendiente noche y día tan solo del latir de su odio y de unos prismáticos, para terminar apretando el botón asesino en cuanto se acercara el primer guardia civil a retirar aquella pancarta del demonio.

¡Qué valientes…!

Los otros cuatro componentes del operativo se salvaron de la muerte, aunque no del horror de contemplarla ni del dolor de las heridas. Todos, resultaron en mayor o menor medida malheridos por esas tuercas y tornillos volando a doscientos metros por segundo. Tornillos y tuercas asesinas incrustándose y sangrando en sus carnes, reventando sus ojos o desfigurado sus caras, quebrando sus huesos, y casi destrozando del todo sus vidas.

Juan Carlos Beiro Montes, de 32 años de edad, estaba casado con María José Rama y tenían dos hijos: un niño y una niña, mellizos de 6 años. Era natural de Cotorraso, en el municipio de Langreo (Asturias) y vivía en el barrio de La Milagrosa de Pamplona. Beiro Montes llevaba tres meses destinado en Leiza cuando fue asesinado.

Sigo atormentado, por el remordimiento del secreto de haber sido yo la espoleta que activó aquella bomba llamando por teléfono… Quizás, si no hubiese llamado, tal vez aquel hijodeloba se habría cansado con los días de espera y quién sabe, si se hubiera marchado a su guarida sin apretar el botón y sin su presa. ¡Qué hijodeputa…!

Gora ETA. GC jota bertan hil

«Viva ETA. Guardia Civil muere aquí…»

¡Qué valientes…!

…eeen fin. 😠

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

LOS ENCANTOS

Historias de Paco Sanz

Tengo suerte, mi pareja es encantadora. Soy víctima de sus encantos, sin duda. Estar libre de encantamientos puede ser una suerte, Don Quijote que no lo estaba, y que se sabía “malquiso” de los encantadores, tuvo que padecerlos a consecuencia de haber pasado tanto tiempo entre libros como un servidor. La primera vez que los menciona es cuando llega a la posada: “Quizá por no ser armados caballeros como yo lo soy, no entenderán con vuesas mercedes los encantamientos deste lugar, y tendrán los entendimientos libres, y podrán juzgar de las cosas deste castillo como son real y verdaderamente, y no como a mi me parecen”.

Los que estamos encantados de estar encantados puede que no seamos ni príncipes ni caballeros, pero lo estamos al cuadrado. La intelectualización y racionalización crecientes, no significan un creciente conocimiento de las condiciones generales de nuestra existencia. Su significado es muy distinto; significa que se sabe o se cree que en cualquier momento, si se quisiera se podría comprobar que no existen sobre nuestras vidas poderes ocultos o imprevisibles, sino que por el contrario, todo puede ser dominado por el cálculo y la previsión… Pero esto significa el desencantamiento del mundo. Y eso sí que no. Pues bien podrán los encantadores quitarme la ventura, pero el esfuerzo y el ánimo será imposible.

Cuando vemos a alguien que de repente parece no estar con nosotros, a veces, decimos que se ha quedado encantado. Los monjes zen budistas, los sadu hindúes, los sufís islámicos, los hasidin judíos o los místicos cristianos comparten técnicas de encantamiento, de estar ahí, de prestar atención. Cuando terminas con un pensamiento, y antes de empezar el siguiente, ¿no se produce una pequeña pausa, no pareces haberte quedado encantado…? Ésa es la entrada a tu casa de eternidad. Alarga el momento, agranda tu casa, sigue ahí. En un lugar así se está definitivamente bien.

Mi vida, el que siga vivo, es un misterio, no lo entiendo pero me encanta. Cuando Einstein decía: “¿Y qué si tengo la tonta impresión, aquí y allá, de que sobre mis teorías no entienden ni una palabra? Creo que resulta divertido e incluso interesante de observar. Estoy seguro, de que es el misterio de no comprender nada lo que les atrae… les impresiona, tiene el color y el encanto de lo misterioso”. Estaba pensando en personas como yo.

Más de una vez también me he sentido como uno de esos últimos hombres nietzschianos. El «último hombre» es el consumidor místico, el utilizador integral del mundo, es decir, un hombre que no se reproduce pero que disfruta de sí mismo, como en un estado final de la evolución. Encuentra una especie de devoción, un encantamiento religioso, en la idea de su propia existencia. En las grandes ciudades lleva una vida en solitario con una nada amueblada.

He tenido suerte, he conocido mucha más gente encantadora, que de esa que está encantada de haberse conocido; creo como O. Wilde que es absurdo dividir a la gente en buena y mala. La gente es encantadora o aburrida. Y es que por caprichos de la fortuna me he relacionado, casi siempre, más con personas a las que les han ido bien las cosas que con gente que trata de hacer algo por el mundo, que suelen ser insoportables; cuando el mundo ha hecho algo por ellos, en cambio son encantadores.

Pienso que ella sabe lo que es el encanto; una manera de escuchar decir sí, sin haberse planteado ninguna pregunta clara. No me une a ella tanto el amor, como el espanto de perderla, será por eso que me encanta tanto… Alguna vez se lo he dicho.

Historias de Paco Sanz

MARX y SÁNCHEZ

Publicado el 19 de diciembre de 2021.

No soy nada original, lo sé; pero es por ahondar en el tema…

La mierda, la vergüenza de ejemplo y de espectáculo que dan nuestros políticos en el Congreso de los Diputados hoy en día, no me negaréis, que se parece a la escena aquélla legendaria del lío de gente que se montaba en el camarote de los Hermanos Marx, pero en vez de en clave de humor, en clave de ver a una melé de macarras dándose puñaladas traperas a diestro y siniestro unos a otros… Asistimos a una reyerta constante entre ellos. Y nosotros, como que encerrados en la estrechez informativa de un camarote.

¿No…?

Porque con su asqueroso oligopolio multimedia nos obligan día y noche a asistir al escándalo, a la maraña y al lío de verlos siempre amontonados, acuchillándose en discusiones sin acuerdo; enredados en diálogos de sordos, cada uno con sus argumentos clavados en la frente, e insultándonos a todos con su completa ineptitud.

…y no, no tiene ninguna gracia.

En el Congreso de los Diputados muchos dan asco pero por pura falta de aseo ya sea literal, intelectual, o moral. Son, o metralla o carne de cañón ideológico: matarían o morirían matando… Mediocres personajes sucios, anónimos, y sin mérito alguno salvo el de la obediencia ovina al pastor gracias al que cada cuál pasta. Y a los españoles, que nos den por culo.

…eeen fin. ¡Qué asco…!

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

Comprensión lectora

Historias de Paco Sanz ✍️

Se quejan los mayores de la poca comprensión lectora de los pequeños. Le echan la culpa a las pantallas. A la prioridad de las imágenes, de lo evidente. En mi caso para intentar comprender necesito alimentar mi curiosidad con lo que compone conmigo. Quiero decir, que si leo acerca de una cosa que no me interesa, como las finanzas, enseguida me doy cuenta de que no entiendo nada; en cambio, si leo de algo que va conmigo, por ejemplo la biología, no sólo me encanta sino que no me cuesta nada entender lo que he leído.

De niño sacaba muy buenas notas en matemáticas. Mi padre fue a hablar con el profesor para ver si había que hacer algo especial conmigo. Lo que dijo el profesor a mi padre no lo he olvidado: Su hijo, muy listo no es, lo que sí es muy pesado Una lección de humildad que no he olvidado; sigo siendo una de esas personas que como se le meta algo en la cabeza no para hasta resolverlo. Para llegar a entender lo que lees, a recordar un texto o a dar con la solución de un problema, es necesario, además de tener un mínimo de curiosidad ser algo insistente… Ser un pesado.

Mi consuegro consiguió que nuestro nieto se hiciera con una buena memoria para las palabras, a base de darle un euro por cada soneto memorizado. El niño había dado con algo que le componía y además, tuvo la suerte de jugar a lo de los sonetos, se ve que justo en los momentos en que sus sinapsis neuronales se estaban reconfigurando a una muy buena velocidad.

Estos días que tengo que hacer de abuelo invito a los niños a que lean un cuento, y luego les pido que me lo cuenten como si fuera un niño pequeño: que como no oiga el cuento no se duerme; como hacía yo con su padre cuando era niño. Así se enterarán de si han comprendido el cuento que han leído… Pero pasan del tema, claro.

Se mueven hacia gratificaciones más inmediatas. Youtubean o se bajan apps de juegos, y juegan. De momento todavía no online pero todo se andará. Tontos no son; veo cómo aprenden juegos de cartas con su abuela a la primera. Pasan de los textos porque no les interesan, no componen con ellos. Las imágenes, las aplicaciones, los juegos, sí.

Antes de que se me presente la imagen tengo que aprender a ver. Después de la imagen tengo que aprender a interpretar. Ella es evidente, pero esa evidencia no implica ni certeza ni comprensión. Mi certeza se ciñe a lo real inmediato que la vista me revela, y a nada más allá… Lo evidente nos encanta. Todo se reduce a lo evidente. Lo real es evidente. La vista cuando me conviene me da una evidencia. Lo verdadero no es nunca evidente. La palabra excluye la evidencia. Lo que viene de la palabra no puede ser evidente. Lo real puede ser evidente, la verdad nunca… Las palabras ya no marcan los límites del mundo.

La capacidad de concentrar la atención en una sola cosa con intensidad y perseverar en ello durante cierto tiempo, es, junto a la capacidad de simular futuros o diferir gratificaciones, clave para desarrollarnos mentalmente… No podemos pedirle peras comprensibles al olmo explicativo, o madera intelectiva a los perales descriptivos. Lo que acertamos a comprender, está compuesto por lo que vemos en lo que miramos, lo que oímos en lo que escuchamos, y lo que recordamos en lo que hemos acabado de escribir… leyendo.

Historias de Paco Sanz ✍️

LO ESCRITO…

Historias de Paco Sanz ✍️

Había escrito para la Providencia… Para ser coherente con ella los papeles iban a la papelera, y cuando estaba llena, uno de los días en los que bajaba la basura la vaciaba. Más tarde empecé a guardar lo que escribía. Al principio no ponía ni la fecha, pequeños cuentos, poesías, llevar más allá las buenas ideas, de entre las cosas que había leído y otras por el estilo. Luego empecé a poner no sólo la fecha sino desde dónde escribía, o algún acontecimiento que me hubiera llamado la atención. Como en su día había estudiado grafología intentaba hacer buena letra, quiero decir que no disimulaba en el trazo lo que estaba sintiendo al escribir.

Hace ya cuarenta años llegaron los ordenadores, poco después los procesadores de texto. Seguí haciendo lo mismo, ya sin caligrafía, adecuando el tipo de letra, tipografía le llaman a eso, al tema del que quisiera escribir. Eliminarlo era mucho más fácil que cuando tiraba lo “escrito a mano”. Pero también eso lo empecé a guardar. Una vez al año llevaba al encuadernador los manuscritos. Y luego con lo de las pantallas, empecé a imprimirlo; hacía hacer de ello un libro que acababa ignorado en una estantería.

Más tarde me dio por publicar. Escribía como ahora, pero con algo más de cuidado. Como si alguien lo fuera a leer. Muchas de las webs en las que publicaba cerraron, de alguna me echaron, y de otras muchas me fui. No contestaba, sigo sin hacerlo casi nunca. Una muestra más de mi mala educación. Prefiero no saber nada del lector. También lo publicado, como lo escrito para no ser publicado, acompañaron a las cartas a mis amigos y parientes en su destino de pantalla, encuadernador y estantería.

Pero, y ahora viene lo bueno, me he puesto a ojear lo escrito después de tantos años. Y he constatado que lo escrito a pluma es sorprendente, como si lo hubiera escrito alguien al que me cuesta reconocer pero que me cae bien; lo escrito a pantalla para mis ojos sólo, y también las cartas salientes o entrantes, no están mal del todo; pero todo lo que escribí pensando que igual lo publico apesta. Quiero decir que no quiero saber nada con ese tío, es como mi voz grabada, que no puedo ser ese panoli, vaya. Pedantones al paño, llamaba Machado a gente así. No le soporto. ¿Qué es lo que está fallando ahí?

Unas personas prefieren la emoción del reconocimiento, otras prefieren la sorpresa. El hemisferio izquierdo parece estar especializado en el procesamiento de estímulos altamente estructurados, que pueden encajar como si de repente se produjese un clic entre ellos; mientras, el derecho integra informaciones nuevas e imperiosas como una súbita iluminación. El izquierdo esencialmente reconoce la relación que guarda el estímulo, con lo que ya antes conocía. El derecho maneja materiales de los que no tiene previa experiencia.

¿Estilo? Depende del tipo al que crees dirigirte. Aquel que conoce al lector ya nada hace por el lector. Olvido una y otra vez que como lector es clave escoger la correcta soledad, y también las buenas compañías. Y reconocer cuando las dilatadas bibliografías no son sino el camuflaje de un pensamiento pusilánime que, sin embargo, quiere imponerse. Asumir que, aunque abundan los libros, los que realmente ayudan son un bien escaso, que uno llega a poder leer bien pocos en el tiempo de una vida… A menudo más vale leer dos veces un determinado libro que dos libros; los que no merecen la relectura acaso no valga la pena leerlos ni una sola vez. Los que he escrito yo, por ejemplo.

Historias de Paco Sanz

EL JAZZ… 🎶🎵

Publicado el 26 de agosto de 2020.

En primer lugar he de confesar que no sé hacer música ni con un tambor; pero soy muy cantaorico, muy melómano, y lo que sí sé es silbar aunque no como Toots Thielemans.

Compré hace mucho un curso por correspondencia y a un amigo una guitarra vieja, pero no me dio tiempo la paciencia siquiera para empezar a poner los dedos en los trastes como Dios manda. Me cansé muy pronto, pero en cambio, me dio por gastar una pequeña fortuna en discos originales. Hermosa inversión sí, pero mal negocio.

Mis hijas mostraban mucha curiosidad por aquella música desde bien pequeñas, porque sin decirles nada, cuando empezaba a sonar ellas solitas venían y se sentaban frente a aquellos enormes altavoces de mi casa: cerca, despacito y en silencio, y se quedaban quietas, atentas. Y ésa era la clave: la atención y la quietud, para dedicarlo todo a la escucha y a la observación consciente, al embelesamiento…

«¿Papá, por qué te gusta tanto esta música tan rara…? Parece, que cada uno va por su lado…»

Hace tiempo que quiero escribir algo sobre música, sobre jazz. Y como no sé por dónde empezar voy a improvisar, y a ponerme a sonar el tema Paris Blues de una grabación en directo maravillosa que tengo del gran Duke Ellington. Que suene, a ver qué pasa…

Y pasa… Es una grabación sucia, antiquísima, de los cincuenta; pero siempre me pasa lo mismo cuando empiezan a tocar aquellos veinte músicos: que se me mueve el pie, y que me suena como si toda la orquesta en sí misma fuese un único instrumento. «El Duque» hacía las cosas así. No es que fuese un pianista sobresaliente ni genial -era un buen pianista- lo que sí fue es a mi juicio el mejor director de la Historia de una Big Band de jazz… Y lo era, porque sabía destilar de cada uno de sus intérpretes esas gotas de genio individual que formaban la lluvia maravillosa de su música; como si todos aquellos instrumentos, de viento cuerdas y percusión, fuesen su instrumento.

Ese Blues en París, es el relato musicalizado y arrebatador de la historia de un amor imposible. Del encuentro inicial y furtivo con ese amor, del cortejo y del ardor de la pasión, del fuego del sexo… Pero también del abandono, de los finales sin explicación, de las despedidas sin consuelo… Maravilloso Ray Nance llorando al violín. Música viva, casi sin necesidad de partitura.

¿Que qué se necesita para tocar o entender el jazz…? Pues un músico en el alma, creo. Pero un alma de músico que tenga como mínimo tres méritos: el primero es un cierto dominio virtuoso de su instrumento; el segundo y fruto del primero es una buena capacidad de improvisación; y el tercero es experiencias, muchas, cuantas más mejor.

¿Y así, si te gusta y te sabes de sobra la canción, para qué coño cantarla siempre igual…?

Con muy mala leche le preguntaron una vez a la pobre de Billie Holiday, que, siendo ella tan golfa como había sido, si no le daba un poco de vergüenza haber cantado esas letras tan moñas y horteras de los años treinta y cuarenta. Ella, respondió que le importaban una mierda las letras. Que para ella, que no sabía de solfeo y que tan solo tenía el oído la garganta el coño y el whisky, lo único importante era la música: the beat, el pie moviéndose al mismo tiempo que el corazón latiendo.

Yo añadiría: la piel de gallina.

Lo demás, o es clasicismo o se ha convertido en filfa musical, polución sonora, simple karaoke, mera chunda chunda repetitiva… Tuerking, perreo.

…eeen fin.

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

Vergüenza ajena…

Tendrían que estar los rojos escondiéndose de vergüenza ajena al ver al imbécil de Sánchez, entrevistarse a sí mismo y utilizando de palmeros a los leeerdos de ministros que tiene apoltronados. ¡Qué vergüenza…!

Igualito al «ALÓ PRESIDENTE» de Julio César Chávez, pero en el siglo XXI. ¡Qué asco…!

Chavismo, castrismo, sanchismo, peronismo, sandinismo, leninismo, comunismo… Mismo perro, otro collar. Es lo mismo.

eeen fin.

Como decía el clásico: pa’lo que’mos quedao… 🙄😳

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

LA CAJA DE HERRAMIENTAS

Historias de Paco Sanz ✍️

No quiero saber cómo funciona mi móvil. Es una caja negra, es magia. Entiendo por cajanegrismo al punto de vista según el cual, la conversión de cajas negras en cajas translúcidas mediante el relleno de las primeras con «mecanismos definidos», no es necesario ni deseable. ¿No entiendo lo que no puedo crear? Hemos dejado atrás eso de Feynman. ¡La comprensión, está tan pasada de moda, es tan de otra época! ¿Quién quiere comprensión, cuando todos podemos ser los beneficiarios de artefactos que nos ahorran todo ese arduo trabajo? Se puede saber más, de lo que se puede demostrar.

El éxito limitado en el intento de establecer relaciones directas entre fenómenos observables, es el que nos lleva advertir que la diversidad del universo actual, debe ser superior a la diversidad que nos revelan nuestros sentidos. Desde un punto de vista lógico, el cajanegrismo es semejante al holismo y al Gestalismo, en cuanto estas escuelas igualmente desean detener el análisis, esto es, limitar la razón. Aceptar la magia.

Tener que aceptar la magia de cosas que no entiendes en nombre de la mejora de la capacidad predictiva, es algo contra lo que los investigadores siempre han luchado. Einstein diría que Dios no juega a los dados con el Universo, y los que dicen que entienden la mecánica cuántica, es que no la han entendido. Feynman lo dijo. Hay personas que nos pasamos la vida intentando comprender.

Von Neuman, recordaba Feynman, me dio una idea interesante: que no tienes que responsabilizarte del mundo en el que estás. De modo que, como consecuencia de su consejo, he desarrollado un sentimiento muy fuerte de irresponsabilidad social. Eso ha hecho que yo sea un hombre feliz desde entonces.

Al conjunto de métodos de aprendizaje automático, que permiten a un humano saber cómo y porqué se ha vuelto un valor concreto, se les denomina métodos de caja blanca, y en gran medida coinciden con los métodos simbólicos. Por otra parte, al conjunto de métodos que no permiten interpretar fácilmente los motivos que han llevado a la máquina a arrojar un resultado determinado, se les denomina métodos de caja negra. Usualmente los métodos de caja negra muestran una mejor capacidad predictiva, mientras que los métodos de caja blanca ofrecen una mejor capacidad explicativa.

Me paso la vida intentando blanquear cajas. Intentando comprender libros. Para Proust un libro debe ser como unas gafas, si te las pones y ves mejor, ¡adelante!, ¡úsalas! Si no: ¡busca otras! No es algo a comprender sino a utilizar. Foucault decía que debía usarse como una caja de herramientas, Nietzsche pensaba en un hacha… que quiebre el hielo que cubre nuestro mar.

Ahora que llega la pobreza, más que blanquear cajas o conformarse con su negrura habría que mejorar nuestras herramientas. La proletarización entre los obreros, no está consumada más que con la destrucción de toda capacidad autónoma de producir su subsistencia. En tanto que el obrero posea una caja de herramientas que le permita atender sus propias necesidades; en tanto que disponga de un pequeño jardín en que cultivar legumbres o cuidar gallinas, su proletarización le parecerá accidental y remediable, ya que convencido por la experiencia de una autonomía posible: debe ser posible salir de ella, establecerse por su cuenta un día, comprar con sus ahorros una pequeña granja, bricolear para atender a sus necesidades una vez jubilado. En resumen, que si van mal las cosas sólo es por mala suerte… Como tiene su propio subsuelo, puede aceptarla, o no.

Historias de Paco Sanz

39 grados

Publicado el 15 de agosto de 2020.

Mi madre estaba descompuesta y preocupadísima, y recuerdo, que yo no paraba de llorar angustiado en mi cuna colorao como un pavo… Había comido, cagado, estaba bañado y limpio y era la hora de dormir; pero no dejaba de llorar; no cejaba el pobre de mí de berrear mi berrinche. Mi hermana en cambio reposaba plácida en la cama de al lado acurrucada junto a su bolsa de agua caliente en un frío mes de enero de los de aquella época. Así se calentaban las camas… El problema, era que mi madre puso también una bolsa caliente de aquéllas en mi cuna y la pobre, parece que tardó en darse cuenta que yo lo que estaba era cociéndome en mi jugo. Lo único que tenía yo en aquel momento era mucho, muchísimo calor… Y creo, que fue en ese momento cuando cambió mi vida y adquirí mi superpoder…

Al poco, mi madre cayó en la cuenta de de la razón de mi llantera y me dejó casi en cueros, y al momento, quedé durmiendo al fresco de aquel enero cual angelito en el cielo.

Me pone de muy muy mala ostia, y me afecta tanto este calor canicular veraniego, húmedo y asqueroso, que siempre he creído que tengo que tener algo así como la temperatura media corporal de los perros… En vez de treinta y seis grados y medio como las personas, se ve que he de tener treinta y ocho o treinta y nueve de temperatura media.

Ese posible par de grados de temperatura míos de más, y este puto calor que hace, me están matando sudando. Pero no como a un perro precisamente porque ése es el problema de los pobres canes: que con estos calores casi no sudan. Se mueren pobrecillos con la lengua fuera… A mí, al contrario, me está matando este calor porque ya estoy hasta las ingles, de que que me chorreen hasta los cojones, después de que mis gotas de sudor hayan recorrido mis mejillas, mi cuello, mis tetillas y mi bajo pecho.

Una vez me dijo un médico que lo que yo tenía era una verdadera ventaja fisiológica frente al calor. Y una mierda… Será eso. Será que, cual superpoder puedo expulsar toxinas por los poros de mis glándulas sudoríparas con enorme eficacia, a la vez que quemo lípidos corporales fácilmente, contribuyendo al metabolismo celular de todos mis órganos y a la reposición de fluidos en los mismos… Y aunque a veces Mi Señora me diga que me pongo como un basilisco, y pareciera como que un día me va a dar algo, se ve que según los médicos, ése algo no debe ser tan malo.

Siempre he pensado que me moriré de un berrinche de éstos, en un día de mucho calor, como éstos.

Lo que en verdad me gustaría poder expulsar de la misma manera que el sudor con este calor, es la mala hostia que me entra cuando ahora miro a mi pobre España. La impotencia, la tensión contenida en la cuerda del arco o en la presión del gatillo… O la rabia, con la que aprieto el bolígrafo o pulso las teclas al escribir esto.

Mierda de calor.

…eeen fin.

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

VER MORIR…

Publicado el 28 de junio de 2020.

Historias de Paco Sanz ✍️

Siempre he andado a la greña con mis costumbres, a ser tiranizado por ellas no me hago. Hace muchos años cuando se me moría el alma después de asistir a la muerte de un paciente, la hermana me dijo, para consolarme, que no me preocupara, que ya me acostumbraría. Le dije que no quería acostumbrarme. Cuando uno está dolido suele ser impertinente. La verdad es que no me he acostumbrado a eso, a otras miserias sí, para mi vergüenza.

Además de ver morir en clínicas y hospitales, aparte de amigos y familiares, por enfermedades y vejeras, he sido testigo de primera línea de muerte por accidente en tres ámbitos que no he podido olvidar. El primero en la montaña, a mis dos compañeros de mesa, de una de esas cenas en hoteles de montaña que por ser mis parientes hoteleros solía disfrutar cuando era muy joven, se los llevó un alud, delante mío, o detrás, porque a mí me pilló adentrándome en el bosque y no se me llevó por un pelo. Tuvieron que sacarme, a ellos nadie pudo hacerlo. El alud cayó por la mañana, hasta la tarde del día siguiente no dimos con ellos.

Cuando ya estaba terminando mis estudios fui testigo de la muerte de un compañero de excursión a caballo. Era un hombre grande, montaba a la española un caballo blanco, como él, más grande que los demás. Con estribos de esos de que aunque te caigas no puedes quedarte estribado. Llegaron ambos caballo y caballero, con uno de esos galopes cortos que hacen tan agradable la monta, donde estábamos los demás decidiendo dónde íbamos a merendar aquel día. Uno de los caballos al llegar el nuevo al grupo puso el culo, y se fueron ambos a la cuneta. Le vi caer mal. Se rompió el cuello. Uno de los caballistas era adjunto de cátedra en quirúrgicas, saltamos los que solemos saltar en estas ocasiones, él le puso el cuello bien y a mí me tocó lo del boca a boca, no ens en vam sortir como dicen los catalanes, no salimos bien de esa. Inolvidable.

La tercera vez no fui testigo pero sí era compañero de hospital y de café de media mañana del padre del muerto. Es uno de esos casos que si se hace una película hay que remarcar que se basa en hechos reales. Un servidor siempre iba a trabajar al hospital en bici. Mi compañero, traumatólogo, en moto. Habíamos bromeado más de una vez acerca de quién ponía más su vida en juego por jugar a eso. Mi amigo vivía en una finca en las afueras, en bici no habría llegado en el poco tiempo que le costaba llegar en moto. Yo vivía más cerca, así que iba de ecologista avant-la-léttre.

Su hijo que aun no tenía carnet todavía usaba una pequeña moto para moverse por la finca. Por fin iba a tener un hermanito. Su padre estaba en el hospital mientras que su madre estaba de parto, cuando el guarda le dice al joven que su padre se ha dejado la moto fuera del garaje. Y parece que va a llover. El joven se ofrece a ayudar a entrarla. Es una moto grande. La pone en marcha, le da demasiado gas, la moto se le encabrita y le cae encima. El niño no pierde el sentido, pero le dice al guarda que se ha hecho mucho daño, que llame a su padre. Muere en el traslado al hospital mientras su madre está dando a luz.

¿Se puede uno acostumbrar a cosas como esas? Cosas como esas no se olvidan nunca.

Historias de Paco Sanz ✍️

REINVENTARSE 🙄😳

Publicado el 9 de agosto de 2020

Estoy, un poco ya hasta el capullo de tanto reinventarme, y como Don Juan Carlos I, también sin trabajo. Pero yo lo estoy por culpa del puto coronavirus éste, y seguramente, y aunque también en menor medida, porque ése debe ser el sino de mi mala cabeza. ¡Ayyy, mi primer trabajo! Veinte añitos y vendiendo fotocopiadoras; quién los volviera a pillar. El trabajo que más me duró -once años- no me gustaba. El trabajo que más me gustaba no me duró; unos meses… Más de treinta años trabajados en asuntos ajenos, por cuenta ajena; y ahora hay que empezar otra vez, oootra vez hay que joderse.

Empezar de nuevo. Y no me quiero quejar, porque ése no sólo parece ser mi sino, sino también el de los tiempos laborales que nos esperan: el de los jóvenes por ejemplo y por desgracia… Yo, ya con cincuenta y tres años, de momento al menos tengo poco más que dónde caerme muerto, el culo pelao, y creo que la experiencia suficiente para sobreponerme y poder hacer frente a casi cualquier cosa. ¿Pero, y mis hijas, y vuestros hijos…?

No sé de qué hilo tirar para arrancar con este relato. Son ya las 0:52… Tengo tantas ganas de escribir y tantos temas que no sé por dónde empezar. Todas las ideas se me agolpan, como si intentaran caóticamente ponérseme en fila pero todas a la vez gritando a lo loco para colarse en mis folios; todas. Todas como clamando con urgencia; reclamando el ser escritas, plasmadas negro sobre blanco en mis pantallas… Me siento, como cuando antes de saltar al mar desde un acantilado te asomas al peligro desde su altura; y te miran. Sabes que hay profundidad suficiente pero tienes miedo a caer mal y hacerte daño, o quizás sólo a quedar en ridículo por torpe si te sale un mal salto… Y todo, porque en verdad y en el fondo lo que eres es un miedoso.

La historia de una de tantas noches que paso en blanco, en las que gasto las horas probando a escribir no sé qué para ver qué sale. Como si hablando en completo silencio, solo. Como si canturreando mentalmente melodías compuestas de palabras sueltas, para ver si al unirlas encuentro la música que os quiero contar… Sintiendo el frío de lo que esperáis leer, para ver si de verdad consigo ese calor que surge entre nosotros cuando escribo algo y se me entiende.

…eeen fin. Tonterías mías. 🙄

Sabéis que os quiero… 💕

Se agradecen ofertas de trabajo…

😂🤣

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

El cine español y los ciegos.

El otro día me di cuenta que en la espantosa televisión española -ahora y por ésto de las tonterías rojas- cuando estás viendo una película hay una voz en off que te jode la experiencia cinematográfica, ni más ni menos para que de alguna forma «la puedan ver los ciegos…»

¡Toma ya…! Cosas de la igualdad.

Me explico: hay una voz, una voz en off, como que muerta, susurrante y molesta que te va molestando, describiéndote cosas tan evidentes como las que estás viendo: que si el protagonista entra o sale de la habitación, que si el niño se mete los dedos en la nariz buscando mocos secos, o si ella parpadea extasiada cuando mira al guapo de la película… Todo lo que no sea diálogo ¡van y te lo cuentan…! Es decir, te joden el cine para que los ciegos tengan lo que los listos éstos rojos llaman una experiencia cinematográfica para invidentes.

¡Manda huevos…!

…eeen fin.

Cosas de la igualdad.

¡Es el colmo…! En vez de hacer buenas películas hacen tonterías… El otro día no sé dónde leí el dato de que el cine español había recaudado en un año apenas poco más de la mitad de lo que habían sumado todas las subvenciones que había recibido… Como veis, es un gran negocio ésto del cine español.

Sólo los tontos quieren que todos los demás hagamos tonterías. Aunque ahora que lo pienso los tontos siempre han podido ir al cine y ahora, además, también pueden ir hasta los ciegos… No sé si es un avance, peeero… 🙄😳

Son cosas de la igualdad. 🤔

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

Vulnerabilidad… 💕

Historias de Paco Sanz ✍️

Cuando tuve mi primer nieto advertí a sus padres del incremento de vulnerabilidad que suponía para todos nosotros su llegada al mundo. Nuestra capacidad de ser afectados se iba a ver acrecentada de por vida… Lo sabían… Vulnerable viene de vulnus, que por lo leído quiere decir herida. Será por eso por lo que la vulnerabilidad doliente, es más corriente que la placiente. Porque podemos ser afectados no sólo por lo malo sino también por lo bueno, aunque a veces olvidemos lo bueno de la vulnerabilidad, de la sensibilidad.

Todos pretendemos una paz bélica, heridas dulces y males suaves. Bellica pax, vulnus dulce, suave malum, pedían los romanos en sus oraciones. Heridas dulces hemos propiciado los que ejercemos la medicina, vulnerando sanamus, hiriendo curamos. Cualquier estructuración de las defensas con respecto a un amigo o a un médico, disminuye nuestra vulnerabilidad, nuestra capacidad de amistad o de terapia.

El no poder ser afectado no es siempre una ventaja. Dependemos de nuestra vulnerabilidad para sentir. La conciencia de la dependencia no equivale a la sumisión a un orden exterior. Así, la vulnerabilidad consiste en una disposición a dejarse afectar. Anima a pensar y a vivir una autonomía desde la dependencia, trabaja para profundizar el sentido de la pertenencia, la autonomía invoca una ética de la responsabilidad. Es una dialéctica entre “ser responsable” y “pertenecer”. El hombre vulnerable, ese junco pensante, se reconoce como una red sintiente.

Cuando la vulnerabilidad aumenta, la pregunta es: ¿Cómo aislarse sin que tengan que encerrarnos? El hombre con dirección interna se torna vulnerable ante sí mismo cuando no logra alcanzar sus metas internalizadas. Capaz de olvidar la mano invisible mientras tiene éxito, en su desconcertado fracaso trata de hacerla visible para poder atacarla. Su política, al igual que su carácter, se vuelve espesa cuando la falta de éxito revela y vuelve intolerable su falta de comprensión.

Convertirse en una persona vulnerable no altera la profundidad de la mente, que sigue su propia trayectoria. Francisco de Asís nos pidió que “hiciéramos nuestras infancias”, es decir, que nos mantuviéramos cerca de nuestros primeros años, que rompiéramos los límites del viejo yo, sumergiéndolo constantemente en un baño lustral de infancia recuperada.

La gratitud por la existencia de otras personas en el mundo y la “consideración” activa de su siempre presente vulnerabilidad, son, según Arendt, las dos verdaderas fuentes de nuestra existencia moral. Hay algo en las heridas que sólo consigue la vulnerabilidad placiente.

“Herida vais del serafín Teresa… corres al agua cierva blanca y parda”.

El ser humano va herido por la vida, la muerte, el tú, y el mundo… A la herida de la vida cabe llamarla gusto; a la del tú, amor; a la de la muerte, angustia; a la del mundo, asombro. Expresado más plásticamente: el gusto es el abrazo de la vida; la angustia, el roce de la muerte; el amor, es el presente del tú; y el asombro, el misterio del mundo.

Historias de Paco Sanz ✍️

CONDUCÍAMOS ‘A PELO…’

Publicado el 19 de julio de 2020.

Era un modelo raro de ver, creo que no había entonces ninguno igual en el pueblo. Sentado al volante de aquel coche tenías el culo a poco más de un palmo de la carretera, y ésta, fluía ante tus ojos de una forma muy especial vista desde tan bajo punto de vista.

Todavía recuerdo lo robusto de aquel motor. Nunca dio problema alguno ni falló jamás en todo el tiempo que lo disfruté. Para ponerlo en marcha, antes había que darle siempre un par de pisotones al acelerador, para así, inundar por completo de gasolina el estárter del arranque. Luego, sólo había que girar apenas la llave para que aquellos cuatro cilindros explotaran, y sus caballos despertaran relinchando broncos, como nerviosos. Oías, el brusco abrirse del segundo carburador cuando pisabas a fondo. Sentías lo blando o duro de tus neumáticos, agarrándose o no a la carretera. Conducías a pelo, sin ningún tipo de ayuda electrónica. Solos, el hierro y el fuego, la carretera, las gomas… y tú.

Acababa de estrenar aquel precioso Ford Capri 2.0 blanco; un coupé del 78. Bueno, lo de estrenarlo es un decir porque lo compré de segunda mano, en el 89. Aunque confieso, que me hizo la misma ilusión de uno nuevo porque fue un verdadero amor a primera vista; además, en aquella época nunca me hubieran dado mis haberes para estrenar un coche así; y encima, es que estaba completamente nuevo, impecable… El interior era del todo original, de fábrica. Unos maravillosos asientos Recaro de cuero negro y textil a cuadros. Volante deportivo de tres brazos de acero forrado con el mismo cuero negro, también a juego con el del pomo del cambio de marchas, el del salpicadero, y el del resto de la tapicería. Equipo de música Pioneer. Techo solar retráctil. Y todo, absolutamente todo funcionaba a la perfección. Como nuevo, gracias a la calidad de los materiales con que estaba fabricado, y a aquellas simples tecnologías de manivela, pestillo y pisotón.

Tenía aquel haiga una salvaje tracción trasera que convertía su manejo, si a fondo, en un peligro si no estabas acostumbrado a aquella sensación de empuje de popa tan excitante: la de ser impelido desde atrás y con fuerza a correr un riesgo, peligroso pero delicioso, excitante, calculado… No solían tener los coches de aquella época siquiera ni dirección asistida, por lo que ésta sí era algo dura -por ejemplo para aparcar- comparada con las de ahora que las mueves con una mano… Pero con el coche en movimiento, esa misma dirección dura te proporcionaba una sensación fantástica del control de la potencia, de suavidad, y un tacto muy preciso de la carretera.

Por otro lado, aquellos nerviosos 115 CV y un cambio de marchas maravilloso, con cuatro larguísimas velocidades, eran más que suficientes para empujar con rotundidad aquel hermoso coupé blanco por donde quiera que fueres… Unos eficaces frenos de disco delanteros, la sensación del peso del motor delante tuyo y la tracción trasera tan bruta, hacían que conducir con garra aquel bicho mecánico fuera una experiencia inolvidable, solo limitada, por tu pericia al volante y por la cantidad de gasolina que quisieras quemar.

Poco más de once años impecables tenía cuando lo compré. Y sólo unos cincuenta mil kilómetros hechos por una señora para la que la maniobra más arriesgada con el coche, seguramente habría sido la de guardalo todos los días a cubierto en su cochera, y sin rayarlo… Y mira por dónde, solo al tercer año de tenerlo, lo esclafó el listo de mí, estrellándolo y casi matándome en un siniestro total contra un bancal de palmeras, al salirme de una curva en una carretera conocidísima, y debido sólo al par de segundos transcurridos en un descuido de mierda.

…eeen fin.

¡Qué cosas…! La vida.

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras

ENAMORADO

Historias de Paco Sanz
Siempre me sorprende volver a ver la cara de mi amada. Y no he olvidado nunca la pregunta de un amigo, de esos que dan clases de psiquiatría, de por qué no van al psiquiatra las parejas que siguen enamoradas después de tantos años. Mi padre cuando envejeció estaba celoso de los cuidados que nos daba nuestra madre. Mis hijos hace muchos años que no viven con nosotros. Ahora que tengo mi Santa para mí solo lo entiendo.

Que después de tantos años sigamos enamorados tengo que atribuirlo no sólo al conformismo, o a lo solo que me doy cuenta que por lo visto estaba antes de empezar a vivir con ella, sino también a la tiranía de las costumbres. Una especie de sentido común de aquellos de antes de la revolución: “Ya que no podemos librarnos de estos aristócratas, al menos querámoles un poco”. La vida resultará así más agradable.

Decían que antes pierde el hombre el diente que la simiente. Supongo que entre otras cosas para explicar que los hijos sean de ciertos maridos decrépitos. Me he parecido siempre a mi padre; cuando le preguntaba si era hijo suyo solía contestar: “Al menos te mantengo”. De que la menopausia llegue a las parejas antes que la andropausia, surgen tantas separaciones como de que los hijos se vayan de casa. Cuando todavía era sociable había visto a menudo, como habían maridos que no odiaban a sus mujeres sólo porque las engañasen. Para San Jerónimo, en el siglo IV, no hay nada tan infame como amar a la esposa como a la amante.

Mis amigas viudas y separadas parecen encantadas de la vida. Y demasiadas veces he visto a amigos mucho más felices sin pareja, como para no preguntarme si en lugar de tanto amar, estudiar y aprender, no estaría mejor sin ella.

Supongo que estaba casado ya antes de estarlo. Para los solteros natos no existe el matrimonio. Del mismo modo que algunos maridos imaginarios, que cada noche esperan que vuelva su mujer a pesar de estar viviendo en una isla deshabitada y no haber estado casados jamás, ellos esperan que por fin llegue; encontrar a alguien digno de ser seducido, es su única esperanza. Y si viene, si llama a su puerta, ellos no la oirán siquiera, escucharán tan sólo sus pasos que se alejan y se dirán tan sólo: no ha venido, no es ella. Decía Ramón que el mal del solterón es que se va volviendo viudo.

Los solteros por definición no quieren a los niños, no quieren la revolución. Hay demasiados solteros, ese es el mal de nuestro siglo y de nuestro mundo, está lleno de eslabones sueltos, de especies agotadas en su propia trivialidad, de hombres sin hijos que han perdido el respeto por las cosas necesitadas de un futuro, en el que llegar a ser mejor de lo que somos. Lo contrario de la soltería no es el matrimonio, sino el amor. Y lo contrario de estar soltero no es estar casado sino estar enamorado.

Historias de Paco Sanz

CINCUENTA SEGUNDOS

Publicado el 27 de junio de 2020.

Sólo necesitaría unos cincuenta de tus segundos lector; aproximadamente lo que duran treinta o cuarenta de tus respiraciones; o lo que tarda tu corazón en latir entre sesenta y setenta veces… Necesito, para comenzar ésta nuestra relación epistolar, disponer del total de tu atención durante estos vitales primeros cincuenta segundos; importantísimos para aceptar el iniciar cualquier tipo de relación. Ese instante breve, efímero y subconsciente, en el que la mente sin dar cuentas a la consciencia ya ha tomado una decisión. Ya ha elegido… Elígeme pues tú, y tenme paciencia; y aguanta aquí leyendo conmigo.

No sé dónde vamos a llegar a parar pero llegaremos seguro. Qué te cuento o con qué te atrapo es la cuestión. Y sí, ya sé que se nos ha hecho un poco tarde, pero no tanto porque todavía estás ahí, leyéndome… Ésto es un lío.

Seguro que érase una vez, aquélla vez, en la que como yo ahora creíste necesitar que perduraran en el tiempo cosas, momentos importantes, tuyos… Aquella vez, que quisiste contar eso que te pasó, inventar un cuento para tus hijas, preservar la Historia, o conservar recuerdos de tus ancestros.

¡Qué milagro, y qué suerte el que ya llevemos más de cincuenta segundos juntos…! ¿No…? Yo te hablo al oído; tú, te dejas… A ver qué historia te cuento ahora.

Te quiero 💞

Y gracias…🙏

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

¿Por qué te drogas…?

Historias de Paco Sanz ✍️

¡Huye! Que sólo el que huye escapa. Para nosotros, los que huimos hacia lo interior, la sociedad es una caverna. ¿La salida…? La soledad. Para nosotros, los escribidores, la escritura es la defensa contra la soledad en la que nos encontramos… En cuanto a la libertad, libertades hay muchas; pero la de huir, la de largarse de aquí, la de poder hacerlo, el saber que lo hago ahora, el recordar que lo he hecho antes, me son las más queridas.

Acerca de la pobreza: de las pobrezas me he hartado de pensar; hay también muchas, pero sean de espíritu o de dinero siempre abocan a lo mismo, a la pérdida de libertad. Así que malditos sean los que la propician y los que llaman a los pobres bienaventurados. Y en su reino de los cielos, como en el reino de los cielos de los adictos, anda y que les den…

En general, para ejercer la libertad hay que pasar de la elección a la decisión. Una elección busca su justificación en las consecuencias previsibles. Una elección se halla siempre, en este sentido, condicionada. Una decisión no, y por eso es realmente libre. Una elección se entrelaza con lo mítico, pero una decisión se escapa y libera de la lógica racional que supuestamente sigue la existencia de una causa y un efecto, o de una culpa y la expiación. Y ésto mismo, es lo que le otorga esa especie de santidad, de verdad, a la decisión…

Decía Max Stirner, el feroz autor de El Único y su Propiedad, que «…al antiguo rendid homenaje a Dios corresponde el moderno rendid homenaje al hombre… Pero mis homenajes los guardo para mí…» Los que tenemos costumbre de huir hacia adentro de éso sabemos un huevo. Y que no se nos llame egoístas, por favor, simplemente interiorizamos nuestro altruismo.

Creemos, que el altruismo no es una virtud sino un componente más de los buenos modales. No hay que confundir el amor con el altruismo. A los altruistas les mueve muchas veces el sentimiento de no poder quererse a ellos mismos; y por ello creen, que eso mismo les autoriza a entrar en los asuntos de los demás para ver si así lo consiguen.

Mientras me leo escribir ésto no puedo evitar sonreír; pienso, que he estado siempre cuidando a otros y que en ningún momento me he puesto medallas; un poco como disculpándome por ser médico… Creo, que cuidar y preocuparse por otros es una pasión o una virtud, no una “sensibilidad…” El bien, realizado casi a pesar de uno y casi con vergüenza y con remordimientos: «ése es el bueno…” Y escapa, completamente a la voluntad.

Muy bien, hay que escapar… Puede que incluso haya salir de aquí; hasta me trago lo de salir de aquí adentrándose… ¿Pero escapar, de qué…? Del sufrimiento, claro: hacia el placer…

“Todo dolor dice ¡pasa! pero el placer quiere eternidad, profundidad, profunda eternidad”.

El hombre escapa del sufrimiento mediante cuatro tipos de placer. El que proporcionan las ilusiones mediante la suspensión voluntaria de la incredulidad… El que proporciona la belleza: esa promesa de alegría y esa necesidad de plasmar la necesidad de amar… La búsqueda de lo inalcanzable, es decir, la sublimación de los deseos… Y finalmente, el que proporcionan las sustancias intoxicantes.

Consecuentemente, si se le preguntara a alguien que sufre ¿por qué te drogas…? siempre podría contestarnos, aquéllo de ¿y por qué no…?

¿No…? 🙄😳

Historias de Paco Sanz ✍️

¿QUIÉN SOY YO PA’ESCRIBIR…?

Publicado el 22 de junio de 2020.

«¿Que quién soy yo pa’escribir por ahí…?«

Amplía para admirar…

Hay quienes se quejan, hasta de que los minutos duren sesenta segundos. Todo lo malo les pasa. Todo conjura en su contra: el pasado, el presente, y por supuesto el futuro. ¡Qué mala es la ignorancia…! Se quejan, de que se haya que cumplir con la ley, y de que se haya que estudiar para aprobar o que trabajar para vivir; ignoran, que es necesario amar al prójimo y honrar a tu padre y a tu madre. Y en defensa de su ideología son capaces de negar, cosas como que dos y dos sean cuatro y otras muchas verdades por el estilo… Son pensadores de lo inútil y especialistas del gafe; demócratas rojos; artistas de lo vacuo, escritores de la filfa; filósofos de lo desastroso y periodistas de lo falso. Meros esclavos del «y tú, más…» Tergiversadores en cadena.

La Historia del hombre es la que es, y juzgar el pasado con criterios de presente es de imbéciles.

Amplía con tus dedos… ¡Racista…!

Porque no le gusta lo que escribo, va, y me pregunta un gañán rojo de éstos que ahora nos toca sufrir en las redes, «que ¿quién soy yo pa’escribir por ahí…?»

Líbreme Dios de compararme, pero imaginemos a un Miguel cualquiera; o a un pringao de Almoradí, de al’lao, de cerca. A catorce o quince kilómetros justos de su casa vivo: sí, de la de Miguel. De la de Miguel Hernández el de Orihuela, el de las ‘Nanas de la cebolla…’ Con poco siempre hicimos mucho en mi tierra. Se piensa desde hace mucho y muy bien a la sombra de Alicante.

¿Habéis visto el contraste de lo humilde de su casa en el centro de Orihuela; justo al’lao, casi paré con paré, con con el imponente palacio centenario del Colegio de Santo Domingo…? Un cabrero, un disidente, un matao, fusilao por unos valentones.

¿Que por qué escribo, yo qué sé…? Yo no lo sé pero pasa: empiezo, sucede y punto. Emerge negro sobre blanco en palabras como si me salieran de los cojones. Perdonadme el lenguaje pero así me ha salido. Yo aquí lo pienso, lo dejo, y lo doy: la gente luego que haga lo que quiera…

¿Que quién soy yo pa’escribir…?

Va, y me pregunta el gañán.

Según él, en su día, hace quince mil años, habría que haberle preguntado con impertinencia al pintor de Altamira que qué coño hacía, ensuciando de humo y pintarrajeando a su antojo la cueva.

…eeen fin.

Que no nos engañen.

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

Viene el verano…

Historias de Paco Sanz ✍️

La primavera ha venido, nadie sabe como ha sido. Bien, ahora parece que incluso el verano dice que está aquí. Cuando llega el buen tiempo quiero ser el malo, se me va la olla. Me dice una amiga que de animales sabe un huevo, que es cosa de la testosterona, que a los machos de todas las especies les da por cortejar con lo de los días largos y el calor; y me pone el ejemplo de los pájaros…

En mi caso cuando llegaba el buen tiempo llegaban los exámenes, y cuando se habían acabado llegaban esas noches para las que hay un amanecer. Recuerdo la verbena de San Juan, el solsticio de verano, la primera de esas fiestas en las que uno ligaba hasta con los árboles. Empezaban las vacaciones para los jóvenes que éramos, y ya se sabe, que el valor de las grandes vacaciones consiste en la vacación de los grandes valores. Dios existe, así que todo está permitido.

¡Ay, verano! “Una luz suave dora la piel del quieto estanque. Mirlos tenaces de fronda a fronda cantan en clave. Lenta, la tarde va despojándose de sus ropajes. De parte a parte, se difumina el paisaje. La noche cae sobre los montes. El cielo arde”. A los madrugadores nos encantan lo largas que son las mañanas del verano. La sociedad de huéspedes nocturnos en la sonriente belleza de una mañana de verano tiene algo casi de pavoroso, de zombi. Involuntariamente, se piensa en fantasmas sorprendidos por la luz del día; en seres subterráneos que han perdido la hendidura por la que podían desaparecer, por ser sólo visibles en la oscuridad; en infelices que perdieron la distinción entre el día y la noche.

Una vez más me he propuesto hoy, con la llegada del verano, a mis setenta y muchos años, sin valor para acabar ni fuerza para proseguir, explicar el mito de mi vida. Sin embargo no puedo hacer más que afirmaciones inmediatas, sólo “contar historias”. Si son verdaderas no es problema. La vida se me ha aparecido siempre como una planta que vive de su rizoma. Su vida propia no es perceptible, se esconde en el rizoma. Lo que es visible sobre la tierra, dura sólo un verano. Luego se marchita. Es un fenómeno efímero. Si se medita el infinito devenir y perecer de la vida y de las culturas, se recibe la impresión de la nada absoluta; pero yo no he perdido la nunca el sentimiento de algo que vive y permanece bajo el eterno cambio. Lo que se ve es la flor, y ésta perece. El rizoma permanece.

Qué poco me cuesta, qué bien se me da eso de rezar en verano. Ahora lo llamo meditar, desperezarme, alegrarme con el placer de una cabezada, de un feliz encuentro, con un amigo, con el sabio que mora dentro de mí, por la virtud alcanzada… atmósfera de un verano soleado del alma… la alegría, la presencia atenta. Que consoladora es la proximidad con la que la naturaleza propicia el buen tiempo… Que guapa es la gente joven… Que bien se la ve…

Qué consolador es el viento suave en verano, cómo se encienden los recuerdos, qué bien querer ser el malo, arriesgarme, volver a cortejarla cuando llega el verano. Qué fácil se me hace ahora como a Hölderlin decirle a las Parcas: “¡Oh vosotras, las poderosas, sólo os pido un verano más…!”

Historias de Paco Sanz ✍️

SÓLO

Publicado el 30 de mayo de 2020.

Cuando un humano se siente profundamente solo, instintivamente, tarde o temprano tiende a alzar la mirada al cielo. Observando el cielo y si lo hace con atención y detalle, ese humano sin duda terminará percatándose de que la Tierra lo único que hace es dar vueltas y vueltas en torno a sí misma y en torno al Sol. Y de que todos los humanos con ella, seguramente lo único que hacemos es girar y girar en torno a no sabemos dónde y por no sabemos qué… Entonces, es sólo cuestión de tiempo que su inteligencia humana busque algún tipo de reloj, y mirando a las estrellas, fije una, y coja un rumbo con intención de llegar a alguna parte o a alguna conclusión.

«Curioso elemento el tiempo».

¿Y las estrellas…? La inteligencia tiende a sentirse sola. ¿Qué coño hacemos aquí entonces, dando vueltas…? ¿Cuánto tiempo nos queda…? ¿Estamos solos…?

Sidharta y el budismo, simplemente mirando a las estrellas y a un río cualquiera, nos sugieren, que con el solo fluir de nuestra experiencia personal se podría aprender casi todo lo esencial: lo que nos salve… Y que tan solo sería decisión nuestra el llegar a ese estado catártico de verdadera sabiduría, sin siquiera la ciencia ni la experiencia. Bastaría tan solo con el sacrificio de respetar y someternos siempre a la razón impepinable de la lógica, y a un verdadero amor al prójimo; siendo éste -el prójimo- curiosa y paradójicamente lo contrario al estar solo… Hay que recordar que sin un otro no habría nada, aunque podamos aprender casi todo solos, sin maestro.

«Amarás al prójimo como a ti mismo…»

No hay que pecar nunca. No hay que matar nada prójimo banalmente. Ni siquiera a las serpientes a la ratas o a las arañas, ni a las moscas ni a las hormigas ni a las bacterias, ni siquiera a los virus… Sólo el hambre y la supervivencia deberían marcar la línea roja de dar muerte a un ser si no ansías nada.

Y pese a que sólo es una corta novela lo de Sidharta y Herman Hesse, el budismo sí es una filosofía que a los pacíficos perezosos solitarios y autodidactas, nos ha apasionado siempre. Pero porque nos conviene; por que nos viene como Dios y como anillo frente al dedo del destino… La posibilidad de conseguir un nirvana, un valhalla, un cielo en la Tierra casi a coste cero, con sólo dedicarle todo tu tiempo, toda tu atención y tu misericordia, y también todo tu tesón, claro…

Difícil, pero no imposible.

Como para mí, que inculto y solo, con poco más que unos estudios bachilleres y seguro que mucha y burda osadía, intento, convencerme de que hay un cierto orden en las cosas y contaros sólo lo que pienso cuando estoy solo, pasa el tiempo, y miro al cielo… Sólo es eso.

…eeen fin. Tonterías mías.

Os quiero 💕

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras

Ángeles. Leyendas.

Historias de Paco Sanz

Hay un viejo relato malgache que cuenta que al principio el hombre fue creado por dos dioses. El dios de la tierra lo hizo de madera o arcilla, el dios del cielo le dio la vida. Pero los creadores discutieron entre si, y por tanto cada uno volvió a llevarse lo suyo. Por esta razón mueren los hombres, lo que implica que la vida regresa al cielo, mientras el cuerpo vuelve a la tierra. Ahora con tanto quemar a los muertos parece que quisiéramos que también ellos, quiero decir sus cuerpos, subieran al cielo.

Ahora que tantos están necesitados de cuidados viene a cuento una vieja historia, que dice que al ángel bueno de los hombres se le ha llamado Cura, siguiendo una vieja fábula griega. Dicen que una vez llegó Cura a un río y vio terrones de arcilla. Cavilando cogió uno de ellos y empezó a modelarlo. Mientras empieza a darle vueltas a qué ha hecho se acerca Júpiter, que casualmente pasaba por allí. Cura le pide que infunda espíritu al modelado trozo de arcilla. Júpiter se lo concede con gusto. Pero al querer Cura poner su nombre a su obra, Júpiter se lo prohibió diciendo que debería darle el suyo. Mientras Cura y Júpiter litigaban sobre el nombre se levantó la tierra Gaia y pidió que se le pusiera a la obra su nombre, puesto era ella quien había dado parte para la misma de un trozo de su cuerpo. Los litigantes escogieron para juez a Saturno.

Y Saturno les dio la siguiente sentencia evidentemente justa: Tú, Júpiter, por haber puesto el espíritu lo recibirás a su muerte; tú Gaia, por haber ofrecido tu cuerpo, recibirás su cuerpo. Pero por haber sido Cura quien primero dio forma a este ser, que sea quien lo posea mientras viva. Y en cuanto al litigio por su nombre, que se llame “homo” puesto que está hecho de humus, tierra fértil. Cura prima fixit, Cura teneat, quamdiu vixit. Cura lo hizo, que lo tenga Cura a su cuidado. El “ser en el mundo” tiene la acuñación ontológica de “cuidado”. Nuestro ángel bueno, Cura, nos tiene a su cuidado.

Para Benjamin los ángeles eran creados por casualidad, entendía lo “efímero” como la verdadera actualidad. Una vieja leyenda talmúdica dice que los ángeles son creados (cantidades ingentes de ángeles nuevos a cada instante) para, una vez que han entonado su himno a Dios, terminar y disolverse ya en la nada. Lo efímero entendido como la actualidad que se conformaría en la presencia de Dios, que por ello sería verdadera. Ángelus novus.

Aunque haya muchas clases de seres seráficos, para hablar con propiedad, deberíamos distinguir entre: Serafines, Querubines, Tronos, Dominaciones, Virtudes, Potencias, Principados, Arcángeles y Ángeles. Estos últimos son los encargados de los asuntos humanos. Una manera más profana de aventurarse por los órdenes angélicos llevaría a distinguir los ángeles de las preguntas y los de los finales. Así podríamos hablar de Incentívere, Escónditur y Revelatio, los ángeles del enigma; Nullius, Anonadatis, Noseris y Terminatio, los de la muerte.

Pregunta el poeta: ¿Quién, si yo gritase me oiría desde los órdenes angélicos? Y suponiendo que un ángel me cogiese de repente contra su corazón: ¿me desharía por su más fuerte existencia? Porque lo bello no es más que el comienzo de lo terrible, ese grado que todavía soportamos; y lo admiramos tanto porque como al desgaire desdeña aniquilarnos… Todo ángel es terrible.

Al final: “Como las rejas de una cárcel mi cama tenía/ los barrotes de hierro./ Trompetas finales sonaban en la noche/ sin luz y sin sueño./ Los ángeles blancos partían y venían volando /los ángeles negros”.

Historias de Paco Sanz

Estulticia

Historias de Paco Sanz ✍️

La filosofía es una guerra contra la estulticia, porque la estulticia hace soportable lo que es contrario a la dignidad humana; es decir, la hace compatible con la existencia pasiva, sumisa, cuando no alcahueta, de los hombres con la tiranía. Por ello, siendo incompatible con la estulticia, la filosofía es intrínsecamente rebeldía.

Se supone que el artista es un hombre rebelde. Que el arte denuncia el abuso, glosa al humilde, y habla al corazón de los hombres. Pero eso no es más que un velo, una mentira de ricos porque desde siempre su función social efectiva y real, fue la de ser un entretenedor que nos distrajese precisamente de lo real, fabricando gracias a la técnica, un universo ilusorio para ayudar al hombre a soportar la horrible condición a la que era reducido.

La necedad y la tontería confluyen en la estulticia; palabra que ha caído en desuso, gracias a Dios. La generosidad, la amplitud de ideas y de conducta, la grandeza, y la constancia de ánimo en las adversidades confluyen, a su vez, en la longanimidad; palabra que también ha caído en desuso, desgraciadamente.

Pagamos por el desuso de ciertas palabras al llegar a viejos. Antes de serlo no existe el desuso sino el desconocimiento. Hay que hacerse no sólo con dinero sino sobre todo con buena suerte para envejecer como Dios manda… El término senectud no implica senilidad, un término que ha caído también en desuso en gerontología. Y la terapia, debe comenzar en la buena elección de las palabras.

El abuso de ciertas cosas lleva implícito el desuso de otras. Vivimos sobre nuestros móviles igual que los hunos sobre sus caballos. El artefacto llevado lo suficientemente lejos tiende a incorporar al usuario. Los hunos vivían sobre sus caballos día y noche. La tecnología señala y enfatiza una función de los sentidos del hombre; y al mismo tiempo otros sentidos se amortiguan o caen en un desuso temporal. El proceso, recupera la propensión del hombre a adorar extensiones de sí mismo como una forma de divinidad, de idolatría… Llevado hasta el extremo, el hombre se convierte en “una criatura de su propia maquinaria”.

El abuso de las diferentes formas de conectividad eléctrica parece ser que lleva a la estulticia. Existe un uso ideológico de internet en orden de aparentar cercanía, limitar la participación, protegerse mediante la supuesta transparencia, o simular comunicación. La construcción política de un espacio deliberativo, capaz de generar relaciones de responsabilidad empatía y respeto entre representantes y representados, puede hacerse más difícil todavía, precisamente por el abuso de inputs y outputs en las pantallas táctiles.

No todo el mundo ve con buenos ojos que los sistemas cognitivos se hagan más inteligentes que nosotros e incluso nos superen… Temen que vendedores o políticos, servicios secretos u organizaciones criminales, puedan cometer abusos si los ordenadores descubren fácilmente nuestras preferencias a través de nuestro lenguaje… En la naturaleza humana existen, al menos en la medida en que el hombre convivía con otros hombres, tres causas principales de conflicto: la competencia, la desconfianza, y el afán de fama… La primera conduce al abuso de las ganancias, la segunda al abuso de la seguridad, y la tercera al abuso del prestigio. A veces al estar solo me quedo en la gloria…

Historias de Paco Sanz ✍️

Un defecto muy mío

El otro día un lector me echó con razón y mucho tacto en cara un defecto muy mío, y que ciertamente lo es: el de que casi nunca respondo adecuadamente ni estoy a la altura de los comentarios que tan certera y amablemente hacéis en mis escritos. Y tenía toda la razón… Quizás, no soy tan profundo tan intenso ni tan guay. Quizá, sólo os miento cuando escribo y por eso no respondo, porque mientras escribo miento y luego me escondo. Porque os cuento una cosa y luego soy otra totalmente distinta. Algo así, como eso del «haz lo que yo diga pero no lo que yo haga…»

Bastante trabajo me cuesta ya escribir cuanto menos un folio decente por semana, como para responder y estar también a la altura de los comentarios tan fantásticos y que con tanta frecuencia me regalais. Se ve, que no me dan las entendederas pa’tanto mientras trabajo como un negro, cocino, me preocupo de mis hijas, me ocupo de Mi Señora, y de vez en cuando también llamo a mi madre y a mis colegas para no perder el trato y tomarme unas cañas; luego duermo un poco, como algo, y algo leo también por ahí de cuando en cuando… El caso, es que no me da la cosa pa’más. En serio.

Os pido disculpas. 🙏💕🤣😂

Siempre les digo a mis hijas que soy el mejor mal ejemplo que tienen; el peor. Y que por eso mismo me sigan, que no dejen de seguirme; pero que tampoco hagan demasiado caso de mis tonterías, ya que soy también arquetipo de cosas a las que no tendrían que hacer mucho caso.

No respondo a todo lo que me escribís con sinceridad, lo confieso, pero porque creo que en el fondo siempre os miento un poco. Y debe ser por los remordimientos; tal vez… Lo digo en serio. Os miento siempre al escribir haciéndoos creer que escribo alguna cosa que parece verdad, cuando en verdad casi todo ésto es mentira… No escribo prácticamente nunca nada que sea verdad y menos del todo; nunca, nada, jamás… Os lo aseguro.

La única verdad de todo ésto si acaso sois vosotros cuando me leéis; lo que crece, lo que crezca, lo que empiece en vosotros al leerme; el efecto que surto después de ser leído.

…eeen fin.

Como veis: tonterías mías. 🤣😂

…Os quiero mucho, lectores. 💕

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras

MENESTRA

Publicado el 24 de mayo de 2020.

Dime con quien vas, y te diré quién eres.

Cada vez que oigo a esta señora hablando y expresándose de esa forma tan calamitosa, y luego caigo en el hecho de que es ni más ni menos que la Ministra Portavoza del Gobierno de mi España, siento verdadera vergüenza ajena; y hasta propia… Y hasta miedo.

Peor no se puede hablar en público el español. Confunde parecería que a propósito, lerda y pertinazmente, la pronunciación distinta y culta de la letra C, con la de la letra S. Y claro, también confunde todo lo contrario y al revés… Al contrario de muchos otros andaluces ilustres y de mérito: Carlos Herrera, Antonio Gala, Felipe González, Juan Ramón Jiménez, Picasso, y hasta el rojo de Alberti… Todos ellos sublimaron sus esencias andaluzas dándole lustre al uso del español, de lo español.

No como otras.

«Y Asín, se mescla la ciensia con las ideah del socialimmo sociá, que se preocupa por las personah humanah frente a er coronaviruh y la urtraderecha… Y si no ma’beis entendídido, os lo repito… Porcai que confiá ener gobienno de Ehpaña, ya que noay tantoh muertoh como dicen lorde la estremaderecha…»

Todo ello sin rubor alguno y vestida de Dior, saliendo por la tele detrás de un atril y hablando, delante de las banderas española y europea en representación tuya y mía… No se aclara, la pobre.

Y además, como al hablar siempre miente; siempre parece que está como a la defensiva, de mala ostia y como con prisas. Constantemente, se come la música de los matices sonoros de nuestras hermosas palabras españolas, al rebuznarlas de forma tan desolada y chabacana… Hay verduleras en el mercado de mi pueblo con mejor oratoria, y más creíbles, que semejante maganta con cargo público.

Parece que un pobre esquema verbal, y por ello mental, convierten su habla en mera emisión sonora de una especie de menestra lingüística de verborrea insufrible. Su verbo es por ello, no más que una expresión hortera y sin un solo mensaje distinguible. Un verdadero bodrio, un esperpento son, absolutamente todas sus comparecencias en público; ésas en las que se cubre de gloria arreándole patadas como una choni, a un lenguaje tan hermoso como el nuestro… Y oye, repito, sin ruborizarse siquiera un poco.

La progresista ésta, encima, parece como si alardeara de su progresismo, cuando usa con esa cerrazón su acento y dicción dizque andaluzas… Y de lo que no se da cuenta la pobre es, de que ese mismo acento suyo y dicción, la dejan como Cagancho en Almagro ya que su expresión suena fatal, inculta, y muy muy burda… Y encima, no se le entiende una mierda.

…eeen fin.

Que no nos engañen… Y que Dios nos pille confesaos.

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

Nos gusta discutir

Historias de Paco Sanz ✍️

No me gusta discutir, pero es raro, porque no estoy seguro de casi nada; de que no me guste discutir, tampoco… No es que esté muy orgulloso de comprobar cómo, si no estoy de acuerdo con alguien y sé que se equivoca me callo, y espero a que cambie de tema. La discusión más vieja es la que desde siempre han tenido la justicia y la fuerza. Pascal lo dejó así escrito:

“Es justo que lo que es justo sea obedecido. La justicia sin la fuerza es desobedecida porque siempre hay malos. La fuerza sin justicia es siempre discutida. Hay, pues, que poner juntas la justicia y la fuerza y para ello, hacer que lo que es justo sea fuerte y que lo que es fuerte sea justo. La justicia siempre estará sujeta a discusión, pero la fuerza es fácilmente reconocible y no admite discusión. Por eso, no se ha podido dar fuerza a la justicia, porque la fuerza ha contradicho a la justicia, y ha dicho que era injusta y ha dicho además que era ella, la que era justa… Así, al no poder hacer que lo justo sea fuerte, se nos ha hecho creer que lo fuerte fuera justo…”

No me gusta discutir porque he envejecido de mala manera; a mis años es normal… Es posible que a nuestra civilización le esté pasando algo parecido. No olvidaré nunca aquéllo de Benjamín, que reza: «no hay documento de cultura que no lo sea también de barbarie, al menos de la nuestra…»

Nos aproximamos a una mutación sin precedentes en el conocimiento; éste, está cada vez menos hecho para reflexionar sobre él mismo y para ser discutido por espíritus humanos; y parece estar cada vez más hecho para ser engranado en las memorias informacionales, y manipulado por potencias anónimas.

Esta nueva, masiva y prodigiosa ignorancia es ignorada, ella misma, por los sabios incluso. Éstos, que no controlan en la práctica las consecuencias de sus descubrimientos, ni siquiera controlan intelectualmente el sentido y la naturaleza de sus investigaciones. Esta cretinización, no se refiere sólo a las ciencias sociales, sino que es el resultado inevitable del pensamiento por piezas inconexas; es decir, de la ‘falsa racionalidad’ con la que nos educan en la universidad y que nos impide realmente pensar con claridad, comprender, y reflexionar. “Pues las mentiras viejas se convierten/ en materia de fe,/ y de esa forma/ quien ose discutirnos/ debe afrontar la acusación de impío”.

Por reacia que una persona se muestre al admitir la posibilidad de que su opinión sea falsa, debería sentirse afectada al considerar que por verdadera que su opinión pueda parecer, si ésta no es discutida con frecuencia, con valentía y en profundidad, esa opinión residirá como un dogma muerto y no como una verdad viva. En ausencia de discusión, no sólo caen en el olvido los fundamentos de la opinión, sino que igualmente se olvida con demasiada frecuencia el significado de la opinión misma… Sin embargo, lo mejor que se puede decir de las discusiones, es que la mayoría de las veces no hacen avanzar porque los interlocutores no hablan de lo mismo.

Mi compañera “es tan discutiora, que hasta al reló le discute si es la hora o no es la hora…” Y si no me discute a mí mismo es porque le importa un huevo lo que escribo… No me lee, me adivina.

Historias de Paco Sanz ✍️

LÁGRIMAS DE MUJER

Publicado el 22 de mayo de 2020.

Hace sólo unos meses que lo enterramos, y no quiero siquiera imaginarme que lo tuviésemos que enterrar hoy en día, con lo del coronavirus éste de mierda.

Y no sé porqué, pero últimamente me arranco a llorar con una insólita frecuencia. Se ve, que ahora estoy de lágrima floja porque siempre fui de lágrima fácil. Aunque también siempre he necesitado un buen motivo, un buen porqué para que se me soltaran las lágrimas ésas: el tormento del amor bien retratado en el cine; los actos de heroísmo; la añoranza de mis hijas; anhelos de viejos reencuentros; los remordimientos… Cosas así eran las que me hacían llorar.

Como no sé estar en la cama sin dormir me levanté, Manuela dormía a mi lado la siesta desde hacía un rato… Me dio por recordar cuando de pequeño también hacía como que la dormía, echado junto a mi padre. Entonces, casi abrazado a él y oyéndolo respirar, sólo esperaba con impaciencia a que despertase para irnos toda la tarde a la huerta montados en su bicicleta. No había aventura mejor.

Eché a andar fuera de la habitación, y el caso es que sin venir a cuento, me asaltaron unas inesperadas pero imperiosas ganas de llorar muy extrañas; diríase como que femeninas; de ésas, que ellas muchas veces intentan explicarnos a los hombres. No sabes porqué coño estás llorando pero lloras y lloras… Me encontré en medio de la cocina de casa, a lágrima viva, a las cuatro y pico de la tarde, y sin tener ninguna de las razones para llorar de las que antes os hablaba. Lloraba solo y porque sí. Y oye, he de confesar mi sorpresa, al sentirme tan a gusto sollozando sin motivo alguno, aparentemente…

¡Qué cosas…!

Luego recordé a mi hija la pequeña, cuando con solo ocho días de vida tuvo que luchar a muerte y con la sola arma de su llanto, llorando contra un atragantamiento. Estuvo más allá que aquí; se puso azul, y prácticamente dejó de respirar… Pero desde el primer momento y como una jabata salvaje chillando por su vida, mi pequeña plantó batalla guerreando hasta el último segundo de aquellos quince angustiosos e interminables minutos… Y tanto combatió mi pequeña guerrera recién nacida, que venció llorando, chillando y así recuperando, aquel resuello vital que finalmente la mantuvo aquí sin irse allá. ¡Por muy poco, pero ganamos…! A veces hay que tener redaños de hierro.

Así, que lloremos sin miedo. No debe ser tan malo.

…eeen fin. 💕

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

vida ondulante

Publicado el 23 de abril de 2020.

Historias de Paco Sanz ✍️

La vida es ondulante, ahora sabemos que hasta la materia lo es. Mientras no llegue la vacuna la desgracia del virus ese volverá a hacerse presente por oleadas. Ondas intercambian las antenas, ondas cerebrales medimos para saber qué pasa cabeza adentro. La misma simpatía parece una función de onda. Por ejemplo, los asistentes a conciertos en directo sintonizan las ondas cerebrales dentro de un rango de frecuencia de 2 a 4,5 hercios. ¿Hay un efecto de contagio? Cuando no se está en presencia del ejecutor ni en compañía del público no pasa.

Ahora que los políticos tienen que tomar decisiones guiados por los expertos, como no hay experto que valga en lo del COVID-19, es hora de darse cuenta de que esto va para largo. Que viene mala mar. Que contagios y muertes volverán a presentarse en oleadas. Necesitamos todos hacernos una idea acerca de qué va en realidad la cosa. Las limitaciones de nuestra imaginación se traducen en los pobres modelos con que nos hacemos, cuando tenemos que describir algo que no se parece a nada que hayamos experimentado antes. Imaginar cómo la luz puede ser a la vez onda y partícula nos cuesta porque nos cuesta reprimir “un vano e incontrolado deseo de verlo en términos de algo familiar”.

Al marido de mi sobrina le dio por enfermar, mi sobrina que es muy bachillera hizo un master de su enfermedad, un poco como nosotros estamos ahora haciéndolo en microbiología; cuando hablaba con el personal sanitario que atendía a su marido daba conferencias acerca de la fiabilidad de los análisis, la bondad del pronóstico, etc. Más de una vez el pobre enfermo tuvo que oír como le decían, sin la menor ironía: «qué suerte tiene usted con que sea médico su señora…»

Ahora convendría desarmar el cientificismo entendido, como la pertinaz sospecha de que el sentido común nos la está jugando; un acceso más profundo y más fiable implica abandonar la costa de los paradigmas compartidos por todos, para hacerse a la alta mar relativista y cientificista, si se pretende sobrevivir a la percepción falsa de la realidad basada en el sentido común. Cuando la ola del poco tiempo y pocas luces nos alcance.

El clima, la vida se presentan por oleadas también. El océano de la verdad lava los guijarros con cada ola, y estos resuenan y tintinean con el más maravilloso de los estrépitos. Por decirlo en verso: “Tempestades de deseos/ contra los muros del alba/ rompen sus olas. Me ciegan/ los tumultos que levantan./ Nido en el mar. Cuna a flote./ La flor que flota en el agua/ me sostiene mar adentro/ y mar afuera me lanza./ Cierro los ojos y siento/ el tiempo interior que canta”.

En fin, que me cuesta deshacerme de la tristeza de darme cuenta que ésto de la pandemia no ha hecho más que empezar. Que volverá. Que tengo que recordarme que soy un caballero valiente, no una bestia asustada, cuando vuelva a andar la calle… Tengo que volver a escuchar a mi sentido común Sancho Panza, para dar la talla de nuevo. “Señor, las tristezas no se hicieron para las bestias sino para los hombres, pero si los hombres las sienten demasiado, se vuelven bestias: vuesa merced se reporte, y vuelva en sí, y coja las riendas de Rocinante, y avive y despierte, y muestre aquella gallardía que conviene que tengan los caballeros andantes”.

Y a ver si renuevo mi confianza en la bondad de las personas. Que hay poca gente que sea mala gente. Que los días en que veo mucha mala gente a mi alrededor seguramente el malo ése día sea yo…

Historias de Paco Sanz ✍️

DISCUTIR EN LA RED

Publicado el 1 de mayo de 2020.

Hace unos cuantos años me denunciaron arteramente y por el vil metal, esgrimiendo ella ante el juez lo muy amenazada que se sintió, debido a un inocuo comentario que le hice por escrito en una de nuestras tan frecuentes como inútiles discusiones (creía yo privadas) por WhatsApp. Cosas de la ideología de género.

Por ello, ya debería yo de haber aprendido que estos modernos medios de comunicación tecnológica, son nefastos para disentir. Medios éstos de comunicación paradójica, ya que cuando se desata de verdad una discrepancia, es casi imposible comunicar argumentando. Y voy a intentar explicarme.

Los que alguna vez hayáis discutido de verdad y agriamente con alguien por las redes, y si os fijáis un poco me lo reconoceréis, que en medio de la indignación y el acaloramiento de esas discusiones epistolares, todos, sentimos una especie de urgencia, de prisa rabiosa por teclear y explicarle al otro lo irrefutable de nuestros argumentos.

Pero fijaros también, en el hecho de que al no percibir presencia física alguna, no tenemos ningún mensaje del lenguaje corporal de ése otro con el que discutimos. Y por ello no percibimos, esos otros matices tan necesarios para mantener una comunicación intensa como sin duda lo es una discusión… Y así, a ciegas, al no ver ni el rostro ni la expresión en los ojos del prójimo, solo sentimos una estéril aunque imperiosa necesidad de justificarnos constantemente; de defendernos.

Y precisamente ese tipo de detalles hacen, que no estemos atentos a lo que el otro nos argumenta. Pareciera, que solo estamos como esperando a que él termine de teclear, para darle su merecido escarmiento dialéctico, tecleando ahora nosotros nuestras propias razones.

Es un hecho comprobado, que es casi imposible discutir con hondura y ordenadamente por estas redes sociales de los cojones… Siempre, casi siempre, terminan interrumpiéndose emisor y receptor, pisándose las réplicas, y sin poder llegar razonablemente a ningún sitio común, acuerdo, o conclusión.

El otro día he de confesar que cometí la torpeza de discutir, nada menos que de política y por WhatsApp, con un muy viejo y buen amigo. Un antiguo camarada, con el que por otra parte no me une casi nada aparte de un profundo y verdadero cariño, ya que fuimos y somos hermanos boinas verdes; viejas glorias. Nos queremos mucho porque sí, y porque además nos da la gana… El caso es que él es muy de izquierdas, y yo no soy muy de casi nada.

Al comunismo sí que no le he votado ni le votaré nunca; pero se ve que fui de centro cuando voté a la UCD. Creo, que de izquierdas también fui porque voté tres veces al PSOE. También de derechas se ve que podría ser, tras votar otras dos al PP… Y ahora, porque he votado a VOX según dicen, debo de haberme convertido en un fascista.

…eeen fin. Yo, si hay que cambiar, se cambia.

El problema de muchos de nosotros es, la casi total incapacidad para cambiar nuestra opinión acerca de ciertas ideas adquiridas, bien por la costumbre o bien por inducción. Lo que se llaman comúnmente prejuicios.

La costumbre, nos hace añorar aquella cocina de nuestra madre pero no porque fuera la mejor, sino simplemente porque crecimos con ella. Y así, también nos acostumbramos a la lengua materna. Y nos convierte la costumbre, por ejemplo en zurdos, en lectores, o en dibujantes… Las costumbres de nuestros hábitos hacen, y luego dicen de nosotros, si somos buenas o malas personas, educados o maleducados, atentos o casquivanos.

Las ideas inducidas en cambio, nos influyen, en detalles diríase más primitivos como por ejemplo el de ser de nuestro equipo de fútbol; a muerte con nuestra tribu aunque juegue como el culo; a muerte somos del Betis ‘manque’ pierda… Debido a ese mismo tipo de tribales resortes psicológicos, somos inducidos también y por multitud de razones, a identificarnos o a simpatizar, a alinearnos, o hasta finalmente afiliarnos a tal o cual partido político. Y nos suscribimos de por vida a una ideología ya sea diestra o zurda.

Las ideas inducidas, también nos convierten por ejemplo en adictos al tabaco o a las drogas; o nos inducen a dar por hecho cosas tan extrañas y erróneas, como que nuestra pareja no solo ha de acompañarnos sino que también nos pertenece.

Creo, que todos deberíamos relajar el músculo de la intransigencia y acostumbrarnos, disponernos, a cambiar aunque sea alguna de nuestras muchas e inducidas convicciones erróneas.

Que no nos engañen.

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

¡Qué poco me queda en el convento…!

Un tipo despreciable.

Elecciones Generales un 23 de julio… él se va, y nos jode a todos los españoles. No se puede ser más malo: un verdadero psicópata. 🙄😳

Hijodeputa.

«Para lo poco que me queda en el convento, me cago dentro…»

Dice el refranero.

👇👇👇

…eeen fin.

Duermevela

Historias de Paco Sanz ✍️

“Lo digo sin quejarme,/ pero siento mi cuerpo de manera/ que pienso, y no quisiera equivocarme/ que al cuerpo hay que dejarle que se muera”.

Cuando la necesidad de Dios desaparecía me dije que mi indignación subsistiría aunque estuviera equivocado… Así, he vivido con la vaga prudencia de un caballo de cartón dándose un baño, sabiendo que jamás me he equivocado tanto en nada como en las cosas que yo más quería… Equivocarse en la vida es necesario para la vida. Pienso, que puedo estar equivocado, y eso ayuda a alegrarse por la vida.

Me he pasado la vida leyendo-escribiendo y estudiando-olvidando, pendiente de mi respiración, de la intencionalidad de mi vida… Sometido al yugo de objetivos y costumbres para darle sentido, sometido a su dominio, a su ascendiente, influencia, y sugestión… Para ir tirando ¿de qué? me pregunto. De mi identidad, de mis equivocaciones, supongo.

La teología, la moral, la historia y la experiencia de todos los días, nos enseñan que alcanzar el equilibrio no es una cuestión de infinidad de secretos; que no hay más que uno: someterse. “Aceptad un yugo, nos repiten, y seréis felices; sed alguna cosa y os veréis libres de vuestras penas”.

Se ha creído ver en las categorías de la razón un criterio de la realidad, en lugar de darse cuenta de que aquéllas, deberían servir como maneras de hacerse dueño de la realidad para equivocarse inteligentemente acerca de ella.

Avancemos un poco más, y veremos que todos los legisladores impulsados a romper el yugo de una moral establecida y a proclamar nuevas leyes, cuando no están verdaderamente locos, no tienen más remedio que tornarse tales o fingir ser socialistas… El socialismo, es un régimen social ficticio que posee su propia teoría equivocada y su propia práctica errónea, pero resulta imposible determinar tanto teórica como prácticamente, qué es la teoría y qué es la práctica del socialismo.

Decía Simone Weil que “lo difícil, es observar que una revolución se equivoca y seguir sin perder la fe en su necesidad… Ése, es precisamente nuestro dilema…” Y Mark Twain dijo que “Toda situación difícil tiene una solución sencilla… y equivocada”. Es corriente hacer lo correcto por el motivo equivocado, y para algunos es la mejor de las traiciones. El privilegio, literalmente, es poseer una ley propia, una regla propia, soberanía, autonomía: la gente no se equivoca.

No deseamos profundamente la autonomía sino el privilegio:

Si el político sólo tenía que aparentar que creía en lo que decía, el elector sólo tiene que aparentar que en realidad es él, quien se ha equivocado… Las fantasías no son sólo mentiras, y la frontera entre la realidad social y los sueños políticos, es inestable en la época ésta tonta del duermevela de la tontería.

Historias de Paco Sanz ✍️

Tonterías

Historias de Paco Sanz ✍️

De vez en cuando hay que pasar lista a las tonterías como el que pasa lista a las mentiras, para ver si están las de siempre, falta alguna, o ha venido alguna más. Porque hacer el tonto, aguantar a los tontos, mentir, o mentirme, es algo de lo que no me canso. Con tanta infointoxicación que padezco, e ininteligencia a la que me presto cada día, no deja de ser normal que las tonterías crezcan, se multipliquen, que haya tantas. Están la tontería a secas, la individual, la intelectual, la emocional, la familiar, la sexual, la artificial y sobre todo la colectiva. Estas dos últimas que parecen entenderse muy bien, han dado a luz a una nueva, la conectiva, la reticular: www para los amigos.

No siempre me miento o hago el tonto de la misma manera, ni llevo con el mismo espíritu deportivo a las mentiras o a los tontos. De algunos, de algunas, me doy cuenta, de otros no tanto… Hay en principio dos clases de tontos: los tontos que repiten las tonterías corrientes y ajenas, o tontos de repetición; y los tontos que inventan tonterías nuevas, o tontos de iniciación.

Es difícil entender el porqué con tanta frecuencia se confunde a los simples con los tontos, siendo los tontos tan complicados. A los tontos no es que no les funcione la cabeza, es que les funciona mal. No son como una lavadora vieja y oxidada que ya no se enciende, sino como una lavadora no tan vieja que pierde agua, te estropea la ropa, y te suelta un calambrazo en cuanto de acercas a ella para intentar controlarla… Hay más tontos que tonterías: hay tontos a medias, medio tontos, tontos a ratos, y tontos para unas cosas sí y para otras no. Pero además existe el tonto de solemnidad, ése que es tonto a tiempo completo y que no abre la boca sino es para soltar una necedad: el tonto que no hay por donde cogerlo, el tonto perdido.

En cuanto a lo de hacerme el tonto, cosa a la que como a mentirme me aplico con mucho gusto, el querer ocuparme en desentrañar tonterías y mentiras no deja de ser una tontería y una mentira más… Pienso que ciertas cualidades ayudan más a soportar los defectos del prójimo que contribuyen a hacerte sufrir por ellos, y por ello, un hombre de cierto talento, en general, prestará menos atención a las tonterías del prójimo de lo que lo haría un tonto.

Un viejo maestro me recomendó que bajara siempre que pudiera, de las frías cumbres de la prudencia a los verdes valles de la tontería. Que allí crecen más hierbas con las que podría el sabio alimentarse. Lo que no me dijo es lo contagiosa que puede ser la tontería, ni lo fácil que es contentarse con las mentiras… Y así me va, personificando siempre nuevas maneras de hacer el tonto o de mentirme. Y es que las tonterías y las mentiras son un hecho, una vocación, mejor aun: un sacerdocio con sus ídolos, sus párrocos, y sus fieles… Todo apunta hacia la diversión que supone la vida escenificada por idiotas.

Por eso me aplico con fruición a la filosofía, entendiendo que la principal función de ésta es acreditar tonterías desacreditándolas. ¿Fruición…? Placer o gozo intenso que siente una persona al hacer algo: eso pensaba, y eso dice el diccionario.

Historias de Paco Sanz ✍️

El papel va a menos

Publicado el 22 de diciembre de 2020.El papel va a menos. Además deprisa. Al cabo de unos meses después de instalarle la impresora a mi cuñada para que pudiera sacarse los billetes de tren desde casa, ya era posible hacerlo con el móvil. La primera vez que se fue de viaje usándolo todavía llevaba el billete impreso por si las moscas.

La chica de la ventanilla del banco me dice que si hace la transferencia ella tengo que pagar una comisión, desde el cajero no hace falta. ¿Miles de cajeros operativos? Miles de personas al paro. Usando la inteligencia de los teléfonos estamos haciendo innecesarios incluso a los cajeros. Pago con el reloj, la persona con la que comparto la cuenta también. Pasado mañana seremos por fin de esos que con la cara pagan. No sólo el papel de los libros va a menos, va a menos incluso el papel moneda.

  Todavía llamamos el escribir a mano el hacerlo sobre el papel, las máquinas de escribir también están desapareciendo, se imprime lo de la pantalla. En mi tableta escribo con un lápiz, quiero decir un smart pencil de no sé qué generación, cuando lo imprimo me pondría ha llorar, pienso entonces que quisiera “Morir cuando la luz triste retira/ sus aúreas redes de la onda verde,/ y ser como ese sol que lento expira/ algo muy luminoso que se pierde”. Como al sacar lo que acabo de escribir de un libro de poesías y de mis recuerdos y ponerlo en esta pantalla, por la que vuelvo a pasear mecánicamente la mirada para ver si lo he hecho bien.

Qué papelón lo de que el papel vaya a menos. Espero que a nuestro nuestro papel en nuestra propia historia no le pase lo mismo. Mi hermana acaba de montarse uno de esos retretes que hacen innecesario incluso el papel higiénico… Bueno también todas las páginas que he escrito a mano han sido como ese papel, y como yo mismo, cosas de un sólo uso. ¡Ay! “Estos días azules y este sol de la infancia”. Éso ponía en un papel arrugado que encontraron en el viejo gabán de Antonio Machado cuando recogían sus cosas para enterrarle.

Sigo dejando papeles por en medio en mi estudio. Es un anacronismo; creo que los papeles y el polvo inherente al paso del tiempo en el que no pasa nada van juntos. Me ha pasado más de una vez que al entrar en el estudio de ése que soy y encontrar sus libros y papeles revueltos por todos los lados, digo sin vacilar: “¡Qué desorden! Debo poner orden en este lío”. Sin embargo, en otras ocasiones entro en una habitación que se parece a la mía; pero después de echar una mirada por toda ella decido que debo dejarla exactamente como está, reconociendo que en este caso incluso el polvo está en su sitio.

Al principio el papel fue llamado bagdatikos, que significa “de Bagdad”, porque fue a través de esta ciudad como llegó a Occidente. El arte de fabricación de papel alcanzó España en el siglo XII y después, a intervalos de cien años, Italia, Alemania e Inglaterra. No obstante, siglos después de que el papel fuera ampliamente accesible en Europa, la vitela y el pergamino siguieron prefiriéndose para los documentos que tenían que perdurar.

Kafka, que quiso al morir que se quemaran todos sus papeles, dijo una vez que “Las cadenas de la humanidad torturada están hechas de papel de oficina”. Mis hijos me han visto inclinado siempre sobre mis papeles. Les gustó aquello que le dijo un noble a un escritor: «¡Qué, el señor poeta garapateó, garapateó y garapateó! ¿No…?»

Historias de Paco Sanz ✍️

.

¡A la mieeerda…!

Publicado el 30 de diciembre de 2019.

«¡A la mieeerda…! ¡Aquí, delante de todo el mundo…! ¡Vaya Usted a la mieeerda…!»

Fernando Fernán Gómez

Y espero que os hayáis dado cuenta de que las palabrotas y exabruptos en mis escritos, sólo son el terno del que tanto hablaba Camilo José Cela…

Porque cuando la afrenta es inmensa y hay que utilizar cualquier arma, el insulto merecido es obligatorio, y tan lenguaje como cualquier otro.

…eeen fin.

Es Usted un bastardo, Don Pedro.

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

Aire que va y viene…

Historias de Paco Sanz ✍️

Cuando volvía de la montaña, por fin lloviendo, se sentó a mi lado en el tren un chico de la edad de mi segundo hijo. Como suele suceder en los pueblos, éramos contraparientes. Es decir, su tía se había casado con un primo mío; así que adiós a lo de leer en el viaje de vuelta. Después de contarle mi vida y hacer por saber de la suya, por ese orden, me quedé con la sensación de volver a ser joven. De haber ligado. De hacer las cosas que hacía antes de haberme quedado con los de siempre. El viaje se me hizo más corto que de costumbre, porque en cierto modo había vuelto en autoestop…

“En el amor, las conversaciones desempeñan casi un papel mayor que todo lo otro: el amor es la más conversadora de todas las pasiones y consiste especialmente en la felicidad del hablar… El amar y el hablar están esencialmente ligados” Musil lo dejó así escrito, y estoy de acuerdo con él. Hacía mucho que no ligaba con un desconocido. Bastante tengo cada mañana con volver a ligar mi cuerpo al mundo.

Mi cuerpo es una membrana animada por un aire que va y viene. Es un espacio animado interiormente de una alternancia infatigable de expiraciones e inspiraciones, atravesada de circulaciones que me conectan con las nubes. El aire que respiro, el aire que me rodea, el aire que circula por el cielo, es el mismo aire bajo diferentes estado y en sitios diferentes. Es el aire que vuelve a ligar mi cuerpo al mundo, y que une el interior de mis pulmones, mi diafragma, mi cuenca, al horizonte… Es por el aire que respiro por el que habito en el mundo tanto, como el mundo habita en mí.

Después de haber andado todo el día por los altos, después de haber vuelto entre árboles despeinados por la tormenta, el estar un rato frente a la cara de alguien no deja de ser algo mágico… Todo lo que me rodea, todos los que nos rodean, se vuelven parte de nosotros, se nos infiltran en la sensación de la carne y de la vida. Y todos, como atrapados en los hilos de una gran telaraña, nos vamos liando suavemente los unos con los otros, enredándonos en un lecho suave de muerte lenta, donde finalmente oscilamos al viento…

Las más grandes, las más implacables emociones están ligadas al hecho de que uno, se imagina a su ser más secreto, espiarle, tras los ojos de un otro. Querría, y espero, morir de una sobredosis de placer sea cual sea. Siempre tengo la impresión de no sentir un verdadero placer porque ese placer, para mí, está ligado a la extrañeza, a la muerte… La filosofía es una escuela de separación, en la que la diferenciación de lo consistente frente a lo pasajero, se ejercita constantemente. Puedo pensar, que lo que ha de procurar el pensador es estar ya tan muerto en vida como sea posible… El morir, es la disolución de una unidad, ligada corporalmente con mismidad y otreidad…

No debería ligarme a mis relaciones con tanta fuerza que mi felicidad dependa de ellas, pues tengo una trastienda, en la que se halla mi auténtica agencia, la mía propia… En ella, la conversación habitual conmigo mismo es tan personal que no puedo atender a ninguna otra comunicación con nadie. Como si estuviera -como cuando estoy- al lado de un cadáver.

El mío, en cierto modo.

Historias de Paco Sanz ✍️

Y Garci, sin móvil.

Hoy casi todo el mundo lleva una aplicación en el teléfono móvil para filtrar las llamadas comerciales ésas de mierda, que te tocan los huevos a la hora de la siesta para venderte un seguro maravilloso, una tarifa plana telefónica cojonuda, o vete tú a saber qué otra puñetera cosa. ¡Coño…! ¡Me cagüen sus…! Recuerdo, cuando era impensable no contestar al timbre de un teléfono porque una llamada telefónica era todo un acontecimiento, y nadie lo hacía por un motivo fútil; siempre era por algo importante… Eran otros tiempos, aquéllos, en los que no habían móviles ni mandos a distancia ni tantas tonterías confortables.

Yo de mayor quiero ser como José Luis Garci: una pequeña enciclopedia de andar por casa, que no necesita móvil ni inteligencia artificial alguna para sentirse seguro, porque o bien se sabe las cosas, o bien sabe de las cosas. Así de sencillo: cultura. La otra tarde en la radio le estaban intentando explicar lo que era un like: que si tus followers en Twitter, que si los me gusta en Facebook, los vídeos virales, o éso de los haters… Garci, aunque no tiene teléfono móvil sabe inglés bastante más que bien; pero oye, no hubo manera de que entendiese qué coño era eso de los social media y los likes.

«¿Si algo te gusta o no, para qué quieres enseñarlo y que lo sepa todo el mundo, para qué sirve eso…? ¡Qué tontería…!» Decía.

También intentaron explicarle, que con semejante aparato tecnológico podría tanto escribir una buena historia como crear un buen guión. Que podría también hacer fotos y vídeos de una calidad más que aceptable. Y que además, podría editar todo ese material y retocarlo, añadirle efectos visuales, sonidos, música, voz… Y finalmente, que sólo y con un simple teléfono móvil podría montar y crear por completo una verdadera película…

Tras tanta explicación se hizo un brevísimo silencio en la radio, y diríase que con algo de sorna y una media sonrisita radiofónica en el tono de su voz, Garci, respondió algo así como: «A mí, todo eso me parece muy bien, aunque también me parece demasiada la faena y mucha gente la necesaria, para que todo eso quepa en un aparato tan pequeño y que al final salga la cosa bien…»

¡Genio y figura…!

Como no tiene teléfono móvil y no le gusta estar solo, no lo está casi nunca. Por eso, sus amigos saben, que sólo tienen que llamar al que esté con él en ese momento y decirle aquéllo de: «dile que se ponga…» Y como José Luis Garci es un caballero, siempre responderá a la llamada de un amigo.

…eeen fin.

No me pierdo, casi nunca, la película que pone los viernes a eso de la diez de la noche en su fantástico programa Classics… Os lo recomiendo encarecidamente, si os gusta el cine, claro.

Y gracias por leer mis tonterías. 💕

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras

FRATERNIDAD…

Historias de Paco Sanz

Entre los nuestros, compañeros de partido, de pandilla, cualquier gesto escéptico, cualquier manifestación de duda en relación con la sabiduría de las prácticas comunitarias, conlleva un tufillo a la siniestra, corrupta y detestada “quinta columna”. A los ojos de la comunidad, los hermanos que no son lo suficientemente expresivos en sus sentimientos fraternales, que carecen de entusiasmo, demuestran indiferencia o se demoran en actuar, pasan a ser considerados el “enemigo público número uno”. Las batallas más sangrientas no se se inician ni se libran en las murallas externas, sino en el interior de la fortaleza comunitaria. La meta de la fraternidad, santifica el fratricidio como medio aceptado.

Pocos generales odian a sus contrincantes, pero se vuelven ulcerosos y sufren ataques de apoplejía por culpa de sus aliados. La Iglesia trata de convertir a los paganos pero quema a sus herejes. Parece ser una ley política que el odio, aumenta en proporción a la cantidad de convicciones e intereses compartidos con el odiado.

Nada fomenta tanto los sentimientos de extrañeza y hostilidad entre las personas como las diferencias menores. Me tienta abundar en esta idea, pues quizá de ese «narcisismo de las diferencias menores» podría proceder la hostilidad que, en todas las relaciones humanas, lucha contra los sentimientos fraternales y acaba por imponerse al mandamiento de amaros los unos a los otros.

El motto cristiano “todos los hombres son hermanos” puede entenderse también en el sentido, de que los que no acepten la fraternidad no son hombres. Es también bastante difícil que un verdadero revolucionario pueda matar a un hombre, si ha muerto es por que uno de ellos lo ha matado, es una bestia criminal, no un hombre. Del mismo modo que aquél gracioso aseguraba que su novia no llegaba nunca tarde a una cita, porque a partir del momento en que llegaba tarde ya no era su novia. O que no puedo temer a la muerte, porque en el momento en que estoy muerto ya no puedo temer nada. Ya no estaré allí.

En presencia de toda gran fraternización es preciso preguntarse: ¿pero el enemigo, dónde está…? Tales inclusiones son al mismo tiempo exclusiones, exclusiones de un tercero, de un tercero al que se odia; pero del que no es posible prescindir.

Gorbachov les dijo a los estadounidenses y europeos cuando todavía se llevaban bien, que menuda jugada les estaba haciendo al dejarles sin enemigo. Acertaba.

La fraternidad es la más vieja forma de revuelta contra el padre, contra el poderoso. Sin ella, la revolución se cae como una mesa de tres patas al quitarle una. La fraternidad es la emoción que concilia la libertad con la igualdad. Ésa es la definición de fraternidad verdaderamente operativa. Los Estados Nacionales están cediendo su protagonismo a las asociaciones de ciudades y de empresas. Las diferencias de color, de raza, de religión, ceden su lugar a las de clase, de residencia.

La fraternidad se acaba, lo del hijo único es el destino para parar la demografía. La democracia participativa se ha ido al limbo de la historia, elegimos representantes por su atractivo, todos tienen programas muy parecidos, grupos muy poderosos apoyarán un candidato que tendrá exactamente las mismas cualidades y el mismo programa político que el candidato adversario. Fin de la ética. Se dice bien de una persona cuando se dice que es muy normal. Que hace lo que los medias dice que es bueno, lo que consigue atención, fama y dinero. Lo otro son excusas de perdedores.

Cuando criaba, mis hijos llamaban tíos a mis amigos. Los niños saben aún que todos los hombres son hermanos. En el himno a la alegría se habla de un tiempo en el que todos los hombres serán hermanos. Sin embargo no nos engañemos: Babilonios somos; no nos vuelva la tentación de levantar ninguna torre juntos ¡Dejémonos ya de una vez por imposibles los unos a los otros, como buenos hermanos!

Historias de Paco Sanz

¡Qué gran oportunidad…!

Publicado el 15 de marzo de 2020.

Supón que apagas whatsapp, instagram, facebook y netflix; y finalmente hasta el wifi… Y decides que le den por el culo ya de una vez a tu móvil en un lejanísimo cajón cerrado, habiéndolo silenciado antes por completo, claro. ¿Un poco de ansiedad al principio sí sentiríamos, no…? Pues no.

Recuerdo el ir a la huerta en carro, subido encima del lomo caliente de la mula que tiraba de él. Y ahora, resulta, que ya casi no sé escribir a mano de tanto que me gusta escribir en un teclado… Y sin embargo, ésto sigue siendo escribir aunque ya no haya carros porque yo en cierta forma sigo yendo subido en aquél, sentado sobre la mula aquélla, y escribiendo… Dejaros de ostias, porque el hombre siempre ha sabido pensar por sí mismo. Yo escribiría sobre cualquier soporte ya fuese en papel o en un pergamino, en un posit, en un archivo de word en la nube, o en formato PDF. Y seguro, que me las apañaría también para entenderme tanto en lengua de signos como en Braille… Escribiría, aunque fuese con la sangre y la pluma de un pollo sobre cualquier cosa, sobre cualquier tema. Creo que sí…

Tanto rollo de tecnología tanto rollo, y resulta que es solamente una filfa. Una caja más de herramientas. Luz, agua o fuego; basuras, desagües, medicinas; necesidades de comunicación o de compañía; necesidades de amor. Las necesidades del hombre siempre han sido las mismas, y han sido siempre así, desde que lo son… Lo que pasa, es que a día de hoy, ya no sé si somos tan hombres como lo fuimos siempre.

Por whatsapp me dice mi hija mayor que se aburre; y por whatsapp le respondo que si se acuerda de aquél libro que hace años le recomendé: Sinuhé el Egipcio… Se lo dejó a medio leer porque se ve que el libro se le puso algo farragoso, parece ser que como los tiempos que corren. Yo, sólo sé que tal y como está el mundo de voluble voy a seguir fiándome de mis instintos y de lo que mi madre me decía siempre: «nene, intenta amar al prójimo como a tí mismo…» 💕

…eeen fin.

Que no nos engañen.

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

…..

Monasterios

Historias de Paco Sanz ✍️

Más que nunca hoy se deberían construir monasterios, para los que creen y para los que no. ¿A dónde huir…? No existe ya ningún sitio donde se pueda execrar este mundo profesionalmente. Necesitamos una comunidad separada que comience una civilización desde fuera de ésta. Pero… ¿No fue así como comenzó esta civilización…? Con tantas personas centenarias que se ven llegar lo de los conventos volverá. Hace unos treinta años el antiguo convento de los descalzos de mi pueblo se convirtió también en residencial. Cuando vi cómo lo acondicionaban para el nuevo uso pensé, que los putos burgueses estaban haciendo polvo un monumento más.

Y mira por dónde, y por idea de mi santa, no sólo un servidor sino cuñados y primos y más tarde sobrinos e hijos, acabamos residiendo allí. Como si de las piedras emanaran órdenes, existe en aquella comunidad de vecinos una especie de idea acerca de la bondad del recogimiento… Cada vez más jubilados vivimos allí, aunque para algunos sólo sea cuando el calor aprieta.

Tenía un colega que asistiría a la madre de mis hijos al serlo, al que me unía no sólo la clínica en la que trabajábamos sino el hecho de que nuestros padres fueran también amigos y médicos, y que tenía una hija particularmente brillante. Cuando se decidió a entrar en un convento de clausura, con la carrera de medicina recién terminada, su padre lo habló conmigo…

Estaba claramente desconcertado, un poco como Jean-François Revel cuando se enteró de que su hijo, decién doctorado en genética, iba a hacerse monje budista… Por uno de esos rebotes de la vida, un par de veces tuve que visitar a las monjas de clausura entre las que vivía la hija de mi amigo. Nunca olvidaré su alegría, la idea de iluminación, de gracia que había entre aquellas niñas. Me regalaban pan de hostias, ése que queda después de haber recortado esas obleas que no sé si todavía usan los católicos para comulgar.

Además de en ese convento de verano, hace ya mucho tiempo que llevo una vida más de eremita que de cenobita, pero en el mío… Sin clausura no entiendo la humildad, sin ayuda a los que tengo cerca lo de la benevolencia no es más que un cuento chino. A veces me doy cuenta de que me paso un poco, quiero decir, que el representante ése que tengo para lo social de mi vida, exagera… Pero bueno, vivir es exagerar, y a base de no apasionarse por nada uno se vuelve tonto en todo. “Bien vivió quién bien se ocultó” le cité el otro día a mi sobrina cuando hablábamos de lo agitado de la vida de su hermana… Me dio la razón, y no suele hacerlo.

Los monasterios volverán, acabar tus día en un convento es mejor que hacerlo solo en una casa o en una residencia de ancianos. Recuerdo cómo empezaron a desaparecer los monasterios: cuando los viajes empezaron a parecer curas y los viajeros peregrinos los hospitales y los monasterios se separaron de los hostales. Más tarde aparecerían los hospicios, que acogerían a los peregrinos del último viaje… A la reforma de Enrique VIII aboliendo los monasterios seguiría la reforma protestante, que pretendió que la cristiandad entera fuera un monasterio y cada cristiano su propio monje.

Algo parecido, me ha pasado.

Historias de Paco Sanz ✍️

Mirar, escribir.

Publicado el 1 de marzo de 2020.

Historias de Paco Sanz ✍️

Una persona muy bien intencionada me dice que abra los ojos y que vea lo bellas que son las cosas, los edificios, los paisajes, etc. Ciertamente esas cosas son bellas de ver; pero otra cosa completamente distinta es serlas. ¿Es que acaso el mundo es un caleidoscopio? Se diría que por eso lo tomamos, porque estamos siempre viendo lo que hay al otro lado de las pantallas. MacLuhan veía en las tecnologías modernas “extensiones del hombre”, ahora estamos empezando a verlas como “expulsiones del hombre”.

De la misma manera en la que los escribidores estamos siempre leyendo mal y escribiendo demasiado, los mirones estamos a menudo mirando mal y haciendo demasiadas fotos. Estamos entrando en la era de la postfotografía digital… Uno: Invertimos más tiempo y energía en tomar fotos que en mirarlas. Hacemos tantas fotos que luego no encontramos el momento de verlas y lo vamos postergando ante una acumulación que no cesa. Dos: Existe todavía desajuste entre los métodos digitales de producción de imágenes y los métodos analógicos de lectura de esas imágenes. Estamos necesitando ayuda para ver todo lo que podría interesarnos. Los RIS (Reverse Image Search) motores de búsqueda inversa de imágenes, que inquieran en busca de patrones o elementos indexables y rastreables, no han hecho más que empezar…

Soy un paseante compulsivo, en mis paseos busco auras, es mi manera de mirar, busco ojos, miradas. Me ven, a veces me devuelven la mirada, incluso a veces alegremente. Decía Benjamin que la persona que miramos, o que siente que está siendo mirada, a veces nos devuelve su mirada a su vez. Percibir el aura de un objeto que miramos significa otorgarle la habilidad de mirarnos a su vez. ¿Existe milagro mayor que el mirarnos a los ojos?

Mi santa es capaz de darse cuenta de las tiendas que han cerrado o han abierto, busca lo digno de mirarse en los escaparates. Yo soy el que busca caras, como si estuviera todavía en el pueblo y pudiera encontrar a alguien conocido. Esa facilidad para enamorarme de los desconocidos, de encontrarles maravillosos con tanta facilidad, sí que es para hacérmelo mirar.

Decía Ramón que donde comienza uno a volverse loco es en casa del fotógrafo, mirando fijamente y sonriendo a donde no había por qué mirar ni sonreír. ¿Qué habría dicho de los selfies? Miramos la cámara, para vernos mirar.

Hay un tipo muy peculiar de ceguera que consiste en no prestar atención más que a lo que ha sido fotografiado. Así se sabe lo que en realidad se ha visto, se sostiene en la mano, puede poner el dedo encima y abrir tranquilamente los ojos, en vez de desperdigar miradas por ahí sin ningún sentido…

Historias de Paco Sanz ✍️

mi primer coche

Publicado el 3 de abril de 2020.

Desde finales del verano de aquel año estuve currando hasta de albañil; y convenciendo pacientemente a mis padres de que con mi dinero, iba a hacer lo que me diera la gana.

fotos simca (1)

Compré aquella tartana con urgencia porque acababa de conseguir un buen trabajo en Alicante, a cuarenta y cinco kilómetros de casa; necesitaba sí o sí un coche… Al final tomé la decisión, digamos que precipitada, de elegir un ajado Simca 1200 modelo TI, del año 1974, creo. Una máquina de cincuenta y cinco caballos algo ausentes eso sí, pero que en aquella época colmaban de sobra mis novatas aspiraciones automovilísticas. Lo encontré en un rastro y me costó el equivalente a unos ochocientos euros de hoy. No había ahorrado absolutamente nada de mi magro sueldo, y tuve que comprar aquella joya a plazos; poco a poco, semana a semana, pagué por adelantado y en billetes el equivalente a los quinientos y pico primeros euros.

Era la víspera de la nochevieja de aquel año y quería conducir ese coche ya. Sí, o sí. Por ello, con casi lágrimas fingidas de bisoño veninteañero y al tiempo que depositaba en su mano un muy esforzado fajo de billetes, supliqué al vendedor ¡que por Dios! me dejase disfrutar de mi anhelado vehículo pese a los poco más de trescientos euros que todavía le debía. Argumenté insistente y lastimosamente: que si era la víspera de nochevieja; que si ligaba menos que el chofer del Papa; que si yo era formal ¡y qué coño! éramos del pueblo; que si necesitaba echarme una novia con muchísima urgencia… Le rogué abiertamente que se apiadara y se fiase de mí en definitiva, porque me moría por agarrar aquel volante.

Clavando sus amenazantes ojos azules en los míos, y tras advertirme de la deuda que con él quedaría por saldar, el vendedor cedió a mis súplicas entregandome las llaves con renuencia; refunfuñaba, y mascullaba no sé qué de que iría a mi casa a final de mes si no le pagaba según lo acordado.

carretera-ingimage.png

Dioooss qué gusto al clavarle el pie al acelerador de aquél mi primer coche. La mejor nochevieja hasta el momento: por fin tenía vehículo… Y no paró un momento de llevarme de fiesta en fiesta, de un lugar a otro. Pim pam, pim pam, nos repartía sin descanso por doquier hubiera un sarao o una juerga de cualquier tipo, ya fuera nochevieja, año nuevo o día de reyes. Se portó como un campeón… Pero llegó el día ocho de enero, y empezó el primer día laborable de mi primer contrato laboral con mi primer coche. Ahora tocaba probar de veras la solvencia mecánica de aquella joya, ya que tenía que hacerle ciento y pico kilómetros todos los días.

Pantalones de tergal, corbata, chaqueta y frío, mucho frío. Aún recuerdo aquellos primeros viajes de ida, somnoliento, por la carretera de la Úrsula y rumbo a la calle Reyes Católicos en pleno centro de Alicante. Y un enorme plano callejero de papel desplegado sobre mis rodillas…. Toda una aventura a mis veinte años. En aquella época se podía aparcar casi en la puerta del establecimiento al que te dirigías; eran otros tiempos.

Pero en especial, vienen a mi memoria los viajes de vuelta; ya por la tarde, ya sin sueño. Alentaba mi inexperto espíritu de piloto, el hecho de dominar los inquietantes temblores del volante de aquel coche al tomar con cierto arrojo las curvas traicioneras de la carretera. Ignoraba por completo el inminente peligro que aquellos tembleques aseguraban… Llevaba poco más de quince días dándole caña a aquella joya mecánica con mis trajines laborales. El vendedor me dio las llaves el día 30 de Diciembre, por lo que no habrían pasado apenas ni cuatro semanas desde que tenía coche.

Arranqué el motor aquella fría mañana de Enero, y aunque áspero, el ruido de aquel desperezar mecánico no presagiaba el desastre que se me avecinaba. El Simca carraspeaba en frío y se arrastraba tremolante y lento por la vieja carretera de Dolores. Así, hice unos tres kilómetros hasta que llegué a la altura de la sempiterna gasolinera, a partir de la cual, una ligera cuesta de la carretera advertía del cruce con la hoy desaparecida vía del tren.

Fue al cruzar aquel paso a nivel… Algo extraño al frenar, un quejido metálico, como un golpe quebrado hacia abajo. Una breve caída y un arrastre. Los vaivenes y la inercia del coche al cruzar las destartaladas vías terminaron bruscamente, en seco; como cayendo.

fotos simca (2)

Noté que mi culo quedó sentado casi a ras del suelo. Estupefacto y algo asustado salí del coche; la puerta arrastró en el suelo al abrirla, y al incorporarme por completo -tuve que salir a gatas- vi las ruedas delanteras. Ruedas como abiertas de piernas, desvencijadas. ¿Y el motor…? También en el suelo con los soportes retorcidos y vencidos. El chasis mostraba unas soldaduras infames, que desgarradas ahora, habían ocultado la estafa, la ruina y el riesgo que conducir aquel vehículo mortaja suponía… Mientras, los humores intestinos de aquel motor caído se derramaban lentamente, como una hemorragia negra sobre las traviesas mojadas de la vía.

Tierra, trágame.

Era hora punta, y se formó una cola de más de mil demonios de coches exasperados por la extrañeza y las prisas; bocinazos tensos, nerviosos; gritos, muchos ternos… Qué vergüenza.

Yo, pantalones de tergal, corbata, chaqueta y frío, mucho frío… Con fingido gesto impasible, entré casi a rastras de nuevo en el coche a recoger sólo mi agenda. No paraban los bocinazos. No recogí por dignidad ni la documentación ni el aparato de radio, los casetes, ni ningún otro chisme de los que llevaba en el coche. Ni siquiera quité las llaves ¿para qué…? Resultaba un espectáculo patético; más bocinazos… Cerré el coche con un impotente portazo de rabia, y totalmente abochornado comencé a caminar estoicamente en dirección de vuelta al pueblo, con la poca dignidad que todavía me podía permitir.

Andando enrabietado caminito de mi casa y al pasar frente al taller de Los Albaladejo, vi, y compré en ese mismo momento, un Seat 131 Supermirafiori 1430 de gasolina, azul, bonito; también de segunda mano. Me lo quedé con urgencia, sin regatear, con la sola condición indispensable, de que el taller recogiera sin falta y cuanto antes aquel despojo de chatarra que embotellaba la carretera y de que se deshiciese de él lo antes posible… Nunca, más, quise saber nada de aquel coche.

Por supuesto, no pagué el dinero que me faltaba pese a que el vendedor, aún a sabiendas de mi percance con la joya, tuvo la desfachatez de venir a mi casa en un par de ocasiones a exigirme que terminase de pagarle. Casi, terminamos mal… Me duró creo que veintinueve días el coche.

…eeen fin.

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

El ovni… 😳

Publicado el 12 de marzo de 2020.

A mi amigo Carmelo Martínez.

Apurábamos Carmelo y yo aquella larga noche de farra y playa todavía charrando y bromeando, bebiéndonos a chupitos lo que restaba de la botella de whisky, y haciendo como que pescábamos frente a mi casa. Lucíamos ambos ya, sendos bonitos pedales dadas las horas que eran y todo el whisky que había sido… Nos divertíamos, enredando de aquí para allá con lo de la pesca y nuestra propia joda.

Las cañas de pescar esperaban sin suerte, clavadas en la franja de arena mojada. Nosotros también esperábamos, pero sentados playa arriba en unas banquetas junto a una mesa plegable y a una linterna apagada.

Aquella noche teníamos ante nosotros el inmenso fanal de la luna llena y la estela de su reflejo en el mar, justo frente a nosotros, envolviéndonos e irradiándolo todo con un difuminio de esplendor plateado. Enorme; más cercana de la cuenta, parecía aquella luna, como si se pudiese lanzar contra ella una piedra y alcanzarla.

Y recuerdo que yo en aquel preciso momento, jugueteaba, enterrando mis pies abrigándolos con la tibieza del calor residual que la arena seca aún guardaba tras todo el día siendo abrasada por el sol… Cuando entonces, pasó.

– ¡Ostias, mira…! 🙄😳

Levanté la cabeza justo, para asistir sólo al desaparecer de una silueta de algo volando en completo silencio sobre nuestras cabezas; en dirección norte, y a poco más de cien metros de altura… Carmelo lo vio un instante antes. Yo, tuve apenas un segundo para poder observar aquel objeto, del que solo podría asegurar que era metálico o de algún otro material bruñido oscuro, y de forma lanceolada… Y puedo asegurarlo, porque pude distinguir aquellos reflejos lunares en su casco, que perfilaron sin duda alguna el objeto a mis ojos.

Lo vimos, a la vez; sí, lo vimos. ¡Vaya si lo vimos…! Extrañados y boquiabiertos, transcurrieron dos o tres segundos hasta que reaccionamos cruzando el pasmo de nuestras miradas… ¿Qué coooño había sido eso…?🙄😳

¿Un ovni…? ¿Un avión nocturno…? ¿Un pájaro…? No nos lo podíamos creer pero poco a poco y a fuerza de bromear y hablar de lo visto, fuimos olvidando el hecho mientras acabábamos con la botella de whisky y seguíamos con nuestra joda.

Al día siguiente, entre las brumas del sopor mañanero y de la resaca del whisky, recién levantados y con un café con leche en la mano, nos vino a la memoria el extraño suceso de la noche anterior.

– ¡Ostias…! ¿Te acuerdas…? 😳

Y volvimos a cruzar lo todavía perplejo de nuestras miradas, y le propuse que dibujásemos en un papel cada uno lo que vio, no fuese a ser que el whisky o nuestros sentidos nos hubiesen jugado una extraña pasada… Y entonces, volvió a suceder:

Algo inexplicable…

…🤔

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras…..

MAMÁ, QUIERO SER POLÍTICO

Publicado el 21 de julio de 2020.

Tengo de aquel día un gran recuerdo de Don Antonio Alonso, un Señor Alcalde que lo fue de mi pueblo. Detrás de aquel imponente escritorio que presidía el mobiliario de su despacho, estaba aposentado cómoda aunque solemnemente en un también pomposo sillón giratorio y reclinable, de cuero rojo brillante. Nosotros cinco estábamos sentados en semicírculo frente a él expectantes y atentos; todos, con veintiún años poco más o menos: Paco, María José, Sara, Fernando y yo… Nos había citado él personalmente.

«…Que como éramos de los espabilaos y de los mejores estudiantes de nuestra quinta, necesariamente, tendríamos que ser el futuro del pueblo… Que si ahora, ésa y no otra era nuestra responsabilidad, y que se lo debíamos al pueblo y a la honorable historia del apellido de nuestras familias… Que si dentro de poco, impepinablemente nos tocaría a nosotros conducir el futuro…» Vamos, que nos planteáramos el hecho de entrar en política porque más pronto que tarde, haría falta savia nueva y de calidad para dirigir nuestro pueblo.

Como nací dibujante, siempre he sido en el fondo y sobre todo sólo un mirón, un mero observador tímido e introvertido, hipersensible hasta casi lo llorica; un voyeur furtivo y empedernido. Y no sé en el fondo tampoco porqué, pero siempre intenté disimular todas esas creía yo entonces mariconadas sensibleras, haciéndome el duro y el rebelde tras una apariencia de porrero con buenas notas, de inquieto e insensato juerguista; que gustaba, de saltarse toda norma que creyera inútil y de vivir al límite que le permitieran tanto su bolsillo como sus jovenzuelas entendederas.

¿Cómo voy a ser político, pensé, si no conozco a nadie a fondo con más defectos que yo mismo…? ¿Quién, conociendo mi pereza y lo perdulario de mi carácter, me iba a votar…? Siempre me podrían decir aquello del «y tú más…» Siempre, he sido un idealista y seguramente algo tontolaba. Pero a diferencia de ahora, al menos entonces tenía la excusa de que era rabiosamente joven.

No sé a vosotros, pero cuando al mirar mi pasado y escarbar en las entrañas de alguno de aquellos secretos errores de juventud que cometí -ahora vergüenzas inconfesables por tanto tiempo inconfesadas- se me quitan las ganas de tirarle la primera piedra a nadie… Y encima, el tonto de mí siempre ha creído que a todo el mundo le ocurre lo mismo, que absolutamente todos tenemos algún gran pecado, fallo o error secreto, escondido en nuestro debe. ¿Ooo no…?

Yo, no me votaría nunca a mí mismo porque siempre he creído que había que votar a los mejores… Aunque si en aquella época hubiera sabido lo golfos y rastreros, lo lerdos, incultos y desleales que serían la mayoría de nuestros políticos actuales, quizá le hubiera dicho que sí a Don Antonio Alonso… Quizás, no me hubiera sentido inferior: con menos virtudes que algunos…

Pero no quiero elucubrar más porque la verdadera intención de este escrito es, cómo no, dar caña a estos políticos vacíos y desmayaos de hoy. Y como conclusión quiero resaltar, que la pérdida de nivel tan dramática que sufre la calidad democrática de nuestro país y la deriva sin rumbo que padecemos son sin duda, debidas a que en éste nuestro país de ciegos, cualquier tuerto cree que podría ser Rey…

Y como nos descuidemos, lo consigue. ¡Ay de nosotros…!

Democracia y ley es lo que necesitamos. Cultura de verdad y verdadera Historia. Auténtico Arte y Ciencia de altura. Humanidades, Periodismo. Y verdades, y compromisos, y lealtades y amores… Y que os metáis la ideología toda, por el culo… O, como se diga eso.

…eeen fin.

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras

de derechas o de izquierdas

Historias de Paco Sanz ✍️

Lo de ser de derechas o de izquierdas es una cuestión de dirección. Como cuando sales a la calle: hay momentos para ver las cosas de una manera y otros para verlas de otra… Si crees que a partir de un desarrollo sostenible se llegará a una sustentabilidad ecológica, y que gracias a ella se conseguirá una justicia social que derivará en una eficiencia económica, entonces eres una persona bien intencionada de izquierdas… Pero si crees que las cosas van al revés, que sólo desde una eficiencia económica, puede esperarse una cierta justicia social capaz de propiciar una sustentabilidad ecológica que pueda mantener un desarrollo sostenible, entonces eres una persona realista de derechas…

Cuando todo está ligado unas cosas llevan a otras y no hace falta desear un solo estado; y como dice el poeta: «que lo que ofrezcáis vuelva, como vuelven las estaciones y que sean como ellas…» O por otro lado, como la guía que guía al imbécil diciéndole: “Ves ese agujero que tengo entre las piernas, pues métela sácala, métela sácala, métela sácala…” y enseguida el tonto para y dice: “Pero bueno, ¿en qué quedamos…?”

Dicen los historiadores que la paz engendra ingresos, los ingresos riqueza, la riqueza orgullo, el orgullo discordia, la discordia guerra, la guerra pobreza, y la pobreza paz… Y que al hartazgo le sigue la conducta desaforada y que ésta lleva al desastre… Y como hemos visto que para distribuir justamente algo primero hay que tener algún producto; y como se supone que el Estado debe evitar lo salvaje del capitalismo; aquél, se pone a producir pasando del librecomercio y de la democracia llegando inevitablemente, a las paradojas propias de la colectivización comunista.

La URRS de Breznev se convirtió de pronto, y según una anécdota popular, en el país de las cinco paradojas. La primera: todo el mundo tiene trabajo pero nadie trabaja realmente. La segunda: nadie se mata trabajando y sin embargo el plan es ejecutado e incluso superado. La tercera: se alcanzan los objetivos de producción pero los resultados no se ven en los estantes de las tiendas. La cuarta: la miseria persiste pero todo el mundo tiene al menos para comer e incluso para vestir. Y finalmente, la quinta: cada quién se las arregla para trabajar poco pero nadie parece estar contento con ello.

Nos metemos con los dictadores por simplificar; pero el pueblo los aupó, no nos engañemos… La naturaleza de Stalin se prestaba mucho peor a las bromas de lo que más tarde se prestarían sus sucesores. Éstos, desvelaron su verdadero rostro desenmascarando al monstruo del camarada Stalin, en lugar de atacar lo monstruoso de la naturaleza misma del stalinismo… Actuaron así de una manera deshonesta y vil a su respecto, sí, pero con perfecta conformidad a su propia naturaleza.

Después del alzamiento del 17 de Junio, el secretario de la sociedad de escritores mandó distribuir unas octavillas en las que se decía que «el pueblo había juzgado la confianza del Gobierno, y que ahora sólo podría reconquistarla redoblando su trabajo…» B. Brech se burlaba de la arrogancia de la nomenclatura stalinista diciendo: «…que habiendo perdido el gobierno la confianza en el pueblo, y teniendo éste por delante una tarea tan grande para recobrarla habiendo de redoblar sus esfuerzos constantemente… ¿Si no sería más fácil para el gobierno disolver al pueblo y elegir otro…?»

🙄😳

Historias de Paco Sanz ✍️

Ferreras-La Sexta

Ésto, no te lo enseñan por ahí. 🙄😳

El mismo Ferreras admitió torpemente en una entrevista que le perpetró un follonero apellidado Évole, que lo suyo no era el periodismo sino el negocio, el rojerío, la propaganda «para aprovechar cualquier oportunidad…»

«¡Nos conviene la tensión…» dijo en su día el canalla de Zapatitos.

Ved cómo son realmente los que reparten las noticias, y la verdad, de las cosas zurdas en este país.

¡Cómo se relame…! 🙄😳

…y aquí, tienes el fragmento del vídeo original:

🙄😳

Ésto, no te lo enseñan por ahí…

Y no hay trampa ni cartón, os lo aseguro… Porque yo mismo he hecho esa ampliación con una sencilla aplicación de edición de vídeo gratuita, tras capturar con mi grabadora de pantalla un antiguo archivo escondido y casi perdido en el éter progre de Youtube.

…eeen fin.

Pincha aquí 👇👇👇

PASTOR-FERRERAS

Y gracias por leerme…🙏

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

La bicicleta

Publicado el 26 de febrero de 2020.

Era genial. Con seis años, veía a mi padre cual superhéroe llevándome en volandas de aventura en aventura por ahí… Era capaz de meterse por la estrechez de casi cualquier recoveco conmigo, sentado en el macho de su bicicleta. Yo, absorto, miraba hacia abajo mis pies colgando del lado izquierdo del marco; y a los suyos pedaleando; y al camino, que parecía hacerme guiños arrugándose bajo nuestro paso… Todos, nos hemos quedado mirando alguna vez a la carretera cuando pasa bajo nuestro.

El contraviento del aire a su pedalear cadencioso, y la sombra protectora que a mediodía proyectaba su cuerpo al agarrar el manillar inclinándose sobre mí, refrescaban mi ánimo ante el sopor de aquellas tardes de faena y huerta, con mi padre.

¡Qué maravilla a mis ojos aquellos viajes de no sé cuántos kilómetros…! No había cosa mejor que me pudieran proponer, que subir por las tardes con mi padre en su bici. Sentía algo así como la sensación que evoca esa mítica escena cinematográfica, de unos enamorados con los brazos abiertos y en la proa de un barco. El viento en tu rostro y en el suyo; al frente la aventura y un paisaje maravilloso; y tu amor detrás, cuidando de ti… Mi padre.

Los cañaverales a los lados de las veredas por las que pasábamos, recuerdo que parecían, desde mi perspectiva, correr en nuestra contra. Y a veces se estrechaban tanto las sendas a nuestro paso, que las hojas volcadas de aquellas cañas golpeaban como pequeños látigos en los brazos fuertes de mi padre.

Y sus fuertes brazos a cada uno de mis lados, eran mi mejor refugio; pero no le gustaba que me agarrara a ellos mientras montábamos, porque así peligraría nuestro sutil equilibrio… Y por ello, debía asirme fuertemente al manillar, aunque fuera peligroso. Aquel manillar con frenos de varillas de hierro, podía darte un buen y pellizco en los dedos si te descuidabas. Cosa que yo, ya sabía por experiencia.

Y no podía descuidarme, porque ir en bicicleta así con él era realmente cosa de dos, por pocos años que yo tuviera. Me acuerdo bien. Hoy, los niños, van siempre en bicicleta creemos que protegidos por una especie especial de cesta o de jaula; y casi siempre en la parte de atrás de la bici… Con casco, cinturón, coderas y rodilleras. Yo, los he visto con un teléfono móvil fijado a la parte de atrás del tubo del sillín de su papá, y ellos solitos conectados a unos auriculares viendo Bob Esponja. Y hasta con un protector bucal.

Convendréis conmigo, que para un niño no es lo mismo ir delante o detrás en una bici. Y se va mucho mejor delante, sin auriculares y sin protector bucal; os lo aseguro.

Tenía mi padre una relación especial con la tierra que lo había sido del suyo. Y como le gustaba volver a casa razonablemente limpio, se quitaba en la intimidad de su huerto casi toda su ropa de calle.. Lo primero que hacía si era verano era quedarse en cueros, solo a calzón puesto. Y en calzoncillos, tranquilamente, dejaba que el polvo de su propia tierra, el sol, y las ramas de su propio huerto, mancharan, doraran y arañaran su piel… Y empezaba la faena. Cuarenta y tantos años y con una agilidad felina, se movía entre la maraña de arañazos de las ramas de nuestro huerto.

Y ahora, voy a por una mascarilla y a ponerme un supositorio, pero no por miedo al contagio sino por asco… ¡Qué asco, cuánto miedo…!

…eeen fin. Que no os engañen…

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

LA AMISTAD

Historias de Paco Sanz ✍️

La risa no es un mal inicio de una amistad y es, por supuesto, su mejor final. Echo de menos a mis amigos, el poder ser amigo de alguien como en el érase una vez de mis años mozos. Qué misterio la amistad. El código fuente de la amistad es la ignorancia tácita sobre la razón última de su misma existencia. ¿Cómo pude ser tan amigo de mi amigo? ”Porque era él; porque era yo». Decía Montaigne de su gran amigo. Que le tomaba por el que creía ser.

Durante mucho tiempo se ha creído imposible la amistad del hombre con la mujer, parecía que la amistad fuera una invención de los hombres para dominar su antiguo miedo a la mujer, la relación amistosa parece entonces un medio de neutralizar la magia femenina, efecto del poder de la mujer sobre la vida y su connivencia con la naturaleza, entonces se entendía la manía de someter a la mujer como la manera de dominar el carácter peligroso que se atribuía a su impureza fundamental y a su fuerza misteriosa.

¡Que buena amiga sigue siendo para mí mi compañera! Cuando vuelvo a verla por la mañana se enciende la luz. Nietzsche nos dijo que cuando los hombres se hayan convertido en esplendores y sistemas autónomos, estarán especialmente solos. Entonces buscarán un amigo, alguien al que poder dar su felicidad, su voluntad de poder será la de poder amar. El mejor amigo tendrá probablemente la mejor esposa, puesto que un buen matrimonio se funda en el talento de la amistad. Y entre todas la amistades ninguna se proyecta tanto hacia adelante y se tiene que proyectar tanto hacia arriba como el matrimonio.

Él no se casó. Lo que tengo de “casado” no me gusta. Se aprueba el matrimonio, primero porque no se conoce todavía, segundo porque uno está acostumbrado, y en tercer lugar porque uno lo ha concluido, es decir, en casi todos los casos. Sin embargo con todo eso no hay nada probado sobre la bondad del matrimonio. Prefiero la amistad. Puede hallarse incluso en él. Parece menos raro pasar de la antipatía al amor que a la amistad. Por muy delicado que se sea en amor, se perdonan más faltas que en amistad.

Cuando todavía hablaba con mis amigos, hablábamos de lo que pensábamos que sería bueno para todos. Era como compartir el vino o el tabaco en la reunión junto al fuego. Nos unía nuestra común preocupación por el bien y nuestra discrepancia acerca de eso demostraba lo que nos necesitábamos el uno al otro para comprenderlo. Según Platón la amistad es el único bien común. “Las sillas de recia anea./ El vino de mano en mano./ La amistad como beberse/ la tarde de un solo trago”. ¡Ay, la copa transparente de la amistad!

Supongo que para seguir pudiendo ser amigo hay que poder seguir siendo niño. Lo fácil que es quererles me lo recuerda. Y recuerdo también a Fourier, el de los falanasterios, ahora que soy viejo. Era un especialista en pasiones, para él había cinco pasiones sensuales: Vista, oído, olfato, gusto y tacto. Cuatro afectivas: Amistad, ambición, amor y familismo. Tres distributivas: Cabalista, mariposeante y componedora. (Osea la de la intriga y el contar, la de andar cambiándolo todo, y la de componer para armonizar con varias) Cabaliste, papillonne y composite.

Pensaba que los niños se sienten atraídos por la amistad, los jóvenes por el amor, los hombres maduros por la ambición y los viejos por el familismo. En la medida en que los viejos tuvieran más poder que los demás impondrían el familismo a todo el mundo.

Autor: Paco Sanz

¿y el amor…?

Publicado el 8 de octubre de 2019.

¿Y si os amo con locura…?

Soy pese a ser vuestro padre, quizás una mala influencia; eso podría admitirlo… Pero «ha de saber Vuesa Merced que los malos ejemplos son para el correr de esta vida, tan importantes si no más que los buenos…»

Por eso, escuchadme con atención:

No necesito saber siempre dónde estáis porque no sois objeto de mi propiedad; aunque sabed que sí, lo sois de mis anhelos… Solo necesitaría saber cómo vais, cómo os conducís. Cuál, es vuestra actitud frente a lo que os acontece en la vida.

Ahora, que asisto al despertar de vuestra madurez tenéis que perdonarme el que quiera entrometerme un poco, pero sabe más el que os habla por padre viejo que por padre sabio… Señoritas sois: no lo olvidéis nunca.

Es sin duda cierto que, aunque no para siempre pero, es un hecho que nos alejamos… Y por ello, sólo anhelo el que nunca os distancieis del todo de vuestro pasado, de quién sois… Que no reneguéis nunca de la madera de la que estáis hechas porque si logramos mantener encendida la llama de nuestro amor, esa madera os mantendrá siempre cálidas, envueltas y abrigadas al calor del fuego de vuestro íntimo pasado… Y no habrá ni frío ni distancia que nos separe, nunca.

Y siempre, siempre, podréis volver.

¡Pero dudad, dudad de cada cosa que yo afirme hoy aquí, porque ya os tengo dicho que no soy el mejor espejo donde miraros…!

¿Debemos fiar al amor la vida…? Yo creo que sí.

…eeen fin.

A Paula y a Rosa; y a Nati y a Inma…

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

…fe 💕

Hace ya bastante tiempo que perdí la fe aunque no así el sentido religioso, la necesidad, el anhelo de Dios, el miedo ante el vacío. Supongo, que fue debido seguramente a la educación tan católica y cariñosa que mis padres me dieron, al ejemplo tan cristiano de sus vidas, a la rebeldía, y a tanta tontería que he leído luego… «La religión sirve para hacer mejores a las personas…» repetía la cándida de mi madre una y otra vez, cuando comprobó que yo perdía la fe a medida que empezaba a usar la razón para intentar entender a Dios.

Siento una especie especial de envidia de la buena de las personas que sin renunciar a su intelecto, tienen fe religiosa o sobrenatural, creen en alguna clase de Dios, o esperan algo después. A mí no me pasa pero a mi Señora sí… Ella, tiene una fascinante visión espiritual y trascendente de la existencia y cuando hablamos de fe, me dice siempre, y como si me lo dijera una niña y con toda la naturalidad del mundo, que sí la tiene… ¡No sabe exactamente a qué le tiene fe pero qué envidia…! De la buena, claro.

Yo en cambio no tengo tanta paz interior: fumo y bebo casi como un cosaco, dudo y olvido muchas cosas, eructo, trasnocho, y ahora me ha dado por escribir; muy de vez en cuando me da por tirarme peos, y finalmente, tengo un vocabulario de más de mil demonios…

Al cielo no sé si iré, pero al infierno directamente tampoco sería justo que fuese ya que en el fondo no diría yo que soy un mal tipo; bruto sí… Por ello, creo que en justicia, lo que sí debería esperarme tras la muerte sería una especie de purgatorio para la redención de tontos incorregibles, de crápulas como yo sin malicia ninguna ni remedio alguno.

…eeen fin. 🙏

«El buen gusto, es la única excusa que tengo por haber llevado siempre tan mala vida…» Oscar Wilde.

Aunque, cuando en verdad me ocurrió el peor suceso de mi vida, el más trascendente y espeluznante, he de confesar, que mientras mi hija menor recién nacida se moría o se murió -no estoy seguro- en mis brazos asfixiada por un atragantamiento, aterrado, yo sólo acertaba a levantar la mirada al cielo y balbucear aquéllo, llorando.

¡Ay Dios mío…! ¡Ay Dios mío…!

Y oye, funcionó. 🙏💕

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras

…..

pedazos rotos

Publicado el 4 de noviembre de 2019.

Hoy lo he mandado todo a la mierda; y después de treinta y tres días me he saltado por fin, esta rutina cutre en la que casi he caído… Malas costumbres; desidia y cerveza, autocompasión y escondite, soledad y pan de molde… Pequeñas perezas y vicios veniales tras los que me he refugiado, escondiéndome todo este tiempo.

Tiempo sin salir de casa; sólo para trabajar. Oyendo cómo, el soliloquio eterno del mar diluye hasta que engulle a su alrededor todo sonido música o pensamiento; toda palabra, vibración o intención. Y yo buscando el silencio que se esconde tras ese ruido náutico… Atento, para anular cualquier interferencia. Abstraido y por completo concentrado, sólo, en aquello que produce ese ruido inmenso del mar. Dejándome inundar por semejante bramido marino omnímodo, incansable…

Ese sonido como mágico, líquido y hasta maternal, parece lavar penas y curar heridas… Meditar envuelto en ese mantra marino quizá obre un milagro curativo, echando algún tipo de sal pura y beatífica justo en los escozores de la conciencia, en las llagas de las soledades y silencios, o en las heridas abiertas de la pérdida.

Como bálsamo de Fierabrás sonoro el mar aplaca revanchas y calma iras, propicia olvidos necesarios, y es posible que también consiga el alivio y hasta el perdón de algunos de mis pecados.

Esta mañana, ya a mediodía, y sin venir a cuento, me he arrancado a correr durante casi media hora; y claro, como no podía ser de otra manera casi tiro la hiel por la boca dado el penoso estado de mi forma física. Pero una vez repuesto de la asfixia y recuperado el resuello, hasta me he atrevido a darme en cueros un rapidísimo chapuzón helado y vivificante en el mar… Más tarde, y luego de ducharme y afeitarme, he ido a un restaurante chino que conozco a comer algo decente después de éste más de un mes: rollito de primavera y un pato laqueado al estilo Peking ambos sublimes.

¿Difícil de superar, eh…?

Ahora ya, sólo me falta ordenar algunas pequeñas cosas: detalles no menores como poner orden al caos horario en el que estoy vegetando; terminar de aprender a poner la lavadora sin que ésta eche a correr cuando centrifuge; decidirme de una vez a hacer la cama como dios manda; y también he de ponerme a limpiar y ordenar la casa antes, de que venga alguien de improviso y crea que principio un síndrome de Diógenes.

Tampoco se me puede olvidar durante más tiempo el regar las plantas, pobrecillas; y también tengo pendiente el aprender a planchar…

Y sobre todo, y desde ahora mismo, me propongo abandonar este inútil abandono tan abandonado en el que tan olvidado me tengo… Hora, es de clausurar éste mi refugio donde he podido lamerme con recato las heridas de la decepción, reflexionar, y recomponer algunos -no todos- de mis pedazos rotos y esparcidos por ahí.

…eeen fin.

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

La confianza y el amor

Publicado el 15 de octubre de 2019.

Y fue condenado eternamente por los dioses a subir una y otra vez la misma enorme roca hasta lo alto del pico de la misma colina; pero sólo para sufrir el castigo de ver caer esa misma piedra una vez tras otra, rodando cuesta abajo…

El mito de Sísifo, describe así la paradoja de someternos constantemente a esfuerzos inútiles. De nuestro celo compulsivo, inconsciente y subconsciente, de cometer siempre los mismos errores repitiendo nuestros miedos… De engañarnos creyéndonos salvados seguros y guarnecidos de todo peligro, en esas trincheras cavadas con nuestros propios temores y costumbres; parapetados tras nuestras estupideces, creencias, y vicios adquiridos. Una, y otra vez. Y todo, pese a que sin duda todos conocemos lo sutil y evanescence de la vida ésta: se va, en un momento. Y perdemos el tiempo, pendientes, sólo de nosotros mismos…

Siempre he creído que la confianza, al igual que el verdadero amor bien entendido, son sentimientos endógenos. Ambos, al ser dones a entregar, tienen que ser engendrados primero en nosotros; han de nacer en nuestro interior, en ese lugar difuso a medio camino entre nuestro corazón y nuestra psique… Y desde ahí, tienen que fluir y ser otorgados sinceramente y sin condiciones al otro, si es que en verdad tenemos confianza en que lo amamos.

Y si no es así, si sólo esperamos que sea el otro el que se gane esa confianza o conquiste ese amor, esperaremos en vano… Pero precisamente porque al esperar crearemos expectativas; nos formaremos una idea onanista y estereotipada de eso que esperamos y de cómo deseamos que suceda; y la otra persona ciertamente nos defraudará, siempre… Pero porque seguro, tendrá conceptos diferentes a los nuestros al respecto de los matices en la expresión del verdadero sentimiento amoroso, o de cómo coño demuestra o se gana uno la auténtica confianza del otro… Cosas, muy muy complejas por cierto. ¿No…?

Cuando tenemos hijos, tenemos la obligación de confiar en ellos por amor. Confiar, en que surtan efecto nuestros consejos y la educación que les hemos dado, y que hagan su trabajo, tanto lo mucho que los amamos como el tiempo necesario para que maduren… Del mismo modo, habríamos de obrar con el amor y la confianza en nuestra pareja. De lo contrario, tristemente, nos habríamos acostumbrado a entender el amor o la confianza sólo como nos gusta; justo como esperamos que sea… Y nos perderíamos así otras formas de amor o de confianza; formas, que quizá al principio no entendiésemos pero que podrían apasionarnos y hacernos gozar, sólo, si nos entregásemos.

Y si tu amor quiere cobrarse porque se vuelve celoso, exigente o avaro; o si tu confianza duda constantemente de cada paso que ignoras en el otro; sin remisión ambos sentimientos tan hermosos se convertirán en algo así como en un patrimonio, en una cuenta a llevar, en una simple propiedad que como tal tendremos que defender frente al robo o la traición…

Entonces, esos sentimientos tan hermosos tornarán en dominio en vez de amor y en control en vez de confianza. Y se convertirán por ello, esclavizándonos, en meras sensaciones u objetos de simple posesión; perdiendo, la hermosa cualidad vivificante que ambas virtudes tienen para hacernos la vida todavía más libre, más feliz, y más fácil junto a otro…

…eeen fin. Perorata. 🙏

Gracias por leerme 💕

💕❤️

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras

(fake news)

Publicado el 16 de febrero de 2020.

Hay gente, que por mor de su ideología se traga y hace suyas estupideces tales como ésta:

Se puede ser razonablemente de izquierdas sin muchos conflictos con el intelecto, pero sólo un rojo ciego y redomado haría suya semejante afirmación como la expresada en la foto… Un imbécil es una rémora, siempre, un peso muerto, y lo peor que te puede pasar en una fiesta es que se te siente un tonto al lado.

¿Cuáles son tus seguridades me preguntó aquella chica así a bocajarro…? Seguramente detectó mi miedo, y digo yo que se referiría a la salud al dinero o al amor; a lo mejor a la fuerza o al poder; o tal vez al tamaño de mi… No, no sé. ¡Qué cosas…! Menos mal que soy de otra época, y sí, es verdad que todas las épocas han atontado al pueblo pero no tanto… No recuerdo, de verdad, qué le respondí a la joven aquélla.

Si en el ligar no hay cierto compromiso todo es fake; si el político no jura no me fío; si ella no lo parece no lo es; si hay colillas han fumao; y no vale si no cuesta… Sólo confío en lo que sé y en cosas así.

¿Que cómo lo hago…? Escucho, busco, leo, pregunto, me equivoco mucho y escudriño a todo el mundo; dudo mucho y de todo y no le hago caso ni a Dios… ¿Que desde cuándo lo hago…? Ya se burlaban de mí cuando a los diecisiete me dio por escuchar música de jazz. Música de maricones decían, y era verdad… Y de golfos virtuosos y de putas divinas, y de drogadictos geniales y de crápulas ejemplares, sin los cuales los latidos musicales de mi mundo no serían los mismos.

Un mundo donde la precisión del detalle y del ritmo, del arte en la ejecución, de la belleza de la melodía y de la letra, cantan a plena voz la verdad de las cosas simples… Cuando sigues un ritmo genial tu pie lo dice; cuando la melodía que suena es buena se te eriza el pelo; y cuando terminas de entender la letra ya no se te olvida, nunca, una buena canción.

…eeen fin. 🙏

Que no nos engañen.

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

Lector, léeme y dime.

Publicado el 17 de enero de 2020

Cuando escribo, lector, en forma ninguna puedo imaginar cómo crecerán las semillas que anhelo plantar con mis escritos, en los fértiles bancales de las imaginaciones que me leen… Sé lo que quiero escribir; pero lo que no puedo saber con precisión, es qué es lo que entederás en tu íntimo al leerme; ni cuál, es el efecto que te causará mi forma de contar; ni cómo, es la imagen mental que se te creará al leerme.

No puedo saber si te emociona el motivo que me empujó a escribir; ni si sientes acaso el asco, la excitación o el miedo míos; ni si tal vez nos enternece lo mismo… No sé nada de lo que pasa en ti tras leerme. No sé si te quedas igual, si te indignas, si lloras, o qué o cuál coño te recuerda lo que me lees.

Y como yo escribo gratis, me debo por entero a la dignidad de lo que escribo; y como tu opinión para saber eso es imprescindible, me encantaría que de alguna forma y de vez en cuando, me hicieses saber cuánto o cuán poco, te gusta lo que me lees.

…eeen fin.

Que sepas que te quiero… Gracias lector.

💞

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras

.

LA RADIO Y LA ETA

Publicado el 14 de febrero de 2020.

Hace no sé cuánto fue el día de la radio… En un programa de gran audiencia pedían la participación de gente contando sus historias de radio…

Yo he crecido y vivo, oyendo la radio… Además de que por siempre me ha recordado a mi padre, porque siempre he pensado que cambiar con frecuencia el dial de la radio era y es, el mejor medio, el más inmediato y fiable de proveerme de información veraz, actual y fresca… Pero os confieso que sobre todo me gusta la radio porque si os fijáis, es una especie de sucedáneo para magantos a los que nos gustaba la lectura…

Escuchar con atención y en vivo a gente inteligente hablar de cosas interesantes, es algo parecido a leerles… Además, la gente puede mentir en una rueda de prensa o en una comparecencia ante los medios, pero no, en una entrevista radiofónica ante un periodista que como tal se precie… La radio es en verdad, y sucede en ese preciso momento; es en directo; y precisamente por eso la gente se cuida más de quedar en directo, como cagancho en Almagro…

Yo, he vivido siempre en mi pueblo o cerca de él, gracias a Dios. Pero no siempre vivíamos tan lejos de donde explotaban aquellas bombas infames… Y recuerdo que despertaba de pequeño, muchas veces, percibiendo el luto en el ánimo de mis padres y sin entender nada… ¿Otro día más? ¿Hoy también? Otro día igual… Ellos procuraban no encender la televisión para que no lo viésemos. Pero la radio siempre encendida era, y decía, la verdad. No sé cuántos muertos más en otro atentado de la puta eta ésa… Todavía me acuerdo de el de Alicante, en un hotel justo frente a la playa de El Postiguet, en la boca misma del puerto deportivo, en pleno centro de la ciudad… Hijosdeperra.

Pero a diferencia de hoy, como en aquella época todos éramos españoles menos aquellos asesinos, los atentados nos dolían como si hubieran reventado la bomba en tu mismo pueblo, justo en tu calle… Así nos dolía; y dolía siempre…

Compatriotas asesinados con vileza por meros terroristas, en unos tiempos aquellos de profundo y auténtico deseo colectivo de paz en el alma de la inmensa mayoría de los españoles… Y ellos, hijosdeputa, matándonos como a perros, no por ser franquistas sino solo por ser españoles… Lo recuerdo bien.

Y hoy, de aquella infamia parece que ya no se acuerda nadie. Por eso, iros a la mierda hoy…

Os quiero lectores, lo sabéis 💞

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras

redes sociales

Publicado el 15 de enero de 2020

Nos da la sensación de que ahí, al menos, somos alguien en la pantalla; de que tenemos eso que llamamos seguidores; y de que quién sabe si quizás también tenemos algún que otro amigo.

Algo tan bonito, como la idea de una red social en la que pudieras ver sólo lo que te saliera del capullo o de la seta, vienen a jodértela un puñado de inversores e ingenieros informáticos para lo que se llama monetizar la idea… Hacerla negocio vamos.

Espero haber respetado el lenguaje inclusivo éste de ahora.

No nos engañemos; ésto del feisbuc, tuiter, istagrán y tal, se ha convertido en algo así como una especie de vertederos de tiempo, de tiempo muerto… Un desperdicio de tiempo humano; tiempo embobado de pantalla en pantalla y por ello mandado casi por entero a la mierda. Un tiempo-basura, del que algunos se aprovechan escarbando en busca de nuestros datos.

¡Qué cosas los datos!

Qué te gusta; qué haces con tu tiempo; dónde vas y a qué hora vuelves; cuántas pulsaciones tienes en este momento; si se te pone o no dura. Y por supuesto tu dinero, todo… Recuerda que hoy tener metálico en el bolsillo es cosa solo de delincuentes. Hemos consentido ya no que nos lo controlen sino hasta que nos lo prohíban… La posesión libre de dineros en metálico legal, siempre ha sido uno de los más simples ejercicios de nuestro derecho a la propiedad privada; pero claro, eso era cuando vivíamos en libertad.

Hemos convertido el móvil, y sobre todo las redes sociales, en un refugio egocéntrico donde camuflar cosas. Es hoy el teléfono un escondite, un parapeto tras el que nos refugiamos y aparentamos inmunes frente esta rotunda soledad tecnológica que nuestros tiempos propician: como disimulándola.

Por ejemplo: ese tiempo en el que entras en la sala de espera de la consulta de tu dentista, y refugias la mirada amable que le debes a los que esperan como tú escondiéndola tras la atención a tu istagrán. No mirándoles… Es la excusa perfecta para no atender a nadie, para aislarte. Les dices apenas buenos días pero te la sudan.

O como cuando estás algo cohibido en esa entrevista de trabajo con otros seis candidatos, sentados en silencio, esperando en la misma estancia. Y para hacer frente al incómodo silencio abres tu feisbuc sin otro motivo que el de eludir en lo posible la interacción con ellos. Así, escondes o disimulas tus ganas competitivas de que ojalá se esfumaran… Pero también escondes tras la pantalla tu nerviosismo, tu timidez, y la ansiedad.

Otro ejemplo: terminas de cenar en casa un día cualquiera con tu pareja; y como no te hace ni caso porque está absorta en el sofá chateando por guasap con la hija menor de su anterior matrimonio, te plantas el móvil delante tuyo para matar ese tiempo muerto viendo en el feisbuc qué coño pasa por ahí… Y lo que pasa es una hora y media, o dos… Y cada uno a lo suyo.

Paradójico; mucho medio de comunicación tecnológica y multimedia, pero poca comunicación humana medianamente auténtica.

Por otro lado, las redes sociales éstas se han convertido en una forma más de dominación social, de control del pensamiento; una manera más de las muchas que tenemos, de dejar que nos metan el dedo por el culo con los algoritmos ésos, a cambio de que nos dejen hocicar en el barro de vidas de otros.

Y nos entretenemos embobados con la pantalla dándole hacia abajo al dedito nuestro, sin darnos cuenta de que formamos parte -estamos dentro- de una especie de gran valla publicitaria de egos… Un enorme escaparate planetario y falsario; una ventana gigantesca y estrafalaria, dentro de la que creemos que se nos ve y oye, pero en la que somos mero público para que solo algunos se hagan ver y oír.

He encontrado lo que parece ser un remanso, para los que ya estamos cansados de tener esa sensación de censura, control y reprimenda; para los que tenemos la certeza de que manipulan, escarban y retuercen nuestra información e intimidad cada vez que entramos en el feisbuc; o para los que nos la trae al pairo la vida y naderías de famosos sin mérito, políticos lerdos, empresarios negros, deportistas mercenarios, o frikis de todo pelaje y condición.

Parece ser que es otro portal, otra red social que no sé yo si se convertirá también en vertedero, pero que de momento no te clavan todavía ni publicidad, ni esos algoritmos de mierda para que te conformes, te informes, y finalmente te intoxiques, sin saberlo, solo con las cosas que Gran Hermano sabe que te convienen.

Y no nos engañemos, repito, porque en último término siempre somos nosotros los que encendemos o apagamos el jodido aparatito; ya sea el teléfono, la televisión, el ordenador; o si fuera preciso hasta la bombilla, la lavadora, la radio o el frigorífico… Yo recuerdo cuando se vivía igual de intensamente sin ninguno de esos aparatos. A la sola luz de una vela en las noches.

Que no nos la metan doblada…🤔

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras

Chimo y los Milagros… 💕

Gracias 💕

En un mundo como el actual se duda por defecto de la eficacia de la oración; del milagro, que podría producirse en el caso de que muchos de nosotros concentrásemos nuestros deseos sincera y fervorosamente, con la única intención compasiva de lograr el bien de alguien, o el de algo… Si todos decidiésemos empujar en una misma dirección podríamos mover hasta el destino. ¿No…? Pues eso.

El amor hace milagros. «Que se cure…» Santa Teresa.

Lo de la moto es evidente que no fue una buena idea. Poco a poco, la luz empezó… Más de ocho meses parece ser que estuve como durmiendo después del accidente, hasta que no sé quién, trajo un día unos bichos sin cara de los que sólo recuerdo que eran como marrones e inquietos, tenían orejas largas, olían a perro, y no pararon de agobiarme chupándome las manos y la cara todo el tiempo. Me dolía un poco la cabeza… Pointer. ¡Ostia, no me acordaba del nombre, qué extraño…!

Otras veces, son unos ojos muy muy azules… Me miran mucho esos mismos ojos unas veces desde una cara angelical y otras desde una avejentada, pero ambas lo hacen dulce y fijamente. Es, como si me miraran cariñosamente desde una especie de fortaleza azul… ¿Papá, Ana, Mamá…?

¿Cómooo…? 🙄😳

¡Vaaamos…! 💕

Otra vez, como que de repente, me sacaron de una sombra agitándome rodando, empujado. Algunos sin cara sonaban delante de mí… Creo que me hablaban queriendo decir algo pero como con ritmo; diríase hasta que me gritaban. Me sonó, pero no sé a qué… La luz me cegaba y estaba algo cansado.

Guitarra…

No sé de dónde sale tanta gente.

Hoy estoy mejor, y parece ser que disfruto de una luz lechosa que a raudales entra en mi habitación por una ventana a mi derecha. Poco a poco, decido girar mi cabeza a la izquierda, y veo una maraña de imágenes que no logro enfocar ni siquiera hasta pasado un buen rato. ¿No sé por qué no termino de ver caras en esas imágenes pequeñas amontonadas y clavadas con chinchetas en la pared…? Hay muchas. ¿Familia…? ¿Amigos…?

El otro día le oí decir a una de esas personas benditas que se pasean por ahí vestidas de blanco, que en sus treinta y dos años de carrera, jamás, había visto tanta gente visitando a un paciente así…

Se ve, que otra de esas personas que no paran de venir y que parece ser que es mi hermana la de los ojos tan tan azules, ha tenido la ocurrencia de hacer un horario y lo ha compartido en no sé qué grupo de gente piadosa, para que todo aquél que quiera y pueda se apunte a venir a verme…

¡Qué cosas…!

¡Y oye, parece ser que está bastante ocupado el horario ése porque aquí, la verdad, es que no para de venir gente tooodos los días…! Cuando no es uno es otro, y pasan ante mí caras que me ponen muy muy contento pero de las que por desgracia, todavía, no estoy muy muy seguro del todo… Aunque, creo, que cada vez estoy mejor.

…eeen fin.

¡Vaya un ejemplo más bonito de Familia y Amigos que le estáis dando al Mundo…! 💕

Os quiero 💕

Y gracias por el milagro. 🙏

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras

El hambre…

Publicado el 6 de enero de 2020.

Para cada dos, un puñado de aproximadamente ciento cincuenta gramos de harina diarios; y tres kilos de sal y uno de manteca de cerdo, fue lo único que nos dieron ese primer día… Eso, era todo lo que tendríamos para comer en los siguientes veinticinco o treinta días; no sabíamos.

Nos habían vaciado las fuerzas haciéndonos caminar unos setenta kilómetros casi sin comer. Y una vez que exhaustos llegamos al punto, nos vaciaron también las mochilas de cualquier cosa que se pudiera por supuesto comer, beber, masticar o fumar. Nos lo quitaron todo: encendedores, cosas de aseo, tijeras, bolsas de plástico, navajas, brújula, y hasta la munición. Nos dejaron sólo el peso muerto de las armas inservibles, las botas, la ropa de abrigo, y el machete como única herramienta, defensa, o arma. Yo solo pude colar un librito de papel de fumar y algo de hachís, escondidos en mis calzones, entre los huevos y el ojal del culo.

Constantemente escabulléndonos, escondidos, superviviendo en refugios camuflados en el bosque construidos con nuestras propias manos. Frío… Teníamos terminantemente prohibido contactar con civiles en forma alguna, fabricarnos cualquier tipo de arma, y matar para comer cualquier cosa más grande que un conejo.

El primer día, para hacer pan con aquellos ciento cincuenta gramos de harina tuvimos que utilizar orina para fermentar la masa. Podríamos haber hecho pan ácimo pero los cabrones no nos lo dijeron… Y claro, como militares hicimos lo que se nos ordenó y tal y como se nos había ordenado: meando en la masa del pan… Bueno, solo utilizamos un poco al amasarlo por vez primera.

Los días siguientes, utilizamos un pequeño pellizco de aquel mejunje que guardábamos como masa madre, para fermentar nuestro siguiente pan de cada día… Y oye, funcionó, porque que a la tercera o cuarta jornada ya nos zampábamos entre los dos un bollo de pan decente.

El resto de lo que comíamos consistía sobre todo en helechos. Con suerte unas borrajas, quizá unos dientes de león, o alguna que otra seta que te encontrabas por ahí en las salidas de recolecta que hacíamos por turnos. Aquellos helechos, que nos advirtieron tóxicos consumidos en exceso pero que constituían nuestro único placebo para el hambre, tenían al menos fibra vegetal digerible, y una vez hervidos en agua y sal, no había otra cosa en cantidad suficiente con la que saciar y engañar nuestros estómagos huecos y al punto de la atrofia.

Diecisiete días, y sin comer nada decente.

Poníamos trampas, lazos, cebos de pesca. Esperábamos siempre un conejo o algo con carne pero solo capturábamos alguna rata, pájaro, pececillo, rana, o bicho así.

Más hambre.

Yo estaba potabilizando agua de deshielo del riachuelo cercano hirviéndola en una lata grande y añadiéndole un pellizco de tierra para aportarle sales minerales. Luego, la dejábamos enfriar, y cuando se posaban del todo los restos de tierra ya estaba lista para que no te entrara una cagalera. Y recuerdo, el ver venir a mi binomio desde lejos, al contraluz del último sol de la tarde, y con algo parecido a una bufanda fina colgándole del cuello.

Al ir acercándose caminando y permitirme el velo del contraluz definir la visión nítida de su figura, me di cuenta, de que era una culebra de gorda como un brazo de niño y de más de metro y medio de larga lo que colgaba de su cuello… Estaba decapitada; aún goteaba sangre, y bamboleaba lánguida acompañando el ritmo del paso cansino -agotado por la inanición- de mi binomio.

Recuerdo bien que no sentí nada parecido al asco, repulsión o reticencia alguna ante la idea de llevarme aquel ofidio muerto a la boca; es más, comérmelo fue lo primero en que pensé. Lo que no sabía, y sí me preocupaba, era cómo comérmelo… Cosas del hambre.

Mi binomio, en cuanto llegó y descansó lo justo para coger el resuello, extendió sobre un poncho en el suelo aquella bicha todo lo larga que era, y con pericia y su cuchillo, la rajó entera solo un poquito con la intención de arrancarle del tirón, la totalidad de aquella piel que se desprendió como una funda con cremallera… Miramos con gula hambrienta aquel trozo de carne cruda, con el aspecto de un largo cuello de pavo sin piel… Mi binomio, sin parpadear y casi babeando, terminó de rajar de alto en bajo un poco más el reptil, para extraer esta vez una especie de columna vertebral como cartilaginosa, y alguna que otra tripa y víscera rara. Así, nos quedó un cilindro de más de un metro de carne pareciera que de ave, sin hueso alguno, rosada, fresca… limpia.

¡Qué hambre…!

En el silencio de aquella noche y al freír los trozos de carne sólo con sal en la manteca de cerdo, poco a poco, se fueron acercando cual zombis famélicos algunos de nuestros compañeros; en silencio. El sonido del crepitar y el olor del ofidio friéndose, los habían atraído cual hambrientos ratoncitos de Hammelín al calor de nuestro fuego… Al final, tocamos a casi nada de tanto repartir ¿pero cómo íbamos a dejar sin cenar a los camaradas que iban viniendo?

Diecisiete días, y sin comer nada decente.

Os aseguro que sufrir hambre cruda; padecer hambre de verdad; ésa que no puedes saciar en forma alguna, te cambia, vaya si te cambia… Las sensaciones de vacío, de debilidad y de mala ostia, te van quitando la tranquilidad y el sueño profundo. Te vuelves más susceptible y sutil; como más salvaje y más protector de lo tuyo y de los tuyos; y se te afilan los sentidos y los instintos al mismo ritmo que se te debilita el cuerpo… Porque el hambre te va matando, sí, pero precisamente por eso se te afilan esos sentidos e instintos, para proporcionarte las armas con las que combatirla.

Terminamos el banquete aquella noche, charlando y distrutando hasta las tantas de unos porritos de manzanilla seca y silvestre, mezclada con el hachís que pude escamotear en aquel registro inicial.

El hambre, no es mala…

…eeen fin. Gracias por leerme 🙏

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

…..

El algoritmo

Publicado el 2 de enero de 2020.

Hoy con un algoritmo -y vete tú a saber qué coño es un algoritmo- parece ser que hay gente que cree que se puede saber casi cualquier cosa…. De verdad que hay gente, que o pierde el culo o se hace rica con el algoritmo. ¡Qué cosas…!

Desde predecir o pretenderlo, cuánto tiempo aproximadamente va a durar tu matrimonio dados tus datos y los de tu mujer; hasta saber si tienes posibilidades o no de follar en los próximos dos días en vista de esos mismos datos… Y todo ello así y de paso, para recomendarte un restaurante donde cenar y pelar la pava, o un buen hotelito donde por si acaso echar el polvo.

Alguien que sabe dónde estuviste anoche y a qué hora llegaste a casa, cree saber dado el jodido algoritmo, si hoy te va a apetecer comida china a mediodía, o tal vez, quizás, una pizza a deshoras… Alguien, pega la oreja espiándote en tu propia casa y te va indicando hasta que terminas creyendo, que realmente has elegido solo tú la película en Netflix.

Los atresmedia de turno parece como si te enchufaran, metiendo cada uno su dedo índice en tu culo multimedia para decidir tus noticias, condicionar tus conocimientos y tergiversar tus decisiones… Como violadores, te estarán esperando en todos los centros comerciales con la intención de que en cuanto entres, te detecte el güifi y uses cualquiera de esas aplicaciones tan alucinantes que te dan el oro y el moro, te dejes violar una y otra vez con las requetechulas ofertas personalizadas que ahí te ofrecen.

Y todo ello gratis, claro. Solo se paga en especie, entregándoles tu intimidad.

¡Vaya, con el algoritmo!

…🤓

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

SE PEGÓ UN TIRO…

Publicado el 29 de diciembre de 2019.

Una edad los treinta y seis años, en aquella época, que hoy equivaldrían a tener más de cincuenta. A principios del siglo XX la esperanza de vida en España era de poco más de treinta y cinco. Él nació justo con el siglo, hace ciento veinte años. Y a la edad aquella, ya talludo, tuvo que elegir entre dejarse matar por ideas ajenas, o disparar defendiendo a su familia.

Y eligió, vaya si eligió.

Yo me enteré de aquéllo ya tarde, acordándonos un día hablando con mi madre de él… Se había muerto hacía algo más de quince de años, y ya entonces me pareció una historia valiosa. Pero hasta hoy, no me había decidido a contar sobre ella. Tengo un borroso e infantil recuerdo de él; y por ello -por lo infantil especialmente- una casi completa ignorancia de quién fue realmente… Llegué tarde.

Tenía treinta y seis años, dos hijos y uno en camino, un carro, una mula, y un precario trapicheo de venta de harinas. Estraperlo en tiempos de guerra. Y si debido a ésta, hasta los panaderos estaban famélicos por el hambre puta, y eran envidiosos, ladrones, chivatos y peligrosos; imaginaos al resto de la gente acuciados por la misma guerra, pero sin ni siquiera pan para comer… Harina. Hambre. Guerra. Odio.

Cuando lo sacaron, lo metieron en la checa de Catral, y como era costumbre le leyeron la cartilla. O se alistaba y era listo, o a Albatera al campamento. Y como era de los listos se alistó, vaya si se alistó; como no podía ser de otra manera. Tres meses en un Centro de Instrucción de Reclutas en Alicante; sin poder acarrear para alimentar a su familia, y ni siquiera por carta poder tampoco saber de ellos.

Pudo volver tres días de permiso a su casa antes de que lo enviaran, seguro, a alguno de los frentes de guerra. Su mujer, a punto de parir… Al día siguiente de su regreso, y vestido a propósito con su traje impoluto de Sargento Primero de Abastos del Ejército Republicano, se pegó un tiro en el pie. A primera hora de la mañana, lo levantó, y plantándolo con la bota puesta sobre la mesa de su despacho, disparó. Apuntó, sin acercar mucho la Orbea N7 reglamentaria que le habían entregado. Intentaba alejar la pistola al máximo, con la intención de que la bala hiciera sólo el destrozo, justo, de penetrar girando y atravesando el cuero de la bota, la carne y los huesos del pie, pero sin reventar por impacto cercano contra nada… Si te pegas un tiro en el pie, de pie; éste te revienta en mil pedazos, pero por la onda expansiva que se genera por el impacto inmediato de la bala estrellándose contra el suelo.

¿Os imagináis el miedo; os imagináis el valor…? ¿Habéis disparado alguna vez un arma…? Ya quisiera yo, parecerme a él.

Mierda de ideologías, y mierda de memoria histórica. Andad a tomar por el culo, y dejad de escarbar para juzgar si el pasado sí, o si el pasado no. Lo que se hizo, hizo está, y ya lo purgaron con reconciliación y perdón nuestros padres, abuelos y bisabuelos.

Imbéciles.

Iros a la mierda los rencorosos.

¡¡VIVA ESPAÑA…!!

🤔

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

Mujeres desnudas

Publicado el 25 de diciembre de 2019.

Me preguntó mi madre entre inquisidora y picarona: ¿Nene porqué te ha dado ahora por dibujar mujeres desnudas…? Hacía poco me había pillado una de aquellas revistas calentonas; casi la única fuente de pornografía en aquella época. Recuerdo que respondí explicándole que después de estar hasta ahora dibujando amaneceres y atardeceres, bodegones, paisajes, naturalezas vivas y muertas, marinas, puertos, barcos y oleajes, escorzos, perspectivas cruzadas y picados; de verdad lo que me pedía el cuerpo, el lápiz y la mirada, casi compulsivamente, era dibujar desnudos; mujeres desnudas.

Dibujarles de cerca y con el máximo detalle tanto las suaves curvaturas de las tetas como lo erizado o no de sus pezones. Perfilar con precisión lo anguloso de sus nudillos y atrapar así, el gesto en sus manos… Entramar con carboncillo el triangulo casi negro de sus entrepiernas, y captar con lápiz de trazo algo más fino lo pillo de sus miradas, y el cuenco, que se forma en sus vientres si acostadas boca arriba. Plasmar un parecido con ellas mismas. Dibujar sus espaldas, el desnivel de sus caderas; dibujarlas durmiendo, sonriendo, atusándose el pelo o lavándose. Dibujarlas. Dibujar no es pecado, es mirar con todo detalle ¿no…?

Pues eso.

¿Que cuándo me dio por escribir…? Pues cuando me dí cuenta de que cuando muera, aquí no quedará una mierda; nada. Que mi Paula y mi Rosa no tendrán dónde agarrarme. Que dibujar, pintar o esculpir, fotografiar o cantar, no son medios suficientes para contar con precisión… Que ninguna pintura, canción o artefacto tecnológico alguno, podrá sustituir nunca a lo sentido en un solo rato de lectura atenta, entregada, intensa.

…eeen fin.

Gracias por leerme. 💞

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

Silvino, y el pescado roquero

Publicado el 21 de noviembre de 2019.

Estoy escribiendo desde la sala de espera de la consulta de mi dentista. Como bien sabréis, no me gustan nada los dentistas, y voy a viajar y a evadirme recordando y escribiendo acerca de la cena de la otra noche.

……….

Entré en ese restaurante casi, como entro en mi propia casa… Era su cumpleaños, y con el comedor casi vacío, elegimos sentarnos en una mesa como arrinconada y coqueta en una de las esquinas. Yo, buscaba un entrecot de vaca que como siempre, magnífico, más que cumplió con la recomendación de mi amigo el dueño. Manuela, fiel a sus costumbres eligió pescado; un sublime pargo al horno… Una vez hecha la comanda, encarantoñados ella y yo, esperamos las entradas, que fueron aterrizando poco a poco y a tiempo sobre el blanco de nuestro mantel.

La ensaladilla de bogavante no podía estar más ni mejor provista; sincera, jugosa; sabrosísima es poco superlativo para su acierto… Después, casi lloramos, al echarnos a la boca unas alcachofas confitadas y salteadas con esmero, acompañadas de un foie a la plancha fresco y sin par.

Pero fueron unas croquetas… Me supieron en verdad a aquel pescado roquero: a rata y araña, a gallina y ñora.

Unas sencillas croquetas de pescado, pequeñas, humildes y que nos resultaron del todo escasas dado su éxito, fueron las que más sorprendieron a mis papilas, y me llevaron a uno de esos viajes de ida o de vuelta que uno espera hacer cuando va a un buen restaurante… Y yo, cada vez que voy a éste, viajo. En este caso, fue un viaje de vuelta.

Volví directo a mis recuerdos veraniegos frente al mar, cuando de críos, bien temprano, ayudábamos a los pescadores a varar sus enormes chalupas de madera arrastrándolas playa arriba hasta dejarlas fuera del alcance de las olas… Y como pago en especie a nuestra ayuda, aquellos exhaustos pescadores nos regalaban parte de la morralla humilde que nadie compraba: gatos, arañas, ratas y gallinas; rayas, pequeños cangrejos, caracolas y alguna que otra almeja huérfana. La otra parte, se la guardaban para ellos.

Pues con aquel rechazo para pobres, armaban entre mi abuela y mi madre un caldero, al borde justo del mar, difícil de describir… Aceite de oliva y ñora frita lo justo para el majado; ajo, tomate y pimentón; caldo, sal y tiempo; arroz, azafrán, y saber hacer.

Todo aquello en unas croquetas.

Pues si quieres viajar, ya sabes, no se puede fallar donde Silvino y Encarna.

Es una marca de la casa.

……….

También viajé hacia atrás en el tiempo, al acordarme de cuando nos llevaban de marcha… Ellos eran los mayores: Silvino y el Patolas; el Yoni y el Moreno; Luis el de Baqueta, Miguel Ángel Cárceles, el Teodoro, el Pichas. Y nosotros éramos los pipiolos, acabándonos la edad del pavo: el Silvinico, Iván Cárceles, Rincón, Paco el Gordo, Santi Soto, yo.

Con ellos, estábamos seguros porque eran buenos chicos y estaban bien amueblaos. Éramos todos algo golfos, eso sí, pero también estábamos educados como ya no se educa hoy… Era, como ir con unos primos mayores que tú… Solo corríamos los riesgos propios de la juventud desbocada.

Pero de todo ésto que os cuento, hace ya muuuchos años.

Me toca entrar ya… Os dejo.

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

💕

La nada

Microrrelato.

Ésto del escribir en verdad es curioso y voy a intentar explicarme rápidamente. Como ahora, que no se me ocurre nada pero como tengo ganas de escribir aquí lo dejo, por escrito. Es mágico pero sólo porque me surge solo y porque ahí estás, leyéndome. ¿Por qué la nada ésta de la que te hablo nos mantiene aquí, unidos…? ¿A santo de qué…?

No hay forma de conexión más precisa entre personas que la epistolar: escribirse cartas; cortas, eso sí.

Y como no me llegan para mucho las entendederas, espero que nunca esperéis de mí verdades ni secretos ni fórmulas, porque en lo que escribo, de todo aquéllo no hallaréis absolutamente nada: ni certezas ni razones ni respuestas; preguntas sí… Abomino de los coachers, esos entrenadores de todo y tan listos ellos, que están pensados para que pienses en cómo hay que pensar mientras lees libros de autoayuda en vez de literatura… Yo, sin embargo, aquí, lo único que quiero es confundirme contigo fundiénfome escribiendo y confundiéndote al leer. Y luego ya, si eso, te ayudas tú… 🙄😳

Son finales de abril, es de noche, hace más calor de la cuenta, y acaba de romper a llover frente a mi ventana.

…eeen fin.

«La noche me confunde…» 😎

Gracias por leerme 🙏

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras

EL EFECTO MARIPOSA

Publicado el 28 de noviembre de 2019.

«La insoportable levedad del ser…»

Es inquietante, la frecuencia con la que podemos descubrir que el famoso efecto mariposa, es un fenómeno del todo cierto y comprobable, empírico; además de inevitable. En cuanto cambias cualquier pieza de tu puzzle vital, puedes quizás desencadenar acontecimientos que no podrías haber tenido previstos en forma alguna. De la misma manera que un pequeño gesto confiado, que te despiste sólo un poco al conducir, puede desembocar en algo inesperado por una autovía a ciento treinta kilómetros por hora. Prender un cigarrillo, girar un poco la cara para fijarte en ese hermoso atardecer del que te alejas; una llamada en el móvil o un inesperado vahído de sueño. Tragedia, susto o quizás nada. Un ligero cambio, un leve despiste, un tenue movimiento bastaría para cambiar el sino de los acontecimientos que te sucederán.

Como cuando te alejas de algo queriendo evitar un mal que supones cierto, y como de la sarten a la lumbre, te sorprendes saltando al fuego de otro de tus peores errores garrafales.

Formamos de nosotros mismos algo así, como una de esas complejas figuras compuestas por fichas de dominó puestas de pie; pero creyéndonos que las colocamos nosotros mismos y por propia voluntad. Esa figura, la nuestra, la vemos perfecta desde nuestro punto de vista pero siempre y cuando no la toquemos mucho o no nos la toquen. Se compone de miles de piezas colocadas a propósito y con cuidado por lo que creemos es nuestra personalidad. Pero si solo se nos volcara una de esas pequeñas piezas vitales comprobaríamos, cómo se derrumba irremisiblemente esa imagen que de nosotros mismos tenemos; cómo se destrozaría envuelta en el caos del caos que desencadenan las cosas cuando se caen. Pero gracias a no se quién ni somos fichas ni somos cosas, y la imagen, para nosotros seguiría ahí.

O como cuando eres joven y crees que tienes que tomar esa decisión que supones crucial, y la tomas por huevos, porque en el fondo ignoras si en verdad va a cambiar o no en algo tu destino. No sabes que simplemente esa decisión va a formar parte de otras muchas, que como ladrillos de los que estamos construidos nunca terminarán, hasta nuestra muerte, de formar del todo el edificio de nuestra persona.

Pero de todas formas continuamos con la carambola de nuestro viaje. Porque tanto el peligro como el hambre, la curiosidad y la ignorancia; el acierto, el error, y la muerte o el amor, son motores que nos mueven.

No nos engañemos.

Antonio Rodríguez Miravete…

Juntaletras.

Cumpleaños feliz…

Publicado el 18 de septiembre de 2019.

Comenzamos nuestras vidas, querámoslo o no, unidos siempre a otras personas; siendo el hijo de alguien, y con suerte, tal vez siendo también el hermano de alguien…. Más tarde, quizá igualmente por suerte nos convertimos, o no, en padres y hasta en abuelos de alguien; y aún más tarde todavía, nos convertimos en nada, en nadie.

Por eso hay que ocuparse siempre y sobre todo de alguien: cuidar de alguien. Y de vez en cuando preocuparse de ser feliz… Recuérdese.

Quiero felicitarte a ti Papá o a ti lector, porque seguro seguro, que también tenéis a alguien… Llevo tiempo deseando escribirte algo como ésto: una felicitación de cumpleaños de verdad, agradecida, y que te sirva para siempre.

Dan igual los años que cumplas; cuántos cumplas; pero si los cumples ¡felicidades…! Conozco a muchos a los que eso ya no les pasa; ya no cuentan años, al menos entre nosotros. Sí que cuentan en nuestro recuerdo pero solo ahí, en la remembranza de nuestro pasado.

Así, que ese es tu mayor regalo a los ochenta y ocho: seguir, sufrir y aprender, perseverar, reír y envejecer; cumplir, o no, tanto con lo que se espera de uno como con lo que la ruleta de la vida nos tenía reservado… Pero si es posible, todo ello con cierta valentía.

¿Hay mayor presente que el presente…?

Felicidades. Y un abrazo.

Te quiero Papá, luego te daré la botella de whisky.

…eeen fin. 💕❤️

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

……….

¿Cómo se hacen los niños…? 😳

Publicado el 26 de octubre de 2019.

Todavía recuerdo aquella mañana de domingo en la que se ve que me desperté algo más temprano de la cuenta, y como siempre hacía, fui a retozar un rato en la cama de mis padres. Tendría yo siete u ocho años… Al ir acercándome al dormitorio sin duda noté algo raro. La puerta estaba entornada al máximo; y tanta oscuridad en la habitación se debía a que también las persianas estaban casi completamente cerradas. Me paré, indeciso y furtivo ante el umbral de la puerta. En completo silencio la empujé, poco a poco, lo justo para colarme. Y la vista se me fue acomodando a la oscuridad.

Nada se percató de mí, y no sé porqué me agaché y volví a entornar la puerta.

¡Qué extraño! En vez de encontrarme dos personas durmiendo bajo las sábanas como sería de esperar, apenas distinguí entre la penumbra una especie de bulto semoviente, blanquecino; algo grande e informe. Algo, envuelto bajo los pliegues de la inmensa sábana de aquella cama. Y como que palpitaba el bulto ése; pero con impulsos lentos diríase acompasados y muy sigilosos. Se movía aquéllo en una especie de caótico y suave vaivén, un subibaja repetitivo, piiim pam, piiim pam… Y sólo se oían lo que me parecieron como cuchicheos guturales, o gruñidos suspirados, o reprimidos; y una especie de bisbiseos ininteligibles.

No, no lo tenía claro… Viendo lo visto y muy extrañado no me atreví a interrumpir aquéllo. Así que con un silencio ofídico y volviendo lentamente sobre mis pasos, regresé a mi cama pensativo y atribulado.

Dejé transcurrir la mañana hasta que los oí removerse, y noté, que lo hicieron tarde y de muy buen humor. Desayunábamos ya a eso las diez de la mañana cuando me preguntaron extrañados el por qué, de no haber ido esa mañana a jugar con ellos en su cama…

– Me había quedadooo, durmiendo.

El recuerdo de lo acontecido no me dejaba parar de mirar constantemente a mi padre. Estuve toda la mañana creyendo detectar en él algo extraño entre sus gestos, o quizá en sus facciones; le observaba con detalle sin que él se apercibiese… Me parecía verlo como más chulo y hasta más guapo: diferente. Creo, que hasta noté un extraño brillo que parecía aureolar su figura… No sé, serían cosas mías.

Y mi madre, si te fijabas también lucía enigmática, distinta… contenta, muy contenta.

¿Cómo se hacen los niños…?

Si habéis tenido hijos sabéis que cuando llega el momento, es ésta una pregunta que a no ser que llevéis mucho cuidado, te enreda en un nudo dialéctico y didáctico del cual es difícil salir airoso ante a tu crianza… Que si París y el amor; que si el papá y la mamá porque duermen juntos; que si aquellos monos del zoo; que si el huevo y el pollito; que si las chicas porque los chicos; o que si la manida cigūeña.

Un problema.

Pues imaginaos a los niños en mi infancia. Hace ya cuarenta y muchos años cuando preguntabas por asuntos de cintura para abajo todo eran silencios; sapos y culebras… Es decir: o no te decían nada o como mucho te contaban alguna filfa para salir del paso y que te callaras. Un sí, pero no… Y como fueses descarado incluso te llevabas un buen cuesco o un pellizco, dependiendo si le preguntabas a papá o a mamá.

Estábamos solos ante un tupido velo de puritanismo cándido. Te enfrentabas a un páramo sexual, ignoto. Las chicas con las chicas; los chicos con los chicos; aquéllas, eran siempre un completo misterio. Descapullar era un verbo imposible; y si tú mismo te la tocabas mucho se te reblandecían las rodillas y los nudillos, o te salían unos granos en la cara de una pus muy sospechosa… Casi todo era pecado, malo, o estaba prohibido.

Peeero, a diferencia de hoy había tanta libertad entonces, que nos saltábamos a la torera todas aquellas normas y prohibiciones veniales con suma facilidad. O bien haciéndonos a hurtadillas con las páginas más picantes de las revistas. O bien colándonos escondidos en los retretes del cine para después ver una película porno. O mezclándonos con los mayores para ver si nos enterábamos ya de una vez de qué coño era aquéllo de hacerse pajas, lo de comerse un torrao, o lo de darse un magreo.

No sabíamos nada y no había Internet… Subíamos sin miedo a los árboles a robar fruta; jugábamos juegos sin juguetes; salíamos en bicicleta sin cuidado sin límites ni permiso; y aprendíamos a estudiar con libros de verdad, o también a fumar tabaco negro sin toser… Cosas que aprendíamos.

Yo ya tendría mis doce o trece años aquella tarde de verano en la pinada. Éramos amigos de ésos temporales; desconocidos conocidos en un par de meses de vacaciones: un madrileño, un vasco, un murciano y hasta un alemán… Competíamos, en una de esas típicas exhibiciones de pichas inexpertas propias de adolescentes salidos… Que si yo la más grande, que si la tuya la más dura, o que si la de aquél la más gorda.

– ¿Y qué se hace con ésto…?

– ¿Y los niños qué, no eran cuestión de amor…?

– ¡Pero qué amor ni qué amooor…!

Picha en breva. 🙄😳

Sé que quedé como un tontaina pero aquella tarde aunque me lo explicaron riéndose, sentí, que en ese preciso momento me convertí en un hombre… Y luego, muuucho más tarde, claro, me convertí en padre.

…eeen fin. 💕 🤣😂

Gracias por leerme 🙏

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

Nuestro niño interior

Publicado el 14 de octubre de 2019.

Ahora tenemos interné, istagrán, el feisbu y el güasap.

Menos mal…

A nuestras órdenes siempre estarán los secadores de pelo, el mando a distancia del aire acondicionado o los dos botoncitos de los elevalunas eléctricos… Para hacernos la vida aún más ociosa e inane, disponemos de alivios como la moda, la inteligencia artificial, o una multitud de fármacos multiusos que hasta nos la ponen dura… Y una de las cosas creo yo, más inquietantes: coches que dentro de poco van, ni más ni menos que a conducirnos.

Os acordáis del anuncio aquél de BMW… ¿Te gusta conducir…? Un BMV con las ventanillas abiertas y la carretera fluyendo frente ti. Tu mano izquierda abierta fuera del coche, abanicada libremente por el placer de conducir a contraviento de la velocidad. La otra de tus manos agarraba el volante; conducías tú.

Pues hasta eso nos quieren quitar… Porque es el coche al igual que lo fue el caballo una de las grandes conquistas humanas: la de la libertad de movimientos a nuestro albur. Y no dudéis de que es éso justo, después del dinero en metálico, lo segundo que nos quieren arrebatar: el libre albedrío.

O bicicletas y transporte público barato, o coches para pobres. Cochecitos capados y obedientes, que tengan como mucho tres o cuatrocientos kilómetros de autonomía, y que chiven a cada paso cualquiera de los que tú des… Que siempre sepa George Orwell por dónde vas, y cuándo y porqué usas tu tarjeta de crédito.

Tooonto…

El cabrón de George Orwell ha empezado a tener razón mucho más aprisa de lo que cualquiera hubiéramos podido imaginar.

Dejamos una especie de rastro, como de baba rastrera, a cada paso digital que damos en Internet. Nuestros datos son muestra y carnaza para oscuros sabuesos; perros de olfatos prestos a interpretar nuestra realidad presente y a decidir, lo mejor para todos y cada uno de nosotros. Y así, alguien siempre nos usa… Usan constantemente nuestro horario y nuestros gustos para invadir con impunidad, hasta la intimidad de esos minutos en los que vas a cagar tranquilo en casa y te llevas el móvil. O hasta cuando estás yendo al trabajo en el autobús y repasas en el jodido aparatito tus menesteres varios.

Tooonto…

Hemos creado una sociedad mullida de tantas perezas, que la gente se ha creido que puede salvar el mundo y comprar barato.

Soplar y sorber a la vez. Ansiamos bóbamente gustar a todo el mundo y volver a recuperar aquél nuestro niño interior. La niñez -lo infantil- es un estadío que está mariconamente sobrevalorado, porque los niños al igual que las flores son muy monos pero dan fruto sólo cuando dejan de serlo… Pretendemos recuperar una felicidad mañaca y cutre, como turistas que repiten todos las mismas aventuras ya sin riesgos y en sitios ya trillados.

Yo en cambio, querría olvidar toda esta nadería vital que nos domestica y recuperar mi animal salvaje interior… Ansiaría volver a lo de carnívoro y lo de nómada, lo de animal prístino que aún quede en mí. Regresar a mi ser homínido perdido y primigenio, omnívoro y depredador. Sentir de nuevo dentro de mí a aquel bruto lleno de pelos y miedo; bestia dejada al albedrío del frío, del torbellino, y de la completa intemperie de esta puta naturaleza nuestra.

Con lo que ahora sé, quiero dejar de ser insensible ante este presente de mierda, esta estupidez y esta ñoñería flagrantes. Es más, quiero que se me revuelvan las tripas y vomitar de vergüenza ajena frente a tanta hipocresía… Quiero atacar para defenderme si me atacan. No quiero permanecer impasible ante este suicidio vital en el que nos estamos embutiendo lentamente. Una trituradora moral, una confusión, en la que olvidamos nuestro deber de ser humanos; de ser gente amigable, receptiva, ignorante, y por ello curiosa.

Quiero luchar todos los días para ganar mi comida mientras me sea posible y duren mis fuerzas. Continuar porfiando para follar mientras esa pulsión animal así me empuje. Y proteger hasta la muerte mi cueva y a los míos… Me gustaría que se me volviesen a afilar los colmillos para volver a devorar carne cruda si fuera preciso, arrancándola a estirones de los huesos de mis presas.

Quiero matarme en una curva cualquiera o en el intento de colmar cualquier pequeña cumbre. Peleando, malfollando, o persiguiendo un sueño cualquiera… ¿Qué más da…?

Y cuando no sea así, piedras sobre mí.

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras

.

Si levantas la mano, y no das

Publicado el 1 de octubre de 2019.

Cuando en mi niñez te castigaban, el escarmiento lo era, y de veras… Y nunca, jamás, se perdonaba el correctivo porque dejaba entonces de de tener sentido, de ser efectivo, de servir para algo.

«El que la hace la paga… Porque si de verdad tienes que levantar la mano, y no das; luego, no tienes fuerza pa’ná…»

Sólo se levantaba la pena en caso de que el penado, primero, hubiera cumplido una buena parte de aquélla, y segundo, diera verdaderas muestras tanto de contrición, como de un firme deseo de no volver a cometer aquellos actos causa de su penitencia.

El propósito así de los castigos, no era el del resarcimiento de una afrenta o de un delito, como lo es la pena para un reo… Su finalidad en cambio era la imposición, aunque fuere a la fuerza, de algún concepto importante, muy importante; generalmente relacionado con aspectos troncales de nuestra educación, comportamientos, o formas de actuar en determinadas situaciones vitales, trascendentes, o morales.

Por ello, la motivación de quien nos imponía un castigo ejemplar era, casi siempre, fruto de alguna forma de aprecio o de cariño, de sincera amistad, o hasta de amor…. Nadie, se toma el trabajo de castigarte si no espera inculcar algo positivo en ti, o si no desea pulir alguna mejora en tu persona… Así, el castigo es también y en cierta forma un acto de estima y de fe en el castigado, ya que con esa expiación forzosa de sus faltas, se pretende la redención de sus errores, una evidente mejora personal, o el aprendizaje de alguna lección muy muy importante.

Es un hecho demostrado, que aquella educación clásica basada en el mérito y la valía personal, en la disciplina, en el respeto a los mayores y en el esfuerzo constante, era la forma más efectiva de formar personas completas, responsables, curiosas y cultas… Y modernas.

Y, de verdad, estoy ya hasta los cojones de los independentistas… ¿Porqué no les hemos levantado una gran mano nacional, para darles una buena y ejemplar ostia, también nacional…? 🤔

Cataluña es mía también. Y de mis hijas.

….eeen fin.

Los cobardes son más, pero ésta es una lucha de valientes.

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

Ángel de la guarda…

Publicado el 22 de septiembre de 2019.

Ahora que soy más que talludo, todavía siento que cada vez que la veo, es como si mi ángel de la guarda al verme él, deseoso, corriese a darme un abrazo y un beso en verdad cariñoso; y en ese abrazo y con sincera ternura me dijese aunque con suavidad: «hasta los mismísimos huevos me tienes ya, lleva cuidaiiíco…»

Es chocante mi ángel de la guarda. Se ve que tiene buen humor y yo le adoro por éso y por cuánto me dice lo mucho que la cago. Si sólo me diera mimitos tiernos y consejos cuidadosos desconfiaría… Sólo me fío de quien me dice sin ambages lo mucho que me equivoco.

Y también se ve que sí, es verdad: todavía cuida de mí; por cómo me riñe así lo parece… Cuando no le importas a alguien ese alguien simplemente te ignora, no te regaña, no se toma el trabajo.

Tengo la suerte de disfrutar y de querer mucho más que mucho, a una hermana de ésas de las de verdad; rotunda, concienzuda y cumplidora; muy lista; pilar y sostén de mi familia, y muy muy cariñosa aunque regañona cuando la situación así lo requiera.

Como cuando antes… como cuando éramos pequeños.

Sólo somos ella y yo.

A mis dos hijas, siempre les he dicho que una de las cosas más valiosas que tienen en esta vida, es la una a la otra. Tus padres, se mueren; tus hijos, se van; tus amigos, van y vienen; tu trabajo, suele ser un asco y de ilusiones no se vive. Tu pareja es tu presente más inmediato pero puede que sí o puede que no por lo que cuídala y gánatela… Pero tu hermano, si de verdad se cultiva la hermandad, casi siempre está o estará justo ahí. Seguramente tu hermano será una de las últimas personas que abandonen tu velatorio cuando hayas muerto, y tu tumba, cuando te hayan enterrado.

La relación de hermandad si en verdad hermana, suele ser la que más tiempo dura en la vida si llegamos a viejos, ya que dura justo si te fijas más o menos lo mismo que durará tu propia vida. Es un hecho estadístico que los hermanos si llegamos a viejos, nos solemos morir todos en un breve lapso de tiempo de apenas diez o doce años. Por lo tanto, si vivimos una media de noventa años, significa que compartiremos casi ochenta de esos años en relación con nuestros hermanos… Más tiempo que con nadie.

Ésas son el tipo de cosas que hacen tan importante a tu hermano. Porque guardará toda su vida el tiempo de aquellos remotos secretos infantiles, y algunas de tus más tímidas intimidades; y conservará, lugares de tu personalidad que no conoce nadie.

Tu hermana sabe en realidad, cómo eran papá y mamá y por ello todo de vuestro pasado común y original. Sabe, si te meabas o no en la cama; lo que te hacía sólo rabiar y lo que te aterraba hasta meterte bajo la almohada; cuáles eran tus asignaturas nefastas; y cuánto lloraste por aquel amor primerizo.

Y por supuesto que se acuerda de cuántas veces le escarbaste la hucha; o de aquella vez que te apropiaste en secreto y saliste a la calle con su vestido favorito. Sabe, en realidad lo que te gusta y cuando mientes; o si lo escondes o si simplemente no lo cuentas. Nota si sufres, si disfrutas o si has llorado hace un rato… También sabe, y recuerda, esos detalles que te hacían realmente feliz.

Por eso la relación entre hermanos que han compartido niñez, tiene la cualidad de devolvernos a lo infantil que aún quede entre los vericuetos de esos adultos en los que nos hemos convertido.

Como cuando antes… como cuando éramos pequeños.

Te quiero Nena. 💕

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras

.

ALEGATO DEL TERNO

Publicado el 12 de septiembre de 2019.

Vivimos tiempos moñas, faltan redaños. Tiempos èstos en los que hay que pesar y medir las palabras para o bien redundarlas, o bien esconderlas; pero ante todo hay que filtrarlas con cuidado, para adaptarlas al tamiz de un melífluo y pegajoso lenguaje políticamente correcto. Lenguaje, impecablemente acorde con esta ideología inane y de arreones que nos rodea, que nos comprime, y que sibilinamente nos reprime.

No podemos llamar a las cosas por su nombre… No.

Tenemos que buscarnos -y cavar- trincheras léxicas, para expresar no sólo a la defensiva sino cobardemente, conceptos que necesitarían ser expresados de viva voz además de con palabras presumidas y rotundas, prístinas y refulgentes.

Una verdadera mierda estos tiempos en los que hay que esconder con cuidado lo español, y sin embargo hay que enarbolar nuestras diferencias con inquina, para parecer modernos y progres, siniestros de ideas e implicados en lo político.

En realidad con esta actitud, lo que como sociedad evidenciamos es una evidente y vergonzosa cualidad ovina. Defecto éste, que cualquier sátrapa con habilidad suficiente para obnubilar rebaños, usará en su espurio favor para manejarnos a su antojo, y casi, sin que nos demos cuenta.

Hasta los huevos estamos de jovenzuelos arrogantes aunque bisoños, medianamente preparados, y que quieren matar al padre con su lerda ideología adanista, mesiánica, y zurda.

Y con ellos, vendrá el reino de los cielos… Y la iniquidad la corrupción y la injusticia, a partir de ellos, no habitarán ya más entre nosotros.

Amén. ¡Queee les den…!

Quieren enseñar al padre a tener hijos. ¡Los tontos del capullo…!

Han olvidado que sus padres y sus abuelos hicieron un trabajo excelente. Cambiaron su mundo para mejor sin duda, y escucharon a su Historia para legarnos un ejemplo y un pasado decente del que estar orgullosos. Aceptando y perdonando; asumiendo y trabajando.

Estos políticos somierdas, ahora solo buscan lo inmediato: el voto de mañana mismo. Les importa una higa nuestro común beneficio para pasado mañana.

Por eso… ¡Coooñooo 😳 a por ellos…!

…eeen fin.

¡¡VIVA EL LENGUAJE…!!

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

¡Viene el coronavirus 😱!

Publicado el 31 de agosto de 2019.

Miedo a vivir…

El café sin cafeína, el lenguaje políticamente correcto, el creer que se puede comer sin engordar, la cerveza sin alcohol y la leche sin lactosa, también las hamburguesas vegetales, los teléfonos inteligentes o el sexo seguro, y por supuesto el querer soplar y sorber a la vez, están cambiando el mundo.

El otro día cerraron una playa, no sé dónde, porque alguien encontró una medusa; una… Eso sí, francamente peligrosa; una carabela portuguesa según dijeron algunos listos. Una especie de medusa aquélla, casi imposible por nuestros mares porque es oriunda de nuestras antípodas; peeero, el miedo es como el culo y cada uno tiene el suyo… Dos días tardaron, en volver a permitir el baño al rebaño. Menos mal.

¿Y las olas de calor…? Hasta hace algunos años yo no había asistido a ninguna; de niño nunca; se ve que en que en aquella época el sol estaría más lejos; o se sudaba menos; no sé… ¿Pero ahora…? Toma, tres tazas; una ola de calor cada quince días durante tres meses. Pues eso.

¿Y la gente…? Que oye no sé qué coño del glúten y ¡Ostiaaas! ¡Cuidado con el glúten! ¡Medio mundo celíaco…!

Coño, que vemos un celíaco y parece como que mola; como que está de moda o bien el serlo o el quedar como un histérico alimentario. Voy a quitarme eso del glúten, no sea qué…. Igual adelgazo o se me pone la piel fina; o el éso duro. O a lo mejor me transformo en hermosa alevilla ligera, o quizás en bella candelilla luminosa… Y es casi seguro que hasta logro ¿porqué no? alargar mi senilidad seis u ocho años más.

¡Cuaaanto tonto…!

¿Y la carne…? ¡Ni se te ocurra porque morirás…! O bien de pena por el bicho muerto, o bien de exceso de colesterol, o bien cuando te revienten las venas de tanto llevar cuidado con las arterias… La solución: el forraje.

Oootra vez el rebaño.

¿Y la listeria…? ¡Que se han muerto tres o cuatro de eso joder…! ¿Y el coronavirus…? ¡Que la gente se muere coño…!

Siempre siempre, y desde siempre, teníamos la obligación de de lavarnos las manos después de cagar. No sé a qué tanta alarma y semejante histeria.

¿Y ahora, qué hacemos con el rebaño…?

¿Qué hacemos ahora que hemos sembrado tanto miedo a vivir, eh… qué hacemos?

Y recordad:

POLÍTICOS NO, EXPERTOS SI…

Que no nos engañen 🤔Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras

La patria de las personas

Es chocante que después de más de dos siglos de decadencia los hispanos todavía seamos la segunda o tercera potencia cultural del mundo. Por algo será… Acordémonos de nuestro Maestro Don Quijote y de su creador Don Miguel. El genio creó el mito, pero nosotros parece que ahora somos imbéciles manejando la mitología.

Imaginemos como hicieron los vascos matándonos y ahora hacen los catalanes cagándonos, que la patria de las personas fuera su lengua; las formas del entramado mental con el que las personas resuelven sus problemas; su sonido y su idiosincrasia al comunicarse y al pensar, es decir: la pureza de su lenguaje.

¿Qué fascista, no…? 🙄😳

Imaginémoslo…

Pues dicho ésto, en ese ámbito imaginario de la lengua, España -el español, lo hispano- estaría en el tercer puesto en cantidad de hablantes en el mundo después del inglés y del chino, y el segundo en uso y cantidad de contenidos en Internet… Más que el ruso, el francés, el alemán, el portugués, el árabe, el mandarín o el japonés, el tagalo, la escritura jeroglífica, o la cuneiforme. Casi el diez por ciento de todo aquél que se conecta a Internet en el mundo lo hace en español. Unos seiscientos millones de personas…

¡Qué cosas lo del español…!

Ahora somos una mierda internacionalmente, pero culturalmente hemos sido siempre medalla de plata o de bronce y sólo nos aventajaban nuestros sempiternos adversarios anglosajones; pareciera que siempre, como colectivo, los hispanos nos hemos conformado con disputar los octavos de final cuando deberíamos haber jugado la final siempre.

La forma en la que hablamos nos une más que cualquier otra cosa. Yo, por ejemplo -y que la progresía me perdone- siento mucho más cercano a un boliviano que me habla en español y vivía a siete mil kilómetros de mi casa, que a un norteafricano o a un francés que viviesen a trescientos y me hablasen en un español trastabillado… Es paradójico, pero es así. El idioma hermana, acerca, iguala. Durante nuestra guerra civil, uno de los episodios más dolorosos que ambos bandos relataban fue el de tener que asistir a la muerte del enemigo rezando en tu misma lengua, acordándose de tus muertos y de su madre en español, y «muriéndose con palabras en la misma lengua que uno…»

Atendiendo a los códigos penales y las leyes vigentes en el mundo actual, sólo hay dos tipos de personas: físicas o jurídicas, o seres o empresas, ciudadanos o naciones. No hay más… Si primero hacéis del lenguaje frontera y luego hacéis del lenguaje trinchera, sois unos hijosdeputa.

…eeen fin. Que no pase más.

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

…….

E.T. el extraterrestre

Publicado el 28 de julio de 2019.

Están locos estos humanos.

Que si la muerte o la vida; la fiesta y la muerte. Un truhán o un señor. Ésto o lo otro; vienen, van. Salvación o infierno; el bien y el mal… El día del sol, o la noche de la luna; cara y cruz. El hombre y la mujer…

No hacen sino copiarse; repetir a sus madres, replicarse en sus hijos. Nada nuevo bajo este sol.

Muy inteligentes, eso sí.

Uno por uno, al observarlos detenidamente como individuos vivos hemos de reconocer que son absolutamente maravillosos; y gracias a la muerte también son casi biológicamente perfectos. Polvo de estrellas enormemente valioso… Están compuestos por buena parte de la totalidad de los elementos de la tabla periódica; y son, muy eficientes en su funcionamiento fisiológico; y lo son, durante casi cien de sus posibles años solares de vida… Una especie muy bien adaptada sin duda.

Pero hay cosas que ya no entendemos. Se creen, como predestinados o inducidos, conducidos o empujados, constantemente obligados a elegir o a creerse que eligen algo… Una y otra vez parece que desde el inicio de los tiempos caen, en la trampa vital de creerse libres.

Mira, que llevamos ya un par de miles de sus años solares observándolos, pero no sabemos qué tipo de miedo cerval colectivo, o qué retorcido impulso natural intrínseco empuja inexorablemente al abismo a esta extraña tribu humana que ahora nos ocupa. Ésta a la que en particular observamos y estudiamos, para intentar entender con detalle científico al conjunto de la especie que devasta este planeta, que hoy nos toca salvar.

Se devoran, se depredan entre ellos… Siglos solares, milenios llevan conquistándose y siendo conquistados en un estúpido y estéril empeño fratricida de acabar consigo mismos; robándose o matándose; enamorándose y traicionándose; escondiéndose o mintiendo… Pero a la vez sabemos de su enorme capacidad para cosas tan extrañas, como eso de amarse con locura…

O de su habilidad de comunicarse sin tecnología haciendo palmas simplemente; de gestionar la incertidumbre y el riesgo; de emocionarse hasta apasionarse. Juegan con la mismísima muerte a los toros y crean, con esa misma muerte conceptos como familia, historia, fe, orgullo o arte… Fabrican tanto guitarras como navajas. Impredecibles, capaces a la vez de lo mejor y de lo peor, incluso a veces creen saberse felices… Música, amor, envidia, la risa. Conceptos éstos y aquéllos que desde nuestro evolucionado y exacto punto de vista racional, hemos de reconocer que ya no logramos comprender en su puridad científica.

Cual máquinas biológicas cuasi divinas y con solo su primitivo ingenio, la totalidad de esta especie humana está rozando las honduras de una ciencia, la nuestra, para la que sabemos que todavía no están en forma alguna ni mental ni intelectual ni moralmente preparados.

Pero dan como que envidia porque todavía no han perdido eso... Ahora están en ese crucial momento evolutivo en el que aún, no han olvidado que el sexo o el fuego, el caos y lo violento, el choque o la explosión, los cataclismos y la ignorancia impulsan y son a la vez energía y motor de éste nuestro Universo… Algo, que nosotros olvidamos hace ya milenios al dejarnos guiar solo en pos de la seguridad de nuestras tecnologías.

Y ellos están empezando -como hicimos nosotros- a olvidar su Historia arrumbada entre tanto cachivache tecnológico. Y claro, comienzan a tener tanto miedo que no pueden -les es casi imposible- discernir nada con claridad, con sensatez o con cierto grado de seguridad.

Siempre como espiritualmente ahítos, ora de un atracón de ocio mendaz ora de una panzada de multimedias basura. Saturados de wikipedias torticeras; henchidos de datos corruptos; hartos hasta la arcada de vídeos y opiniones de famosos listillos, fantoches y youtubers, juaneslanas o somierdas…

Todo completamente vacío; carente de cualquier valor al que realmente poder aferrarse tan solo con las manos.

Tal y como nos pasó a nosotros en aquella época ya olvidada, en la que perdimos ese poder mágico que se generaba al juntar al calor y amor de una pequeña fogata a familias amigables contando historias.

…eeen fin. Están locos estos humanos.

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

Un vicio…

Publicado el 14 de julio de 2019

Es, diríase un vicio verdaderamente adictivo.

Salgo por ahí y sin en realidad buscarla, la encuentro siempre casi por pura casualidad… Noto que me excita; voy descubriendo que me gusta el oír de ella y el mirarla muy muy de cerca; observarla cual entomólogo; con la máxima precisión posible. Luego, busco un motivo.

Y me paro. Pero me paro a esperar esa inspiración, ese momento que me empuje a hacerlo; a saltar sobre ella; a asaltarla… Y así pueden pasar días, una semana, o tres; o meses… Una especie de juego de gato y ratón; siempre detrás de ella; al acecho constante.

Así, excitado, la sigo siguiendo todo el tiempo que haga falta curioso e implacable; y muy muy de cerca. Oliéndola. Palpándola si es posible. Oyendo de sus ruidos hasta los latidos al acercarme al máximo, al máximo posible de cualquiera de sus detalles. Estudiándolos, todos, para conocerlos a fondo y así una vez que me entregue a la faena, saber tratarla como se merece…

Y me decido por fin a degustarla; y después de abordarla y hacerla mía, entregado, comienzo sin piedad como a despedazarla estudiándola; rebuscándola en sus recovecos; regustándome en los detalles íntimos de sus entrañas… Y escribiéndolos.

Y sin miramientos, aunque despacio, la voy como si fuera cortando en trocitos de ella misma cada vez más y más pequeños… Y esa disección curiosa, concienzuda y lenta, satisface mis apetitos de poseer, al anotarlos, algunos de sus secretos.

Secretos que puedo así comprender e intentar expresar aquí con claridad, con precisión, y acaso a veces hasta con garbo… Y si además acierto en la expresión de aquellos secretos, creo, que consigo algo así como una rara forma de verdad, o de justicia; o quizá sólo son tonterías mías.

Y continúo…

Cuando empiezo, ya no puedo parar una buena historia.

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras
.

Los celos…

Publicado el 27 de mayo de 2019.

cropped-lampara1

Acribillado por un frío cabrón, pero ahí estaba yo. Ciego… No iba a encender ni el motor ni la calefacción. Aparcado como a cuarenta metros de la puerta de su casa, no era cosa de que a esas horas chismorrease toda la calle al verme ahí así, tirado a las cuatro de la madrugada, con el escándalo del motor en marcha, y con los celos y la rabia mordiendome las uñas y las entrañas.

Algo, llevaba maliciándome desde hace semanas.

1ed4f-sistema-nervioso

Sin advertir la hora que era y encorajinado por todo el día esperándola, exploté y llamé yo a su casa… Creo que por conmiseración y al saberme exasperado y ciego, conseguí la confesión de su hermana… Ésta me informó, de que eran más de la una de la madrugada de un martes; que no la habían visto desde que salió por la mañana; y que a esas horas todavía no había regresado.

Envuelto en llamas tuve que salir de casa para desfogarme con una rabieta nocturna en coche y un par, o más, de whiskys solitarios.

Ya me lo dijo una vez, al principio, sentados en mi Citroën CX. Justo aparcábamos al lado, y la embobaba, un impresionante BMW serie 6, blanco:

– Yo, quiero tener un BMW como ése.

Ella no tenía carnet, y además, me había confesado en varias ocasiones que el pánico a conducir se lo impediría siempre; y por ello, aparte de reírme un poco no eché yo más sal a aquel comentario; al menos entonces. Y fíjate tú, por dónde…

Nueve años juntos y yo, continuaba aún lejos de cualquier flamante BMW. No podía permitirme otro coche que un precioso e impecable Ford Taunus serie Ghia 2 litros, de segunda mano. Completamente original y una joya al menos a mis ojos.

IMG_20190525_212832.jpg

Y ahí estaba yo. Más de tres horas llevaba enjaulado y ciego en el Taunus, a la espera de si venía… Más de las cuatro de la mañana y el imbécil de mí lucubrando, cómo abordarla cuando volviera; rumiando cuánto cantarle las cuarenta.

799b0-susto-300x285

Conforme al reflexionar bajaba mi calentura y se aliviaba mi ceguera, me di cuenta de que ante todo, y ya que era un cornudo, debía evitar en la medida de lo posible quedar también como un imbécil.

Como un imbécil ya quedaba si ella volvía. Porque volvería con mis cuernos recién puestos a las cuatro de la mañana, y a ver en plena calle qué coño le vas a decir. No soy yo de montar ese tipo de escenas en público… Y si acaso no volvía, también como un imbécil quedaba porque si ya eran semejantes horas, y ella no tenía coche, era evidente que después de consumar mi cornamenta se habría quedado a dormir con él.

Y yo allí. Imbécil, y ciego… Me marché a casa.

A los pocos días, claro, recuperé la vista.

virus 2

Resultó el amante furtivo, ser el hermano crápula de una amiga común, cuya familia, tenía la no menor cualidad de tener el dinero por condena… Pero aparte de esa condición, parece ser que no tenía el Don Juan muchas otras cualidades al menos confesables. No se le conocían al prenda otros oficios, salvo el de esquilmar el colmado pesebre familiar a fuerza de destrozar BMWs. Seguro que también el de pagar putas caras. Y el de concederse sin medida, cualesquiera otros caprichos que a su albur se le antojasen.

Un gañán, incapaz de juntar más de seis palabras por frase, y feo. No sabemos si tenía una buena polla, pero un renting todo riesgo con la BMW, él o seguramente su padre, sí tendría sí.

IMG_20170311_170227

Chica lista.

Es curioso cómo, cuando eres tú el ciego y el que en verdad ama, ves y con detalle, si cambian ‘ciertas’ cosas y cuándo cambian.

Cuando se empiezan a esquivar ‘ciertas’ miradas… Cuando ‘ciertos’ detalles parece que empiezan a ser olvidados… Acaso cuando detectas y antes no, ‘ciertas’ renuencias sutiles… O cuando ves que el otro adquiere ‘ciertas’ costumbres postizas.

Su padre también bajó al advertir mi estado de ánimo cuando, desde el rellano en la entrada de su propia casa, clamé airadamente por su hija… Recuerdo montar entonces sí, una verdadera escena; peeero, en privado… Así mismo recuerdo que seguramente, también hice el imbécil todo el rato cantándole las cuarenta, al exigirle unas explicaciones vacías que eran ya, tan solo, una especie de resarcimiento estéril.

Pero lo que no recuerdo es, cuál fue concretamente aquel detalle o comentario mío, seguramente imbécil también, que hizo que padre e hija sonriesen acaso levemente… Solo sé, que con mis cuernos a flor de piel, aquellas sonrisas extemporáneas me tocaron profundamente los huevos… Y envuelto una vez más en llamas exploté, clavando mis ojos en los del padre y espetándole:

– No sé de qué se ríe Usted, ya que… Y sin pestañear giré mis ojos hasta atrapar los de ella, y mirándola sin piedad continué con mi puya al padre:

-…su hija es una puta y una guarra porque se ha portado conmigo, como una puta y como una guarra.

Y seguí así, mirándola durante todo un silencio. Hasta que desaté, al fin y para siempre mis recuerdos de aquellos hermosos ojos… Creo, que le hice un último gesto contrito al padre y rápidamente me dí la vuelta; salí de aquel rellano, arranqué mi Taunus y me fui. Nunca, había insultado así a nadie.

23-59-12-Conducir-Enojado.jpg

Tensan la ceguera y los celos, poco a poco, una especie de cuerda interior que a todos, nos convierte en un peligroso arco al punto de disparo.

…eeen fin.

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras

República idílica

Publicado el 14 de abril de 2019.

Sería chocante si no fuera trágico, ver cómo más españoles de los debidos, lerdos en historia, recuerdan con ese orgullo tonto que sólo proporciona la ignorancia, el vergonzoso episodio de la bochornosa II República Española.

Muchos, tal vez desde la miserable ceguera que provoca la ignorancia profunda, o quizá desde el odio más rancio, reivindican con ambos argumentos, un período que de haber prosperado en su día, habría acabado con la nación que hoy conocemos. Nación donde ellos mismos, quiéranlo o no, han crecido, y donde se ve que sólo pastan, se abrevan, defecan.

La República, como forma de Estado, se puede perfectamente defender sin conflictos con la democracia, el intelecto, o con la moral; pero siempre y cuando sus dirigentes y sus instituciones, actúen de forma democrática, inteligente, y moralmente aceptable.

Pero, sabed, que la infausta republiqueta que estos zombis ideológicos conmemoran, fue un período negro, abyecto y nefando en nuestra historia reciente; y que acabó, como todos sabemos que acabó. Ni más ni menos que con la peor de las contiendas posibles: una guerra civil. Guerra, que La República perdió sin remisión y sin honor.

Sin honor porque, en vez de negociar una rendición con condiciones y salvar así con dignidad al más de medio millón de españoles que tuvieron que huir, la que huyó fue La República… Sus políticos al completo huyeron como pollos sin cabeza, dejando al albur de su infortunio a millones de compatriotas que habían creído en esa república de pacotilla roja.

Y fue derrotada por infame y por vacía de razón e ideas, por la torpeza de sus dirigentes, y por la profunda injusticia que sus postulados predicaban: dictadura del proletariado, Comunismo, y odio visceral, profundo, a todo atisbo de libertades individuales.

En fin, que nos gusta eso de cagar en el mismo sitio donde comemos..

¡¡ VIVA ESPAÑA…!!

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras

Primeras herramientas

Nos hemos complicado tanto la existencia que aquí estoy yo, ahora, con el dedito pa’rriba y pa’bajo en la pantalla de mi móvil, y fíjate tú, que me ha dado por pensar ni más ni menos en cuál sería la primera herramienta que inventaríamos los humanos.

🙄😳 ¡Qué cosas…!

Como los simios somos tan tan listos, seguramente, una de las primeras herramientas que usaríamos sería un palo para sacar insectos del agujero de sus guaridas y comérnoslos… Es decir, que la primera herramienta del hombre sería, en verdad, el hambre; luego, vendría lo de la inteligencia, artificial o no, seguramente…

En origen, parece ser que fuimos vegetarianos, pero, en cuanto tuvimos demasiado éxito evolutivo y ya fuimos demasiados, tuvimos que bajar de los árboles y empezar a dispersarnos y movernos de aquí para allá, buscarnos la vida, y aprender a comernos casi cualquier cosa que encontrásemos por ahí. Así, como desde tiempo inmemorial hacen por ejemplo los chinos. Recordad, que no habíamos inventado todavía lo de la agricultura y la ganadería… Tanta hambre pasaríamos, tanta, que la primera herramienta, el primer instrumento que en verdad inventaríamos tuvo que ser, algo que tuviera filo pero para desmembrar y cortar la carne de los cadáveres que nos íbamos encontrando por ahí. El hambre, además de mucho más listos también nos hizo carnívoros, carroñeros, y hasta caníbales a veces.

Todos hemos visto imágenes de chimpancés cascando nueces golpeándolas con una piedra a modo de martillo… Y por ello, puede, que en un momento dado de nuestra Historia uno de nuestros antepasados errara el impacto contra la nuez, y por casualidad con un pedrusco de sílex o de obsidiana en la mano, se cortara con el filo de las lascas que estallaron debido al golpe fallido contra la piedra yunque… Y es muy posible que entonces, por casualidad, descubriésemos la utilidad de una cuchilla afilada cortándonos un poco la mano.

🙄😳 ¡Eureka…!

Creo que está claro entonces, que los simios en general nunca hemos disfrutado mucho dándole mordiscos a la carne cruda y sanguinolenta… Pero como el hambre nos obligó comerla, claro, la siguiente cosa que inventaríamos seguramente sería el dominio de la lumbre y el uso de la sal como forma de cocinarla y que no nos sentara como el culo; nunca mejor dicho. Descubrimos, seguramente por necesidad y por casualidad, que después de los incendios los cadáveres sabían mucho mejor… El cocinado con fuego convertía las proteínas de la carne en mucho mejor asimilables por nuestro organismo, y en algo -la carne- infinitamente más agradable de comer cuando encima le echabas sal… Además, el hábito en su consumo y el alargamiento de nuestra lactancia, está más que demostrado científicamente que hicieron aumentar el tamaño de nuestro cerebro hasta el actual.

No me negaréis que comer casi cualquier cosa cocinada a la brasa sabe muchísimo mejor que comerla cruda. ¿No…?

Pues eso: salvo excepciones…🤣😂

…eeen fin. Cosas del hambre, el filo, la lumbre y la sal.

Gracias por leerme 🙏 de verdad… 🤗

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

………..

¿Soy un loco…? 😳

Publicado el 13 de mayo de 2019

face-8685_960_720

Soy un loco si afirmo algo tan simple como que todos los españoles deberían tener, exactamente, los mismos derechos y obligaciones con independencia de dónde vivan, voten, cotizen, follen, residan, hayan nacido, parido, o se quieran morir.

bandera de españa.resized

Tengo la sensación de que me miran raro cuando -como sin complejos hacen la mayoría de británicos y japoneses, suecos u holandeses- digo preferir sin duda alguna una moderna y serena Monarquía Parlamentaria, a la primera segunda o tercera República que se saque de la chistera cualquier politicastro iluminado, al que, exhibiendo no se qué mayoría, se le ocurra semejante cosa.

Por un retrógrado me tienen si añoro Los Valores y La Ilusión de aquella España de La Transición: escarmentada y sensata, trabajadora y noble, unida, bien educada, y que con tanto esfuerzo y renuncias nos legaron nuestros padres. Aquélla España en la que crecí, en la que creí, y a la que amo.

bandera de españa.resized

Parece ser que parezco un orate ignorante al afirmar sin ambages que si cualquier otra nación poseyera nuestra historia, nuestras tierras y sus gentes; y si además hiciera gala de nuestro arte y nuestra fuerza; y si también gozara de una lengua tan rica y de un sentido del humor y de la vida tan agudo como el español; esa otra nación, reitero, sería hoy faro del mundo como otrora nosotros ya lo fuimos.

1ed4f-sistema-nervioso

Por ello debo de parecer un carcamal cultural porque con solo la fe de la lógica, creo y me atrevo a afirmar que el conocimiento y el uso de un idioma tan hermoso y versátil como el español, con tanta historia, y una influencia en un mundo de más de seiscientos millones de hispanohablantes, debería de ser un derecho y una obligación para todos los españoles. ¿No…?

799b0-susto-300x285

Un morlaco mal encornado debo de ser si a porta gayola sostengo -conste que no me gustan los toros- que la tauromaquia ha influido con hondura, durante siglos, en nuestra forma bragada de entender la vida, de afrontar el riesgo zaino de nuestro destino, o de mostrar el valor con los pies juntos pese al miedo… Y si continúo sosteniendo que además forma parte troncal de nuestra lengua, o que ha sido muleta de nuestra historia y faena de muchas de nuestras artes, soy una bestia.

cropped-lampara1

Cual fascista quedo cuando aseguro que el Estado de Las Autonomías es, sin duda, ahora mismo la principal causa de la cancerígena disgregación nacionalista que padece nuestra Nación. Y si además, clamo al cielo al afirmar que esa misma disgregación nacionalista es sin duda el principal peligro que acucia el futuro vital inmediato de nuestro País, me llaman cenizo.

bandera de españa.resized

Se ve que también soy un machista con rabo y cuernos porque en mis carnes, he sufrido esa paranoica ideología de género que, con una mera acusación de parte, discrimina, señala y segrega; predispone, acusa y hasta encarcela a la otra parte. Ni más ni menos que al ‘otro’ indefenso cincuenta por ciento de la población española… De locos.

cropped-img_20181228_194125-e1555528479638

Así, cuando a mis hijas intento inculcarles que sobre todo amen profundamente a su prójimo, o les aseguro que si quieren entender el pasado no lo juzguen con criterios de presente, me queda la duda de si no debo de ser también, un idiota.

tetas

Y es chocante por último que ahora a mis cincuenta y tantos años, parezco poco menos que un potencial asesino paranoico si reconozco, que me gusta el jamón ibérico casi tanto como mirar un buen par de tetas.

…eeen fin.

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

Murieron tres

Publicado el 24 de abril de 2019.

El revolcón de aquella bestia metálica, esparció los cuerpos de mis hermanos como las esquirlas de la desgracia de una tragedia.

Y seguía lloviendo.

Desperté aturdido; tardé, en darme cuenta de que estaba tumbado en una estrecha camilla, de aquellas de hierro y lona verde; en la parte de atrás de un furgón. Olía mal.

Oscurecía cuando sucedió. De forma borrosa y embotada solo podía percibir la penumbra raquítica, mortecina, de algún piloto encendido en el interior lúgubre de aquel vehículo. Alarmado, me di cuenta que pese a que me esforzaba, no podía enfocar mi vista con nitidez. Intenté incorporarme cuando me detuvo, en seco, la puñalada de un dolor infame que me traspasaba la cabeza.

Y recordé el golpe en la cabeza; los golpes… Como dados en un cubilete de hierro, sacudidos por una mano implacable.

Ensartado por ese dolor en mis sienes tuve que dejarme caer, lentamente, cerrando y apretando los ojos. Así, intenté evitar esa punzada que se me atornillaba en la cabeza. Encerrado en la completa oscuridad de mis párpados, de nuevo tumbado, crucé las manos descansándolas sobre el pecho y comencé a controlar mi respiración. Pretendía relajarme y aplacar tanto aquel dolor como la ansiedad y el espanto que iba cada vez más provocándome, el ir recordando lo sucedido.

Dieciocho toneladas blindadas de hierro bruto, y al menos otra por cada una de sus seis ruedas macizas, hicieron ceder aquel funesto camino de tierra por el que, en hilera, cruzábamos una pequeña vaguada. Cerrada la curva a la derecha; también el precipicio. La lluvia llevaba muchos días encargándose del sabotaje de empapar y ablandar aquella senda de mierda… Lluvia asesina, esperando emboscada nuestro paso faltal.

Maldita lluvia.

Cuando casi la mitad del monstruo metálico tenía ya sus dos primeras ruedas fuera y a salvo de la puta curva, aquel castigado camino empezó a ceder, derrumbándose, haciendo inútil la tracción del resto del acorazado. La mole comenzó a caer por la pendiente volteando sobre sí misma, retorciéndose en un doble mortal y medio macabro.

Cinco segundos y dos violentas vueltas completas para quedar de nuevo en pie, allá abajo, incólume; tambaleándose sobre sus seis poderosas ruedas… Abollado el monstruo por los tremendos golpes, reventadas y abiertas todas sus escotillas, quedó situado en medio de un caos de escupitajos humanos arrojados cual muñecos a través de aquéllas.

Un incómodo pitido zumbaba inmisericorde en el interior de mi cabeza. Apreté mi nariz y presioné, y después de notar esa descompresión que nos alivia el oído interno, pude apenas comenzar a escuchar un pandemónium de carreras, motores, gritos, lamentos, blasfemias… De fondo percibía los sonidos del crepitar de unas grandes hogueras, cuyos fulgores a través de las ventanillas pude ir distinguiendo a medida que recuperaba la nitidez de mi vista maltrecha. El retumbar doloroso de los latidos de mis sienes también fue cediendo, por lo que para pedir ayuda intenté gritar. Solo, pude emitir una especie de patinazo vocal, un extraño gallo desgañitado.

Y en ese momento me di cuenta, de que no estaba solo en aquel vehículo… Envuelto en la penumbra escuché un estertor; un intento de voz ahogada. A la vez, paralizado sentí el palpar lento de una mano en mi pierna izquierda. El susto y la impresión helaron mi alma.

— ¡Ayúdame…! Creí entender.

Me incorporé, no sin dificultad, para descubrir espantado que a mi izquierda tenía un compañero de infortunio, y que éste, estaba horriblemente aplastado de cintura para abajo. Sangre y humores borbolleaban desahuciando su cuerpo empapado. El golpear de aquella bestia, en su caída, había aplastado sus piernas, sus caderas, sus costillas; se moría desangrado, reventado, asfixiado.

Al momento, le reconocí.

Hacía poco más de un mes era para mí un completo desconocido. Ahora, me veía obligado por el destino a contemplar su muerte. Diecinueve años. La fatalidad me había convertido en la última persona de su vida; el responsable de cumplir con su deseo postrero:

— ¡Ayúdame…!

cropped-img_20181228_194125-e1555528479638

Hice el ademán de salir del vehículo con la intención de pedir esa ayuda, cuando, suavemente, agarró mi mano con toda la fuerza de su última súplica:

— ¡No, no me dejes solo…!

Me lo dijo sereno.

Unos segundos tardé, conmovido hasta el tuétano, en soltarme con mimo de esa mano y volver a tumbarme. Mi cabeza junto a la suya. Llorando en silencio, le abracé, deslizando con cuidado mi brazo izquierdo bajo su cuello. Y volví a tomar, con mi mano derecha, la suya que agarró la mía, ensangrentada.

Así, apagándose, y cogidos de la mano, empezó a susurrarme una retahíla de recuerdos ya turbios, deslavazados: varias veces mentó a su Madre; me contó de un viaje en moto con una tal Lola; dijo no se qué de Villena y de un hermano; y hasta me quiso hablar, creo, que de el mar.

Parecía no tener miedo.

cropped-img_20181228_194125-e1555528479638

Como recitando una letanía de sus cosas más queridas, fue consumiendo su hálito último tras el que soltó, con la languidez del óbito, mi mano.

– Gracias… Le oí.

Y gracias a ti Romerita.

muerte en las hurdes

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras

.

Voy a morir dentro de un mes

Publicado el 2 de abril de 2019

Es seguro…

Es una certeza matemática. Así me lo han dicho. Es siempre ésta una mierda de noticia, y claro, llevo varios días rumiando la idea de desaparecer, de irme; de tener que irme.

Pareciera que la vida siempre ha transcurrido como girando pero en espiral, atrapada en el inexplicable remolino de una especie de desagüe de tiempo. La vida formando parte del material caótico de un extraño torbellino. Vorágine a cuyo centro, inexorablemente nos acercamos con cada devenir de ese girar. Tal vez, la llegada de la muerte consista sólo, en el transcurrir de un último giro.

Puede que por eso el tiempo de nuestra niñez nos parezca que transcurría lento, porque girábamos todavía por el amplio exterior del torbellino. Pero poco a poco y como cayendo, imperceptiblemente el tiempo se aceleró al reducirse el diámetro de la espiral de nuestros giros… Es un hecho que con el paso de los años la sensación del tiempo se nos acorta, corre más, mucho más aprisa.

A todos nos espanta el vértigo de la muerte; el sólo pensarla. Su sóla idea. Su llegada implacable, irremediable, ineludible… Aterra el sólo imaginarnos, desvalidos girando y rodando zarandeados y atrapados sin remedio en ese oscuro remolino. Torbellino que al desatarse y girar fuera de nuestro control consume en su vorágine centrípeta, el alma de todo aquéllo cuanto fuimos, las experiencias de todo aquéllo que recordamos, y absolutamente todas aquellas cosas que alguna vez creímos poseer… Rumbo al vacío, o tal vez no, en sólo un momento nos engulle y somos arrastrados sin remedio directos al frío eterno de un vórtice negro.

Y nada más, se acabó. Todo.

Así, de sopetón. ¿Da miedo no…?

Sólo me asusta el hecho de que no sé si tengo que prepararme de alguna manera. Mis hijas, mi amor, mis padres tan viejos; mis amigos, mi hermana; proyectos… Tengo, me he dado cuenta, muchas cosas por hacer pendientes todavía. Perdones que no he pedido por traiciones secretas que no he purgado. Te quieros no dichos clavados como remordimientos en el alma. Cadáveres enterados en cunetas de caminos secretos y tormentosos. Deudas por pagar… Pecados y confesiones; llantos y risas; valores y miedos.

Por otro lado solo tengo un mes para… ¿para qué…?

Correr, saltar, follar, comer, llorar, reír, gozar, viajar, amar, beber, regresar, fumar, marcharse, acariciar, quedarse, imaginar, conseguir, esperar.

Parece ser que he de darme prisa… Un colapso o un infarto, quizá un ictus o un enfisema; tal vez, una mala mierda de mis tripas en forma de cáncer de colon va a acabar conmigo, seguro… En un mes.

Lo que no sé es si será este abril o en un enero, en un julio, o quizá a mediados de un septiembre cualquiera… Tampoco sé de qué año, si éste o el próximo tal vez, ¿dentro de cinco quizás…?

¿Quién sabe cuándo daremos la última vuelta de nuestro torbellino vital…?

Sólo sé al igual que tú lector que me voy a morir dentro de un mes, seguro… Lo que no sabemos es de qué año.

Una certeza matemática.

¿Y ahora, qué hacemos…? 🙄😳

Menandro. Comediógrafo griego:

«Comamos, bebamos, que mañana moriremos…»

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

Jorge, la regla y la Maestra

Publicado el 8 de marzo de 2019.

Mil novecientos setenta y siete, o setenta y ocho… Aquella mañana hacía frío; primeros de octubre. Eran los inicios del curso y la Maestra traía ese día un humor de perros; algo raro seguro le pasaba. Huraña, como dolorida o descompuesta y muy muy arisca. Nos reprendía con una acritud inusitada, tan solo, porque algunos traíamos no sé qué tareas sin hacer… Así, decidió por ello y se dispuso, a administrarnos aquel correctivo tan típico de la época. El primero del curso.

Éramos cinco; nos levantamos en silencio y formamos una hilera; dóciles, estiramos al frente el brazo derecho girando la palma de la mano hacia arriba; y resignados, esperamos casi temblando el golpe y la quemazón de un buen reglazo.

Parece ser que Jorge al vernos, por imitación y seguramente creyendo que aquello era algún tipo de juego, se levantó también de su pupitre y muy divertido se colocó el primero de la hilera por la izquierda justo a mi lado, remedando nuestra postura con el brazo derecho extendido con la palma de la mano girada hacia arriba. Pero él, sonriendo…

Solo un momento antes la profesora se había girado, dándonos la espalda para coger de la mesa aquella temible regla de madera. Y debido seguramente a esa desazón personal en la que se encontraba, se ve, que no se dio cuenta de la incorporación inesperada de Jorge a esa hilera de justiciables esperando castigo.

Tenía la pobre, sin duda, una mala mañana.

Todavía de espaldas y algo teatrera, alzó con ademán brusco aquella regla; después, se giró hacia nosotros, despacio… Pero lo hizo sin mirarnos directamente, con ojos gachos, como contritos. Mirada esquiva o avergonzada, fija tan sólo, en esa primera mano de aquella hilera de manos anónimas… Seguramente no se sentiría bien mirando a la cara de sus reos en el preciso momento de ajusticiarlos.

Se oyeron entonces tres sonidos casi simultáneos: el chasquido seco del reglazo contra aquella primera mano abierta, la de Jorge; inmediatamente una palabrota y un gruñido; y finalmente solo se oían los espantosos aullidos de dolor de la Maestra al recibir como respuesta instantánea a su reglazo, el tremendo patadón en la espinilla que cual resorte, Jorge le propinó con aquellas temibles y enormes botas reforzadas que siempre usaba.

Patadón aquél que quebró su tibia, y la hizo caer como se desploma un árbol talado tras el último y definitivo hachazo.

… 🙄😳

Se le veía feliz viniendo por fin al colegio, puntual como un reloj y con aquella destartalada cartera de cuero cobrizo. En ella atesoraba su almuerzo, algunos lápices de colores mordidos y gastados, y un ajado cuaderno maltratado, garabateado y grasiento. Grasiento, porque tenía la obsesiva costumbre de almorzar siempre lo mismo: un bocadillo, su favorito, con abundante aceite de oliva y chocolate en polvo… No existía nada parecido a la nocilla en aquella época.

Se había ganado por méritos propios, el que le considerásemos uno más, uno de los nuestros. Era un niño enorme para su edad, más de setenta kilos y muy fuerte; su aspecto, algo osco, realmente imponía. Pero era sin embargo muy cariñoso, obediente, y tenía la empatía y el sentido común suficientes para portarse de manera más que correcta en clase; mejor que muchos otros que no éramos de su condición.

A los nueve años sus padres y profesores tuvieron la audacia en aquellos tiempos, de acordar que, por su bien, Jorge asistiese normalmente al colegio con la chavalería de su edad. A los niños como él simplemente se los ocultaba, enclaustrándolos en el oprobio de sus familias y en el silencio de sus casas; seguro que con la buena intención de protegerles del mundo exterior, pero condenándolos sin remisión al vacío de una vida castrada, sin estímulos ni amigos.

… 🙄😳

Jorge no entendía nada; era la primera vez que le habían disciplinado en el colegio. Estaba asustado por el reglazo, por la patada, por la sangre y los gritos; por los otros maestros entrando alarmados en tromba; por las expresiones de pavor en nuestras caras debido a tamaño suceso.

Gritos, llantos, carreras.

Recuerdo que intenté calmarlo hablándole conciliador, y pasándole amistoso desde atrás mi brazo sobre sus hombros. Desorientado, sin mirarme y creyéndose amenazado, braceó bruscamente para zafarse de ese abrazo golpeándome sin querer en la cara… Caído en el suelo yo también, empecé a sangrar profusamente por la nariz.

Al girarse, reconocerme y darse cuenta de mi estado, agarrándome con suavidad de los brazos y sin esfuerzo me levantó con sumo cuidado.

Miró mis ojos con una expresión asustada; de disculpa diría. Yo, vi lágrimas asomando en los suyos. Y sin dejar de mirarme, espantado por la hemorragia que manchaba mi cara y mis ropas rompió a llorar. Pero lo hizo en un completo silencio, no emitía suspiro, queja o sonido alguno. Sólo unas leves muecas quebradas en su cara y el rastro de los carriles húmedos de sus lágrimas, evidenciaban ese llanto mudo, tan sentido.

– ¡Perdona amigo! ¡Perdona amigo! ¡Perdona amigo…! Me repetía.

Éramos vecinos; apenas a doscientos metros vivíamos el uno del otro.

De repente me abrazó de lado con toda la firmeza de su brazo derecho, y con un leve empujoncito pero que no admitía oposición alguna, comenzamos a caminar buscando la puerta de salida del colegio ignorando, o empujando, a todo aquél que pretendiese impedírnoslo.

– ¡A tu casa! ¡A tu casa! ¡A tu casa!

Al escabullirnos de clase trompicando en medio de la confusión, vimos a la Maestra tirada en el suelo sangrando por una tremenda herida contusa y con la pierna deformada por la rotura. Chillaba la pobre, retorciéndose de dolor, a la vez que desesperada pedía auxilio a los otros profesores que en ese momento la asistían. Tenía la falda grotescamente remangada por la caída.

No podía saberlo entonces pero, en ese momento, descubrí la causa de su humor de perros cuando, mirándole las bragas, extrañado, vi esa mancha marrón oscura que como empapaba aquel triángulo blanco de su entrepierna.

Todo un misterio para mis ocho años.

Finalmente, trastabillando, pero abrazados y casi al paso, pudimos salir del colegio… Jorge parecía un jugador de rugby placando y apartando bruscamente con su potente brazo izquierdo, a todo aquél que osó interponerse frente a su resuelta intención de llevarme a toda costa, indemne a mi casa.

Y lo consiguió.

Gracias Jorge; que sepas que no lo he olvidado…

Me libraste de aquel primer reglazo, y me acompañaste hasta el final.

…eeen fin.

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras

el dentista…

Publicado el 28 de febrero de 2019.

Ese tercer pinchazo sí me dolió; en el paladar; ya me lo había advertido. Más que tumbado volcado; casi cabeza abajo aunque boca arriba en aquel sillón albino… Mi carrillo izquierdo estirado con ahínco y mis manos crispadas, agarrándose al miedo; el resto de mi cuerpo contorsionado retorcido y rígido.

Una lágrima diríase contenida, solitaria, asomó tímidamente por la comisura exterior de mi párpado derecho; se deslizaba lenta, como buscando recogerse en el cuenco de mi oreja. No sé cuál sería la razón de aquella lágrima, si el dolorcito picante de aquel último pinchazo, tal vez los nervios, quizá la tensión muscular, o seguramente el puro miedo… Tampoco sé, si alguien se dio cuenta de tan minúsculo detalle.

Mis ojos decidieron no abrirse, eludiendo el asistir al truculento espectáculo de ver manos introduciendo artefactos espantosos en mi boca; los mantuve cerrados encomendándome a aquéllas. Manos duchas, que trajinaban con pericia la mitad inerme de mi cara como harían con una vulgar carrillera de chancho. Carne y hueso, insensibles a los agresivos manejos de aquellas manos que abrían cinco centímetros en canal mi encía superior izquierda, para luego introducir tres tornillos metálicos en no sé qué parte de mi hueso maxilar… Ufff… Todavía me mareo casi, incluso al escribirlo.

Tengo cincuenta y dos años y no puedo evitarlo, es un pánico irracional, instintivo, real para mí; cuasi infantil lo reconozco; canguelo puro, puro miedo. Un miedo estéril; lo sé…

Hoy los dentistas no provocan dolor, y es evidente que desde siempre han contribuido a aliviar precisamente uno de los peores, de los más implacables.

La humanidad ha recurrido a los mañosos sacamuelas desde tiempo inmemorial. Suplicantes, atormentados y hasta enloquecidos nos sometíamos a ese dolor supremo insoportable pero momentáneo, de arrancarte en vivo del tirón un diente o una muela. Todo fuere con tal de terminar aunque de cuajo, con la convivencia junto un verdadero suplicio, con un calvario de dolor tirano, constante y mucho más insoportable… O te sacabas la muela o reventabas, inevitablemente; tarde o temprano.

Con los ojos apretados preferí no imaginarme siquiera, esa especie de berbiquí con el que sentía taladrar pareciera que toda mi testuz… Oía su giro eléctrico; notaba la presión suave pero implacable de aquella broca sobre mi maxilar superior izquierdo, girando lenta, horadando, penetrándome poco a poco. Sentía su vibración hasta en los huesos del interior de la oquedad cóncava de mi cráneo, haciendo reverberar mi cabeza entera como una campana sorda.

Mi pánico se desbocó cuando al borde de la contractura, y al retorcerme solo un poco intentando aliviar la rigidez de mi postura, el dentista, con voz alta, imperativo y tajante me advirtió que en ese preciso momento no me moviese si quiera un ápice. Noté al galeno conteniendo la respiración, parece ser que por lo trascendente de la faena que le acuciaba en ese instante… Sólo se oía de vez en cuando un pitido como apagado, tras el que se olía un leve pero desagradable tufo a algo quemado...

En semejante trance intenté evadirme nuevamente. Y rememoré una de mis citas con el dentista en la que, con tal de no ir solo, llegué incluso a hacerme acompañar por la mayor de mis hijas de tan solo cinco años… Recuerdo a la pobre, que en su papel de cuidadora, no paraba de intentar calmar mi miedo acariciando tiernamente mi cara y mi pelo con sus manitas, mientras no dejaba de hablarme dándome docenas de sensatas razones para calmarme… Cuando al fin me llamaron a consulta no consintió el separarse de mí ni un solo momento, y se empecinó como una jabata en situarse todo el tiempo a mi lado, junto al sillón del dentista: «por si mi papá llora, o algo…»

También recordé escarmentado que, hace ya muuuchos años en una de las pocas ocasiones en que mi dentista Don Fernando me veía por su consulta, y como buen argentino socarrón y corrosivo, sentenciando, me dijo aquéllo de:

Antooonio, vos habés tenido hasta ahora mucha suerte con esa boooca. ¿Pero la querés para comer o para guardar el auto…?

😂🤣

Además, no dejéis de ir al dentista ‘por la cuenta’ que os trae.

…eeen fin. 😳🙄😂🤣

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras

.

El Buey y el tocino de cielo

Publicado el 19 de febrero de 2019.

Resultó una excelente cena, de lo más coqueta y sin mucho aspaviento culinario; sencilla… El pulpo, diríase estofado, acomodaba su sabor maravillosamente rodeado de unos sedosos corazones de alcachofa, cuidadosamente perfumados con especias y confitados hasta el deleite. Mi entrecot, maduro, magistral como siempre, hizo justicia y merecer la altura de la fama del local… Y por último, el rodaballo mimado al horno que Manuela pidió, también resultó mullido y perfecto para lo sibarita de la comensal.

Peeero, fue en los postres…

Sin dudarlo, al oír la sugerencia de Pilar elegí el tocino de cielo ignorando el resto de las excelencias del abanico de postres. Pero, al instante, me percaté del leve guiño renuente de Manuela desaprobando discretamente mi elección… Por ello, como mi intención era la de compartir el postre, cambié mi ilusionada elección inicial por otra más mundana y más acorde a su gusto: helado de turrón. ¿Qué se le va a hacer…?

– Muy bien: helado de turrón. En seguida…

¡Ay, el destino…! Agradezco la conjura de casualidades que produjo una tan maravillosa carambola… El caso es que Pilar de manera providencial se equivocó, y por bendito error, trajo a la mesa mi elección primera: el tocino de cielo. Tras un momento de duda y el cruce de una mirada indulgente y comprensiva con Manuela, decidí, que no iba a hacerles el desaire ni causarles la molestia de que me cambiasen el plato. Ese error parecía como una señal, insistente, de que quizás, no debía de irme sin probar ese postre.

Y ahí empezó todo… Un carrusel de olvidos infantiles me embistió desde la primera cucharada, como a Antón Ego en la maravillosa película de Ratatouille… Pareció como que una puerta, en algún recóndito zaquizamí de mi memoria instintiva, se abriese. Recovecos íntimos repletos de borrosos recuerdos; lugares donde guardamos casi como tesoros olvidados, rastros de antiguos olores y sabores perdidos; quizá también aquellos besos que no dimos; y seguro que ciertos ánimos añorados, precisamente también por perdidos.

Y de entre esas memorias rescatadas distinguí a mi madre, guardando como oro en paño aquellas yemas de huevo sobrantes después de elaborar sólo con las claras, los níveos merengues batidos de sus celebradas, legendarias y ahora añoradas tortadas de novia… La rememoré, remangada y ataviada con aquel entrañable delantal raído, heredado, de pequeños cuadros blanquinegros; siempre espolvoreada de harina, de canela, polvo de chocolate o de azúcar glas. Sus manos diestras empalagadas hasta los codos de pegotes de masas palpitantes, de chorreones de confites y merengues.

A los pocos días y con solo el rechazo de aquellas cándidas yemas, únicamente azúcar y el punto de cocción, creaba mi madre una ambrosía realmente excelsa y sublime: el tocino de cielo.

De las volutas de mi memoria rescaté, incluso, aquel ‘toque secreto’ que convertía ese dulce de yema de mi madre en el mejor que yo haya probado nunca. Me vi, a fuego lento, removiendo parsimonioso aquella mixtura olorosa, hasta que ella misma sentenciaba el punto justo de cocción.

Cucharadas lentas de tan delicado colofón de yema. Suavidad como de besos golosos y melosos, exquisitos. Textura suave pero densa, como de dulce nube espesa. Sabor prístino, solo a huevo y caramelo… Sorpresa de almendra tostada al fondo.

Aquel baile de sentidos y recuerdos, hicieron de mi cena un rato realmente maravilloso… Y un buen whisky al final.

Gracias Pilar. Y gracias Moisés.

Y gracias… Manuela. 💕💞💕

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

Mérida

Yo no entendía el por qué de Mérida hasta que me fui acercando a ella lentamente, con mi señora de la mano. Y creo, veo, que me he enamorado de Mérida… ¡A ver, qué le digo yo ahora a mi señora…!

¿Qué coño hacían los romanos tan lejos de Roma…? Cuando llegaran por vez primera a los parajes primigenios de la actual Mérida, casi seguro, que lo harían navegando subiendo o bajando por las aguas del Guadiana… El Guadiana, río que es a la vez puerta de entrada y razón de ser de Mérida.

¡Qué maravilla Emerita Augusta...!

Acabo de visitarla por vez primera y he llegado a la conclusión de que yo era un tonto, que creía saber algo del mundo y su Historia pero que nunca había visitado Mérida… Tampoco he ido nunca a Egipto, ni a Roma, ni a Grecia aunque sí a Francia, al Reino Unido, también a Alemania, y a Portugal y a la República Checa…

eeen fin.

Nada que ver con la joya de la antigua capital de La Lusitania, una de las tres provincias romanas de la península Ibérica. No había cosa que hubiera en Roma que no se repitiera también pero a otra escala en la coqueta Emerita Augusta… Ésta, era como un precioso calco en pequeño, un hermoso reflejo de aquélla en las aguas del Guadiana. Río, puente, circo, anfiteatro y teatro, pórtico, foro, acueducto, templos y alcantarillas… Todo ello no me negaréis que muy pero que muy romano.

En medio de una nada verde preciosa, extrema y dura, se yerguía un vergel en lo alto de una suave y pequeña planicie sinuosa. Aprovechando esas curvas del terreno los romanos tan listos ellos, situaron en lo más alto las gradas de su anfiteatro y las de su teatro, y así, conforme iban bajando a la ciudad los ciudadanos después del espectáculo se iban dando cuenta de quiénes eran… Reflexionando.

Entramos en Mérida en sentido contrario al de cómo lo hicieron seguramente los romanos desde el río… Llegué desde atrás, por el este, y lo primero que vimos fueron las ruinas del Circo Hipódromo Romano y su medio kilómetro de largo por más de cien metros de ancho. El terreno equivalente a cinco campos de fútbol actuales, rodeados de gradas que tendrían diez metros de altura, y que me imaginé llenas de lusitanoromanos chillando como locos… Quedé realmente impresionado por las dimensiones de aquellas piedras que tanto hablaban de nosotros.

La vía de entrada me obligó a dejar el coche fuera del perímetro de la ciudad romana, pero lo dejamos lo suficientemente cerca como para andando y dando rodeos durante cuatro cinco o seis kilómetros, recorrérnosla toda. Tuvimos suerte.

Cuando entras a Mérida por el Puente Romano, te recibe la hoy Alcazaba árabe donde hay un pozo vital para la ciudad, conectado con el Guadiana porque filtra sus aguas… Luego, si sigues subiendo sin abandonar la misma vía que crea el puente, llegas, dejándolo a tu izquierda y sin palabras al impresionante templo de Diana… Más tarde, ascendiendo por la vía suavemente también dejas a tu izquierda el Foro y su Pórtico. Y si sigues ascendiendo, culturalmente, subes el pequeño repecho hasta el anfiteatro y el teatro, donde los que luchaban o actuaban eran realmente humanos y animales…

Pero lo más maravilloso de los romanos en Mérida fue que junto al espectáculo brutal y sangriento del Anfiteatro, justo al lado, situaron el del Teatro… ¡Por los Dioses, qué maravilla de metáfora…! Después de la muerte la vida. ¡Qué sabios…!

Eso de que los godos, luego los moros, y más tarde los cristianos y ahora mismo nosotros, nos asombremos tanto al ver sus mármoles de hace ya más de dos mil años será por algo, digo yo.

Algo tendrá el agua, cuando la bendicen…

Gracias por leerme 🙏

Caballero español

Don Quijote exclamando: “¡de lo que más necesitado está el Mundo es de Caballeros Andantes…!»

El caballero español, en esencia, se conforma de los siguientes elementos:

–Grandeza, contra Mezquindad:

Es decir, el dar sin dudar mayor valor a lo que se es, que a lo que se tiene. El caballero español cultiva la grandeza porque desprecia el apego grosero a las cosas, ya que su alma aspira a una Trascendencia y Libertad que no pueden reducirse a lo meramente terrenal. El Escorial por ejemplo, es pura grandeza pobre, grandeza austera de muebles castellanos y murallas.

–Arrojo, contra timidez:

Valentía, paso al frente, gusto por mezclarse con la vida y con la gente, sin miedo a la muerte ni al peligro, ni a la pobreza o la escasez, ni a la aventura. Por que lo que le sostiene es una idea, un ideal de sí, de su propia dignidad, dignidad frente a la cual la vida no es sino un viaje lleno de cosas efímeras de las que no puedes sino beber despreocupado, sin apego mundano, valientemente…

–Altivez, contra servilismo:

Orgullo de su propio camino, de su “ley interior” que es la única frente a la que responde. Porque se precia de ser, más que de poseer; y mira con desdén todo lo que no es sino vano oropel, y todo lo que no es sino servil sometimiento a “la ley falsa del Oro…»

–Más pálpito que cálculo:

¿Se imagina álguien a los Conquistadores calculando como vulgares business men las posibilidades reales de la conquista de Méjico o el Perú…? El español no es así… El Caballero español no hace cuentas como un prestamista holandés, más bien le basta con que su corazón le mande ejecutar una acción; que su gusto por hacer su propio camino como ventura, le llame a hacer lo que cree que debe hacer. Obedeciendo los dictados de su corazón sin dudar ni calcular.

–Culto al Honor:

Es la estimación que el Caballero Español hace, de la forja de su propia personalidad independientemente de lo mera y groseramente terrenal, lo que le lleva a un culto casi religioso por el Honor. Honor que en España se vive como afán y propósito de vivir sin tacha, de poder siendo rico o pobre, venturoso o miserable, mirar a cualquiera a los ojos y sostenerle la mirada. Por que nada, nada de nada, en el ámbito de la nobleza del alma, se le pueda echar en cara.

–Culto a la Personalidad:

El español se siente sujeto de la Historia Universal, no mero convidado de piedra. Sabe que el camino que se recorre en la existencia humana lo hacemos nosotros mismos con la ayuda de la Providencia, y que no somos sino fruto de las fuerzas ciegas de la economía, la naturaleza, el fatalismo de unos dioses crueles, o el determinismo de un universo mecánico y racionalista. La personalidad se cultiva y se trabaja, y de ella se deriva nuestro andar por este mundo, no como inercia, sino como fruto maduro de nuestra búsqueda.

–Vida pública y Vida privada:

El español prioriza aquello que ocurre en su vida privada, en la vida que se hace de relaciones de tú a tú, de persona real a persona real, sin notarías, comisarías, ni urnas de por medio. En aquéllo que configura su universo de relaciones personales por palabra, compromiso, camaradería o rivalidad. Pero sin instituciones, contratos, abogados o políticos. Anteponiendo el Honor a la juridicidad, la convivencia real, incluso a la democracia y la burocracia.

–Presencia de la Muerte:

El español vive en presencia de la Muerte, no la teme, tampoco la adora. Antes bien se acerca a ella con desafío, como prueba de que hay en su alma algo más que mera vida. La existencia terrena no es así sino tránsito y prueba, y la muerte, el momento decisivo en el que demostrar que se vivió con Grandeza y sin apego. Con una dignidad irreductible al miedo a la muerte y al regodeo mundano.

–Anhelo de Eternidad:

“Muero porque no muero…” el caballero quisiera estar ya en la Gloria Eterna. Si debe partir lo hace sin mirar atrás, como si supiera que la patria de su alma esta en los cielos y que allí, habiendo demostrado que podía estar en esta vida sin olvidar las alturas, se le espera… Siente así la necesidad de demostrarse a sí mismo que su Libertad, no se somete al apego terrenal, y que su Dignidad, inalienable, es tal porque no es de “este Mundo” sino «de Otro…»

LA HISPANIDAD Y EL CABALLERO ESPAÑOL

Publicado en 09/04/2019 en España por Gonzalo Rodríguez

Enlace con el artículo original:

LA HISPANIDAD Y EL CABALLERO ESPAÑOL

De la tierra a la luna…

Publicado el 3 de febrero de 2019.

A ciento cuarenta, noté una anomalía en el empuje del motor tras el que oí un pitido; de repente, una brusca caída de potencia. Me había quedado sin aceleración, sin reprise. Había bajado a cien kilómetros por hora pese a que pisaba a fondo el acelerador… Trasteando alarmado los botones del salpicadero y del volante descubrí que, al menos, podía controlar la velocidad fijándola con el regulador electrónico; pero sólo a cien o ciento diez como mucho.

Preocupado, aminorando aunque sin detener la marcha, comprobé minucioso el funcionamiento del resto de los elementos críticos del vehículo… No era mal síntoma el que los sonidos y rumores del motor fuesen normales; los niveles de la temperatura o del aceite tampoco planteaban problema alguno; la batería y el sistema eléctrico funcionaban con aparente normalidad; también la dirección y los frenos. Mi diagnóstico -experimentado aunque dudoso ya que no soy mecánico- concluyó que seguramente debía de ser un problema de los inyectores del combustible. Y solo por eso, sabia yo que no se rompía un coche.

Llevaba unos doscientos kilómetros desde que salí de Villafranca del Bierzo y estaba a casi otros doscientos de Madrid; por lo que hasta mi casa quedaban como seiscientos más. Ochocientos kilómetros del tirón y no había hecho ni una parada… Aquella mañana, extrañamente, se me había ocurrido llenar hasta los topes el depósito.

Era tan solo un chivato en rojo: STOP. No estaba seguro de si parar o no el motor cuando en ese instante me vino a la cabeza, una experiencia que tuve con mi ya legendario Seat 131 Supermirafiori 1430.

Os cuento:

Camino a Valencia en aquel coche, estaba ya a unos ochenta kilómetros de casa cuando, bruscamente, en el leve repecho de una solitaria carretera nacional me espantó el sonido de un fuerte impacto, como un estampido metálico, pareceríase a un disparo. Aferrado al volante, también sentí en mis manos la violenta vibración de aquel impacto; como en el motor, un martillazo; como si hubiese golpeado con una piedra en medio de la carretera, o más bien con algo metálico… Pero estaba seguro de no haber chocado con nada.

A partir de ese momento aquel motor herido de muerte, comenzó a aullar un lamento en forma de chirrido agudo y metálico; chirrido que se tornaba insoportable al intentar acelerarlo tan solo un poco… Pero no se paraba el jodido.

En aquella época los seguros no funcionaban como ahora. Ni soñábamos con teléfonos móviles o grúas disponibles veinticuatro horas. Si tenías una avería tenías que buscarte la vida y pedir, de una manera u otra, la ayuda de algún paisano. Quedarte tirado con una carriola segunda mano como la mía, e intentar transportarla y repararla, podía costarte más caro que comprar otro coche similar. Y yo, ya sabía que mi coche estaba del todo desahuciado.

Por ello, antes que quedarme tirado ‘tan lejos’ decidí darme la vuelta y deshacer los ochenta kilómetros hasta mi casa.

Mi coche y yo, lenta y trabajosamente, nos arrastrábamos apenas a treinta por hora por aquella carretera encrespada y sinuosa. Era casi imposible acelerar; sólo podía aprovechar en primera o en segunda marcha, alguna cuesta abajo, y el leve empuje del ralentí agónico de aquel sacrificado motor… Finalmente, poco a poco, los niveles de la temperatura y del aceite fueron saltando por los aires.

Casi tres horas tardé en arrostrar mi coche, ya fúnebre, al taller; lugar donde solo pudieron certificar su heroica defunción. Mi mecánico no podía creer que tras ochenta kilómetros agónicos, aquel vehículo me hubiera traído de vuelta, indemne, sacrificando hasta la última gota de sus vitales fluidos lubricantes. Una biela ajada y torcida había destrozado no se yo qué parte vital de ese motor ahora desangrado e inerme… Pero me había traído el jodido.

El caso es que al motor de mi viejo coche lo sacrifiqué yo, parándolo para siempre en aquel taller, a poco más de cien metros de la puerta de mi casa.

Aquel recuerdo determinó mi decisión de no parar tampoco ahora el motor de mi Renault. Tenía que llevarme también a mi casa; pero aquel chivato imperativo mantenía su orden: STOP.

Seguí mi instinto; y mantuve el motor encendido y vivo, tomando la determinación de permanecer atento a cualquier alerta de fallo grave que pudiera truncar definitivamente mi perentorio viaje de vuelta.

Al menos seis horas más, del tirón, mantuve la tensión de tan inolvidable viaje de vuelta hasta que ya frente la puerta de mi casa, y cual jinete que palmea agradecido el cuello de su caballo tras un gran esfuerzo, me sorprendí dando unas palmaditas cariñosas en el salpicadero mi coche: ¡Buen chico…! creo que dije.

Apagué el motor.

Al día siguiente, cuando lo arranqué de nuevo comprobé que había desaparecido todo rastro de avería o problema alguno; como un reloj… Ciento treinta caballos y casi intactos todavía.

Confieso que le he tomado cariño a mi coche y he hecho un pacto con él:

«Si él no me lleva al taller yo no lo llevo al rastro…»

Trescientos ochenta y cuatro mil kilómetros, y ninguna avería mecánica reseñable.

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras

nos queremos, y mucho…

Publicado el 19 de diciembre de 2018.

Somos cumbre en el mundo a la hora de donar y trasplantar corazones, riñones, o partes de nuestro hígado; y hasta dolorosos trozos literales de nuestra propia médula. Somos solidarios hasta el exceso en algunas ocasiones; nuestros bomberos, policías y guardias civiles, y nuestra UME, son ejemplo sin duda para el mundo. Como colectivo, los españoles somos capaces de dar casi todo lo nuestro; casi todo… Compartimos gustosos nuestras casas, nuestra comida, nuestros paisajes, nuestro sentido del humor.

Nos queremos, los españoles nos queremos. Sabemos acoger, dar asilo y amar al prójimo.

Por eso nos han engañado unos gañanes, pero nos han engañado los nuestros; nuestros propios gañanes.

Tenéis que reconocerlo, aceptarlo. España nunca invadió a España; nadie de fuera nos roba. Nadie nos odia, y no somos diferentes ni especiales en nada. Tan solo somos vascos, de Cuenca o catalanes, y como el resto de españoles somos bragados aunque rebañudos por provincianos; también un poco incultos, y para nuestra común desgracia fácilmente manejables aunque no dóciles… Tal, si os fijáis, como podrían ser andaluces y gallegos, murcianos, riojanos o aragoneses.

Los españoles nos queremos, mucho, y desde hace mucho… Desde hace siglos la tempestad de la Historia, pese a sus embates y resacas, nos ha mantenido siempre juntos y a flote; en una nave, a bordo de la que a veces en fiera tempestad y otras en calma, unidos, hemos navegado a través de océanos de tiempo proceloso hasta el hoy, nuestro presente.

Esa nave común es España, y quizás el barco esté algo averiado por el «mal del tiempo…» Puede, que ajadas por la insidia, crujan sus centenarias cuadernas con lastimoso quejido al soportar, heroicas como siempre, el peso de nuestros pecados como Nación… ¿Pero vamos a dejar que esas venerables cuadernas que nos han sostenido como Pueblo, terminen de pudrirse en el légamo de la patraña, del odio, de la ideología o de aquella insidiosa Leyenda Negra..?

¿Vamos a consentir sin lucha, tornar nuestro barco heroico en pecio hundido…?

¿Dónde está el amor por el pasado, dónde el respeto…? ¿Dónde, el sano orgullo que hace de la Madre un sagrado y de la Patria un honor, un hogar y un vecindario; siempre un regreso…? No sé de otro lugar al que ir o al que volver, salvo a España… Con mi Madre.

Recuerdo mis viajes hace treinta años… cuando España era mía. Y era de verdad mía porque cada parada era un hogar; y cada petición de ayuda era, en verdad una deuda contraída.

Recuerdo, que regresábamos cuando, al reparar en aquel hermoso paisaje orensano, de repente di un volantazo y paré el coche… Salvo para poco más que la gasolina necesaria para volver, no nos quedaba dinero para continuar nuestro viaje; pero sí nos sobraban ganas y dos días, que no estábamos dispuestos a desperdiciar. Era un prado idílico, precioso y verde hasta doler… Inocentes, plantamos la tienda en medio de aquellos pastos. Éramos inmunes a nuestra inmediata indigencia debido al ánimo henchido ante tan prodigioso paisaje… Ya comeríamos.

La tarde pasó tranquila leyendo y fumando y charlando, hasta que aquella vaca irrumpió parsimoniosa en medio del prado. Al salir, espantados y casi envueltos en nuestra propia tienda vimos venir lentamente a nuestro encuentro un anciano, de esos venerables, como de postal típica, con boina calada hasta las cejas, y pidiéndonos disculpas en un gallego adorable que nos tranquilizó al instante.

La vaca pastaba tranquila, y nosotros podíamos quedarnos en medio de aquel prado el tiempo que nos diera la gana.

Pasábamos aquella hermosa tarde en nuestras cosas, hasta que la quebrada pero cantarina voz del anciano de la vaca nos llamó para que saliésemos una vez más de la tienda… Traía el hombre un capazo de esparto cubierto con una coqueta servilleta rojiblanca de tela a cuadros, y venía con la intención de regalarnos una botella de dos litros de coca-cola llena de leche recién ordeñada. También, nos obsequiaba el paisano una de aquellas fiambreras antiguas de aluminio, con casi medio kilo de miel en un bote de cristal y un irresistible queso fresco casero. Finalmente, de una bolsa de tela que también portaba en el capazo, sacó una hermosa hogaza de pan tibio con un mullido dorado e irresistible aspecto de ensaimada mallorquina gigante.

Viandas aquéllas humildes pero sublimes, que nos abrigaron el estómago esa noche; y al día siguiente despertaron con su recuerdo el desayuno, solucionaron la comida, y hasta aliviaron la cena de nuestro inevitable viaje de vuelta.

Aquel buen hombre nos conmovió hasta el tuétano, con esa hospitalidad natural de vecino bien nacido.

Podríamos preguntar a cualquier español de bien -y que como tal se reconozca- si detesta, repudia o margina, a los vascos o a los de Ceuta; si quizá odia a catalanes o extremeños; y si no soporta a los portugueses, o tal vez a los canarios.

Sería esto una estupidez contra natura, ya que somos el fruto de una bella mixtura de sangres, historias y razas… Fuimos creadores de un mestizaje sincero de espíritus, religiones y almas. Y desde hace mucho, juntos hemos convivido, con un torbellino de dudas existenciales como Pueblo.

Valores, Historia e idiosincrasia, que hacen de los españoles una sociedad ya escaldada de odios rancios, generosa en solidaridades, y hambrienta de verdadero futuro juntos.

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras

EL VIRUS

Publicado el 25 de octubre de 2018.

He tenido un episodio chocante con mi tableta. La otra noche se me coló un chino, y me bloqueó completamente el dichoso aparato. Nunca me había pasado algo así, nunca… De hecho, presumo de ser un friki con estos aparatitos tecnológicos porque rara vez se resisten a alguno de mis manejos.

El caso es que instalé una simple aplicación de limpieza; completamente segura creía yo al haberla usado ya en otros dispositivos. Al momento de ejecutarla se abrió con total normalidad… Peeero, ya no hubo manera alguna de cerrarla. Aquel cachivache estaba completamente colgado.

Apreté todos los botones posibles, por separado y simultáneamente, unos y otros… También una y otra vez saqué la tarjeta SIM afanosamente, unas veces con la lengua fuera y otras sin ella… Probé, repetidas veces, a pinchar en ese agujerito diminuto y fantástico que todo lo soluciona… Ni de coña.

Insisto en el detalle de que soy bastante ducho en el manejo de estos chismes, por lo que muy extrañado me di cuenta que no podía siquiera apagarlo… No respondía en forma alguna.

Rendido, concluí que lo mejor era dejar que la condenada batería se acabase y así, por la mañana, reiniciar completamente el dispositivo para desinstalar inmediatamente la dichosa aplicación, y salvar todo aquello que pudiera ser salvado.

La punzada de aquellos timbrazos implacables me despertaron; como todas las mañanas… Me levanté, legañudo, a apagar la tozudez de la dichosa alarma. Confuso por la espesura de mi sopor matutino y espantado por lo inmisericorde de aquel escándalo, comprobé impotente que al seguir todavía con batería, también estaba activo el jodido chino…

No había forma alguna de silenciar el enervante chillido de aquel infernal aparato. Era imposible; el artilugio vibraba y aullaba en mis manos impunemente avasallándome con su urgencia. Maldije como un albañil por la frustración ante la imposibilidad de silenciar aquéllo… Los vecinos seguro estarían jodidos y extrañados por el pandemonium que el cacharro armaba esa mañana; tan temprano.

Botones de volumen y de inicio; botones de menú y de atrás; pinchazo al agujerito… Nada. No había manera. Aquella alarma no dejaba de zaherir mis oídos recién despiertos y la mala ostia empezó a subir inevitablemente por mi garganta.

Pese a la algarabía matutina que me acosaba, intenté tomar mi sagrado por necesario café con leche… Desesperado desterré aquel chisme al fondo de uno de los armarios de mi cocina.

Aunque algo atenuados por el encierro, timbrazo tras timbrazo, iban quebrándose mis nervios y mi paciencia. Salvo estrellar la tableta contra la pared no encontraba otra forma de librarme de aquel sinvivir repetitivo. Aquella tortura sonora había conseguido ponerme realmente nervioso; me estaba sacando del quicio.

Tras casi media hora de andar como un pollo sin cabeza con aquel guirigay por toda la casa, desesperado y aturdido, buscaba escondite suficiente como para hacer acallar aquel castigo. Tras varios intentos fallidos, atormentado decidí enclaustrarlo en el más recóndito zulo que pudiera encontrar… Al fin, lo arresté al fondo de un remoto armario de la cochera; en el sótano, bajo mullidas capas de mantas y toallas, con la desesperada intención de amortiguar ya de una puta vez aquella injuria sonora que me enloquecía sin misericordia alguna.

Pasadas bastante más de las doce del mediodía pude comprobar que aquel infernal aparato, había rendido, por fin, la vida de su puñetera y eficiente batería acallándose definitivamente.

Tras conectarlo de nuevo y esperar ansioso el tiempo mínimo para reiniciarlo, rápidamente busqué en los ajustes de instalación la condenada aplicación que me había atormentado de esa manera durante toda la mañana… Liquidé con el mayor ahínco posible todo rastro del chino que hubiese quedado aún, acaso agazapado quizá camuflado, en cualquiera de los recónditos recovecos cibernéticos de éste, mi puñetero dispositivo.

…eeen fin.

Paradojas tecnológicas.

Y estoy operativo al cien por cien.

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

LA VIDA EN UN MOMENTO

Publicado el 25 de marzo de 2018.

HABITACION

Me despertó bruscamente aquel sordo ronquido, entre agónico y estertóreo, que apartó de mí el rácano pero necesario sueño que comenzaba a conciliar. Eran las once de la noche; del cuarto día ya.

Mis lumbares crujieron al incorporarme de aquel sillón infernal de la habitación del hospital donde la habían operado… Una vez que embotado conseguí levantarme sin quebrarme, observé los labios amoratados y me alarmó su respiración sibilante, trabajosa y desacompasada; síntomas que a sus ochenta y cuatro años no presagiaban nada bueno.

La llamé por su nombre, y solo acertó a balbucear sonidos guturales deslavazados que, junto con lo perdido de su mirada, confirmaban el síncope inesperado que estaba sufriendo tras su colectomía de la víspera… Como aturdido, y embridando el miedo y mi alarma, llamé a las enfermeras de guardia; quedé en silencio y a solas con ella, con la frustración de comprobar lo poco que yo podía hacer.

Mi entereza estaba a punto de romperse por el pánico de asistir a solas, a la muerte de mi madre. Pensaba en llamar a mi única hermana cuando, de repente, entraron en tromba al menos tres enfermeros y un médico, quién con una rotundidad calculada, me sugirió que era mejor que saliese de la habitación.

El pánico seguía ganando terreno en mi espíritu cuando, al controlar mentalmente lo desbocado de mi respiración asustada, y así, aquietar aquel redoble miedoso de mi corazón, extraña y lentamente experimenté rompiendo a llorar, una especie de revelación, al recordar…

En esos críticos momentos, un extraño carrusel de instantes de mi vida, de alguna manera, se proyectaron desordenadamente frente a mí… Me di cuenta de que ahora, éste y no otro, era el mejor sitio donde podía estar dado el trascendente momento. Si mi madre iba a morir, no había nada más importante que hacer que estar a su lado; pero no solo por ella, sino también por mí.

regalo

El ejemplo que mis padres siempre me han dado, ha sido un verdadero regalo de amor; y con el ejercicio constante de ese amor, me han dotado de un universo moral hermoso, basado en la verdad y en el sacrificio personal. He sido inculcado con nobles principios que creo han hecho de mí, al menos, una buena persona.

He de reconocer que la mayoría de la multitud de mis defectos, de mis fracasos y decepciones, han sido precisamente fruto de las veces en las que de forma insensata, he ignorado las normas de mis padres, desoído sus consejos, y ninguneado sus ejemplos.

Untitled. (Photo by LJ)

He visto a mis padres honrar a los suyos con un sempiterno respeto; los he visto a ambos, cuidar de sus ancestros con sincera compasión, en la vejez y hasta la muerte; haciendo de ello no una obligación sino un orgullo, al devolverles con verdadero sacrificio y verdadero agrado, aquéllos cuidados que un día sus padres les entregaron amorosos cuando niños.

Oyendo el ruido acompasado del taconeo de mis pasos en el pasillo, me percaté de que el control de mi agitada respiración y mis latidos, la reflexión del curso calmado de mis pensamientos, y el disfrutar del tierno vagar de mis recuerdos, acallaron mi pánico inicial dando paso a una sensación calmada, como de una obligatoria aunque feliz aceptación del inevitable dolor por venir.

Tenía, la trascendente oportunidad de asistir a la muerte tranquila de uno de mis progenitores, y de honrarles a ambos con la dignidad de mi entereza.

El caso es que a día de hoy, a meses de este suceso que os relato, por suerte todavía sigo disfrutando de la presencia y el ejemplo de ambos.

IMG_20170311_170227

Antonio rodríguez Miravete. Juntaletras.

El gato.

Publicado el 17 de febrero de 2018

En aquella época de mi infancia las casas permanecían siempre abiertas, de par en par. Solo las cancelas interiores permanecían cerradas aunque francas a las cuitas de vecinos y transeúntes… Oímos el frenazo frente a mi casa al mismo tiempo, que aquel desgarrador aullido de animal siendo aplastado por los neumáticos de un vehículo. Mi madre se dispuso a salir a calle a curiosear el suceso cuando al abrir la cancela, descubrió espantada que un pobre gato, amenazante, con la mitad del cuerpo machacado y buscando abrigo a su infortunio, se había refugiado en el pequeño espacio del recibidor de casa.

El reguero de sangre dejado en el suelo y las escaleras de la entrada alarmó enormemente a mi madre que cerró de nuevo, horrorizada, la cancela que impedía que el pobre animal entrara en casa. No podíamos salir por esa puerta.

Mi cuñado y yo extrañados, salimos por la cochera y dimos la vuelta a la casa hasta situarnos frente a la puerta de entrada que, completamente abierta, dejaba ver el dantesco espectáculo del pobre animal aplastado, arrinconado al fondo, con la mirada amenazante de ira y perdida de dolor, restregando lo que quedaba de su cuerpo contra el cristal esmerilado de la cancela… Hicimos el amago de entrar cuando erizados, oímos el ululante y espantoso bufido con el que aquel felino herido de muerte nos amenazaba. Cualquiera que haya visto un gato acorralado sabe de lo que hablo.

Resultado de imagen de reguero de sangre

Al sentirse de nuevo intimidado y atacado por nuestra presencia, el gato, enloquecido por el dolor, empezó a arrastrarse con las patas que todavía le respondían a la vez que aullaba amenazante y convertía el recibidor de mi casa con sus hemorragias, en un inefable espectáculo de sangre y humores de gato restregados por el piso y las paredes.

No iba a dejarnos cogerle tan fácilmente. El animal, nos advertía de que iba a vender muy cara la poca vida que le quedaba. Y aunque nuestras intenciones eran las de recogerlo e intentar ayudarle, era algo que no podíamos explicar con detalle al pobre bicho moribundo.

Decidimos hacernos con una manta para atrapar al gato y sacarlo de allí. Volvimos de nuevo a la puerta y entramos al alimón estirando la manta para, cual red, atrapar dentro al gato y poder hacernos con él sin peligro para nuestra integridad. Pero, cuando el pobre animal se vio de nuevo acorralado y cercado, no os podéis imaginar el estallido de ira, pánico y furia del desdichado gato.

Empezó a aullar endiabladamente; como un torbellino empezó a dar botes violentos y exagerados estampándose contra las paredes y el cristal de la puerta de la cancela con una violencia y fuerza inusitadas, y provocando que mi cuñado y yo nos cagásemos de miedo… Era seguro que no nos íbamos a librar de algunos mordiscos y de muchos arañazos desesperados. No había forma de sacar al gato de nuestra casa sin que también saliésemos mal parados del lance.

Finalmente, en vista de la imposibilidad de hacer nada por el desdichado animal uno de nuestros vecinos trajo una escopeta de perdigones. Era la única forma que se nos ocurrió de acabar con la situación, pero mi cuñado y yo ya estábamos demasiado afectados y nerviosos como para apretar el gatillo. No podíamos hacerlo nosotros.

El revuelo de vecinos, curiosos y espantados por el suceso, se incrementaba a la vez que el desagradable hecho se complicaba. Mi madre, mi hermana y algunas vecinas estaban fuertemente impresionadas además de horrorizadas por lo sucedido, y lloraban casi histéricas, impotentes ante el incómodo y repulsivo episodio que estábamos padeciendo.

Finalmente uno de mis vecinos se arrancó y cogió la escopeta… Cada uno de los primeros tres disparos fueron acompañados de unos espantosos alaridos de dolor intenso y de unos desesperados movimientos frenéticos, desafiantes y estertóreos, del pobre gato desahuciado… Cinco tiros hubo que darle antes de que el infeliz animal rindiese tan cara su pobre vida.

Resultado de imagen de gato muerto aplastado

El hecho de asistir al horrendo espectáculo de la degollina de aquel pobre animal malherido y espantado por el dolor y la muerte, nos afectó a todos con una sombra de tristeza, impotencia, pena, y asco, que nos amargó enormemente aquel día y algunos otros.

…eeen fin. Gracias, especialmente hoy, por leerme… 🙏💕

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

Profundizar… 🙄😳

El otro día me preguntó un lector «cómo podría profundizar en mis escritos…» 🙄😳
¡Casi me caigo de culo…!

Mi respuesta fue:

Estimadísimo lector, como reconozco que soy muy muy cansino, si alguna vez, en vez de leer tooodo lo que escribo por ahí quieres leer mi blog sólo como a ti te guste, puedes ir directamente a cualquier página del mismo, y arriba a la derecha en la ventanita de la lupa de búsqueda, sólo tienes que escribir la palabra que te dé la gana: una, la que más te guste. Por ejemplo sexo, filosofía o Almoradí, hijas, retrete, amor, Hispanidad, o soledad… Como en wikipedia pero en mi blog, también puedes combinar varias palabras pero no demasiadas porque se lía la Inteligencia Artificial… La pobre.

Yo lo he hecho ya varias veces, y resulta chocante lo que la IA ésta de los cojones -que ahora decide lo que podemos ver y lo que no- nos propone como resultado de cada búsqueda. No siempre nos propone lo mismo. Tengo publicadas más de quinientas historias y te aseguro, que te puede aparecer cualquier cosa en la pantalla. Depende, se ve, que de cómo haya tenido el día la pobre de la IA…

Otra forma de filtrar mis historias mucho menos invasiva, es ir al CONTADOR DE VISITAS que hay al final de cada una de ellas, y hacer click abajo en la ventanilla de ELIGE TÚ EL TEMA, o bien en la de POR FECHA… Así, también podrías llevarte alguna que otra sorpresa; cosa, que por otro lado no me negarás que es de lo que se trata. ¿No…?

No quiero parecer pedante, pero te recomiendo que lo hagas así, si en verdad estás tan tonto como para querer hurgar en un tipo tan anodino como yo. No merezco la pena, pero creo que a menos que publique un libro -cosa bastante improbable- es muy difícil leer todo lo que tengo escrito por ahí… Así que creo que es mejor para ti el ir leyéndome a salto de mata, aleatoriamente, de relato en relato, que vayamos partido a partido… El mío sería un libro que podrías empezar abriéndolo por cualquier página… Este lugar es un lío que no sé si llamar blog, sitio, o serie de relatos que crecen solos; y hasta yo me sorprendo, al volver a tropezar con algunas de mis viejas historias.

Siempre digo que no decido de lo que escribo, que me elige el relato a mí; que después de pensar y pensar, escribo y escribo y luego todo se va ordenando. Que soy un verdadero ignorante… Que sólo sé poner comas, guiones, puntos y puntos y comas, diéresis, paréntesis, acentos o puntos suspensivos, virgulillas, signos de interrogación, de admiración, y puntos y aparte y finales. Del resto no respondo: me sale solo.

…eeen fin. Sabes que te quiero lector 💕

Y gracias por leerme 🙏

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

MEMORIA HISTÉRICA

Publicado el 1 de febrero de 2018.

Para mi es una verdadera paradoja la idea establecida, y la ley promulgada, de eso que llaman memoria histórica; no acierto a entender el hecho de que una sociedad que se supone moderna y culta, como la nuestra, necesite que los políticos le digan qué es Historia, y qué, no lo es… Siempre pensé que la Historia era cosa de estudiosos; asunto universitario, erudito y académico que, por su propia naturaleza, admitía distintos puntos de vista a la hora de abordar su interpretación.

Creía yo que la Historia se escribía con mayúsculas, desde la rigurosidad, mediante la investigación y el estudio; y sobre todo desde la objetividad, o al menos desde su anhelo… Los datos históricos, si bien es cierto que por su naturaleza nunca serán verdades matemáticas inmutables, tampoco pueden ser salvo por espurias intenciones, mercadería ideológica con la que inundar a los ciudadanos con el fin de que, cual corderos ideológicos, pasten ideológicamente en uno u otro corralito, también ideológico.

Que los políticos se dejen de monsergas de derechas o de izquierdas, y hagan por aumentar el nivel real de la cultura de este país y de su Historia; que damos pena… No consintamos que nos digan qué tenemos que pensar o decidir.

Ése es el juego de políticos inmorales y carentes de ideas; adanistas sin los cuales estaríamos perdidos en los procelosos mares de la Historia y de la moral, de la política y hasta del criterio y el buen juicio; necesitándoles así -a los políticos- parece ser que hasta para ir a mear.

Por todo ello, yo me pregunto: ¿qué hacen los políticos decidiendo de cosas de la Historia? ¿Qué hacen en las universidades…? ¿Qué coño hacen pretendiendo imponer uno u otro criterio, de lo acontecido en una Historia que es de todos los españoles? ¿Acaso lo que quieren, no es sino dar por ciertos sus criterios, en contra de los del otro…?

¿No es ése su juego acaso: quítate tú para que me ponga yo…?

Finalmente, creía que la memoria era algo subjetivo, tan personal e íntimo, que necesitar también que esos políticos nos digan cuál debe ser nuestra memoria adecuada, es ya el colmo de la estupidez colectiva.

Es la memoria un territorio profundamente personal, una propiedad privada tan valiosa, tan sujeta a las experiencias y emociones vividas, que consentir injerencias ridículas -ni más ni menos que de políticos lerdos- es como necesitar que te digan la veces que tienes que respirar por minuto. Y yo respiro, y meo, las veces que me da la gana.

Tenemos multitud de ejemplos en la Historia, de veces que los políticos han intervenido en cosas que posteriormente han destrozado al corromperlas con sus intereses y su nefasta gestión.

Que no piensen ni decidan por mí… por favor.

El que quiera conocer la Historia, ya sabe: ¡a estudiar! que cultiva la memoria.

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras

Cambio de hora…

Historias de Paco Sanz ✍️

Aquél que buscaba el tiempo perdido empieza su gran novela diciendo que durante mucho tiempo se acostó temprano. Como escribía en francés, dijo de “bonne heure”. En ese idioma felicidad es bonheur. Un servidor es como su señor Don Quijote un gran madrugador. Llevo eso de que me cambien la hora con espíritu deportivo. Especialmente cuando por primavera pretenden, al adelantar la hora, que me levante una hora antes. Algo que a la mayoría de la gente suele joder más, que que te dejen estar en la cama una hora más.

“La madrugada tiene/ un pleamar de relojes./ Sobre lunas enormes/ la Eternidad está fija en las doce./ Y el Tiempo se ha dormido/ para siempre en su torre./ Nos engañan todos los relojes”. Cuando era joven madrugaba para estudiar, y en verano, me subía a la parte más alta del camping de mi tía y soltaba, en árabe, y justo antes de la salida del sol, la canción del almuecín, “Es mejor rezar que dormir”. Bueno, a los estudiantes nos ha dado siempre por hacer el gamberro. Los campistas solemos ser madrugadores.

Han, hemos, cambiado la hora. De momento pienso, memorizo que: “Es hora y (sí, ésta que digo es hora)/ de prescindir del tránsito del tiempo;/ de separar la hora de la hora;/ del momento, el momento./ Y traspasar, sin despertar siquiera/ de su soñar, el límite postrero/ de un pensamiento que me está pensando,/ y no es mi pensamiento”.

Es especialmente divertido madrugar para salir de viaje. Muchas veces me levanto como si se tratara de salir de una vez de aquí. Hace falta voluntad para eso, pues mientras, en el momento en el que uno va a emprender un viaje deseado, la inteligencia y la sensibilidad, empiezan a preguntarse si vale la pena iniciarlo. La voluntad, que sabe que empezaría inmediatamente a encontrar maravilloso dicho viaje si no pudiera realizarse, se ocupa de sacar los billetes y meternos en el vagón a la hora de la salida. ¡Ay, mi voluntad! “es tan discutidora/ que hasta al reló le discute/ si es la hora o no es la hora”.

Recuerdo las palabras de una paciente de mucha edad que me dijo, cuando empezaba a ejercer la medicina, mirándome a los ojos: Nen! Ni una hora més de vida que de coneixement! Afortunados aquéllos para quienes, por cercanas que se hallen la una de la otra, la hora de la verdad sonó antes que la hora de la muerte. Es necesario no morir ciego, es decir, ni un momento más de vida que de conocimiento.

Un viejo rabino preguntó una vez a sus alumnos, cómo se sabe la hora en que la noche termina y el día comienza. «Será, dijo uno de los alumnos, cuando uno puede distinguir a lo lejos un perro de una oveja» «No», contestó el rabino. «Será, dijo otro, cuando puedo distinguir a lo lejos un almendro de un duraznero». «Tampoco», contestó el rabino. «¿Cómo lo sabremos entonces?» preguntaron los alumnos. «Lo sabremos», dijo el rabino, «cuando al mirar a cualquier rostro humano, reconozcas a tu hermana o a tu hermano. Mientras tanto, seguiremos estando en la noche”.

Historias de Paco Sanz ✍️

El gatillazo… 🙄😳

Publicado el 10 de abril de 2018.

el-semen-altera-el-cerebro-de-las-hembras_reference

Ella acababa de descubrir que yo era un cincuentón vieja gloria y deprimido. La naturalidad de nuestro acercamiento había contribuido a superar los muchos miedos que últimamente me acosaban cuando llegaba el momento. Era muy guapa de cara, y con un cuerpo algo orondo y como postizo que no le hacía mucha justicia… Pero tenía una muy extraña belleza frágil: ojos azules, pálida de piel, rubia de crines.

warum-sie-seine-hoden-beim-blowjob-lecken-sollten_opengraph

Calmé mis nervios, cerré los ojos y me serené respirando hondo; y me concentré solo en sentir, y en escuchar.

La sentí recorrerme completamente, con esa humedad bucal y cavernosa con la que subía y bajaba lenta y minuciosamente a lo largo de ése mi músculo, que se inflamaba cada vez más con su cabecear cadencioso y lubricado… Se paraba de cuando en cuando juguetona y cachonda, lujuriosa; y así, se henchían todavía más mi tensión y mis impulsos al dejar al albur de su lengua y del mordisco pícaro de sus dientes, ese juego húmedo en el que estábamos…

Sentía también a mis dedos seguidos de mis manos, recorriendo excitados aquella carne temblorosa que pedía ser recorrida, sobada y exprimida. Y así, palpando, llegué al bosque de su seno que se abrió a mi paso sin ambages, encharcando agradecido mi mano y mi lujuria. Aquélla, devolvía el placer recibido al frotar sinuosamente con los dedos la lámpara maravillosa de esa vulva incandescente, que estaba como a la espera, chorreante.

bar7

Con un gemido entrecortado y un gesto satisfecho me propuso un cambio en nuestro juego… Pícara y lentamente se puso de rodillas y comenzó a libar de nuevo mi bálano, antes de abrazarlo, avariciosa, contra el centro de su pecho… Inició así un subibaja lúbrico y acompasado que estiraba mi piel hasta casi el dolor, haciendo tensar de gusto el límite de esa punta de mis carnes. El ritmo implacable de aquel dulce castigo obligaba a aullar a mi garganta y a temblar a mis caderas, rendidas ante ese refregarse acompasado y frenético de sus senos deslizantes contra los que me deshacía en jirones de gozo y carnes.

Justo antes de explotar, sobreexcitado, me arranqué del abrazo voluptuoso de esas avariciosas ubres mojadas: necesitaba darme algo de respiro o iba a reventar.

corradini (3)red

Empujándola sin remilgos acosté aquel cuerpo desnudo y rotundo tomándolo a mi entera merced, recorriendo sus rincones de alto en bajo con la saliva de mi lascivia desbocada. Lamiendo me acerqué lento y malicioso a sus ingles, hasta que bruscamente penetré su embocadura apretando mi cara contra aquellas entrañas. Mi lengua se estiraba, pretenciosa, para hurgar a fondo aquellos caldosos adentros que se rendían temblorosos a mis lametones… Cegado por la lívido continué chupando, saboreando, oliendo y mordiendo aquella ambrosía viva y viscosa que con ese sabor metálico, carnoso y crudo, enervaba mi endurecido deseo hasta el dolor ansioso.

Fue en ese momento cuando suplicante y en un puro temblor, dijo aquello de “yo también quiero…”

posizione-69-carte

Poseído por una fiebre de lujuria encabritada, gruñendo de gusto y encendido por el deseo, giré mi cuerpo ciento ochenta grados pero sin apartar mi cara de su sexo y mi faena, hasta que sin pedir permiso a horcajadas y exasperado, clavé mi hombría en su boca… Y nos hundimos desatados en ese abrazo invertido, que deja al albedrío del manejo de la boca, el resto de los regocijos del cuerpo.

4_61

Y empecé a escuchar… Los líquidos como babosos, borbolleaban al lubricar el recorrido carnoso de dientes, lenguas, dedos y labios. Los sonidos guturales que el gusto nos arrancaba se mezclaban con el susurrar de las sábanas rozando; rozándose entre ellas y nosotros. Se oían nuestros jadeos, entrecortados por pequeños brincos de placer, que provocaban estallidos de puro goce en cada mordisco, en cada pellizco… Oía su lamento agradecido, su gruñido satisfecho; oía su exigencia de más, de más adentro, de una vez más.

Por segunda vez, el temblor convulsivo de sus carnes reveló la generosidad de esos orgasmos mojados con saliva… Mientras, yo, una vez más, contenía apurado la erupción de mis adentros, a la espera de ese momento en que ensartaríamos nuestros anhelos ardiendo por el deseo…

Y llegó el momento.

Y se oía su respiración agitada cuando buscaba insaciable, jadeante, suplicante e imperativa a la vez, la forma de penetrar con la horma de mi hierro vivo, los vacíos en la entrepierna de sus carnes.

30

…eeen fin.

De momento vamos bien, que siga así…

😎😜

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

Bares ¡Qué lugares…!

Como mediterráneos soportamos el alcohol bastante mejor que los nórdicos, en parte porque las uvas y el aguamiel fermentan desde siempre de forma natural mejor en climas cálidos, y por ello, estamos históricamente mucho más acostumbrados y genéticamente mucho mejor adaptados. Es evidente, que la barbarie y el número de suicidios allí siempre fue mucho mayor que aquí; y es una verdad estadística también que el calor, el frío, la disposición de agua y el consumo de alcohol, han determinado desde hace milenios el comportamiento de las sociedades modernas… Acordaos de la Ley Seca en los EEUU y el desbarajuste que se armó.

Hace no tantos años que los guiris venían a España, principalmente, porque flipaban con la combinación de nuestro Sol y nuestros bares y su relación calidad-precio… Recuerdo, que también me pasó a mí cuando por vez primera, volví a España desde el extranjero después de casi tres semanas en una feria comercial en Lyon, la segunda ciudad de Francia… ¡Vaya mieeerda de sitio, qué caro todo, qué limpio, qué gris, y qué aburrimiento…! Nuestras tabernas son geniales o al menos lo eran, y me consuelo, pensando en que no me perderé nada dejando ahora de ir a los bares debido a lo mucho que fui… Fui, un verdadero asiduo, un convencido, todo un forofo, un fiel parroquiano.

Era el mío un pueblo mayoritariamente agrícola en el que sin embargo había un bar cada trescientos metros; y en la huerta, uno cada kilómetro y medio. Y no era porque fuéramos todos unos borrachos sino por todo lo contrario. La huerta generaba mucho trabajo, estaba viva, crecía; veinticuatro horas al día se hacían tratos y no solo en la agricultura sino en el comercio, en la industria, y cómo no en la hostelería. Además fabricábamos conservas, muebles, textiles y zapatos; Edijar, era una empresa local puntera a nivel nacional en el sector publicitario… Eran, otros tiempos.

Rememoro bares de mi pueblo, legendarios: el Bar de Fon, El Brillante y ca’Ramón, El Portillo, el Bar de Ángel, El Angelín, La Facultad, el Bar del Gómez y el de Julio, El Cristo, el Puente Don Pedro, El Minero, o el Bar Martín…

Volvían cantando mi padre y sus camaradas cuando iban a regar por la noche, aquéllo de:

🎵🎶…del Bar de Fon
a ca’l Brillanteeee,
y del Brillante
a’ca Ramóooon…🎵🎶 🤣😂

Había mucho trabajo en la huerta, tanto de día para trabajar en las labores agrícolas como de noche para regar las tierras fuere a la hora que fuese… Por ello, siempre tenía que haber un bar abierto para poner un café o un carajillo caliente al parroquiano de turno al que le tocara la tanda, o para comprar un paquete de Celtas cortos si te quedabas sin tabaco a las cuatro de la mañana regando… También, se hacían otros muchos negocios en los bares; se contrataban operarios, se mojaba la sed a mediodía, comíamos, y nos despedíamos a última hora de la tarde con una invitación hasta mañana: la penúltima.

En este mundo gilipollas, la conclusión, es, que dado cómo están hoy de prohibitivos los precios hay que dejar de ir tanto al bar… Qué penica, porque vamos a terminar haciendo lo que desde siempre hacen los nórdicos: ir al bar sólo a emborracharse hasta caer del taburete. Algo, que para un meridional, para un español que se precie, sería lo peor de lo peor… ¡Faltaría más, que vergüenza…! Eso es de vikingos borrachos, de bárbaros.

Menos mal que en el pueblo todavía nos queda El Juma, Ramón, el Bar de Pablo, y algún que otro valiente por ahí…

Yo, hace mucho tiempo que ya lo veía venir porque es algo que no pasa en ningún sitio: los españoles viven, socializan en los bares, beben y comen más que bien, y encima, viven como Dios…

😳 ¿Cómo lo hacen…?

…eeen fin. Nos extinguimos. 😂🤣

Gracias por leerme 🙏 💕

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras

¡Moción de censura…!

¡Plaaaf…! ¡Plaaaf…! ¡Plaaaf…!

Sonaban los guantazos a Sánchez en el silencio del Congreso de los Diputados como si fueran sartenazos. ¡Qué espectáculo…!

¡Plaaaf…! ¡Plaaaf…! ¡Plaaaf…!

Cuando no era Abascal era Tamames y cuando no era Tamames era Abascal, pim pam, pim pam, pim pam…

Si no contamos el sonido de los disparos de Tejero el 23 de febrero de 1981, nunca sonó nada igual en el Congreso de los diputados al menos en nuestra Historia reciente.

Pero ahí estaba él, Sánchez: un pelele inmune a la decencia, con los mofletes coloraos de tanto bofetón dialéctico que le habían dao, y con la mandíbula al punto de rompérsele, pero de tanto apretarla de pura soberbia cuando tendría que reventarle de pura vergüenza torera, al quedar cual quedó como Cagancho en Almagro.

Valiente don nadie, cobarde; temblando ahí sentado en su sillón azul amarrado con los nudos de las cadenas de sus socios traidores, y agarrado al machito de su sueldo.

Traidores todos.

Tendríamos que hacerle una moción de censura al imbécil éste cada veintiún días… Que salga mucho por la tele pero así, a calzón quitao; es un muertodehambre intelectual, un farsante, un trilero… De paso, así haríamos que trabajasen un poco nuestros políticos, cosa, que convendréis conmigo en que les hace muuucha falta.

…eeen fin. Una fecha, que debería ser recordada en las escuelas.

¡Mooociones, mooociones, mooociones…!

🇪🇸🇪🇸🇪🇸
Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras

LA VIDA

Publicado el 26 de noviembre de 2016.

Mi primer relato…

El grito de terror nos hizo dar un respingo a todos; eché a correr alarmado por el pasillo mientras su madre salía hasta el umbral de la puerta del dormitorio con La Niña en brazos; inerte, amoratada por el atragantamiento.

Me la entregó suplicante, aterrada; ocho días de vida colgando flácidamente de mis brazos. Mientras la tomaba en mi regazo, un regusto de impotencia desgarraba mis entrañas.

Frenéticos, corrimos hasta el coche. Hice el ademán de entregarle La Niña a mi hermana para ponerme rápidamente al volante; pero fue muy evidente la expresión de gravedad en su cara:

«Es tu hija…»

Era conmigo con quien mejor podía estar en este trance… Posteriormente me confesó que al verla tan mal, pensó, que lo que tuviera que pasarle a la niña era mejor que le pasase en mis brazos.

No respiraba; sólo podía yo susurrarle mimos cariñosamente pero de forma entrecortada debido al pánico y al llanto; sólo podía darle ánimos, hablarle, rogarle, acunarla… Era tan, tan pequeña que no encontraba forma alguna de ayudarla. Estaba aterrorizado tratando de hacer algo por ella cuando, casualmente, descubrí que soplando suavemente en su carita, de forma refleja La Niña intentaba aspirar aunque de forma muy muy tenue… Pero estaba viva.

No respiraba; apenas inhalaba pero continué soplándole suavemente, intentando acompasar mi ritmo con el de su hálito trabajoso. Sólo algunos gestos vitales apenas perceptibles, casi estertóreos… Pero estaba viva.

El pánico invadía hasta mi último resquicio, aumentando la presión de mi miedo hasta límites que no había experimentado nunca. He visto la muerte varias veces, también la violencia y el delito; he visto la droga, el desamor y la decepción, pero jamás el miedo había impregnado de ese modo mi ánimo.

Entramos en el ambulatorio como una exhalación, tropezando; cegados por las lágrimas y por el espanto y dando alaridos, implorábamos una ayuda que sabíamos imprescindible para salvarle la vida. Ya llevaba varios minutos en apnea, y su color macilento y la casi completa atonía de su cuerpecito evidenciaban lo crítico de la situación.

Recuerdo, las miradas de estupor del personal del ambulatorio al ver el estado de La Niña y el del padre. Pude detectar la renuencia lógica de la mayoría de ellos, al ver a la diminuta criatura que yo les llevaba casi muerta. Era evidente que no querían cargar con la posibilidad de que «eso» sucediese en sus manos.

Alarmado, salió a nuestro encuentro un doctor veterano (el Dr. Rodríguez) a quien entregué -yo rendido y empapado en llanto- el cuerpecito de mi pequeña. El intento de sondarla para proporcionarle oxígeno fue inútil; era demasiado pequeña para utilizar ese catéter o cualquier otro instrumental del que disponía. Un rictus de impotencia y temor asomó también en la cara del doctor.

¡¡¡ Dios mío…!!!

Finalmente, como último y creo que como único recurso, el doctor inició unas simples maniobras con los bracitos y una serie de masajes en el vientre… En ese momento rompió a llorar. Me sorprendí sonriendo a lágrima viva. Me sonó extraño, ya que sólo la conocía ocho días… Había estado muchos minutos -parecieron horas lo juro- sin emitir sonido alguno y casi totalmente inerte. La Niña lloraba, y eso significaba que había conseguido llenar sus pequeños pulmones de aire.

En ese momento presentí a Dios.

Reaccioné, arrancando brusca e instintivamente la criatura de los brazos y cuidados del doctor con la intención de llevarla cuanto antes al hospital.

Al principio el doctor se sorprendió de lo impulsivo de mi acción pero inmediatamente y sin decir palabra, comprendió que mi intención era también la mejor opción: había estado demasiado tiempo en apnea y era imprescindible hacerle otras pruebas imposibles de realizar allí. Y la mejor y más rápida ambulancia en ese momento era su padre.

Balbuceando y envueltos en lágrimas dimos las gracias y a trompicones, salimos a toda prisa hacia el hospital.

Podría haber muerto en mis brazos, peeero…

…eeen fin.

Gracias a Dios, La Niña hoy tiene 12 años y es uno de los más grandes amores de mi vida.

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras

el borracho…

Publicado el 27 de marzo de 2018

bar

Eran las tantas de una de aquellas madrugadas escarchada de invierno y todavía estábamos en el WAY-KAY, un sempiterno garito de mi pueblo. Apurábamos nuestro cuarto o quinto gintonic de aquella noche cuando oímos abrirse la puerta de entrada… Nos giramos con desgana para ver quién era el parroquiano que, a semejantes horas, buscaba refugio a su noche.

Al ver entrar a Vicente nuevamente nos giramos, al unísono esta vez, pero para mirar a Pepe el dueño del establecimiento.

bar1

Éste frunció el ceño, y cordialmente aunque con cierta superioridad paternalista, salió de la barra para con unos empujoncitos insistentes conminarle a que se marchase a su casa.

Vicente se le acercaba trabajosamente. Le miraba nebuloso y beodo. Los vaivenes cruzados de sus pasos y el pícaro desatino de su mirada evidenciaban su animoso y espeso estado etílico.

Había sido Vicente toda su vida aparcero de mi abuelo Antonio en nuestra finca de El Saladar, y yo le recordaba siempre cercano y familiar desde que tengo memoria. Era un tipo chaparro, bajo y ancho en exceso aunque no gordo sino ligeramente como chafado; tenía sin duda una figura algo grotesca… Su cara también como aplastada, así como su chata expresión, estaban surcadas por unas arrugas de tiempo indefinible que le daban el aspecto de un raro y feo treintañero, aunque cincuentón.

bar2

Como trabajador era algo maganto, pero era valioso por lo leal y por lo gracioso, y especialmente, porque poseía una enorme experiencia y algo parecido a un don especial para casi todas las labores de la agricultura. Derrochaba una simpatía ramplona y sincera aunque en absoluto estúpida ya que no era tardo ni mucho menos. Y tenía una conversación siempre chocante, ácida, bullanguera y algo ‘salida’, cosa que yo en mis tiempos mozos siempre le agradecí, dada la falta de fuentes de información que había a aquéllos respectos.

Vicente, pese a los empellones que Pepe le daba en dirección a la puerta de salida, con toda la corrección que su pedal le permitía y dejándose arrastrar, le imploraba para que le sirviese una copa de soberano.

bar7.jpg

En ésas estaban cuando en su tira y afloja pasaron por delante de nosotros, y Vicente, al reconocerme, con el suplicar de su mirada me pidió que intercediese por él para conseguir aquella copa.

No me pude resistir, era amigo mío. Haciendo un gesto condescendiente a Pepe, aplaqué a regañadientes su intención de sacar a empujones de su establecimiento a tan estrafalario parroquiano… Accedió a ponerle la copa finalmente.

Se la sirvió con desgana; dejando caer poco a poco aquel líquido ambarino mientras fijaba molesto sus ojos en los desvalidos de su cliente… Éste, oscilaba espirituosamente frente a él con la suavidad de su pedal mirando la copa, agarrándose a la barra con sus dos manos, y abriendo ligera y aunque trabajosamente las piernas en una búsqueda inestable de estabilidad corporal.

Una vez servida la copa, de forma desabrida y rotunda, Pepe le dijo:

– ¡Vicente, ésta es la última copa que te pongo…!

bar3

Vicente, abrió como platos sus ojos de curda mirando los de Pepe beodo perdido; seguía meciendo suavemente su cabeza cuando estiró de repente los brazos que le agarraban a la barra hasta el punto de casi caer de espaldas… Pasaron unos segundos de silencio entre mutuas miradas extrañadas, hasta que Vicente, consiguió aclarar lo justo sus pensamientos. En aquel momento, incorporándose apenas y casi retador, va, y le dice con voz caldosa mirándole todo lo fijamente que podía y con un bamboleo borracho y socarrón:

– ¡Ootiaa Pepe…! ¿la údtima…? ¿Eg que te vasss aa moriiirr…?

Justo estaba escuchando la respuesta con el trago de gintonic en la boca, cuando de la risa, la pedorreta inevitable me hizo escupir hasta por las narices aquél combinado.

bar4.jpg

El pub entero comenzó a reír por lo ocurrente de la respuesta hilarante, ágil e inesperada de un tipo tan sencillo como Vicente… Aquello no pareció gustarle demasiado a Pepe, quien haciéndose el sueco empezó a enredar con sus labores propias de barman, restándole importancia a la chocante derrota dialéctica que acababa de sufrir a manos de alguien como Vicente.

bar5

Estábamos apenas reponiéndonos de nuestras carcajadas cuando del tirón, Vicente se embauló de un trago la copa. Con garbo chocarrero y con sus pasos cruzados por el pedal, se despidió de mí y del resto de los feligreses nictálopes que ahí quedábamos en el garito… La bonita curda que llevaba hizo que del impulso al abrir la puerta para salir, se golpease fuertemente los hocicos con la misma, cayendo de espaldas con una marcada línea roja en la cara que le cruzaba verticalmente el ojo derecho y parte de la nariz.

bar6.jpg

No pude evitar el recoger del suelo a Vicente y acompañarle durante los acaso cien metros que nos separaban de su casa, a la que llegamos haciendo eses, abrazados, y parloteando de forma viscosa y embarullada de nuestros recuerdos comunes.

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

El día del padre

Publicado el 19 de marzo de 2017.

No fue uno de esos comentarios estúpidos y huecos que hacemos a veces, incómodos, para romper un silencio entre extraños; como nos sucede en los ascensores, o en los retretes públicos; o como nos sucedería en una sala repleta de aspirantes a una misma entrevista de trabajo… Pero no, creo que no lo fue.

No tenía la chiquilla el porte claro, por lo que me ofrecí a acercarla en coche a la estación de autobuses de Murcia. A Granada iba. Había comenzado ya su búsqueda de vida; de vida de verdad.

Aquella hija ajena, al poco, me preguntó a puerta gayola si, tras ocho años de divorcio y dado que vivían con su madre, echaba yo de menos a las mías.

Supuse que se referiría a cómo, a cuánto, o a porqué las echaba de menos… Empezó, creo, a temblarme la barbilla.

Dolorosamente, siempre, y por amor.

No teníamos mucha costumbre ni oportunidad de charlar, por lo que me agradó de veras disponer de aquel momento de acercamiento, de sinceridad. Poco más de veinte minutos tardamos en llegar, y los invertimos en contarnos y preguntarnos. Y, si bien no pude responder con detalle a aquella primera pregunta, sí hablamos sí.

De la búsqueda de vida en medio de la ruina de las dudas. De nuestra obligación de encontrar esa vida, sea cual fuere, entre el lento discurrir del tiempo y el arduo recorrer de las distancias.

Llegamos a la estación; se bajó del coche, cogió su maleta y nos despedimos; una joven valerosa, culta, hermosa y honda… Esa muchacha, a la que miraba alejarse, también añoraba como yo -y como todos- tal vez un retorno, un viaje de vuelta. Un volver a no sé qué sitio, donde la esperaría algo, alguien tal vez. Algo o alguien, que dé sentido a todo ésto.

Durante el proceso de separación y debido a nuestras vitriólicas refriegas, volaron por los aires todos los puentes de comunicación entre vuestra madre y yo… Estaba aterrado ante la idea, la posibilidad, de dejar de vernos en completa libertad y con la frecuencia a la que estábamos acostumbrados. Espantado, de que pudiese malograrse nuestra sincera y hermosa intimidad.

¿Que si os echo de menos, me pregunta…?

Como aquella vez en la que me preguntábais picaronas no recuerdo qué escabrosos detalles, de una apasionante para vosotras pero del todo inocente, conversación de temática sexual que manteníamos los cuatro… ¡Qué graciosa Paula! cuando al ver mi embarazo al elegir las palabras adecuadas de mi arriesgada respuesta, con esa tierna chulería que siempre ha sazonado su carácter y desde sus solo siete años, guiñándome cuca un ojo y con sus bracitos en jarra, me dijo aquello de: «papá no te preocupes. Nosotras ya lo sabemos todo…»

Con solo siete años, lo sabíais todo, de sexo. Adorable.

Era evidente que no podía dejar enfriar tan hermosa relación… Tenía que distinguir, separar en medio del combate interior que libraba, entre la aversión que no podía dejar de sentir por vuestra madre y el irresistible amor por vosotras que no estaba dispuesto a perder.

Me sentía ante la posibilidad de vuestra pérdida, como si en medio de un combate y al descubrir que detrás de ti solo hay un muro, lejos de rendirte al creerte sin salida, arrecias la lucha al saber que tienes al menos tu flanco trasero cubierto… Te sabes perdido, pero no puedes cejar en esa lucha frente a la que da igual la derrota o la muerte. Una lucha que no te puedes permitir perder.

Lo siento así; como si a jirones me hubiesen arrancado momentos clave, vitales; míos… Me he perdido vuestra puericia. Me faltan minutos vuestros, horas; años de vuestra vida, meses de tiempo vuestro; muchos momentos. Momentos que, si juntos, podrían haber sido momentos nuestros… Lo siento.

¿Cómo es la habitación donde dormís…? No sé cómo es. Casi no recuerdo vuestro olor por las mañanas, recién levantadas… Echo de menos el ojear vuestros cuadernos y escudriñar los recovecos de vuestra caligrafía; descubrir secretos de vuestro puño y letra. Añoro el veros salir por la puerta y esperaros al regresar… Privado de tactos cotidianos, roces simples pero imposibles, como el de posar mi mano sobre vuestra frente si enfermáis. Me he perdido el sufrir escuchando vuestros suspiros si, en la intimidad, llorábais tras la puerta de algún cuarto cerrado; perdida está también la posibilidad, de llegar a conocer el porqué de aquellos suspiros.

Pero tenéis que saber que, si bien, como padre tradicional no he tenido oportunidad de disfrutaros, sí presumo de tener con vosotras una relación especial, sincera, una relación verdad y rotunda… Es curioso porque sé que sí, me queréis; me he convertido en alguien a quien amáis, sin duda; entrañable, sí; con algo de autoridad, también; alguien vuestro, por supuesto… Pero no sé si soy el padre que me hubiese gustado ser.

Lo que sí habéis de saber es que os adoro. Y que no renuncio a representar ese padre que sí quiero ser: el vuestro.

Que sepáis, que me tenéis; que me tenéis incluso aunque no queráis.

Siempre he procurado que los árboles de algunas cutres tribulaciones personales, no me impidieran ver el hermoso bosque de uno de los más importantes objetivos de mi vida: el de estar a la altura, del amor que habéis depositado en mí. 💕

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

El cine español, hoy…

Y la televisión, y la radio, Tiktok, y Facebook Twitter e Instagram, y el periodismo…

Ayer, volví a ver la película de Blade Runner pero esta vez de la mano de José Luis Garci en su magnífico programa de los viernes, y sé, que no voy a ser del todo justo siendo tan vitriólico como voy a serlo en este escrito, peeero, es que dan mucha penica el cine español y los pobres espectadores a los que nos gustaba.

Una cosa, que sólo hace películas de personajes como Ángel Cristo y Bárbara Rey, Torrente, la Veneno o Maixabel, comedietas de no sé cuántos apellidos vascos y Mari(dos), la vida y obras de Nacho Vidal, Miguel Bosé, el Sapo o ejemplos de mugre así, no merece llamarse cine pero sí se merece todo lo malo que le pase.

No sé cuánto tiempo llevo sin ver una verdadera película española: una, a la que podamos llamar cine. Una, que no sea sibilina y aleccionadora, y que no intente decirme constantemente lo que está bien y lo que está mal, además de lo que tengo que hacer con el medio ambiente y con mi vida sexual, moral, nutricional, o política…

El buen patrón, Madres paralelas, As bestas, Alcarrás, o Irati y Handia: el invento cinematográfico éste de ahora de los mitos vascos llenos de gigantes y de mariposas y bosques medievales encantados, además de historias tontas de balleneros en el Atlántico Norte y de aquelarres; todo como muy bruto y metido con calzador pero eso sí, todo muy vasco… Os recomiendo escuchar los euskopodcasts.

…🤣😂

En realidad, pretenden tapar con filfa y mentiras la vergüenza de la Historia reciente de sus crímenes como sociedad: callando, como desde que son nacionalistas siempre hacen los vascos… Podríamos contar la Historia de la España de todos, o de lo mucho que hicimos en América y de lo mucho que nos queríamos los hispanos pero de éso nada: de esas cosas no se habla en el cine español. Durante siglos y hasta hace muy muy poco, del norte Méjico al estrecho de Magallanes, cuando había que referirse a España hablaban de La Madre Patria y sería por algo. ¿No…? 😳 Pues nada: filfa y mentiras.

…eeen fin.

¡Qué malos son los malos…!

«¿Me daría Usted un puro por favor…?»

Pienso, que nuestro cine ha devenido en una actividad insana subsidiada que tiene muy poco que ver con el arte o el entretenimiento, y sí mucho con una maquinaria propagandística progre y cursi que hace a la perfección el trabajo por el que se la subvenciona. Porque mira que me gusta el cine, pero lo que sale hoy de las productoras nacionales, en general, es una especie de mierda a la que no se puede llamar cine… Lo de este país ahora es una industria deficitaria endogámica de propaganda de izquierdas, y hortera.

Nunca, ni en la época del destape, había caído tan bajo nuestro cine. El peor cine español de la Historia sin duda -y yo diría que el sector audiovisual entero- parece estar secuestrado por una especie de secta de pseudoartistas pocopensaores pero bienpagaos, abrazados al machito, e incapaces de hacer otra cosa que no sea lo que les mandan aunque al arte que le den por el culo.

Con la de historias que hay por ahí para lucirse, usando «las artes del bien contar…»

…de verdad, con la que está cayendo, gracias por leerme 🙏

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

¿NUEVAS SEXUALIDADES? 😳

Historias de Fernando Bustos ✍️

Un artículo incontestable.

«Hubo un tiempo no tan lejano en el que los maricones eran maricones (o mariquitas, si les sobraba pluma), las bolleras, bolleras, y los heteros «normales» sin que nadie se preocupase de más ni le importase en realidad lo que los demás hicieran en su cama. Eran tiempos en los que todos disfrutábamos de mayor libertad, mejor salud mental y mucho mejor humor...»

Un artículo incontestable:

👇👇👇 🙏

¿NUEVAS SEXUALIDADES?

© Fernando Busto de la Vega.

Historias de Fernando Bustos ✍️

Los árboles del voto, y el bosque de la Ley

Publicado el 22 de octubre de 2017.

Es enormemente perverso, el tufo asqueroso a xenofobia y supremacismo de los independentistas éstos… De forma torticera, sibilina y mendaz, han abducido con odio y propaganda barata a una buena parte de la sociedad catalana, y también a un preocupante número de confundidos e indignados españoles de bien; zurdos éstos de alto espíritu e ideologías pero anquilosados y flojos de ideas.

el voto

A todos éstos, los ha confundido el independentismo en la idea, deificada, e indeleblemente impresa en la psique por un adoctrinamiento implacable, de que la democracia se fundamenta ‘únicamente’ en la decisión de los votos.

El acto en sí de votar se torna en oráculo sagrado, revelador… Es por ello el voto, de forma indefectible, omnipotente frente a cualquier argumento que matice esclarezca o acaso contradiga, su concepto de valedor final de la democracia, de ‘lo democrático’.

Ésa, es su distópica y excluyente idea de la libertad, de la democracia…

Según ese mantra torpemente admitido de que «todo consiste en votar porque el voto de las mayorías todo lo avala», cualquier decisión o cualquier concepto -el derecho a decidir o la segregación racial; el genocidio de judíos o el aborto- podría así, ser avalado y beatificado por el voto de las mayorías.

ley

No aceptan el hecho en sí paradójico, de que para poder ejercer ‘cualquiera’ de las formas de expresar nuestra libertad -de las que el voto es sólo un ejemplo- es necesario que la forma de expresión aquélla, esté limitada, amparada, regulada y por ello asegurada, mediante una Ley, es decir: mediante LA LEY.

Los acuerdos de ayer no les valen a estos independentistas cuando ‘parece’ que ya no les convienen… Por lo que lucharon sus abuelos, y luego perdonaron y firmaron sus padres, no tiene para ellos, llegado el momento, valor alguno; lo olvidan de forma lerda e insensible.

Los pretéritos compromisos solemnes adquiridos por sus antecesores, dejan de tener vigencia si suponen un menoscabo de cualquiera de las múltiples ambiciones de la clase política y sus intereses… La traición reclama así su sitio infame entre las opciones posibles, del complejo y artero arte de la política.

españa

La verdadera memoria, la verdadera historia, les ha sido vedada. Ambas -memoria e historia- han sido torcidas y cercenadas por el independentismo, en aras de la vieja y paranoica idea – hoy entre ellos imperante- de que manipular y esconder el pasado, equivale a algo así como a ‘resetearlo’.

Estos traidores pretenden ‘borrar a su favor’ la moral, el honor, los méritos o la ausencia de ellos, y como no, la responsabilidad y la culpa, de los acontecimientos de su presente revanchista y paranoico.

Que los árboles,
no nos impidan ver el bosque…

bandera de españa.resized

Antonio rodríguez Miravete

EL NACIONALISMO Y EL CUCO

Publicado el 11 de octubre de 2017.

Tiene el pájaro cuco un comportamiento vital muy peculiar; nace en un nido ajeno, usurpado a otra especie, con la única condición que ésta sea de menor tamaño que el cuco mismo. Sus haraganes pero arteros padres, seleccionan cuidadosamente el nido a ocupar, para poner de forma furtiva un solo huevo.

Con ello, entre otras cosas, se descargan de la responsabilidad y del peso de la crianza, desentendiéndose completamente y para siempre, del futuro de su progenie… Engañan a los legítimos y esforzados propietarios del nido, haciéndoles creer que de ese extraño huevo, nacerá una de sus crías.

Aquéllos, ignorantes y bienintencionados, procuran siempre el cuidado; corren de forma abnegada con las responsabilidades de mantener el nido, y con el denodado esfuerzo de alimentar a todos los que creen sus hijos.

Una vez nacidos los poyuelos, el cuco, instintiva e inexorablemente obedece al impulso terrible y depredador de ir empujando al resto de sus hermanastros hasta el borde del nido, con la implacable intención asesina de arrojarlos, a todos, al abismo; uno a uno.

Poco a poco, durante semanas a veces, el cuco va ejecutando sibilinamente a los legítimos inquilinos del nido asaltado para instalarse tirano en él, y parasitar así a sus legítimos dueños… Así, queda solo el vástago del cuco como único receptor del alimento y los cuidados de esos abnegados padres, quienes son incapaces de detectar el espurio engaño del que son objeto.

Finalmente, una vez cuidado y crecido lo suficiente como para valerse por sí mismo, el cuco abandona sin más, cual infame rufián, ese nido profanado y esquilmado.

Deja así a sus padres adoptivos en medio de la estafa y la completa tragedia de no haber podido cumplir, ni con la instintiva misión de continuar su estirpe ni con su imperativo vital de perpetuar la especie… Todo ello, pese al esfuerzo titánico y baldío, de haber cumplido con creces con las tremendas obligaciones que la paternidad exige a los padres de cualquier especie.

bandera de españa.resized

Yo, al menos, sí encuentro gran parecido con el comportamiento aprovechado y canalla de cualquier tipo de nacionalismo; y especialmente del catalán.

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

Joaquín Sabina

Sintiéndolo mucho

Él mismo confiesa que sus aspiraciones eran mucho más machadianas, es decir, que pensaba que terminaría de profesor de literatura en un instituto de provincias.

Como desde siempre me gusta tanto el jazz, y por ello me atraen mucho más las músicas que las letras, musicalmente Sabina nunca me pareció cosa de otro mundo pero poéticamente siempre supe que era un gran genio… Su música no fue nunca la que me ponía, pero era imposible ignorar la calidad de sus letras siempre tan sentidas y descarnadas. No olvidaré el concierto que dió en la plaza de toros de Alicante hace ya muuuchos años. ‘Diecinueve días y quinientas noches’ vino después.

Acabo de ver el documental de Fernando León de Aranoa, y he de reconocer que es casi una obra maestra que logra que Don Joaquín, cinematográficamente, se desnude en público casi por completo y además, tiene el mérito de estar filmando siempre pareciera que momentos clave, aunque constantemente creamos que es Don Joaquín quien lleva la batuta artística… Eso, me ha gustado.

Muchas noches sin dormir con drogas y alcohol amén de con diferentes dolores del alma, son el origen de donde parece ser que surgen las obras maestras… Son sublimes un par de improvisaciones, versiones que le cazan, que le roban al bueno de Don Joaquín borracho como una cuba. Emociona y de verdad… Es un kamikaze de las cosas que se arroja sobre ellas precipitándose al estrellarse cantándolas, y que define los sentimientos del alma con una precisión lírica clásica diríase que casi como la de Santa Teresa, aunque con mucha más canalla claro.

Cuando le veo descompuesto después de tanta y tanta, y de tanto, y luego veo que canta así en privado, ciego perdido, se me ponen los pelos de punta. Como con las tripas chorreándole en las manos, como si le acabasen de rajar el vientre; canta Don Joaquín como si estuviese desangrándose vivo por amor, o tal vez por desamor… Creo que no soy nada original cuando afirmo que el canalla de Sabina, el bueno de Serrat o el fino de Drexler, son los mejores letristas en lengua española… Y todos mis respetos a los Rosendo, Perales, José Alfredo, Calamaro, a Fito y tantos otros.

Siempre he pensado que las películas sobre músicos no deberían descuidar la música. Pero como el cine es cine y siempre quiere contar de los músicos algo más que su música: sus amores su pasado y cosas así; por eso mismo me jode… Porque humildemente insisto, creo que el cine sobre música tendría que centrarse en la música: tipo Calle 54 de Fernando Trueba, por ejemplo… Pero bueno, las comparaciones son odiosas y el documental es fantástico y no hay que dejar de verlo, te guste Sabina mucho poco o nada.

Y ahora que lo pienso, ni en España ni en Argentina ni en Méjico, encontraríamos a casi nadie que dijese que no le gusta Joaquín Sabina o este documental.

…eeen fin.

🤜🤛

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras

El grito

Publicado el 1 de diciembre de 2016.

El sopor y la morriña que el calor provocaba en la tarde de un miércoles de agosto, en plena canícula estival, era irresistible. Las sombras caían perpendiculares al suelo, apenas rebasando el contorno de los objetos que las proyectaban, el calor espeso parecía que detenía el tiempo, lo ralentizaba pesado y pegajoso. A la hora de la siesta, en la huerta, solo se oían el crujido de mis pasos en la hierba seca y el chirriar de las cigarras.

El grito de auxilio sacudió mi pereza y mis embotados sentidos… Respondí con otro, esperando respuesta para poder ubicar el origen de donde provenía. El consiguiente grito hizo cambiar bruscamente el rumbo hacia donde desorientado me dirigía.

No acertaba ver a nadie; largas filas de algodón plantado geométricamente a lo largo y ancho de un enorme bancal frente a mí, más atrás, la línea verde intenso de la acequia bordeada de cañaverales que partía en dos la finca. Volví a gritar y la respuesta me mantuvo en la dirección hacia la que me dirigía, pero seguía sin ver a nadie. Corría alarmado a horcajadas evitando pisar las hileras de las plantas, acercándome rápidamente a la acequia, no parecía haber nadie, sin embargo los gritos no cesaban.

Llegué hasta la mota de la acequia, junto a una compuerta, ésta retenía el agua haciéndola subir de nivel hasta que rebosaba hacia una “regaera” que distribuía finalmente el líquido, progresivamente a cada uno de los márgenes del bancal. Las cañas se dejaban caer lánguidamente de las motas hacia el cauce de la acequia cerrándome la vista del mismo; estaba muy cerca del lugar origen de los incesantes gritos pero el espeso follaje me impedía distinguir nada. Finalmente pude atisbar una cabecita que apenas asomaba del nivel del agua, y unos brazos que agarraban frenéticamente cañas y follaje para mantenerse a flote, las paredes lisas de hormigón de la acequia impedían apoyarse en lugar alguno para poder izarse y salir; los dos metros largos de profundidad tampoco ayudaban.

nina-gritando

Al acercarme más pude darme cuenta de que se trataba de una niña. Los gritos cada vez eran más débiles debido al cansancio; el esfuerzo de mantenerse a flote y de luchar contra la corriente, que arreciaba justo en ese punto junto a la compuerta, estaban desgastando la tenacidad de la pequeña. Los remolinos del agua apretujándose por la presión, arrastraban y succionaban a la niña hacia abajo venciendo poco a poco, pero de forma inexorable, su resistencia… Me lancé al agua, con precaución para no golpearme con las paredes de hormigón de la acequia, a la vez que me agarraba de alguna de las cañas que se vencían hacia el cauce… Conseguí acerqué a ella y me di cuenta que era una gitanilla de no más de ocho años que gritaba y se agitaba como una loca.

En cuanto sintió mi contacto al agarrar su bracito, bruscamente se giró; con la agilidad de un mono me agarró ella y, literalmente, trepó primero por mi brazo, luego pisó sin misericordia mi cabeza con sus pies desnudos, arañándome e impulsándose hasta agarrar mi otro brazo que sujetaba la caña que nos sostenía a ambos. Finalmente consiguió otro agarre más arriba hasta que, con una rapidez y habilidad inesperada, en un último impulso y golpeándome sin miramientos con sus piernas, de un brinco consiguió salir del cauce.

Allí me quedé yo, hablándole para tranquilizarla, pidiéndole que me ayudase ahora ella buscando una caña robusta o algo que sostuviese mi peso para salir; me preocupaba mucho que estuviese asustada o herida, no paraba de hablarle y de pedirle que me hablase…

Tras un instante me di cuenta de que se había largado… la cría había salido corriendo dejándome allí tirado, mojado, sin ayuda y hablando solo; ni gracias.

Sin mucho esfuerzo conseguí salir de la acequia y, refrescado eso sí, comencé a espionar algodón.

Gracias por leerme 🙏

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

Maltrato y Amor – JM de Prada

Publicado el 28 de febrero de 2018.

Nunca antes había colgado en mi blog un artículo que no sea mío. Pero este escrito de Juan Manuel de Prada me parece una maravilla, y por ello lo comparto con vosotros.

Artículo de Juan Manuel de Prada, publicado el 27 de Noviembre de 2017 en ABC

«Remedios Maltratadores»

Allá donde no hay sacrificio, el amor se convierte en orgullo narcisista de poseer y dominar

Los remedios con que nuestra época pretende combatir la calamidad del maltrato a la mujer sólo contribuirán a exacerbarla, como ocurre siempre que se desarrollan remedios contra las calamidades sin querer renegar de la filosofía que las inspira.

Al fondo de esta calamidad hay una antropología nefasta que se afirma en principios tan aborrecibles como el narcisismo, la codicia de mando, la divinización de la sensualidad, la búsqueda egoísta y utilitaria del goce inmediato, la sed vulgar de una felicidad impermeable al compromiso y al deber. Pero, en lugar de combatir esta antropología nefasta que convierte a muchos hombres en maltratadores, se pretende que las mujeres afirmen también los mismos principios aborrecibles, lo que inevitablemente redundará en mayor número de mujeres maltratadas; pues, allá donde dos bandos defienden los mismos principios erróneos, se impone el que tiene mayor fuerza bruta.

Para combatir la calamidad del maltrato habría que empezar por combatir lo que nuestra época diviniza: una felicidad que se logra a través de la satisfacción inmediata del propio deseo y la exaltación del yo. Es grotesco que una época que aplaude la infestación pornográfica y la sexualidad más pluriforme y animalesca, a la vez que persigue y escarnece las virtudes domésticas, pretenda al mismo tiempo que los hombres vean en las mujeres seres dignos de respeto.

Es por completo demente que una época que glorifica el utilitarismo, la soberanía de la pasión y la búsqueda constante de goces inmediatos y novedosos pretenda al mismo tiempo castigar las violencias que brotan de las aberraciones que glorifica.

Para combatir el maltrato a la mujer hay que asumir primeramente que toda relación humana digna del tal nombre se funda sobre la noción de sacrificio.

No hay vida feliz sin sacrificio mutuo, sin renuncia a uno mismo, sin paciencia abnegada y constante. Los seres viles se afanan por imponer su voluntad y su deseo; los seres nobles se esfuerzan por cumplir con su deber, por aprender a donarse, por dejar de pertenecerse. Sólo así uno se siente ligado al otro e invadido por su destino, incluso cuando se extingue la pasión, incluso cuando acecha el tedio vital; de lo contrario, el tedio vital y la extinción de la pasión hacen odioso a quien nos acompaña.

Decía Thibon que cuando falta el sacrificio uno sólo puede amar en el otro un brillo superficial que no tarda en desgastarse; y cuando ese brillo se desgasta, el amor se convierte en aversión y desprecio. Y a las cosas que despreciamos terminamos tratándolas, inevitablemente, a patadas. Allá donde no hay sacrificio, el amor se convierte en orgullo narcisista de poseer y dominar. Así las relaciones entre hombres y mujeres se convierten en un duelo de egoísmos en donde no tardan en aflorar las susceptibilidades, las desconfianzas, los recelos, las irritaciones y, finalmente, la animadversión y el aborrecimiento.

Cuando en las relaciones entre los dos sexos media el sacrificio, el amor es una ofrenda; y el ser amado se convierte en una auténtica patria: una tierra que se cultiva y se cuida, que se hace grata y fecunda a través de nuestros desvelos. Cuando en las relaciones entre los dos sexos media la exaltación del yo, el amor es codicia y afán de anexión; y el ser amado se convierte en una triste colonia: una tierra que se expolia y ordeña, que se pisotea y escupe, para después abandonarla.

En lugar de hacer del otro una auténtica patria, mediante una antropología fundada en la entrega y el sacrificio, nuestra época pretende hacer de hombres y mujeres odiosos colonizadores. Así sólo lograrán exacerbar la calamidad que dicen combatir.

Juan Manuel de PradaJuan Manuel de Prada

Soy muy muy macho…

Publicado el 21 de enero de 2020.

MACHO

1. m. Animal del sexo masculino
2. m. En las plantas con individuos masculinos y femeninos, el que produce el polen para fecundar a otra planta de su especie.

Solo hay que mirar la naturaleza para darnos cuenta del perogrullo, de que hay machos y hembras en la casi completa mayoría de especies pluricelulares que pueblan este planeta… Algo significará digo yo, este dimorfismo al cincuenta por ciento.

El machista león macho, es verdad que folla demasiado rápido y que raramente come si no cazan las hembras. Pero por otro lado, la golfa de la mantis religiosa, devorará tras la cópula al macho como éste se descuide… Cosas de la naturaleza. Pero en ambos casos, son precisamente las hembras las que deciden. Son las leonas las que eligen a ese macho tan fiero y chulo; y son la receptividad y las feromonas de la mantis hembra, las que se dejan hacer por ese pobre macho como se descuide… Unas hembras le dan de comer a su macho porque quieren, y otras, quieren comerse al macho. ¡Qué cosas…!

Fijémonos también, y porqué no, en el ejemplar ejemplo del albatros hembra. Que de joven y tras una danza ritual hermosísima se apareará con un vínculo irrompible y para siempre con el mismo macho; con su macho. Y ya le pueden venir, que ella le esperará sine díe y año tras año; por siempre citada con él de vuelta al mismo nido… Y aunque un día su ausencia le confirme que su aquél ha muerto, jamás conocerá otro macho. Vagará volando por siempre sola y hasta renunciará a su condición de madre, ya que no concibe serlo sin su macho…

Por otro lado, en el caso opuesto está el bonobo, ese cachondo primate que parece que veranea en Madagascar y que todo lo resuelve follando… ¿Que tiene miedo? folla con lo primero que pilla. ¿Que tiene hambre y no hay comida? se entretiene follando. ¿Que le ha tocado los huevos al macho alfa y se ha llevado un par collejas? para desfogar la impotencia se folla lo primero que encuentra. Ellas con ellos, y ellos también con ellos; orgía constante… Las hembras listas ellas, para no estar eternamente preñadas solucionan ese guirigay porno con un solo y breve período fértil al año; el resto lo hacen sólo por gusto. ¡Qué pillinas…!

¿Y el pavo real…? ¿Habrá algo más bello pero más tonto que un pavo real…? Tanta pluma ellos tanta pluma; y ella tan fea. De tan bonitos parece como que hubieran renunciado a su masculinidad; y sí, son hermosos y delicados pero inservibles si no es para chillar o perpetuar la especie… ¿O son ellas las inservibles ya que son tan feas…?

…eeen fin. No sé…

Hoy, todo el mundo tiene el derecho de reivindicar algo o así debiera ser. El feminismo o los españoles, el elegetebeismo, el comunismo y el ecologismo; los pensionistas, el veganismo y los animalistas; hasta los terraplanistas, los testigos de Jehová e incluso el islamismo, pueden manifestar públicamente sus ideas como no podría ni debería ser de otra manera en una democracia.

Pues yo, me manifiesto y reivindico profundamente macho.

Qué voy a decir si me gustan las mujeres más que el sexo o el dinero; más que el tocino de cielo o los coches buenos. Más, que cualquier viaje de aventura porque no hay ni aventura ni viaje mayor que caminar al compás de mi hembra al lado. No me entiendo si no es rendido ante mi mujer; adorándola…Y qué casualidad, tengo solo dos hijas, también hembras ellas.

Pero sí, he de reconocer que como macho soy algo bruto, tengo pelos en el cuerpo y meo contra la pared.

En mi antigua, querida y se ve que patriarcal familia, siempre han gobernado las mujeres desde que yo recuerdo. Siempre… Mis añoradas y queridas abuelas gobernaban sus importantísimos ámbitos domésticos con una indiscutible y total autoridad, diligencia y mano firme, a la vez que criaban, mimaban y educaban cuatro hijos cada una… También mi venerada madre siempre ha gobernado su casa como un brigada, educándonos con amor, disciplina, respeto y mérito. Y solo tengo una hermana mayor, queridísima… Toda mi vida criado bajo faldones de mujer. ¡Qué gusto…!

Y por último, sí, he de confesar que sí; que a mí ahora y sin duda también me gobierna una mujer, amadísima.

Como veis soy muy muy macho.

No dejes que te confundan. 💞

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras

.

Furtivos

Publicado el 30 de noviembre de 2016.

El aspecto exterior del edificio era imponente pero ruinoso, aunque las ajadas y desvencijadas puertas exteriores todavía lo mantenían, aunque precariamente, cerrado y secreto.

muro.jpg

Ellos dos sabían que saltando la valla trasera se podía acceder al patio posterior; éste, comunicaba con el fondo del antiguo escenario a través de una pequeña puerta casi completamente desarbolada de puro vieja… Yo, en cambio, pese a ser familia de los propietarios del vetusto edificio casi no sabía absolutamente nada del mismo, y he de confesar que hasta ese momento nunca había tenido curiosidad alguna por él.

Pero la propuesta de colarnos esa tarde de forma furtiva, era irresistible.

Resultado de imagen de puerta vieja

Esperamos rondando nerviosos por los alrededores el momento adecuado cuando Luis dio la señal. Tras saltar rápidamente la valla exterior y forzar sin mucho esfuerzo la pequeña puerta de acceso, de repente, nos encontramos al principio de un lóbrego pasillo que iluminábamos apenas con la única linterna de que disponíamos.

Avanzamos hasta llegar a una pequeña habitación de techo muy bajo, que a su vez comunicaba con el enorme e inquietante patio de butacas. El haz de luz de nuestra raquítica linterna se perdía en la espesa oscuridad del negro espacio vacío y húmedo, iluminando tan solo un caótico universo en movimiento de infinitas motas de polvo suspendido por el tiempo y la desidia.

En penumbra llegamos hasta el pasillo y casi a tientas, nos dirigimos hacia la salida central llegando a lo que parecía el hall de la entrada principal. Allí nos separamos… Fernando se quedó con la linterna, y Luís y yo nos tuvimos que apañar con cerillas y mecheros para abrirnos paso por la aplastante oscuridad que nos rodeaba.

Giré intimidado a la izquierda llegando hasta un estrecho pasillo lateral por el que se accedía a los palcos; éste se curvaba ligera e inquietantemente siguiendo la forma elíptica de la enorme sala, lo que hacía que no pudiese ver el final del mismo… La sensación al avanzar era como si ese opresivo, angosto y tétrico pasillo no acabase, no tuviese al recorrerlo un final definido.

Crujían mis pisadas al aplastar papeles, cristales y pedazos de ajados marcos de madera que seguramente, alguna vez habían orlado fotos de viejas glorias del espectáculo hacía mucho tiempo olvidadas… De repente, unos ruidos extraños e inquietantes, rítmicos, tétricos, sobresaltaron mi ánimo erizando cada pelo de mi cuerpo de puro miedo; grité llamado a mis compañeros.

Guiado por el sonido de sus respuestas llegué a trompicones de nuevo a la zona del patio de butacas justo al pie de una escalera por la que se subía al escenario; sobre éste, y situado en el centro, se hallaba un fantasmagórico y destrozado piano cuyas viejas y desgastadas teclas estaban siendo aporreadas nerviosamente por Fernando, de forma que roncas notas metálicas desafinadas y lúgubres, llenaban el espacio espantándonos.

Debido al canguelo que sentíamos los tres instintivamente nos reunimos nerviosamente junto al piano; y justo cuando bromeábamos golpeando de nuevo sus desgarbadas y sordas teclas, sentimos un gran crujido sobre nuestras cabezas tras el que se produjo un enorme estruendo precipitándose sobre nosotros gran parte de la arcaica tramoya situada sobre el escenario.

Los polvos de color rojo cubren a uno de los participantes en el festival de Gauhati, India.

De repente, aunque milagrosamente indemnes de daño físico alguno, quedamos completamente cubiertos de una polvareda sucia, espesa y asfixiante que nuestra exhausta linterna podía apenas penetrar.

La enorme dificultad para respirar y el gran susto en mayor medida, hizo que arrancásemos a correr casi a ciegas espantados, tropezando y buscando frenética y ansiosamente la salida por la que habíamos penetrado en el edificio.

Resultado de imagen de niños cubiertos de polvo

Casi sin resuello nos encontrábamos en el exterior del teatro corriendo y alejándonos espantados a la vez que exultantes, cubiertos completamente de polvo, y con la respiración entrecortada por el gran susto la excitación y la carrera.

A nuestros 13 o 14 años la experiencia había valido la pena.

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras

Mariscadas…

Acabábamos de entrar en aquel restaurante tan auténtico que nos habían recomendado: La Maruxía… Situado justo, junto al dique del pequeño y coqueto puerto pesquero de La Guardia, en Pontevedra. Recuerdo que como hago siempre me acodé en la barra del bar esperando a que nos atendiesen, cuando de repente y empujando de espaldas la puerta de entrada al restaurante con un lado del culo, entró un hombre rana con una enorme red colgada al hombro, llena hasta los topes de percebes chorreando agua de mar recién acabados de mariscar.

Cuando se acercó el camarero a ver qué se nos ofrecía, yo, como haciéndome un poco el gracioso me puse a guiñarle el ojo y a señalarle tímidamente con el dedo al marisquero: «quiero de eso…» No sé si se lo dije realmente o si sólo lo pensé. Lo que sí recuerdo es cómo sonreía el camarero al mirarme: «Síganme, por favor…» Y echamos los tres a andar detrás del mariscador que también se dirigía a las cocinas… Mientras, yo, como embobado no podía dejar de mirar la saca chorreante que llevaba el hombre colgando. Percebes. ¡Mmmm…!

El tipo del traje de buzo y su cargamento finalmente se perdieron por una de las puertas de la sala, y el camarero nos acompañó a una de las mesas de aquel comedor, con el cocedero de marisco situado bajo una enorme campana metálica extractora justo en medio del salón, y desde la que podías ver perfectamente cómo manejaban tu comanda… Al poco rato, y con una simpatía francamente gallega se nos acercó el dueño del restaurante: Marcelino; se presentó.

— Un placer. Somos de Alicante, y humildemente y como verdaderos ignorantes, venimos a que nos aconseje Usted para pegarnos una buena mariscada gallega.

Recuerdo cómo se rió abiertamente Marcelino tras presentarnos todo el género de la carta: nécoras, bueyes de mar, bogavantes y percebes, ostras, almejas, zamburiñas, pulpo… El tonto de mí le dijo aquéllo de: «no sé, pónganos un poco de todo…» Menos mal que el listo de él, y sin dejar de sonreír, nos dijo lo de: «de eso nada, se van a comer ustedes justo lo que yo les traiga; confíen en mí…»

Y oye, no hizo falta más.

Lo primero que nos trajo y bajo su responsabilidad fue una botella de vino de la zona, blanco, de la denominación de origen O Rosal, y que después de probarlo no lo podré olvidar nunca: maravilloso… en su punto de frío de cubitera, tanto, que cayeron dos botellas.

Lo segundo que nos trajo y también a su elección, fueron tres bueyes de mar enormes que diríase que chillaron al echarlos a la olla hirviendo de tan frescos; vivos, los pobres… Luego, los enfrió con hielo y nos los sirvió desmembrados con las pinzas, el pecho y las patas presentados en una fuente acompañado todo ello con unas tostadas y una especie de paté, hecho tan solo con aceite de oliva, un poco de sal, y los mejunjes triturados del interior de la cabeza del cangrejo servidos en su misma carcasa hueca. Y estoy casi a punto de llorar sólo de recordar los sabores…

Lo tercero que nos propuso, por supuesto, fue otra fuente pero gigante esta vez con más de tres kilos de piedras y percebes de aquellos que chorrearon la puerta de entrada del restaurante… Me fijé, en cómo los echaban a una olla gigante, y en cómo el cocinero contaba los segundos que aquel extraordinario género debía cocerse para quedar a la perfección. Con una escurridera también gigante Marcelino fue sacando las piedras y percebes de la olla sumergiéndolos en hielo, y depositó todo aquéllo en una fuente metálica gigante que cubrió con una toalla blanca, mojada e inmaculada.

Estaban entre tibios y frescos; la textura y la sal; el caldo que soltaban… No olvidaré nunca cómo me chorreaban hasta los codos de tanto chupar y comer aquellos manjares, de tanto sorber ambrosías. De lo que costó la cuenta, la verdad, es que no me acuerdo.

¡Coooño, 😳 como los socialistas 🙄…!

eeen fin.

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

EL ZULO…

Publicado el 29 de marzo de 2017.

Al igual que tú lector, ya no recuerdo casi.

Pero en mi caso, se debe a que es demasiado el tiempo que estoy dentro de esta sentina apestosa y oscura, de tres metros por tres metros, justos… Mis sentidos están embotados unos, y exacerbados otros.

Embotados unos ya que, por ejemplo, tengo atrofiado el sentido del gusto debido a que no sé cuánto tiempo llevo comiendo lo mismo. Todos los días: un caldo asqueroso con cosas flotando, una manzana, dos vasos sin fregar con algo de agua o de leche y, curiosamente, un huevo… Siempre lo mismo.

Tampoco la vista me sirve casi para nada dado que, cual topo, la completa oscuridad ha acomodado mi vista a la ceguera total dentro de este sarcófago donde me encuentro. Tanto es así que, cuando mis raptores entran -no a limpiar, sino estrictamente a retirar mis excrecencias- al encender la rácana luz justo encima de mí, mis ojos se quiebran como cristal, impidiéndome ver dolorosa y momentáneamente.

Por otro lado, el sentido del tacto ha sido el que me ha permitido -al recorrerlo no sé cuántos cientos de veces- formarme una idea precisa del tipo de agujero vil donde me encuentro.

Estoy encerrado en el interior inmisericorde de un cubo hueco de hormigón, sin juntas ni fisuras; solo un minúsculo agujero de ventilación. Todo está completa y deliberadamente insonorizado y a oscuras. Este agujero es inexpugnable salvo que se consiga abrir -justo sobre mi cabeza- la blindada portezuela metálica, que sella el agujero circular de entrada, y que constituye la única forma de acceder a este inmundo cubículo; o de escapar de él.

Otro de mis sentidos que también se ha exacerbado es el oído… Dado el embargo sensorial al que estoy sometido, sorprendentemente, se me ha agudizado hasta alcanzar una sensibilidad asombrosa.

Puedo sentir hasta las minúsculas vibraciones, del ínfimo golpeteo de las patitas de las cucarachas, quienes constituyen mi única compañía y muchas veces mi distracción. Con frecuencia me entretengo contándolas, ubicándolas con precisión al escuchar el sutil tableteo de sus patitas alrededor mío.

También el sentido del olfato se me ha desarrollado con sutileza. Extrañamente, ya que -con ensañamiento- el cubo donde a diario cago, meo y con frecuencia vomito, a veces permanece conmigo durante días… He de reconocer que, con frecuencia, me entretengo también en diseccionar olfativamente esos pútridos olores que me rodean, los clasifico y, morbosamente, hasta intento definirlos cual experimentado y retorcido sumiller. Es algo así como un juego… un juego triste sí. Un juego macabro, quizá para mantener así una concentración que me impida ir perdiendo el juicio.

Estoy secuestrado, lo que ya no recuerdo es desde hace cuánto tiempo.

Ahí están, van a entrar. Los escucho apenas, y también creo que puedo casi olerlos pese a que todavía no han abierto la puerta; es chocante pensar que únicamente por el olor corporal podría identificar a cada uno de mis tres raptores, ya que siempre llevan en mi presencia un pasamontañas.

Al abrir la portezuela, de forma refleja, rápidamente se aparta con asco evidente una de esas caras con pasamontañas; el olor que asciende por el agujero es hediondo, insoportable… De repente, dejan caer una destartalada escalera; violenta y dolorosamente alguien me agarra con fuerza de los pelos, tirando de mí hacia arriba con la fuerza de sus dos brazos. Completamente cegado, y tras asomar por el agujero poco más que la cabeza, una tremenda ostia me está esperando, a la vez que unos gritos furibundos me confunden, hiriendo con su volumen y violencia mis oídos.

¡TXAKURRA, TXAKURRA…! En medio del ininteligible lenguaje que me aturde, apenas puedo distinguir las palabras «cagoendios» e «hijoputa»

Lo último que oigo es un tremendo estampido junto a mi cabeza; lo último que siento es una sensación de empujón a la vez que de vacío… Y un intenso calor en la parte izquierda de lo que queda de mi cabeza.

Ya no recuerdo nada mas…

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras

EL COMUNISTA

«El liberal sabe que «la realidad es un absoluto independiente de tus deseos, caprichos y emociones» (Aristóteles), mientras que el comunista cree que «la realidad es un constructo social, que el mero deseo, modifica la materia y subvierte las leyes que rigen los fenómenos objeto de análisis» (Marx). El liberal desea lo que está o puede estar a su alcance, y a la larga y si se esfuerza triunfa y es feliz; el comunista desea imposibles y siempre fracasa; y como paliativo a su fallida felicidad, su felicidad pasa a ser el disfrutar del fracaso de los demás.»

¡Qué cosas…!

😳

Mayo Von Holdt

APRENDÍ HACE AÑOS

Publicado en junio de 2020.

Aprendí hace muchos años, Geografía y sobre todo Historia de España cuando todavía casi no había autonomías. Bueno, estaban recién estrenadas porque recuerdo hasta el momento en que en mi colegio cambiaron el mapa político de las antiguas regiones de España, que colgaba desde siempre junto a la pizarra y el crucifijo, por aquel nuevo mapa. Uno nuevo, autonómico decían… Cuando lo colgaron me pareció exactamente igual que el anterior aunque con más colores; pero era diferente, insistían.

¿En aquella época, con diez, doce o catorce años, qué coño íbamos a saber…? Quedó colgado solemnemente en la pared frontal de mi clase, ésa hacia la que todos mirábamos cuando los maestros querían enseñarnos algo. Hoy para aprender algo solo miramos pantallas frías, sin pizarras ni maestros… Poco después se descolgaron también los crucifijos; no sabemos si gracias a Dios.

Tengo más años ya, que la orilla de la playa.

Y precisamente por eso, justo por aprender de España en ausencia de autonomías, creo que todavía recordaría el nombre de la mayoría de los ríos de la península y de sus afluentes principales; el de los cabos y golfos más importantes de nuestras costas; el de nuestras hermosas cordilleras y macizos montañosos, y el de sus picos más altos e importantes. Me sé, el nombre creo que de casi todas nuestras islas. Crecí, entendiendo que era España desde Gerona al Ferrol, y que tan españoles éramos los de Bilbao como los de mi pueblo, o los de Segorbe, Cuenca o Barbate.

Se ve que soy un romántico. O un facha que dicen ahora.

Una de las cosas de las que más presumo es de conocer esta España nuestra casi entera, pero por haberla recorrido desde siempre y con entera libertad… Nada que ver con lo de ahora en que se masca una tensión, una estúpida diferencia entre nosotros como inducida, como obligada, por un ambiente político irrespirable creado por nuestra panda de reyezuelos nacionales y autonómicos.

Unas diferencias entre españoles, por las que se arrancan los políticos hasta los ojos unos a otros; todo sea por defender sus prebendas, sus carguicos, y sus propias cuentas pendientes… ¡Qué asco…!

Cuando en el ochenta y seis hice el servicio militar obligatorio, para no aburrirme, me fui voluntario ni más ni menos que al Cuerpo de Operaciones Especiales del Ejército… Una vez todos allí solo éramos españoles extrañados unos de otros. Pero completamente iguales y por completo ignorantes de la dureza que nos esperaba tras nuestra equivocación voluntaria… Solo un montón de jovenzuelos locos e insensatos, debido seguramente a una acumulación excesiva de testosterona en nuestros cojones. Éramos poco más que adolescentes, inocentes, bragados, y seguramente patriotas… Y la mayoría, estoy seguro de que simplemente buscábamos aventura. De Córdoba, de Granada, de Cuenca, de Toledo, de Alicante, de Lugo, de Albacete, de Murcia, de Málaga.

…eeen fin.

Ahora parece que buscamos la aventura, en partirnos entre nosotros la cara en trozos para comprobar una vez más lo gilipollas que somos como sociedad; como colectivo. Sufrimos una metástasis roja fruto de un cáncer siniestro, que nuestro país sufre mucho y desde hace mucho. Tanto, que hasta yo estoy a punto de odiarme a mí mismo.

Cuando salgamos de ésta, querría que saliésemos a recuperar unas calles que de verdad todos sintiéramos nuestras. Que volviéramos a pasear por ellas asumiendo como propias nuestras propias calles… Que aprendiésemos como desde pequeños hacen los anglosajones, que nuestra casa no acaba cuando salimos de ella, sino que todos somos responsables de cuidar lo público, porque también es nuestra casa.

Que sintiéramos, que ese suelo que estos días no hemos podido casi ni pisar, es profunda y rotundamente de nuestra propiedad; de todos nosotros, los españoles.

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras

MIS PRIMERAS TETAS

Publicado el 25 de febrero de 2017.

El alpargate subía y bajaba sobre el vientre de mi madre, acompasando perezosamente su sueño ligero de siesta escasa; mi hermana durmiendo a su lado y yo al otro haciendo como que dormía… Ese alpargate, era la garantía de que como dictaba la norma no escrita entre los vecinos: «durante la siesta, los zagales estaban cada uno en su casa pa’no dar cancán…» Por ello, en el caso de que mi madre detectara algún sonido o anómala vibración distinta de las habituales que causaría el sopor canicular a tres personas en una misma cama, ese calzado liviano súbitamente se convertía en fusta lacerante y sonora que ¡plafff…! cortaba de raíz el impulso, de escamotear la anteriormente descrita norma no escrita. Un alpargatazo.

Quería bañarme sí o sí… las posibilidades eran escasas, pero tras agotar la espera mi paciencia y con movimientos de caracol pude deslizarme, descolgándome del borde de la muy alta y vetusta cama. Con un silencio de ofidio y cual tal, conseguí reptar hasta la puerta de la habitación cuya apertura era la justa, para escabullirme sin que sus goznes oxidados por el salitre chirriasen delatores mis intenciones transgresoras.

Tenía la playa parecía que para mí solo; las tempestuosas jornadas anteriores habían trastocado en una maravillosa tarde de un tardío día de agosto. El mar, rizado y brioso aunque noble al mostrar con su irregular oleaje sus ocultas y peligrosas cicatrices, invitaba de nuevo al baño confiado…

Entonces, el rugido batiente de las olas pareció silenciado completamente debido a unos alaridos de auxilio desesperados, angustiosos, entrecortados…. Miré alrededor, hasta localizar a duras penas una cabeza y unos brazos que rendían su intento de permanecer a flote… Se ahogaba, y mis trece o catorce años dudaron a la hora de lanzarme en su auxilio esperando que el hombre aquél, que estaba como a unos treinta metros del que se ahogaba, lo hiciese.

-¡¡¡¿Es que no lo vas a ayudar…?!!! Grité muy nervioso.

Era evidente que no. El tipo estaba petrificado; me miraba con ojos ovinos, de canguelo… Tras unos cincuenta metros de trabajoso esfuerzo y a contracorriente me encontré jadeando y zarandeado cual pelele por la inmisericorde resaca, justo a un par de metros, de ella…

Me acerqué, y antes de que me diese tiempo a reaccionar me vi agarrado, arañado, mesado y sumergido, por una vorágine histérica en lucha a muerte por un vital resuello. La chica, al batallar por su vida de forma ciega, asustada y visceralmente egoísta, me utilizaba cual salvavidas pingajo sin reparar en mi también urgente necesidad de respirar, al menos de vez en cuando.

El croché submarino y desesperado que me vi obligado a estampar contra su rostro, claro que la hizo reaccionar, y puso una distancia entre nosotros que sirvió para que se diese cuenta que la calma, era lo único que nos hacía realmente falta, a los dos… El intento de hablar con ella se esfumó al darme cuenta de que era una rubia pelirroja de ojos azules y extranjera; así que, acercándome de nuevo con precaución la agarré esta vez yo de la muñeca, firmemente. Sin dejar de mirarla a los ojos le solté el brazo e inmediatamente le tendí mi mano, dándole a entender que solo debía apoyarse en ella… Me sumergí empujándola hacia arriba, y pese al lastre que aquel cuerpo encima mío suponía, apenas podía agarrarme a la arena movediza del fondo anclando en ella mis pies e intentando llegar al rompeolas, para lo que necesité varias agónicas e interminables inmersiones.

El avance hacia la orilla se hacía casi imposible por la corriente; suerte que el peso de ambos jugaba a nuestro favor y penosamente, nos permitió ir avanzando hasta el banco arenoso sobreelevado del resto del fondo marino donde las olas rompían con más fuerza, pero donde también pudimos ambos hacer pie, y descansar con la respiración desbocada y el agua literalmente al cuello.

Extrañado, me di cuenta que llevaba algo como anudado en mi brazo, cual brazalete de tela casi a la altura del hombro. Varias veces tuve que mirarlo para darme cuenta de que era la braga del bikini de la chica, que en el fragor de la refriega marina por su vida y la mía, se deslizó de su trasero y sus rollizos muslos hasta que, Dios sabe debido a qué casualidad, terminó abrazada a mi brazo derecho.

Ella no se dio cuenta y yo no le di más importancia hasta que, a medida que el nivel del agua delataba nuestro esforzado avance hasta la orilla salvadora, me percaté de un par de prominentes bultos con puntas sobresalientes, como de azúcar tostada, flotando y asomando caóticamente del agua a poco más de un palmo bajo la barbilla de la chica… Con el agua por la cintura, comprobé que tampoco había rastro alguno del sujetador entre las generosas y temblorosas lorzas de la moza. Ésta, en estado de shock no se daba cuenta del desnudo integral que estaba regalando a la no muy concurrida audiencia, que prestaba una indolente atención a los detalles de nuestra peligrosa peripecia en la playa.

Con el agua ya en los gemelos, la madre de la chica se nos acercó tremulosa, con lágrimas corriendo por su barbilla y con una toalla para tapar los excesos magros de su hija. Ésta, al reconocer su desnudez comenzó a proferir unos aullidos extraños, perdiendo de forma más histérica que en el verdadero trance que acabada de sortear, los papeles y el sentido del decoro… Algo descompuesta comenzó a correr por la playa delante de su madre y chillando en no sé qué idioma, con el consiguiente despliegue de sus orondas hechuras tremolantes. Ésto, qué duda cabe contribuyó a aumentar el interés de los espectadores que nos contemplaban…

culo2

Yo, mientras, derrengado, subía la pendiente de la playa arenosa hasta mi casa, envuelto en tribulaciones de carne y roces temblorosos que soliviantaron mi ánimo esa tarde y muchas otras, sólo con su mero recuerdo.

Al fin y al cabo eran las primeras tetas que había yo… rescatado.

…eeen fin.

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

Pescar en medio del océano

Ésto de escribir gratis en Internet es como pescar con una caña y una barca en la inmensidad del océano; el sedal ni siquiera llega al fondo. Acojona un poco ésto de estar solo en un bote en medio de tal inmensidad, y saber, que solo podrás volver a tocar tierra cuando pesques algo: álguien que te lea… Suceso raro y muy valioso y que sólo tendrá lugar, debido a un encuentro espontáneo y que como tras una gran suerte debida a un hallazgo en medio de la nada, encontramos a alguien tan maravilloso como un lector que nos encuentra él, nos lee, y nos rescata…

El sentido de pescar es pescar algo, así como que te lean es el sentido del escribir. ¿No…? Pues éso.

…eeen fin. Gracias por leerme 🙏 💕

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras

PECADOS CAPITALES

Publicado el 1 de noviembre de 2019.

PECADO:

«Cosa que se aparta de lo recto y justo, o que falta a lo que es debido»

Hablar de pecados en un mundo como en el que hoy vivimos, para algunos puede parecer una filfa ya superada o una estupidez per se. Pero los remordimientos y la conciencia, las tradiciones y el tiempo, casi siempre tienen razón. Y querámoslo o no han sido siempre verdad aquellos siete pecados nuestros, los capitales; pero porque han existido siempre y porque sí, son pecado.

Y son capitales debido al hecho indiscutible de que todo ser humano que habita esta Tierra, por virtuoso que sea, seguro, que a lo largo de su vida ha cometido alguno de ellos. Y seguro, que no sólo uno y no una sola vez… Yo, por ejemplo, soy esclavo de varios de esos pecados; de unos más que de otros. Lo soy en especial de la pereza, y cómo no, de la soberbia.

«Y de esos siete pecados innegables, mi favorito es la soberbia…»

La ira, la gula y la lujuria son pecados como más primarios porque tienen que ver con la satisfacción de instintos. La envidia, la pereza y la avaricia, son en cambio pecados más evolucionados, más reflexivos, porque afectan a nuestra relación con las cosas que deseamos, o que nos creemos con derecho a poseer.

Un gorila o un león pueden sin duda, experimentar la ira al luchar a muerte por su territorio y su harem; sentir la gula al devorar ensangrentado y hambriento a su presa; retorcerse de envidia al ver copular a su vecino; abandonarse a la pereza una vez ahítos sus instintos; sucumbir a la lujuria dando rienda suelta a su celo salvaje; o consumirse de avaricia al pretender acaparar cosas, o poder sobre sus semejantes.

Pero la limitación de sus instintivas y cortas entendederas de bestia salvaje, no le alcanzarán ni al gorila ni al león, para sentir nada parecido a la soberbia. Pero porque éste sí es un pecado en el fondo, una culpa. Y requiere de un intelecto complejo y consciente, que pueda asimilar la percepción personal de un propio ser, racional.

«Pienso, luego existo…»

Por ello, es sin duda la soberbia el pecado que más nos define como humanos; el que mejor nos perfila así justo como somos de simples de miedosos y de gilipollas. Verdaderos majaderos insignificantes creyéndonos alguien. Simples hormigas a escala universal, erigiéndonos en el centro de no sé qué mundo. Soberbia en estado puro, induciéndonos a pensar que somos alguien en medio del caos que nos rodea. Imprescindibles nos creemos para que ésto gire; cuando ésto ya giraba mucho antes de que llegásemos.

Si alguna vez perdiste algo muy muy valioso, seguro que sentiste ira ante esa merma, además de avaricia y envidia porque otro se lo encontrara. Pero en realidad, lo que más te jodió fue la soberbia al experimentar tu detrimento. Porque la soberbia detesta la pérdida.

Y si alguna vez, quizás por ira autodestructiva o por lujuria bulímica, vomitaste después de un atracón de gula; que sepas que fue la soberbia, para no ver tu imagen frente a los espejos, el sentimiento que te indujo a provocar la arcada. Es la soberbia la que no soporta tus inseguridades.

Y si tanto te gustaba y no te dejaste enternecer por aquella puta en medio de la lujuria y la gula, fue porque tu soberbia ya sabía que te quedarías solo en cuanto se te ablandara la polla o se te endureciera la cartera; y que ella se iría de todos modos. Y porque esa misma soberbia, no te dejó reconocer la vergüenza de tu inefable soledad.

O aquella vez que la avaricia te empujó a ganar con trampas. Fue la soberbia la que te impidió reconocerlo ante el timado y así, salvarte.

Es la soberbia el pecado sin duda más humano, el más sutil y el más refinado. Es en el fondo una pulsión simia, homínida, instintiva y a la vez reflexiva, que nos compara con el resto de la manada; que nos pone en relación con el prójimo y frente a nosotros mismos; y que nos coloca en una escala, si como mejores o peores, dentro del clan al que pertenecemos… Y claro, siempre nos creemos mejores de lo que realmente somos. Imbéciles.

…eeen fin.

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.

.

Morir atado a un muerto

El otro día en su programa de radio matutino, el gran Federico Jiménez Losantos usó en una de sus tremendas imágenes (radiofónicas), una metáfora, una comparación que me heló la sangre, para ilustrar la situación actual de España.

Contaba el erudito y no solo periodista, que, en un tiempo en el que como arma hasta se lanzaban cadáveres infectados de peste y viruela por encima de las murallas para sitiar y ganar una ciudad, los romanos idearon el peor castigo posible que se le podía poner a nadie. Peor que el desmembramiento en vivo, la hoguera, o peor que la crucifixión: atarlo a un cadáver sin posibilidad alguna de separarse de él… Terrible. ¡Qué tiempos aquellos…!

Así como hacían los egipcios con sus momias, los romanos ataban a esos pobres condenados formando un todo con el fiambre. Y así, inmovilizados y en contacto con semejante compañía pudriéndose, los desdichados atados a ese castigo y abandonados a su suerte, indefectiblemente morían lentamente o de hambre, o devorados por alimañas, o debido a las terribles infecciones provocadas por la podredumbre del fardo muerto al que estaban atados. No había fallo.

Creo que el bueno de Federico quería decir que España hoy está atada no a uno sino a dos muertos: Cataluña y Las Vascongadas. Que la podredumbre fruto del odio comunista, nacionalista y religioso, rancio y amasado durante tantos y tantos años en estos eriales morales subvencionados y llenos de cobardes, nos ha infectado ya a todos los españoles… Hasta el momento el miedo y la cadaverina solo apestaban en aquellos territorios pero ahora se han extendido, desbocado, desbordado, porque ya hiede en todas partes y por ello terminaremos todos muertos si no hacemos nada… Seguro.

La comparación sé que es terrible, peeero:

Desenterramos a los muertos.
Soltamos a los asesinos de ETA.
Pablo Iglesias es hijo de un terrorista.
Siempre hablamos de la guerra.
Soltamos a los violadores.
La Veneno y Bárbara Rey son un ejemplo.
Plácido Domingo no.
Castramos a los adolescentes.
Casi justificamos a los pederastas.
Se tiran los pájaros a las escopetas.
Los empresarios son ladrones.
Los perros se humanizan.
Los hombres se aperrean.
El aborto es simplemente un derecho.
La eutanasia es solo un avance.
Se equivocan con las leyes.
Nos gobiernan los más lerdos.
Se equivocan con los trenes.
Nos okupan los okupas.
En Valencia está pasando lo mismo.
Nos okupan los catalanes.
En Galicia, casi igual.
Todo el mundo roba y miente.
Gobiernan con el odio, lo fomentan.
¡Que muera fuera el Rey…!
Comunismo.

El nacionalismo del nacionalsocialismo nos ha atado nuevamente al cadáver del socialcomunismo, ofreciéndonos de nuevo solo la guerra civil como solución: es decir, la muerte de todos por podredumbre.

Y resulta, que la cosa es muuucho más sencilla y da igual si eres hombre o mujer, de Huelva o de Gerona, obrero o empresario, maricón, transexual, bisexual o heterogéneo, multigénero, ambiguo, quizá solo tímido, cura, o simplemente sensible, o enamoradizo:

¡No se pega, no se roba y no se miente, y por supuesto no se mata…! Nunca. ¡Faltaría más…! ¡Y búscate la vida o te mueres de hambre…! ¡Trabaja, y ten vergüenza al menos si alguna vez te portas como un canalla, te pillen o no…! Se llama remordimientos, conciencia, dignidad…

Todo lo demás son tonterías.

…eeen fin.

Antonio Rodríguez Miravete. Juntaletras.